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MENDOZA / ¡Volvemos a las calles por la 7722! / Documento






Hace dos semanas, ocurrió un acontecimiento de gran importancia para el futuro de tod@s l@s mendocin@s. La Corte Suprema cerró las puertas a la posibilidad histórica de democratizar el ámbito de la Justicia. Desconociendo las más de 70 mil firmas recolectadas por las asambleas de toda Mendoza y haciendo caso omiso a las recomendaciones del máximo tribunal nacional, en un fallo dividido 4 a 3, los magistrados de la provincia rechazaron la convocatoria a una Audiencia Pública antes de fallar sobre la constitucionalidad de una de las leyes más conocidas de la provincia: la ley 7722. Aunque el fiscal de Estado ha pedido que se revea la decisión, al menos por ahora, se ha privado a los mendocinos de participar en un proceso fundamental para las generaciones futuras.



En estos días pasados, la Suprema Corte de la provincia de Córdoba falló, por unanimidad, en favor de la constitucionalidad de una ley hermana, la 9526. En sintonía con esto, es preciso recordarle a nuestra propia Corte Suprema, que están ante el deber de representar y defender los intereses de un pueblo cuya integridad económica y cultural se fundamenta en la relación con el agua. Con el agua de vida que baja de la montaña. Allí arriba, donde vibra nuestro ecosistema fundamental, todo está interconectado. No pueden olvidarse entonces que su decisión será trascendental para todos nuestros hij@s y niet@s. También para los suyos.

Somos conscientes de la presión del lobby minero, integrado por abogados, cámaras empresariales y funcionarios de turno que de una u otra forma se verían beneficiados con el ‘negocio’ de la megaminería. La billetera es grande, demasiado como para corromper a tan pocos. Su intención, profundamente corporativa, es clara: derogar la ley. Las empresas extranjeras, dedicadas a esta forma de explotación a cielo abierto, están dispuestas a acorralar nuestra democracia, poniendo en riesgo las leyes. El intento de derogar la 7722 por la vía judicial, es un claro ataque a la justicia, a los valores de la verdad y el bienestar común y a los intereses de nuestro pueblo que elije defender el agua pura -con todo lo que eso significa en este momento de la humanidad- frente a al saqueo y la contaminación.

Tampoco somos ingenu@s con el proceso de vaciamiento que sufre la provincia. Queremos señalarlo con claridad: es el mismo libreto de las privatizaciones. Es el neoliberalismo en su máxima expresión. Prohibido olvidar: antes de entregar nuestras empresas estatales -estratégicas para la autonomía y el desarrollo- las vaciaron sin misericordia creando en la opinión pública un clima de ‘entrega soberana’. Claro está, todo esto en favor de la salvación de la patria. Así, nuestros bienes comunes sociales, aquellos que nos costaron tantas décadas de sacrificio, fueron completamente rematados a empresas extranjeras. Parece un dejavú. Los mismos que vaciaron la provincia, quieren crear la sensación de que la salvación será traída por las trasnacionales de la megaminería. Lo que hay que entregar en este caso, es nuestra zona de glaciares, nuestro más preciado bien común natural. Entregarlo a las dinamitas. Abandonadas las fincas y acorralados sus pequeños productores, parece que ahora, hacer patria es llevar a estos desocupados a encianurar el agua de la montaña. Y hacer pasar esta locura como proyecto de desarrollo sustentable. Insistimos con esto porque todo tiene que ver con todo. La 7722 es un freno a semejante desenfreno.

Frente a este panorama, preocupante de cara a nuestro futuro, las asambleas de toda Mendoza volvemos a ponernos en movimiento. Este proceso de conjunto ya comenzó el viernes pasado (21 de agosto) con la entrega pública de las últimas 70 mil firmas. Reclamamos con esto que se revea la decisión del máximo tribunal en torno a la convocatoria de la Audiencia Pública. Hasta el 3 de septiembre tienen tiempo de expedirse.



Por este motivo, el próximo jueves 3 de septiembre hacemos una convocatoria abierta para encontrarnos una vez más como pueblo que somos, alegre, consciente y organizado. Con nuestras hijas e hijos. Con nuestros padres y herman@s. Sin otra bandera política que nuestro amor y compromiso. Para defender lo que tod@s sabemos: nuestra ley 7722 es clara como el agua pura, por eso es CONSTITUCIONAL.

En tiempos en los que el ser humano depreda los bienes de la naturaleza poniendo en peligro su propia subsistencia, aquí en Mendoza decidimos cuidar el cielo y la tierra. Protegiendo el agua de nuestra montaña y custodiando su ecosistema.

En este lugar del mundo, existe una ley GUARDIANA DE LA HUMANIDAD.

Mantenerla viva es nuestra decisión irrevocable.

En Mendoza:

Jueves 3 de Septiembre / 18:00 Hs / Plaza Independencia

ASAMBLEA POPULAR POR EL AGUA

HISTORIA / Martí, el "héroe nacional de Cuba" / Documento






José Julián Martí Pérez, el “Héroe Nacional de Cuba”, pensador, periodista y poeta cubano, revolucionario de la independencia contra España, nació en La Habana, un 28 de enero de 1853. Hijo de un valenciano y una canariense, alimentó su espíritu de indignación y lucha tempranamente, tras acompañar a su padre en una visita a la zona de Hanábana, en la provincia de Matanzas, cuando conoció los horrores de la esclavitud.

Excelente estudiante desde muy pequeño, ingresó al bachillerato en 1866, gracias a su querido maestro Rafael María de Mendive, quien le costeó los estudios. Pero pronto, comenzaría quizás la más importante fuente de enseñanzas para Martí: la primera guerra independentista de Cuba, comenzada en octubre de 1868. Martí apenas tenía 15 años y se nutrió entonces de fuertes concepciones emancipadoras, que pudo volcar luego en algunos poemas, como “Abdala” o “Diez de octubre”.



Un año más tarde, un batallón de voluntarios lo detuvo y acusó de escribir una carta dirigida a un conocido, quien se había alistado en el ejército realista, a quien Martí le dedicaba duras palabras. Esto le valió la detención, primera condena a seis años, y posterior perdón de la pena a cambio de la deportación a España.

Llegado a Madrid a comienzos de 1871, Martí se conectó con los ambientes republicanos de España, que pronto iniciarían decisivas luchas para instaurar la Primera República Española. En aquellos años, Martí se licenció en Derecho y Filosofía, antes de regresar a América. México, Estados Unidos y Guatemala fueron algunos de sus próximos destinos. Comenzó a trabajar como periodista y profesor universitario, en tanto conoció a Carmen Zayas Bazán, con quien se casó en 1877. Pronto nacería su hijo Ismaelillo.

De regreso a Cuba, comenzó a conspirar para lograr la independencia de la isla, previo al inicio de una segunda revuelta anticolonial. Por entonces, mientras trabajaba como pasante de un abogado, Martí asistía a mitines secretos, pronunciaba discursos encendidos y presidía círculos revolucionarios. La “Guerra chiquita”, como se le llamó al segundo importante intento independentista cubano, fracasó rápidamente y José Martí fue nuevamente deportado a España. Pero lograría escapar y pronto llegaría a Estados Unidos, país en que residiría, salvo una estadía de algunos meses en Venezuela, por cinco largos años.

En los años previos al inicio de la tercera y decisiva guerra por la independencia de Cuba, de 1895, Martí escribió numerosos artículos y poemas, muchos de los cuales fueron publicados en periódicos de distintos países americanos, entre ellos, el diario argentino La Nación. En tanto, reinició los preparativos revolucionarios, a sabiendas de que luchaba no sólo por Cuba, sino por una “ancha patria continental”, a la cual acechaba el expansionismo norteamericano. Martí sabía que, mientras Cuba se acercaba a su primera independencia, los países hermanos debían luchar por la segunda.

Martí fue fundador en 1892 del Partido Revolucionario Cubano, que no era precisamente un partido electoral, y de su órgano de difusión Patria y, en contacto con muchos luchadores de las guerras anteriores -como el militar Máximo Gómez-, sentó las bases del nuevo alzamiento popular. El Plan de la Fernandina preparado y financiado por el PRC fracasó al enterarse las autoridades estadounidenses del mismo y prohibir la partida de la flotilla revolucionaria. Pero el proyecto siguió adelante. El ejército mambí, repleto de campesinos macheteros, comenzó finalmente la guerra el 24 de febrero de 1895.



Martí y 400 expedicionarios más llegaron a la isla el 11 de abril, desembarcando en Playita de Cajobabo, al sudeste de Cuba. Designado Mayor General del Ejército Libertador, en sintonía con los otros generales, Gómez y Antonio Maceo, Martí fue alcanzado por tres disparos en un inesperado encuentro con tropas realistas. No pudo presenciar el final de una guerra victoriosa, a la que sin embargo le faltaría -como creía para el resto del continente- una “segunda independencia”.

(Fuente: José Martí, Nuestra América, La Habana, Editorial Trópico, 1953).

"La historia de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas."

José Martí

(www.elhistoriador.com.ar)

HISTORIA / José Hernández y los derechos imprescriptibles sobre las Islas Malvinas / Documento






Acercándose el final de la guerra independentista en el territorio de las nuevas provincias unidas, el 6 de noviembre de 1820, el recién asumido gobierno bonaerense de Martín Rodríguez tomó posesión de las Islas Malvinas. Casi nueve años más tarde, el 10 de junio de 1829, exactamente 59 años después de que el gobernador español ordenara el desalojo de los invasores británicos de las islas Malvinas, la gobernación organizó por decreto su comandancia militar.

