Y ahora les van a regalar LCD a los vagos esos…Por: Juan Carlos Aguiló.-

Sociólogo. Decano 2005-2011, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Cuyo, Candidato a Diputado Nacional FPV Mendoza
Miembro Mesa Política Partido Solidario Mendoza


La reaparición de los discursos discriminatorios, xenófobos y moralizantes a propósito del posible lanzamiento del plan “LCD para todos”. Ya hace un tiempo de esto, aunque algunos siguen pensando así. Por eso considero importante repasar estas líneas.

Ya están los titulares en los diarios y las notas en los noticieros televisivos. No ha habido lanzamiento oficial pero la posible puesta en marcha del plan “LCD para todos” hizo su ingreso a la escena mediática. En efecto, en el recorrido por los sitios webs de la prensa gráfica puede verificarse la desinformación recurrente de los medios dado que reina el uso del potencial y la ausencia de información fidedigna sobre los requisitos para acceder y sus características centrales, valga como ejemplo el siguiente acceso a uno de ellos: “El gobierno planea LCD para todos a 2.700 pesos en 60 cuotas. Se pondrían a la venta 150 mil aparatos. Serían para jubilados y beneficiarios de planes sociales”(destacado nuestro) (http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/gobierno-planea-lcd-para-todos-2700-pesos-60-cuotas). Ocupó también, en el día de ayer, un importante espacio en el noticiero central de uno de los canales de aire de la provincia de Mendoza, en el que se emitieron entrevistas a personas (supuestamente clientes) en una reconocida cadena nacional de comercialización de electrodomésticos cuyas respuestas motivan estas reflexiones.

A pesar del desconocimiento sobre los detalles específicos de su instrumentación, entiendo que el lanzamiento de esta nueva política del gobierno nacional nos permite reflexionar sobre los mecanismos discriminatorios que contienen los discursos de sentido común expresados en entrevistas televisivas y comentarios escritos en los sitios webs de los medios gráficos. El dispositivo central que es posible distinguir en este ejercicio discriminatorio es el de repetir - o hablar dando por sentado - dentro del marco de la “hegemonía de lo pensable” (Angenot, Marc; 2010) -, una explicación sobre la privación que contiene la culpabilización implícita sobre el/los sujeto/s afectados por la misma. Esto es, la vigencia del perverso legado del modelo neoliberal que ha reinstalado la conceptualización “decimonónica” de la pobreza; es decir, aquella que consideraba a la misma basada en las características particulares del individuo que la padece. Este mecanismo conceptual, constantemente remite a características culturales, raciales y/o personales que explicarían las “conductas disfuncionales” de los hombres y mujeres que pueblan los territorios de la privación como su falta de energía y vocación para el desarrollo personal, lo que los alejaría, además, del esfuerzo emprendedor y empresarial…dicho brutalmente, fuera de cámara y “off the record”: su vagancia y desidia como causa explicativa de su situación.

Una expresión más atroz y sin visos de culpabilidad de estas operaciones ideológicas-discursivas es la que puede verificarse en los comentarios de los lectores a la noticia en los sitios de Internet de los medios gráficos. Reconozco que la impunidad que ofrece el anonimato permite el regodeo en esta xenofobia y racismo que duele comprobar y que imaginamos mucho peor dado que puede observarse que algunas opiniones son retiradas por los editores. No vamos a detenernos en estas patéticas expresiones racistas que demuelen la difundida creencia del argentino amplio y tolerante y que han sido precisamente explicadas en este diario a propósito de otras, mas patéticas aún, de supuestos lideres políticos (Grimson, A.; Macri, xenofobia después de Menem , http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-158443-2010-12-10.html#formu_mail )

Queremos llamar la atención sobre las expresiones menos crueles y ampliamente difundidas para recordar que la disputa cultural por el sentido común esta vigente y es necesario sostenerla, para contrarrestar y reemplazar los “dogmas, fetiches y tabúes de lo decible de la hegemonía cultural de la época” (Angenot, Marc; 2010).

