En 30 años, José Larralde, ha forjado una mística acaso única en el folklore argentino. Su clara y potente voz y su estampa de patriarca contrastan respecto de su obra, que siempre recurre sólo a lo imprescindible para mostrar las cosas más comunes de la vida cotidiana.
Larralde dice sus verdades (dice verdades), y las dice con una convicción tal que las mismas trocan en universales. Canciones como "A las once menos cuarto", "Patagonia", "Y otras cosas fuleras" o sus monólogos, que regala entre tema y tema, muestran un Larralde sagaz, agudo y atento observador de la realidad del hábitat circundante. Pero Larralde no se queda allí, también es testimonial (muy testimonial), cuando arremete denunciando las desigualdades entre pobres y ricos, entre peones y patrones o entre los "todopoderosos" señores instruidos de la ciudad y los, aún hoy, desprotegidos trabajadores rurales.
Echele fuego a la olla, no tenga miedo cuñao,
que el guiso con poca leña
le va a salir sancochao.
No le mezquine fideos, aunque muera reventao
que aunque parezca mentira, morir lleno no es pecao.
Pa' que andar con tanta vuelta
todo junto y mixturao
no se nota lo que suebra, ni lo que le haya faltao.
Hechele y pa' que no digan, que ni gusto le ha sacao,
un chorrito de salmuera, y un insulto bien ablao.
Ahí anda Don Casimiro, medio curcuncho y quebrao,
cocinero de la estancia, mas ligero que un purgao.
Ahí anda Don Casimiro, bien roñoso y alunao,
escondiendo entre los cueros, los vicios que ha caloteao.
Un viejo talón partido, medio curcuncho y quebrao,
cantaba y pa' que no peguen,
siempre se hacía el mamao.
Échele fuego a la olla, hirva mugre sin cuidao,
los chanchos estan esperando
mateando bajo el tinglao.
Cae al plato de aluminio
un caracú ya soplao,
tobiano por la tierrita
de papa que ni han pelao.
Toda la vida es un guiso
cuando uno anda mal pisao,
guisito de fuego lento
pero a veces requemao.
Ahí anda Don Casimiro
medio curcuncho y quebrao,
cocinero de la estancia
más ligero que un purgao.
Ahí anda Don Casimiro.....