La decisión establecía que tanto las Malvinas como las islas adyacentes al Cabo de Hornos serían regidas por un comandante político y militar, que haría observar en las islas las leyes de la República. El gobernador fue Luis Vernet, un comerciante nacido en Hamburgo que partió con una veintena de colonos ingleses y alemanes, y un derecho para usufructuar el ganado de las islas, otorgado por una vieja deuda.



La caza de ballenas era la actividad central y en torno al derecho de su práctica, en 1831, surgió un conflicto militar con Estados Unidos, que negaba a las Provincias Unidas el derecho a reglamentar dicha pesca. Intromisión de la diplomacia británica de por medio, la marina estadounidense invadió las islas.

En septiembre de 1832, zarpó desde Buenos Aires el buque de guerra Sarandí, al mando de José María Pinedo. Llevaba al nuevo gobernador interino, sargento mayor de artillería Esteban Mestivier y las órdenes de restablecer el orden. Llegaron a las islas el 1º octubre 1832 y cumplieron su misión, pero sólo temporalmente. Apenas algunos meses más tarde, el 2 de enero 1833, una fragata inglesa ocupó las islas.

Desde entonces, el país reclama su soberanía por los carriles de la negociación, exceptuando la guerra de 1982. En esta oportunidad, en el día de la afirmación de los derechos argentinos sobre las islas del Atlántico Sur, a raíz de la fecha en que se designó por primera vez un gobernador argentino en las Islas Malvinas, recordamos las geniales palabras de José Hernández sobre los derechos imprescriptibles de la Argentina sobre las Islas Malvinas.

(Fuente: José Hernández, “Acerca de las Islas Malvinas”, publicado en El Río de la Plata en noviembre de 1869, citado en José Hernández, Las Islas Malvinas, Buenos Aires, Joaquín Gil – Editor, 1952).

"La importancia de las Islas Malvinas es incuestionable. La República Argentina mantuvo siempre sobre las Islas su indisputable derecho de soberanía. Penetrados nuestros primeros gobiernos de la necesidad de afirmar la posesión de ese derecho por la explotación industrial de aquellas Islas, hicieron con ese fin algunos esfuerzos meritorios. En 1828, el gobierno cedió al señor D. Luis Vernet la Isla llamada Soledad, a condición de formar en ella una Colonia a su costa. Esta se realizó con el mejor éxito después de vencer todas las dificultades inherentes a una empresa de tal magnitud. La colonia prosperaba hacía ya algunos años y el gobierno argentino veía con singular satisfacción el gran porvenir que aquella naciente colonia auguraba para la navegación y comercio de nuestras extensas costas hasta el Cabo de Hornos. En 1831 fueron apresados en las islas tres buques norteamericanos que habían reincidido en la pesca de anfibios contra los terminantes reglamentos que debía hacer observar la autoridad de aquella jurisdicción.

El doctor Areco, en la tesis que presentó en 1866 para optar al grado de Doctor en Jurisprudencia, consagra algunos recuerdos a ese episodio histórico que debía tener tan deplorable consecuencias. Dice así: “El Gobernador de Malvinas [el señor Vernet], obligado a hacer respetar los reglamentos relativos a la pesca, o mejor dicho matanza de lobos, dentro de su jurisdicción, reglamentos tan antiguos como ésta, e interesado en gozar exclusivamente de una de las concesiones que le había hecho el gobierno de Buenos Aires, detuvo unos buques norteamericanos, que según confesión de sus mismos capitanes, se ocupaban de este tráfico ilegal. El tribunal competente los declaró buenas presas y legitimó la conducta del señor Vernet”. A consecuencia de ese apresamiento el comandante de un buque de guerra norteamericano destruyó la floreciente colonia de la isla Soledad, y ese hecho injustificable fue precisamente lo que indujo a Inglaterra a apoderarse de las Islas Malvinas, consumando ese atentado contra la integridad territorial de la Nación Argentina, cuya soberanía sobre aquellas islas había sido siempre respetada.

El gobierno argentino no ha obtenido reparación alguna por los serios perjuicios causados a un ciudadano argentino por la destrucción de la colonia Soledad, ni menos por la usurpación de las Islas Malvinas, arrebatadas por los ingleses, en una época en que los gobiernos hacían imprudente alarde de las ventajas materiales de la fuerza, en un momento dado.

Debemos creer que eso se deba a la indiferencia de nuestros gobiernos, o a las débiles gestiones con que se han presentado ante los gabinetes extranjeros. Absorbidos por los intereses transitorios de la política interna, nuestros gobiernos no han pensado en velar por los altos intereses de la Nación Argentina, más allá del círculo estrecho en que se han agitado estérilmente los círculos tradicionales. Nos hallamos felizmente en una situación nueva y especial.

Los últimos treinta años han marcado la serie de grandes progresos morales y materiales. Ya no es el alarde de la fuerza, el que apoya una gestión cualquiera en el mundo diplomático. Los gobiernos han comprendido ya que no hay otra fuerza legítima y respetable que la fuerza del derecho y de la justicia; que el abuso no se legitima jamás, e imprime siempre un sello odioso sobre la frente de los que lo consuman.

La historia y la moral les han enseñado que tarde o temprano se expía el atentado cometido a nombre de la fuerza, porque los que hoy se prevalen de la inferioridad relativa, hallarán mañana otro poder más fuerte, que utilizará en su ventaja la lección que se desprende de un acto depresivo y criminal.

En los tiempos contemporáneos tenemos ejemplos elocuentes de esa verdad. Austria devolviendo el Véneto a la Italia, después de haber experimentado el fusil de aguja; Francia desprendiéndose de México ante la actitud de los Estados Unidos; España abandonando las islas del Perú, ante la explosión del sentimiento americano, son hechos recientes que confirman la saludable revolución de las ideas de moral y de justicia, que se opera en el mundo.



Gobiernos ningunos en los últimos tiempos han llevado más adelante ese respeto por la opinión universal, que los gobiernos de Estados Unidos y de Inglaterra, y son los gobiernos más fuertes del mundo. La época lejana de ilusorias conquistas pasó y los americanos y los ingleses son hoy los primeros en condenar los atentados que se consumaron en otro tiempo a la sombra de sus banderas. ¿Cómo no esperar entonces que los Estados Unidos y la Inglaterra se apresuren a dar testimonio de su respeto al derecho de la Nación Argentina, reparando los perjuicios inferidos, devolviendo a su legítimo soberano el territorio usurpado?

Entendemos que la administración del General Mitre se preocupó de esta cuestión y envió instrucciones al ministro argentino en Washington, que lo era el señor Sarmiento, para iniciar una justa reclamación por la destrucción de la colonia y el abandono a que esto dio lugar. Parece que el señor Sarmiento no reputó bastante explícitas las instrucciones, aunque apoyó resueltamente el derecho de entablar aquella reclamación. Entre tanto, deber es muy sagrado de la Nación Argentina, velar por la honra de su nombre, por la integridad de su territorio y por los intereses de los argentinos. Esos derechos no se prescriben jamás."

José Hernández

(www.elhistoriador.com.ar)

HISTORIA / Marcos Sastre y la importancia de la instrucción política del pueblo / Documento






Marcos Sastre nació en Montevideo el 2 de octubre de 1808, pero desarrolló su actividad mayormente en la Argentina, adonde se trasladó con su familia cuando tenía ocho años. Librero, periodista, escritor, pintor, naturalista, descolló sin embargo por su labor infatigable a favor de la instrucción pública. No hubo esfera ni campo de acción para el fomento de la educación que no mereciera su atenta mirada: desde la elaboración de un libro de lecturas para enseñar las primeras letras 1 hasta el fomento de una jubilación para los maestros o el diseño de los pupitres que debían instalarse en las escuelas.

Sus ideas de avanzada quedarán plasmadas en varios artículos periodísticos. En una época de completa sumisión de la mujer al hombre, Sastre luchó por lo que entonces era casi una osadía: el fomento de la educación de las mujeres. “Estos deseos alimentan en mi pecho la esperanza de que algún día se abrirá para ellas la carrera de las ciencias, las letras y las artes. Ellas, como nosotros, necesitan de la instrucción para ser y hacer felices. Ellas, como nosotros, pueden entrar en el templo de Minerva y coronarse con el laurel de Apolo. Ellas, como los hombres están adornadas de talentos y aptitudes para todo género de ciencia y conocimientos sublimes. Esta verdad es hoy tan evidente que no necesita el apoyo de tantos y tan sabios autores que la han demostrado”, dirá a principios de la década de 1830.


Como sucedería con la mayoría de las familias rioplatenses de principios del siglo XIX, las convulsiones políticas de la región signarían su destino. Sus padres, fervorosos promotores de la independencia, eran conocidos en su Montevideo natal como “el patriota” y “la patriota”. En 1817, tras la invasión portuguesa, la familia debió abandonar la ciudad para instalarse primero en Concepción del Uruguay, luego en Santa Fe y más tarde en Córdoba. En esta ciudad, el joven Sastre completó sus estudios secundarios en el colegio Monserrat. A los 18 años, sus habilidades de pintor le valieron el otorgamiento de una beca para estudiar arte en Buenos Aires, donde pasó dos años.

En 1831 contrajo matrimonio con Jenuaria Arambulo, con quien tendrá doce de sus catorce hijos.

A los 22 años, un ofrecimiento tentador lo impulsó a regresar a su ciudad natal. Fue designado oficial mayor de la secretaría del Senado, pero nuevamente la situación política inestable de la ciudad vecina lo trajo a Buenos Aires, donde en 1833 estableció su famosa librería, pronto conocida como La librería de Sastre. Dos años más tarde, la mudará a un salón más amplio rebautizándola como Librería Argentina.