Dos mecanismos (dejando de lado ya dijimos los racistas y xenófobos) pueden observarse en estos “actos de nombramiento” (Álvarez Leguizamón, S.; 2005) que implícitamente están operando cuando lectores y entrevistados se refieren a la implementación del “Plan LCD para todos”: Por un lado, expresado sin tapujos o dicho entre líneas, la calificación de injusta de la medida que beneficiaría a “estos vagos que viven del Estado” (sic) y “yo que me rompo el lomo no tengo ninguno de los subsidios que les dan a ellos” (sic). Puede apreciarse también una sensación de hastío en cuanto a las políticas que plantean esquemas distributivos: “primero la carne para todos, luego las milanesas, ahora esto y nosotros cuando, los que pagamos impuestos y no nos rascamos…” (sic) Aparece entonces en comentarios de personas supuestamente de sectores medios, el uso del atributo de la vagancia o falta de esfuerzo para explicar la situación del desfavorecido acompañado de la autopercepción de ciudadano equivalente a contribuyente instalada desde el relato ideológico neoliberal. La excepción a esta descalificación basada en la falta de los atributos individuales valorados en el discurso social dominante (esfuerzo individual como explicación unicausal de la situación socioeconómica), es el llamativo grado de tolerancia a la posibilidad de que los potenciales beneficiarios del plan puedan ser jubilados/as y/o pensionados/as. Aparece aquí, reeditada, la histórica distinción entre pobres merecedores o no-merecedores de la ayuda o la asistencia cuyos orígenes se remontan a los inicios de la sociedad capitalista-industrial. El merecimiento, intuyo que basado en el supuesto que los “viejos se lo ganaron porque trabajaron toda su vida” (sic), obtura la preocupación tutelar respecto a “como van a pagar esa cuota si supuestamente no tienen para comer” (sic).

Este paternalismo que se ve expresado en los juicios morales respecto al destino aparentemente innecesario de la medida es el último dispositivo discursivo que quisiera destacar. Alejado de la denostación xenófoba-racista pero más cercano de la descalificación que pone el acento en las características particulares de los desposeídos, el paternalismo moralizante circula sin problematizarse en el discurso social hegemónico. Los valores dominantes se ven expresados en las frases que reclaman por lo superfluo del gasto: “porque no se los dan en remedios” (sic) en donde operan enunciados legitimados sobre cómo deberían gastar su dinero los pobres. Este “deber ser”, esta “normalidad”, anclada en los valores de las clases dominantes, es el marco de referencia para las operaciones discursivas tutelares y paternalistas que indican a los pobres cuales son las conductas esperadas y deseables. “Puede verse como la hegemonía se presenta a la vez como discurso universal y como alocución distintiva, identitaria, selectiva, que produce los medios de discriminación y de distinción, de legitimidad y de ilegitimidad” (Angenot, Marc; 2010).

Este es el discurso social que normaliza, clasifica y oculta al mismo tiempo para legitimar y producir consenso: “De esta manera se naturaliza la pobreza, se la desliga del sistema económico, se la esencialisa de tal forma que aparece como un reducto de personas anormales” (Neri, Laura; 2009). Estos son los valores que, enmascarados en el sentido común dominante, generan subjetividades e identificaciones aún en quienes se encuentran en situaciones estructurales concretas de privación y subalternidad. Es por esto que pienso que las repercusiones discursivas sobre este posible plan nos permiten continuar en el proceso de “una depuración de la retórica dominante sobre la pobreza” (Soldano, Daniela, 2007) que ha permitido recuperar los relatos sobre derechos sociales, ciudadanía e igualdad que sustentan a numerosas políticas implementadas en el último tiempo, entre la que merece destacarse la Asignación Universal por Hijo. Esta tarea de desvelamiento debe mantenernos en constante y vigilante disputa contra las naturalizaciones del sentido común dominante si pretendemos continuar dotando de sentido al rumbo alternativo iniciado en mayo de 2003.

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