ARGENTINA / Carta a Cristina / Escribe: Gustavo Gaziano



Señora presidenta:

Soy un argentino común y corriente, con edad para votar desde que volvió la democracia. O sea, hablo con el humilde respaldo y convicción de haber vivido todo lo que voy a relatar a continuación:

Parado en mi sencilla experiencia como ciudadano común, me animo a afirmar que, desde las presidencias de su esposo y la suya, el país tomó una dirección muy distinta a la que siempre supo tener, y por eso creo ver que hay argentinos que extrañan vivir como siempre fuimos, y como siempre supimos vivir en nuestro maravilloso país.

Un país con muchos años de cultura y costumbres propias, que no se pueden descartar o abandonar así como así.

Puedo decirle, con todo respeto señora presidenta, que hay momentos en que se siente que Ud. nos propone ciertos cambios que parecen ir en contra de nuestro modo de ser nacional y nuestra idiosincrasia.

Y ante eso creo ver, señora presidenta, que hay argentinos que extrañan el país en donde crecieron y se formaron.

Hay en nuestra historia nacional lo que yo humildemente llamaría un "modo de ser nacional", que quizás usted -en su ideología personal- nos está proponiendo abandonar o dejar de lado, y por eso genera tanta resistencia en determinados sectores.


Creo que hay argentinos que, en lo profundo de su corazón, extrañan aquella Argentina en la que usted y yo nos criamos y educamos, y que -cuando salen a la calle con sus cacerolas o expresan su malestar en los foros de internet- están haciéndole saber su sentir.

Creo, señora presidenta, que se extrañan esos tiempos cuando los jubilados hacían marchas para implorarle algún aumento a Cavallo, y él se emocionaba hasta las lágrimas.

Creo que se extraña aquellos ministros de economía anunciando que el dólar valía un peso, los mismo que después nos anunciaban que la plata en el banco ya no estaba porque la habían girado afuera, y que el gobierno se ponía del lado de los bancos.

Creo, señora presidenta, que se extraña el sometimiento arrastrado y servil ante el FMI y las visitas de Anup Singh (ese tipo tan elegante, según Bonelli).

Creo que se extrañan esos días en que vivíamos pendientes del "riesgo país" y la deuda externa era un monstruo que crecía, incontrolable.

Creo, señora presidenta, que se extraña el tiempo de la hiperinflación descabellada y las indexaciones brutales en deudas y alquileres.

Creo que se extraña leer en los diarios que se les reducían los sueldos a los estatales y las jubilaciones a nuestros viejos.

Creo que se extraña ese tipo de gobierno que ponía en las manos voraces de los bancos (esos mismos que en su momento nos dijeron que sus fondos no tenían ninguna garantía en el país y que "alpiste" nuestros depósitos) la promesa y compromiso de hacerse cargo de pagarnos nuestra jubilación en el futuro, se rapiñaban nuestros aportes con comisiones usurarias y los fondos desaparecían rápidamente en extraños negocios, donde ellos siempre ganaron y nosotros siempre perdimos en la timba financiera.


Creo, señora presidenta, que se extrañan los tiempos de las relaciones "carnales" con las potencias económicas, cuando la cadena nacional se usaba para mostrar el recibimiento faraónico que le dábamos a Bush en ocasión de regalarle lujosísimos facones de oro y plata, mientras el presidente que nos representaba recibía a cambio. dos dólares.

Creo que se extrañan las "flexibilizaciones laborales" y los siempre imprescindibles ajustes sobre los ajustes.

Creo que se extrañan esos días cuando todos rajaban para España. Y también cuando los argentinos golpeaban con las cacerolas las puertas de los bancos. v
Creo, señora presidenta, que se extraña el abandono de nuestra industria nacional con la importación descontrolada, las fábricas cerrando, a los profesionales manejando taxis y a los operarios calificados terminando de quiosqueros.

Creo que se extraña aquella Argentina con presidentes que, a diferencia de usted, ni reían ni bailaban, sino que -muy serios- nos prometían dólares o nos anunciaban la rápida salida de la crisis económica a través de "convertibilidades", "megacanjes" o "blindajes".

Creo que se extraña cuando los grupos económicos le ponían patas para arriba el país a un gobierno débil, y el presidente tenía que irse humillado antes de cumplir el tiempo de su mandato.

Creo que se extraña tener un presidente pasivo y pusilánime que en su falta de carácter no se hacía cargo de nada, pero mandaba a matar en la calle a los que protestaban para luego huir cobardemente.

Creo que se extraña que el país sea gobernado desde una oficina privada y no desde la Casa Rosada, con todos esos terribles errores que devienen de tratar de cumplir con el mandato del voto popular.

Creo, señora presidenta, que todavía restan muchísimas cosas para reparar y cambiar en nuestro querido país, como la falta de represión a las ideas, aunque sean de las minorías. Y por eso pido respecto por el movimiento cacerolero y los opositores a su gobierno que siguen proponiendo salir a la calle a protestar -destituyentemente- contra la dirección que usted pretende darle a nuestro país, porque están diciéndonos a todos que debemos volver a nuestra querida Argentina de siempre, a recuperar aquellos tiempos donde vivíamos infelizmente nuestro viejo y querido "sentir nacional".

La saluda muy atte: Gustavo Gaziano, un humilde ciudadano trabajador.

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