Alguna vez dejará oír su queja por la costumbre de estar “mendigando talentos extranjeros para la educación de nuestra juventud”. Él se encargará personalmente de atizar el fuego de las inteligencias locales. A principios de 1837 propuso organizar una institución cultural. Así nació el Salón Literario: personajes de la talla de Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Juan Thompson, Vicente Fidel López, Gervasio Antonio Posadas, Carlos Tejedor, Pastor Obligado, Eduardo Acevedo y José Mármol frecuentarían el lugar. El Salón fue un ámbito fecundo de debates y el antecedente directo de la Asociación de Mayo.

Pronto los debates intelectuales sobre temas filosóficos y literarios dieron paso a cuestiones más acuciantes, como las circunstancias políticas del momento. “Tenemos patria y queremos servirla, si no con la espada al menos con la inteligencia… (…) para continuar la grande obra de la Revolución de la Mayo”, dirá Esteban Echeverría. El Salón no tardó en caer víctima de las presiones políticas y debió cerrar sus puertas por orden de Rosas.

En mayo de 1838 desaparecería también la librería. Sastre no tardó en ser sindicado como “salvaje unitario”, y se alejó de la ciudad, instalándose en el pueblo de San Fernando, donde abrió un colegio, pero hasta allí llegaron las persecuciones y pronto debió trasladarse a Entre Ríos, donde Urquiza lo nombró Inspector General de Escuelas Primarias. También se hizo cargo de la redacción del diario El Federal Entrerriano.

Cuando Sarmiento regresó al país tras su largo exilio, Sastre lo secundó desde el primer momento. Creó bibliotecas escolares e impulsó el establecimiento de escuelas normales para preparar maestros, y escuelas agrícolas, para el fomento de la riqueza del país. Durante la presidencia del sanjuanino fue nombrado director de las escuelas dependientes de la Municipalidad de Buenos Aires.

Demócrata convencido, federal, austero, ferviente católico, amante de la naturaleza, Sastre consagró su existencia al fomento de la educación. No cejó nunca en su lucha pacífica y la muerte lo encontraría trabajando. El 10 de febrero de 1887, el Consejo Nacional de Educación celebró una de sus sesiones; Sastre, que había sido designado miembro del organismo por Julio Argentino Roca, asistió con la puntualidad de siempre. Cinco días más tarde, el 15 de febrero, este infatigable maestro de maestros moría de un infarto mientras trabajaba en su habitación. Dejaba catorce hijos y numerosas obras, entre las que se destacan Anagnosia, Lecciones de gramática, Orografía Completa, Método Ecléctico de Caligrafía Inglesa, Lecciones de Aritmética, Lecciones de Gramática Castellana, Consejos de Oro sobre la Educación y Temple argentino, su obra principal, un estudio sobre el Delta del Paraná que él mismo ilustró.


A continuación reproducimos un fragmento de una Memoria presentada ante el Consejo de Instrucción Pública en 1865, donde Sastre reflexiona sobre la importancia de la instrucción política para el desarrollo de la democracia desde la escuela primaria.

(Fuente: La educación popular en Buenos Aires. Memoria. Presentación al Consejo de Instrucción Pública por el Inspector General de las Escuelas, D. Marcos Sastre, Buenos Aires, Imprenta Argentina de El Nacional, 1865, págs. 26-29).

La enseñanza pública primaria, en ninguno de sus grados, ha atendido hasta ahora a la instrucción política de los que algún día tendrán que ejercer las importantes funciones que les asigna la democracia. El sistema republicano que nos rige pone en manos de los pueblos su propia felicidad; luego es de absoluta necesidad que cada individuo comprenda ese admirable mecanismo social en que cada uno coopera e influye sobre la felicidad y seguridad de todos, asegurando de ese modo la suya propia. No debería salir de las escuelas ningún alumno sin el conocimiento de la organización política de su país y de los deberes y derechos del ciudadano argentino 2.

Uno de nuestros hombres públicos, antes citado, observa que “el más grave inconveniente que existe entre nosotros para hacer efectivo el sistema federal son nuestras tradiciones de raza, y el contacto inmediato con libros y con hombres que no creen en la fuerza y en la voluntad de los pueblos. Nuestra tarea, pues, es de luchar contra esos errores, ilustrar las masas haciéndoles conocer los principios de nuestro sistema político, el más bello y más grande de todos los sistemas inventados, porque es el gobierno del pueblo por el pueblo, a toda hora, y a todo momento, solo a costa de pequeñas delegaciones, sobre las cuales aun se reserva el derecho de vigilancia y enmienda. Según la educación política de nuestros antepasados, el labriego como el hombre de la ciudad son incapaces de hacer nada por su propia felicidad; es preciso pedírselo todo al gobierno. No existe el orden, el progreso industrial, las escuelas, la religión etc. etc. si el gobierno no hace todo eso" 3.

Mucho antes, una de las primeras capacidades argentinas nos había reprochado ya ese fatal descuido de la ilustración política del pueblo, con estas punzantes palabras:

“¿Cómo podrá considerarse la soberanía del pueblo, es decir, la acción incesante del pueblo en el gobierno, el orden y el progreso social, con la absoluta ignorancia del pueblo que ejerce esa soberanía?

¿Hará jamás buen uso de la potestad soberana quien no sabe lo que es patria, libertad, igualdad, fraternidad, ni derecho de sufragio y representación; el que no tiene en suma noción alguna de los deberes del hombre y del ciudadano?

La soberanía de un pueblo semejante ¿no es a un tiempo un contrasentido ridículo, un horrible sarcasmo, y una burla de los principios más sagrados?

¿Hay otra garantía de orden y estabilidad para el porvenir, otro remedio para el mal que nos devora, que la inoculación gradual de los principios de nuestro credo social en las cabezas tiernas de las generaciones que aparecen?


“Los que dicen que han trabajado y trabajan por la patria, los que se afligen y desesperan, no viendo término a sus males, ¿cómo es que no han pensado en echar mano del único recurso que podría remediarlos: la educación de la niñez encaminada a la democracia?” 4

Las instituciones sociales adquirirán tanto mayor fuerza y estabilidad, cuanto mayor sea el número de ciudadanos que las comprendan y penetren su espíritu. Ya que tanto admiramos y tomamos por modelo las instituciones de la república norteamericana, debiéramos principalmente inquirir las fuentes de donde emanan. Allí la educación primaria y la instrucción política son los más firmes y más eficaces apoyos de la democracia. Puede decirse que en los Estados del norte no se encuentra un solo individuo que no sepa leer y escribir, y que no posea además un conocimiento exacto de su sistema de gobierno. Debe llamar nuestra atención la observación que han hecho varios estadistas europeos que han visitado la Unión americana: a saber, que en todas las escuelas públicas y particulares o privadas se les explica a los niños con la mayor claridad los derechos que cada uno tendrá algún día que hacer valer en la sociedad, y sus deberes para con ella; y no puede darse el caso de una escuela en que falte la enseñanza de la constitución del Estado. “De lo que resulta (dice un escritor moderno) que todo ciudadano, de cualquier condición que sea, conoce las instituciones a cuyo amparo vive, y no superficialmente sino con claridad y exactitud, porque no se ha cesado de explicárselas desde su infancia". 5

En el curso de nuestros estudios y nuestros trabajos hemos puesto particular empeño en examinar y comparar el estado de la instrucción pública en las principales naciones del globo, y en ninguna parte, en ninguna de ellas hemos visto un conjunto de sacrificios pecuniarios, de apoyo popular, de cooperación oficial, y sobre todo, de resultados obtenidos, tan remarcable y tan sorprendente como en los Estados Unidos.

Hace ochenta años que Jefferson dirigió estas palabras a su patria: “La instrucción del pueblo es la única base sólida de un gobierno libre”; cuarenta años hace que estamos repitiendo un apotegma análogo de Rivadavia, ya convertido en una verdad vulgar; y sin embargo, estamos todavía empeñados en levantar con una mala mezcla esa base sólida.

Referencias:

1 Publicado con el título de Anagnosis en 1849, unos 20 años después de que fuera escrito,
2 El Dr. D. Pastor S. Obligado está para publicar un Catecismo político que llenará sin duda esta exigencia.
3 Colaboración del Nacional de Buenos Aires.
4 Esteban Echeverría— Manual de enseñanza.
5 Xavier Eyma — La República Americana.

(Fuente: www.elhistoriador.com.ar)

ARGENTINA / Carta Abierta. Buitres y halcones: crítica de la economía política del capitalismo de la globalización / Documento






1 Siempre la realidad se juega a varias puntas y en varios paños. Si en Wall Street observamos, bajo el poderoso influjo de un nombre que provocó novelas, películas, teorías económicas y metáforas diversas sobre el capitalismo, la nueva actuación de un dominio financiero aliado a perfeccionados roles de viciadas prácticas judiciales, a miles de kilómetros de distancia, en el escenario social, comunicacional y de circulación de nuestra ruta Panamericana, vemos una discusión ostensible sobre los derechos sociales que emanan de las diversas situaciones que se producen ante decisiones de gerencias empresariales. Wall Street y la Panamericana son dos teatros políticos que pueden pensarse conjuntamente.

2 Es evidente un nuevo giro del capitalismo financiero, que ya no es el que oportunamente describiera Hilferding con su interesante pero ya extemporáneo realismo crítico. Decía este autor, que fue ministro de Economía en la República del Weimar, en la Alemania de fines de la década del ‘20, que “la dominación sobre la producción social queda en manos de una oligarquía”, lo que en un ciclo de larga duración se ha convertido en un concepto diferente y ya constituido respecto de lo que se debe llamar “producción social”. En esta época a la que aún le falta nombre, pero a la cual no le sería indiferente el de capitalismo de la globalización, encontramos una novedosísima alianza entre el poder comunicacional, las guerras localizadas de extremo salvajismo, las guerras interreligiosas que se realizan en territorios con instalaciones petroleras y represas hidroeléctricas, los dictámenes jurídicos inherentes a una nueva clase estamental de la especulación en segundo grado. Se trata ésta de un tipo de especulación sobre la especulación, formándose fondos de acreencias que se tornan maniobras de ataque jurídico contra naciones soberanas que repentinamente asisten al proyecto de mengua de su soberanía ante un nuevo poder agresivo, no militar sino que recurre a arbitrios jurídicos propios de una legalidad inquisitorial. La dependencia, como la articulación en una estructura única de países desarrollados y subdesarrollados, en virtud de la capacidad endógena o inducida de crecimiento, cuya ruptura sería posible a través de la participación política de grupos sociales antes marginados, ahora incluye mayores sumisiones superestructurales como la subsunción jurídica en una legalidad global manejada por los centros imperiales y la “integración financiera”.


3 Muchas veces se habló de ciudadanía, espacio cívico de debates y ágoras comunicacionales democráticas. Valoramos todas estas tesis que provienen de una esperanzada teoría democrática que resurgiera en los años ‘80 del siglo pasado. Pero es evidente que esos saberes redescubiertos, bajo los cuales funcionó el alfonsinismo, predicando el imperio de reglas constitutivas, comenzaron a debilitarse durante los años en que se percibió que las actividades de corporaciones internacionales y nacionales, que junto a los medios a los que pertenecían o contribuían a otorgarles densidad simbólica y operativa –ellas mismas redefinidas según estilos corporativos que interferían severamente en los libres flujos económicos que supuestamente informaban su esencia última–, convertían en relativos y ornamentales las creencias en un libro que versara sobre sociedad de producción y consumo. En esa reacción se juzgó que la existencia de grandes colectividades mediáticas y empresariales, nuevas economías basadas en el avance de artificios biológicos –como la semilla transgénica– sobre la concepción del territorio fértil como granero alimentario mundial, añadiéndose a esto nuevos nódulos que posibilitaban la producción de mercancías, imágenes, enunciados sobre el vivir de “alta gama” –según la expresión impuesta por la lengua creada por las grandes agencias mundiales que manipulan el consumo colectivo– tuvo su contrapartida social, el flujo de individuos desterritorializados, sin vivienda o con su vida precaria como campo de operaciones de las policías metropolitanas y gendarmerías, en operaciones violentas de desalojo o, por otra parte, de grupos de economías alternativas que incluyen las drogas sintéticas, el tráfico de armas o el lavado de dinero en áreas marginales al sistema económico central, pero funcionales a éste. Es la productividad en las chatarras de la ilegalidad, que generan sociedades paralelas funcionales a la razón económica dominante, acompañadas de poderes armados, complicidades diversas y capturas de sectores desabrigados de la población, con los que se suele cerrar un círculo vicioso, pues cuando se los desterritorializa, se olvida que son víctimas de un sistema que los transcribe como indigentes para luego demonizarlos al borde del prejuicio segregacionista. Para ello se busca suscitar las reacciones más agazapadas en la oscuridad de las conciencias, usando gentilicios habituales, de valor fraterno, como “chilenos” y “paraguayos”, pero para invertirlos. Y así los hacen sinónimos de una amenaza difusa, que posteriormente sirve para justificar tremendos y reprobables conceptos, como el de “deportación”. ¿Es que se habla contra las derechas utilizando los mismos conceptos de las derechas?

4 No es así como todos esperamos que se traten las necesidades y carencias de sectores de la población que son víctimas antes que agentes de actos furtivos o comercios ilegales. Si en los funcionarios del gobierno de la ciudad de Buenos Aires y de otros territorios del interior donde no se democratizaron las fuerzas policiales durante 30 años, estas conductas no dejan de ser previsibles, son inaceptables en las voces que representan al gobierno nacional. Son inaceptables porque no podemos ignorar que el discurso de esas derechas capta adeptos cuando estigmatiza a los jóvenes por su sola condición de tales, propicia la indispensabilidad de vigilar y castigar hasta a niños en edad escolar y se vale del poder mediático para condenar a las víctimas de delitos sexuales por su condición de mujer, bella o adolescente.

5 Son inaceptables y contradictorias con las políticas axiales del kirchnerismo. El camino recorrido de inclusión y de avances hacia una mayor igualdad, es sólo el tramo inicial de un Proyecto que hoy necesita y quiere afirmar y radicalizar formas de intervención pública para poner límite a los procesos de concentración económica y defender conquistas distributivas. La élite del gran empresariado que ha recolectado grandes ganancias durante una década de recuperación económica, crecimiento industrial, aumento de la productividad de los trabajadores, excelentes precios para la exportación de granos y una política que consiguió el predominio de la actividad productiva por sobre la lógica de la valorización financiera, resiste ahora una necesaria regulación que procura un reparto más justo de la riqueza y los ingresos. Los proyectos de leyes sobre “relaciones de producción y consumo” van en la dirección de democratizar la economía, que proviene de la decisión de los representantes del pueblo sobre precios, salarios, márgenes de ganancias y garantías de abastecimiento. Sustraer al mercado de esa intervención democrática es una pretensión empresaria de apropiarse de beneficios extraordinarios obtenidos sobre la base de sumergir en la pobreza y la indigencia a las mayorías populares. Controlar la inflación, que no es una plaga sino una cuestión social, tiene dos caminos: el elegido de democratizar la economía o el ajuste neoliberal que sacraliza al mercado, deja los precios y las tasas de ganancias a la “libertad” del gran empresariado y promueve un “retiro” del Estado predicando la baja del gasto público. Pero la coyuntura exige aún más: establecer un dispositivo de una más intensa y decisiva participación estatal en todas las esferas del Comercio Exterior para defender una cuestión clave para la autonomía económica: el dominio y defensa de las reservas en divisas. Otras reformas resultan necesarias para garantizar la hegemonía del poder ciudadano en la economía, como el cambio de la Ley de Entidades Financieras, para tomar el control de una esfera que en los últimos años ha sido un ámbito de permanentes medidas especulativas para la desestabilización cambiaria, y la siempre pendiente reforma tributaria que construya un régimen con vocación redistributiva. Estos nuevos escalones engrosarían todo lo hecho en la dirección transformadora nacional-popular en once años en que se sucedieron medidas reparatorias de derechos sociales y decisiones para la reinstalación del activismo estatal, siendo sus hitos emblemáticos la AUH, la reconstrucción de un sistema estatal jubilatorio de reparto, la ley del matrimonio igualitario, la ley de medios y la estatización de YPF. Pero la política que las abrazó a todas e impregnó y organizó el sentido de la época fue la de Derechos Humanos, que constituyó un hecho literalmente revolucionario, no solamente en el país, sino a nivel continental y mundial con iniciativas, procedimientos y resultados que avanzaron en el objetivo del “nunca más” a través de un trípode que más que una consigna fue el eje de esa política: “Memoria, Verdad y Justicia”. De ella fluye el espíritu que impregnó el sentido enérgico e irreductible del kirchnerismo. Porque es la fuente del fuego que envolvió una experiencia política. La fidelidad a la misma no admite la resignación ni la contemplación de la vida social como una naturalización de la correlación de fuerzas. El rechazo, a poco de asumir, al plan del bloque de poder que le presentara el diario La Nación, por parte del presidente Kirchner, y que incluía la impunidad del genocidio, fue la materialización de lo que expresara el estadista a principios del siglo XXI cuando asumiera: “No voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”. Así se quebraron décadas de hegemonía “posibilista” que cultivaba un falso realismo naturalizante de las relaciones de poder, internas e internacionales, y se reinstalaba la premisa de la creencia en el gobernante como sujeto de cambios, como portador de un programa, como militante de convicciones, como encarnador de la voluntad popular de cambio, sustituyendo al político-burócrata lector de encuestas y sometido al dispositivo de supuestas realidades de ciudadanías pasivas y domesticadas, consumidoras de candidatos y slogans publicitarios que devaluaban a la política, para dejar a ésta siempre en el mismo lugar: el del beneficio a los poderosos.

Hoy, luego de once años vivimos un momento de extremo riesgo. Por primera vez el bloque de los poderosos, de los que portan el poder económico y el proyecto de articularse con el capitalismo de la globalización, aunados con una oposición política, en la que la mayoría de sus referentes abrevan en ese viejo posibilismo acomodaticio desplazado –basta ver cómo sin ideas ni identidades mudaron del oficialismo a la oposición y navegaron sin destino fijo entre las distintas variantes de la misma– ha generado una colusión de intereses para derrotar al Proyecto nacional y popular, para ahogar la hora de las transformaciones y reinsertar al país en la “normalidad” del apoliticismo, la desabrida gestión de lo público como si se tratara de lo privado, y la resignación a la lógica de un país obediente del poder de las potencias. Servilismo indigno que ninguna ventaja económica justifica. Sentido “práctico” del consumidor pasivo, del hombre sumiso y la Nación humillada. Esta es la amenaza. La sustitución abrupta de una épica por la desmovilización de los cuerpos y las ideas. Nuevas y viejas derechas encarnan este peligro de restauración de la Argentina neoliberal, de la pobreza material y espiritual, que enuncian promesas alimentadas en las esperanzas sobre las inversiones y préstamos extranjeros y alientan ilusiones sobre la magia mercantil, alienando a las subjetividades de la participación en la construcción de su propio destino, mientras reclaman por alabanzas y conductas que seduzcan a esos supuestos agentes del progreso ordenado. La Argentina de la mediocre certidumbre y la desesperanza. Este es el peligro que acecha.


6 Continuar con las políticas nacionales y populares de emancipación significa el pueblo en las calles, su presencia siempre activa en el espacio público bajo las diversas formas que la creatividad popular suele generar. La opción democrática demanda una enérgica participación popular. Sin esa creativa movilización social la nueva oligarquía empresaria presionará, dilatará, judicializará, aterrorizará con campañas mediáticas para hacer fracasar la justicia social buscada por las decisiones prudentes y renovadas de intervención pública. El discurso de un país normalizado para desmovilizar bajo el pretexto conceptual que el activismo social es un recurso extremo de épocas excepcionales, es una lectura no ajena a las reflexiones sobre el fin de ciclo, expresión que involucra menos a un gobierno que a un estilo de país más justo. Consolidar se consigue al avanzar hacia más reformas, afirmando la dirección emprendida. Un rumbo democratizante y con autoexamen genuino de la potencialidad popular. Por eso el pueblo, la apelación no trivial ni costumbrista de convocar al pueblo al ágora pública, el estímulo de la protesta justa y la tolerancia, debate y disuasión con aquélla que abreva en la incomprensión de los procesos populares. Frente al reclamo popular, fuerzas de seguridad sin armas y política de seguridad democrática efectivamente aplicada en todo el territorio nacional, como entendía Néstor Kirchner.

7 Podrían verse los dramas sociales de la periferias de las periferias (económicas, urbanas, habitacionales) como una tragedia social que ocurre en la otra punta del gran escenario en que se debaten los destinos efectivos de los países. No resulta fácil detectar el cambio de situación en el seno de la globalización –concentración de pulsiones bruscamente unificadas de consumo de símbolos culturales en mundo políticos multipolares en lucha, con zonas ineluctables en guerras de carácter también novedoso, incluso en su ascenso a niveles desconocidos de crueldad–, con convenios de control financiero que se hallan en los nuevos tratos que permite la mundialización de los nodos de la mercancía (judiciales y económicos) que son parte de la reproductibilidad del capital desmaterializado: sólo son formas de captura de beneficios bajo la acción de un subproducto original del neocapitalismo, que su alianza privilegiada con sectores del poder judicial central, sella ahora un poder punitivo nuevo, bajo la forma de una gendarmería judicial mundial y nuevas coaliciones militares que instalan conflictos tácitos que luego se vuelve “necesario” reprimir con sofisticados armamentos que reinician el círculo geopolítico de apoyo a grupos que reconfiguran territorios y luego a grupos que vuelven a reconfigurarlo en sentido inverso.

8 La expresión gendarmería proviene del francés gens d’armes, milicia del señor feudal, que al pasar a las naciones modernas cumple funciones de resguardo de sus Estados, pero en sus diversas distorsiones, asistimos ahora a su máxima estribación. La actuación de las gens d’armes en los más concentrados gabinetes judiciales de Wall Street, donde el lenguaje de las finanzas se puede resumir ahora en amenazantes y lacónicas sentencias judiciales, que distorsionan acuerdos de pago sobre las deudas soberanas hechos en términos del lenguaje capitalista heredado, y que ahora parece escaso ante la nueva gendarmería judicial-financiera que recorre el mundo con su apocaliptico mensaje. Ni siquiera el viejo capitalismo, cuya proterva historia podemos visualizar desde la Liga Hanseática de los remotos tiempos hasta los acuerdos de Bretton Woods, es una cápsula válida para contener estos nuevos impulsos irracionales que le quitan un núcleo de realidad productiva que tenía el capitalismo arcaico, para situar la nueva lógica irracional en un reproductivismo de un mundo sin naciones, sólo regulado por la nueva división en regiones financieras de endeudamiento comprendido como nueva forma de mando imperial. Incluso las nuevas guerras, aparentemente aisladas de este nuevo giro brutal de la historia financiera de la modernidad, no se hallan al margen de estos dispositivos pues el control de poblaciones, la devastación de formas de vida, la destrucción de ciudades, la invocación de excedentes teológicos para pensar dominios territoriales donde la moneda de cambio es el señorío de represas o reservas petrolíferas, todos ellos son hechos que hacen contrapunto a la autocracia avasalladora que se ha instalado en agencias de nuevo tipo, llegando ahora su cúspide con la alianza conceptual con jueces de inferior jerarquía de la justicia ordinaria, pero altos cuadros simbólicos de los holdouts que así llegan al ápice de su éxtasis cuando contratan permutas de incumplimiento o Swaps (promesas de canje a futuro), una clase de seguro con el que obtienen ingresos adicionales en caso del cese de los pagos.

9 La globalización en los intersticios de la vida cotidiana no sólo significa que los viejos liberalismos ya están adosados a ella, sino que muchos dignos pensamientos progresistas o de izquierda, sin que ellos les quite razones en lo específico, son formas reproductivas complejas de esas lógicas globalizantes, porque aceptan alianzas implícitas con los medios, que festejan que así se complete el ataque por todos los flancos a los gobiernos populares, que aun mostrando no pocos aspectos deficientes y reprobables están en posición de actuar menos subordinados a los poderes mundiales –el viejo imperialismo que alguna izquierda criticaba y frente al cual hoy calla–. Existen partidos y alianzas políticas que se prestan a ser operadores de diversos signos de la nueva economía política del neocapitalismo –gendarmerías financieras y finanzas con continuidad por otros medios en oscuras guerras profundamente inhumanas–. Ser de derecha o de izquierda hoy es serlo en segundo grado. Pensamientos tradicionalistas, como el de algunos sectores de la Iglesia, captan los nuevos riesgos de la actualidad mundial, izquierdas de la tradición revolucionaria puntualizan temas en sí mismos legítimos que se recolectan en la gran bolsa de valores de las derechas en batalla. Esta captura toda clase de temas, ve disolución en la familia si se aprueba un nuevo sistema más justo de notas en las escuelas secundarias, y en nombre de un legítimo reclamo de evitar despidos fabriles omite lo que en otros tiempos parecía ser un juicio –una “cosmovisión” se lo llamaba– sobre el estado real de las fuerzas que están diseñando un mundo sin naciones, pero no para mejorarlas, sino para ponerlos al mando de un nuevo formulismo de hegemonías imperiales, que no pueden ser detectadas con nuestros viejos recursos terminológicos.

10 Argentina promueve un cambio de época. Agredida por esos fondos buitre, arietes de la financiarización, ha desplegado actitudes, leyes, discursos y convocatorias que enfrentan los dispositivos del neoliberalismo. La decisión de no acudir en cumplimiento de una sentencia de la justicia imperial –cuya argumentación arbitraria devela una grosera ruptura con la formal igualdad ante la ley instituyendo que el capital usurario y depredador siempre tiene razón–, la sanción de la ley que dispone el pago soberano, las auditorías sobre el origen de la deuda externa y la remoción de funciones a bancos extranjeros que se someten a órdenes extraterritoriales incumpliendo con los compromisos contraídos con el país constituyen actos de soberanía nacional que resisten al capitalismo de la globalización y la superestructura jurídica que éste requiere. No menos corrosivo para este régimen de expoliación financiera es el debate que se ha introducido, sea en ámbitos institucionales que las potencias hegemónicas vienen devaluando sistemáticamente o en otros nuevos, creados en América Latina por los vientos de una década de renovado espíritu emancipatorio. La histórica votación en la Asamblea de la ONU –donde un país equivale a un voto– produce un mapa que grafica el sentido del resultado y revela la voluntad de impugnación sobre el orden establecido que expresaron la abrumadora mayoría de América del Sur, Asia y Africa, mientras se dejó ver en las abstenciones la preocupada queja de la Europa, alcanzada por una crisis que no ceja. Mapa y sentido que evocan al movimiento de los NO ALINEADOS, en el nuevo emerger de las naciones periféricas y dan cuenta de un liderazgo de la Presidenta argentina –sus recientes discursos en la ONU lo ratifican–, en el surgimiento de nuevos vientos de una institucionalidad rebelde y resistente al poder del Norte. Las declaraciones de la Unasur, el Mercosur, la Aladi, y hasta de la vieja OEA, han sido efectuadas rechazando el paradigma de Estados Unidos y sus socios prestamistas (Alemania, Japón, Gran Bretaña) que presionan por derivar los temas económicos, financieros y otros tantos que son clave para la vida de los pueblos, a organismos multilaterales con voto calificado –como el FMI– o de resoluciones por consenso, como en el G20, donde se omite la disidencia bajo el ropaje de unanimidades que velan la hegemonía de los más poderosos. Vientos también significados por la lucha contra la territorialidad judicial en los países emisores de divisas sobre las reestructuraciones de deuda soberana de las naciones periféricas y por los nuevos bríos de una creciente multipolaridad –siendo un dato clave la decisión de los Brics de crear sus propios Banco de Desarrollo y Fondo de Reservas– que combata la lógica hegemónica del neoliberalismo financiarizador, una transformación que deberá incluir el fortalecimiento de la institucionalidad regional y la denuncia de los TLC y los TBI por parte de los países del Sur. Continúa, también, siendo imprescindible el abandono del Ciadi.

11 Todo esto merece nuevas convocatorias a que los movimientos populares de todo el mundo se mancomunen en torno a diseñar un nuevo tipo de humanidad autorreflexiva y de naciones justas, en lucha democrática contra los nuevos productos de la globalización, con sus alas encarnadas en el vuelo avizor de los nuevos estilos comunicacionales, que capturan excedentes pulsionales, así como estos fondos buitre, bien definidos por Cristina Fernández como “depredadores sociales globales”, se apoderan de bienes nacionales a través de alianzas genéricas de carácter económico y judicial, en general tramadas en los secretos gabinetes de la meta-especulación financiera.

12 Para combatirlos es necesario organizar nuevos estilos políticos de convocatoria, que no desdeñen un hilván épico, pero sin desmedro del análisis económico y geopolítico de las nuevas implicancias de estas acciones depredadoras. En las amplias alianzas sociales y nacionales que esto implica, será necesario entonces que la interpretación del conflicto social como los que habitualmente ocurren al costado de la ruta Panamericana –flujo vital, económico, poblacional, simbólico, técnico, laboral– no se presten a los habituales considerandos de un macartismo fuera de tono, de historia y de lugar, proferidos por aquellos dirigentes sindicales cuya representatividad política está perimida hace algunas décadas. Es necesario también examinar todo conflicto social por la protección del trabajo, como una de las extremidades de una totalidad escindida, pero totalidad al fin, en la que se ha convertido el mundo global, con la emergencia de estos tópicos de dominio, que crecen peligrosa, amenazante y destructivamente, sobre la economía, la paz y la vida de los pueblos.

13 Irrumpen en este escenario, entusiastas y masivos, actos públicos de los movimientos políticos del kirchnerismo que sostienen las hipótesis del encaminamiento a nuevos mojones y de la irreversibilidad de lo conquistado en estos años. Toda historia tiene muchas fuerzas que se muestran y cesan: se quiere afirmar un deseo de custodia eminente sobre el rumbo complejo de lo actuado. Marchan a una construcción política de mayor densidad, de una mayor actividad, de un mayor anclaje social que inevitablemente confrontará, previamente a la disputa en las urnas, cotidianamente para sostener la continuidad de políticas populares hoy atacadas por quienes quieren sustituirlas antes de la elección ciudadana. Habrá que enfrentar provocaciones de todo tipo, presiones devaluatorias e intentos de saquear el bolsillo popular con carestías y desabastecimientos. En el “mientras tanto” la Presidenta mantiene la iniciativa política, promueve el debate y la sanción de necesarias leyes, pone en marcha nuevas políticas de inclusión, jerarquizando el rol del Estado en la distribución justa de la renta material y simbólica. Aun son muchas las tareas pendientes, las que se podrán concretar solo a condición de la continuidad de este Proyecto Político, que no es incompatible con esta Constitución, ni las Constituciones incompatibles con la capacidad de cada época de rediscutirlas, no para eternizar ninguna figura, sino para ligar temas centrales de la vida social con arquitecturas legales modernas.


El desemboque deberá ser una alternativa que convoque a votar por lo que ha sido el signo para las transformaciones reclamadas por la voluntad popular, sin concesiones a los grupos de poder concentrado que bregan por “compartir”, limitar y condicionar las decisiones del poder soberano. Alternativa por la continuidad de una época de gobiernos, de experiencias populares y de vivencia nacional que nos compromete con la Historia, con la aspiración de que la escritura que los relate y los describa reconozca hechos valiosos, conductas dignas y transformaciones sustantivas.

14 Autonomía, autogobierno, democracia es un grito de resistencia necesario en un momento argentino crucial en que el bloque de poder económico se aunó en pos de imponer un fin de ciclo, que no se refiere a un gobierno constitucional meramente, sino al proyecto de fondo de devolver el país a las grandes fuerzas económicas financiero-comunicacionales reinstalando un institucionalismo vicario. Sin velo se le alinean las alternativas políticas con las que se someten a los institucionalismos locales y regionales. Porque de eso se trata la puja actual: cerrar o seguir abriendo el espacio para un proyecto e ideales que lo sostienen. Más políticas de transformación o disciplinamiento y “normalización”. Más Estado y más empresas públicas o una plétora de capitales ingresando anárquicamente que retome el sobreendeudamiento y las condicionalidades del capitalismo de la globalización. Diversificación productiva –atravesada por el aporte local de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación– o especialización reprimarizadora. Avance en la igualdad o sometimiento a la polarización social naturalizada por la decisión privada no interferida. Voluntad popular o poder de las corporaciones. Son contradicciones y encrucijadas que atraviesan al subcontinente, cuya inminencia dramática tendrá un punto crítico en los próximos comicios brasileños, en los que el capitalismo de la globalización capturó una alternativa electoral que desafía la continuidad misma de la construcción de unidad latinoamericana. También el Frente Amplio en Uruguay afrontará una elección complicada. Como decíamos en “Defensa e Independencia” –una Carta anterior– nos sentimos navegando en una tormenta, con dificultades inmensas, y sin embargo con voluntad y actitud para militar la continuidad del Proyecto, por su sentido que excede la simple sumatoria de numerosas virtudes, éxitos y defectos y ausencias. Por eso sin ahorrarnos las críticas sobre estos últimos, ni el elogio sobre las primeras, nos involucramos como parte, como intelectuales posicionados por ese sentido de autonomía de una experiencia nacional y popular que lidia con las voluntades de las minorías poderosas. Acto que, entendemos y sentimos, se nutre en el gen más antiguo –y sustancial– de la democracia, que hoy se actualiza y enriquece por los proyectos transformadores de las experiencias argentinas y latinoamericana.

(Diario Página 12, domingo 28 de setiembre de 2014)

HISTORIA / Último discurso de Salvador Allende / Documento






El 4 de septiembre de 1970 el médico socialista Salvador Allende triunfaba en los comicios presidenciales de Chile, después de tres derrotas electorales. La poderosa coalición de izquierda que encabezó Allende estaba conformada por los partidos Comunista, Socialista, radicales, Izquierda Cristiana, Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), Acción Popular Independiente, entre otros.

A diferencia de los intentos anteriores, la coalición era dirigida por primera vez por los sectores ligados a la clase trabajadora. El programa del Frente Popular contenía propuestas de larga aspiración popular, como una política exterior independiente, la reforma agraria y la nacionalización del cobre.


El 4 de noviembre, Allende asumió la presidencia, pero durante toda su gestión, debió enfrentar las conspiraciones internas y la injerencia externa, hasta que finalmente fue derrocado por el general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973. Transcribimos aquí el último discurso que pronunciara en esa fecha poco antes de suicidarse en el Palacio de la Moneda.

(Fuente: Salvador Allende, Textos escogidos, Selección e introducción James D. Cockcrot, Buenos Aires, Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, 2003, págs. 274-275).

11 de septiembre de 1973

Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción. Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.


Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.


Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

(Fuente: www.elhistoriador.com.ar)

HISTORIA / La Reforma Universitaria: Manifiesto liminar (21 de junio de 1918) / Documento






Hipólito Yrigoyen es uno de los hombres más influyentes en la historia del país. El yrigoyenismo, como el rosismo antes, como el peronismo después, ha sido considerado uno de los movimientos populares más extensos y más profundos en la historia nacional.

Tras la apertura electoral de 1912, con la sanción de la Ley Sáenz Peña, en 1916 accedió a la primera magistratura por sufragio universal (masculino), secreto y obligatorio. La marca del líder del radicalismo fue la de la creación del primer movimiento de masas con participación electoral. También, la del fin del régimen oligárquico e incluso la de la primera intervención estatal a favor de los trabajadores en un conflicto con la patronal.


En el ámbito universitario, el gobierno de Hipólito Yrigoyen apoyó en 1918 un movimiento de reforma, iniciado en Córdoba, que pronto tendría un profundo impacto en toda América Latina. Incluso varios de los manifiestos del Mayo Francés, en 1968, recordaban las jornadas cordobesas de principios de siglo.

Cuando el líder radical accedió al gobierno, la universidad era un ámbito casi exclusivo de los jóvenes pertenecientes a las clases dirigentes. Pero la creciente clase media comenzaba a pujar por el ascenso social y por el acceso ejercicio de profesiones liberales.

La Universidad de Córdoba mantenía programas de estudio anacrónicos y un cuerpo docente anquilosado incapaz de toda renovación. El 16 de mayo de 1918 los estudiantes formaron un Comité pro-reforma y casi un mes más tarde, el 15 de junio de 1918,impidieron la designación del Dr. Antonio Nores como nuevo rector y declararon la huelga general. El gobierno de Hipólito Yrigoyen, como dijimos, apoyó el movimiento y pronto la reforma se llevó a cabo. Los cambios realizados posibilitaron el cogobierno de estudiantes, graduados y profesores, la renovación de los programas de estudio y la apertura de los estudios superiores a la clase media. A su vez, el líder radical sostuvo la autonomía de la Universidad frente al Estado.

Para recordar este episodio, reproducimos a continuación el Manifiesto Liminar, redactado por Deodoro Roca, y publicado en una edición extraordinaria de la Gaceta Universitaria el 21 de junio de 1918.

Fuente: Ministerio de Educación y Justicia, Talleres gráficos, Buenos Aires, 1988.

Reforma Universitaria de 1918

Manifiesto de Córdoba

La Juventud Argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica

21 de junio de 1918

Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.

La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta porque aquí los tiranos se habían ensoberbecido y era necesario borrar para siempre el recuerdo de los contrarrevolucionarios de Mayo. Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y —lo que es peor aún— el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza, y el ensanchamiento vital de organismos universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad revolucionaria.

Nuestro régimen universitario —aún el más reciente— es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino; el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La federación universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. El concepto de autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios no puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la sustancia misma de los estudios. La autoridad, en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando.


Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y por consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden. Fundar la garantía de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen cuartelario, pero no una labor de ciencia. Mantener la actual relación de gobernantes a gobernados es agitar el fermento de futuros trastornos. Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que emana de la fuerza no se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el concepto moderno de las universidades. El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes. La única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o comprobarla.

Por eso queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el arcaico y bárbaro concepto de autoridad que en estas casas de estudio es un baluarte de absurda tiranía y sólo sirve para proteger criminalmente la falsa dignidad y la falsa competencia. Ahora advertimos que la reciente reforma, sinceramente liberal, aportada a la Universidad de Córdoba por el doctor José Nicolás Matienzo no ha inaugurado una democracia universitaria; ha sancionado el predominio de una casta de profesores. Los intereses creados en torno de los mediocres han encontrado en ella un inesperado apoyo. Se nos acusa ahora de insurrectos en nombre de un orden que no discutimos, pero que nada tiene que hacer con nosotros. Si ello es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el derecho a la insurrección. Entonces la única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la juventud. El sacrificio es nuestro mejor estímulo; la redención espiritual de las juventudes americanas nuestra única recompensa, pues sabemos que nuestras verdades lo son —y dolorosas— de todo el continente. ¿Que en nuestro país una ley —se dice—, la ley de Avellaneda, se opone a nuestros anhelos? Pues a reformar la ley, que nuestra salud moral lo está exigiendo.

La reforma Matienzo no ha inaugurado una democracia universitaria; ha sancionado el predominio de una casta de profesores. Los intereses creados en torno de los mediocres han encontrado en ella inesperado apoyo. Se nos acusa ahora de insurrectos en nombre de un orden que no discutimos, pero que nada tiene que hacer con nosotros. Si ello es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien el alto el derecho sagrado a la insurrección. Entonces la única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la juventud. El sacrificio es nuestro mejor estímulo; la redención espiritual de la juventudes americanas nuestra única recompensa, pues sabemos que nuestras verdades lo son –y dolorosas- de todo el continente. ¿Qué en nuestro país una ley –se dice-, la ley de Avellaneda, se opone a nuestros anhelos? Pues a reformar la ley, que nuestra salud moral lo está exigiendo.

La juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo aún de contaminarse. No se equivoca nunca en la elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulando o comprando. Hay que dejar que ellos mismos elijan sus maestros y directores, seguros de que el acierto ha de coronar sus determinaciones. En adelante, sólo podrán ser maestros en la república universitaria los verdaderos constructores de almas, los creadores de verdad, de belleza y de bien.

La juventud universitaria de Córdoba cree que ha llegado la hora de plantear este grave problema a la consideración del país y de sus hombres representativos.

Los sucesos acaecidos recientemente en la Universidad de Córdoba, con motivo de la elección rectoral, aclaran singularmente nuestra razón en la manera de apreciar el conflicto universitario. La federación universitaria de Córdoba cree que debe hacer conocer al país y a América las circunstancias de orden moral y jurídico que invalidan el acto electoral verificado el 15 de junio. Al confesar los ideales y principios que mueven a la juventud en esta hora única de su vida, quiere referir los aspectos locales del conflicto y levantar bien alta la llama que está quemando el viejo reducto de la opresión clerical. En la Universidad Nacional de Córdoba y en esta ciudad no se han presenciado desórdenes; se ha contemplado y se contempla el nacimiento de una verdadera revolución que ha de agrupar bien pronto bajo su bandera a todos los hombres libres del continente. Referiremos los sucesos para que se vea cuánta razón nos asistía y cuánta vergüenza nos sacó a la cara la cobardía y la perfidia de los reaccionarios. Los actos de violencia, de los cuales nos responsabilizamos íntegramente, se cumplían como en el ejercicio de puras ideas. Volteamos lo que representaba un alzamiento anacrónico y lo hicimos para poder levantar siquiera el corazón sobre esas ruinas. Aquellos representan también la medida de nuestra indignación en presencia de la miseria moral, de la simulación y del engaño artero que pretendía filtrarse con las apariencias de la legalidad. El sentido moral estaba obscurecido en las clases dirigentes por un fariseísmo tradicional y por una pavorosa indigencia de ideales.

El espectáculo que ofrecía la asamblea universitaria era repugnante. Grupos de amorales deseosos de captarse la buena voluntad del futuro rector exploraban los contornos en el primer escrutinio, para inclinarse luego al bando que parecía asegurar el triunfo, sin recordar la adhesión públicamente empeñada, el compromiso de honor contraído por los intereses de la universidad. Otros —los más— en nombre del sentimiento religioso y bajo la advocación de la Compañía de Jesús, exhortaban a la traición y al pronunciamiento subalterno. (¡Curiosa religión que enseña a menospreciar el honor y deprimir la personalidad! ¡Religión para vencidos o para esclavos!). Se había obtenido una reforma liberal mediante el sacrificio heroico de una juventud. Se creía haber conquistado una garantía y de la garantía se apoderaban los únicos enemigos de la reforma. En la sombra los jesuitas habían preparado el triunfo de una profunda inmoralidad. Consentirla habría comportado otra traición. A la burla respondimos con la revolución. La mayoría representaba la suma de la represión, de la ignorancia y del vicio. Entonces dimos la única lección que cumplía y, espantamos para siempre la amenaza del dominio clerical.

La sanción moral es nuestra. El derecho también. Aquellos pudieron obtener la sanción jurídica, empotrarse en la ley. No se lo permitimos. Antes de que la iniquidad fuera un acto jurídico, irrevocable y completo, nos apoderamos del salón de actos y arrojamos a la canalla, sólo entonces amedrentada, a la vera de los claustros. Que esto es cierto, lo patentiza el hecho de haber, a continuación, sesionado en el propio salón de actos la federación universitaria y de haber firmado mil estudiantes sobre el mismo pupitre rectoral, la declaración de huelga indefinida.

En efecto, los estatutos reformados disponen que la elección de rector terminará en una sola sesión, proclamándose inmediatamente el resultado, previa lectura de cada una de las boletas y aprobación del acta respectiva. Afirmamos, sin temor de ser rectificados, que las boletas no fueron leídas, que el acta no fue aprobada, que el rector no fue proclamado, y que, por consiguiente, para la ley, aún no existe rector de esta universidad.


La juventud universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo cuestión de nombres ni de empleos. Se levantó contra un régimen administrativo, contra un método docente, contra un concepto de autoridad. Las funciones públicas se ejercitaban en beneficio de determinadas camarillas. No se reformaban ni planes ni reglamentos por temor de que alguien en los cambios pudiera perder su empleo. La consigna de «hoy para ti, mañana para mí», corría de boca en boca y asumía la preeminencia de estatuto universitario. Los métodos docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo a mantener a la universidad apartada de la ciencia y de las disciplinas modernas. Las elecciones, encerradas en la repetición interminable de viejos textos, amparaban el espíritu de rutina y de sumisión. Los cuerpos universitarios, celosos guardianes de los dogmas, trataban de mantener en clausura a la juventud, creyendo que la conspiración del silencio puede ser ejercitada en contra de la ciencia. Fue entonces cuando la oscura universidad mediterránea cerró sus puertas a Ferri, a Ferrero, a Palacios y a otros, ante el temor de que fuera perturbada su plácida ignorancia. Hicimos entonces una santa revolución y el régimen cayó a nuestros golpes.

Creímos honradamente que nuestro esfuerzo había creado algo nuevo, que por lo menos la elevación de nuestros ideales merecía algún respeto. Asombrados, contemplamos entonces cómo se coaligaban para arrebatar nuestra conquista los más crudos reaccionarios.

No podemos dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, ni al juego de intereses egoístas. A ellos se nos quiere sacrificar. El que se titula rector de la Universidad de San Carlos ha dicho su primera palabra: «Prefiero antes de renunciar que quede el tendal de cadáveres de los estudiantes». Palabras llenas de piedad y de amor, de respeto reverencioso a la disciplina; palabras dignas del jefe de una casa de altos estudios. No invoca ideales ni propósitos de acción cultural. Se siente custodiado por la fuerza y se alza soberbio y amenazador. ¡Armoniosa lección que acaba de dar a la juventud el primer ciudadano de una democracia universitaria! Recojamos la lección, compañeros de toda América; acaso tenga el sentido de un presagio glorioso, la virtud de un llamamiento a la lucha suprema por la libertad; ella nos muestra el verdadero carácter de la autoridad universitaria, tiránica y obcecada, que ve en cada petición un agravio y en cada pensamiento una semilla de rebelión.

La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.

La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su federación, saluda a los compañeros de América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que inicia.

Enrique F. Barros, Horacio Valdés, Ismael C. Bordabehere, presidentes - Gumersindo Sayago - Alfredo Castellanos - Luis M. Méndez - Jorge L. Bazante - Ceferino Garzón Maceda - Julio Molina - Carlos Suárez Pinto - Emilio R. Biagosh - Ángel J. Nigro - Natalio J. Saibene - Antonio Medina Allende - Ernesto Garzón.

(Fuente: www.elhistoriador.com.ar)

HISTORIA / El fusilamiento de Liniers, según un manifiesto de la Primera Junta / Documento






El 26 de agosto de 1810, tres meses después de la instalación de la Primera Junta, los revolucionarios de Mayo tomaron una de las decisiones más difíciles que debieron enfrentar: el fusilamiento de Santiago de Liniers. Se trataba del héroe de la Reconquista, quien durante las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807 se había ganado el afecto de los habitantes de Buenos Aires, y se convirtió en el único virrey elegido localmente. En 1809, la Junta Suprema de Sevilla designó virrey a Hidalgo de Cisneros y Liniers se trasladó a su finca de Alta Gracia, en Córdoba.

Luego de su instalación, el 25 de mayo de 1810, el primer gobierno patrio buscó el acatamiento de las provincias y para ello destacó expediciones al norte y al Paraguay. Pero en Córdoba debieron enfrentar el primer foco de resistencia, encabezado nada menos que por Santiago de Liniers.


El levantamiento fue pronto sofocado y los conspiradores apresados. La Junta tomó entonces la decisión de fusilar a los rebeldes. El doctor Juan José Castelli fue el encargado de hacer cumplir la orden de la Junta. En Cabeza de Tigre, Córdoba, fueron ejecutados Santiago de Liniers, Juan Gutiérrez de la Concha, Santiago de Allende, Victorino Rodríguez y Joaquín Moreno.

A continuación transcribimos un manifiesto publicado en la Gaceta de Buenos Aires, donde el gobierno de entonces explicaba las razones que lo condujeron a tomar una medida tan extrema.

(Fuente: Gaceta de Buenos Aires (1810-1821), reimpresión facsimilar dirigida por la Junta de Historia y Numismática Americana, Buenos Aires, 1910, pág. 481 y siguientes. Gacetacorrespondiente al 10 de octubre de 1810, adaptada para El historiador, en Mariano Moreno,Escritos. Vol. II, prólogo y edición crítica de Ricardo Levene, Ediciones Estrada, 1956. pág. 172-189).

¡Quién pudiera inspirar a los hombres el sentimiento de la verdad y de la moderación, o volver atrás el tiempo para prevenirlos a no precipitarse en los criminales proyectos, con que se atraen la venganza de la justicia! Ellos no nos habrían puesto en los amargos conflictos que hemos sufrido.

Sensibles a sus desgracias, y más aún a las de aquellos, a quienes teníamos en singular consideración 1, los hemos prevenido con gestiones oficiosas, que debieron desviarlos de la ocasión del error, y del temerario empeño a que los llevaba su arrojo… El designio concertado de sostenerse a todo trance los hizo sordos a la voz de la razón y enemigos de todo lo que se oponía a sus injustos caprichos, juraron nuestro exterminio; y forjaron un abismo de males en que se han sepultado ellos mismos.

Ya conocéis que hablamos de los delincuentes autores de la conspiración de Córdoba, cuya existencia no nos ha sido posible conservar. Nada hemos excusado, de cuanto pudo interponerse en abono de sus personas. El valor recomendable de la dignidad e importantes servicios en los unos; el carácter de la magistratura, y de los empleos en los otros; la razón de humanidad en todos; nada alcanzó a suspender el golpe, que quisiéramos haber aliviado. (…)

La desolación de sus familias nos conmueve; la consternación consiguiente a la noticia de un castigo ejemplar nos aflige y contrista: todo lo hemos presentido, y dejando al tiempo la obra de gastar las primeras impresiones del espíritu, hemos concedido esta breve tregua al desahogo 2, para que en la calma y serenidad de un juicio libre y despejado, reconozcáis los urgentísimos motivos que han podido arrancar de nuestra moderación el fallo terrible que una necesidad imperiosa hizo inevitable.


Desde los momentos de nuestra instalación 3 les circulamos todos los impresos relativos al objeto de convencerlos de la pureza de nuestras intenciones, recomendándoles con eficacia la grande importancia de la unión y conformidad, con que convenía estrecharnos recíprocamente, para lograr tan gloriosa empresa. (…) Sin embargo, formaron un sistema decidido de dar en tierra con una obra que debían respetar. El sólo nombre de Junta con deposición de algunos jefes se les presentó insoportable, y uniéndose D. Santiago Liniers con el Intendente de la provincia D. Juan Gutiérrez de la Concha, el asesor D. Victorino Rodríguez, el prelado diocesano D. Antonio Orellana4, el coronel de milicias D. Santiago de Allende, y el ministro de Real Hacienda D. Joaquín Moreno, se decretó atacar con fuerza armada a los partidarios del nuevo gobierno…

Para desacreditar a la Junta se le llenó de imprecaciones, se le imputó el ignominioso carácter de insurgente y revolucionaria, se hizo un crimen de Estado declararse por su causa, se interesó contra ella la religión misma, queriendo el prelado forzar a los ministros a que profanasen los púlpitos, y los confesionarios; y lograron poner terror a los habitantes… (…) Así fue que resistiendo toda ilustración acerca de la legitimidad de nuestra obra, reputaban delito todo lo que pudiera desviarlos del inicuo plan que habían jurado.

Para disipar todas las dudas que un celo indiscreto pudiera oponer, diputamos cerca del gobernador Intendente de Córdoba a su hermano político el Dr. D. Mariano de Irigoyen, sujeto de su más íntima confianza. El presidente de la Junta dirigió cartas amistosas a D. Santiago Liniers, explicándole con franqueza y candor los mismos sentimientos para desviarle del errado camino en que lo veía empeñado. (…) Estas cartas expresivas y enérgicas no sirvieron más que de irritar su obstinación.

Es oportuno observar que sólo los mandones, empleados y cierta clase de gentes bien conocidas son los que han odiado nuestra causa. (…) Ellos pensaron reducirnos a la terrible alternativa de seguir la suerte de la España perdida, o de disponer como árbitros de la nuestra, vendiéndola al primero que se presentase a comprarla al precio que los conservase en su fortuna.

Tal ha sido el sistema que desplegaron los conspirantes de Córdoba. Don Santiago Liniers fue autor de todas las medidas y disposiciones para resistir nuestras tropas que se dirigían a no obligar a los pueblos por violencia, sino a librarlos por solicitud de ellos mismos de la opresión en que los tenían abatidos. De acuerdo con el jefe de la provincia circularon inmediatamente a las interiores la noticia de nuestra Junta, suponiéndola de una forma tumultuaria y revolucionaria contra la autoridad soberana del Sr. D. Fernando VII para desacreditarnos en el juicio de los buenos vasallos… Juraron odio eterno a nuestra memoria; substrajeron las provincias a nuestra dependencia, y lograron conmover los pueblos del Perú, poniéndolos en armas bajo la obediencia del virrey de Lima y a la dirección de sus gobernadores.


¡Ciudadanos! ¡Antes de entrar a la graduación de tan graves crímenes, fijaos en la calidad de los sujetos que los cometieron! No eran éstos, hombres extranjeros a nuestro país… Todos ellos o por las leyes de nacimiento, o por el antiguo goce de empleos distinguidos, o por una larga serie de grandes beneficios debían preferir la pérdida de su propia existencia, al horrendo proyecto de ser agentes de las calamidades y ruinas de estos pueblos. Ellos rompieron los vínculos más sagrados que se conocen entre los hombres…

Los conspiradores de Córdoba han cometido el mayor crimen de estado, cuando, atacando en su nacimiento nuestra grande obra, trataron de envolver estas provincias en la confusión y desórdenes de una anarquía. Ellos querían el exterminio de la Junta, por más justos que fuesen los fines de su instalación; y juraban la ruina de los pueblos… Semejante empeño condena a la América a una perpetua esclavitud, y apelamos al juicio de las almas nobles para que gradúen el crimen de seis hombres que han querido sofocar con fuerza armada los derechos más sagrados y la felicidad más segura de los innumerables habitantes de este vasto continente.

Incendiaron los campos, las cabañas, las mieses, los rebaños, sin motivo, y sin utilidad… La tierra peligra, y la existencia de estos hombres inquietos era arriesgada en todo punto del suelo. La impunidad de crímenes tan detestables podría ser de un ejemplo fatalísimo… No hay arbitrio. Es preciso llenar dignamente este importante deber. Aunque la sensibilidad se resista, la patria imperiosamente lo manda. A la presencia de estas poderosas consideraciones, exaltado el furor de la justicia, hemos decretado el sacrificio de estas víctimas a la salud de tantos millares de inocentes. Sólo el terror del suplicio puede servir de escarmiento a sus cómplices. Las recomendables cualidades, empleos y servicios que no han debido autorizar sus malignos proyectos, tampoco han podido darles un título de impunidad, que haría a los otros más insolentes. El terror seguirá a los que se obstinaren en sostener el plan acordado con éstos… Los grandes malvados exigen todo el rigor del castigo; nuestra tierra no debía alimentar hombres que intentaron inundarla con nuestra sangre….

Corramos el telón a esta escena lúgubre: ya se descubre un horizonte más alegre. Nuestras tropas corren sin oposición quinientas leguas de un territorio libre y tranquilo, apresurándose al auxilio de los habitadores del Perú que nos aclaman. Los moradores de aquellas provincias se hallan en el mismo estado de opresión y violencia en que estaban los de Córdoba: suspiran por el momento en que puedan expedir sus derechos, y hacer libre uso de sus acciones: y se acerca este día que sólo podrá ser triste a los opresores.

Referencias:

1 Alude aquí a Santiago de Liniers, héroe de la reconquista de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas.
2 Entre la ejecución de los autores y la publicación de este manifiesto transcurrió un mes y medio.
3 Se refiere a la instalación de la Primera Junta de Gobierno el 25 de mayo de 1810.
4 Al obispo Orellana se le perdonaría la vida por su investidura.

(Fuente: www.elhistoriador.com.ar)

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