(viene de la edición de ayer)
La postura de las organizaciones de tendencia socialistas en cambio consideraban legítimo la participación política de los gremios, en apoyo de las fuerzas democráticas, y contra el fascismo, pero respondiendo a las directivas del partido Socialista.
Disconformes con las autoridades de la CGT que postergaban indefinidamente la convocatoria a Congreso General, en diciembre de 1935, los delegados de la Unión Ferroviaria, La Fraternidad, Empleados de Comercio, Unión Tranviarios, Municipales y ATE, designaron una Junta Provisoria, instalando de hecho una nueva dirección.
Se produjo así la primera división de la CGT. La encabezada por los sindicatos socialistas o CGT Independencia (sede de la Unión Ferroviaria) y la CGT Catamarca, (local del sindicato de telefónicos). Fue el primer golpe obrero en la historia del sindicalismo argentino.
La CGT Independencia contaba con los gremios más importantes numéricamente, que eran gremios del sector terciario, transporte, empleados de comercio, del estado. Recibió además el aporte de los gremios bajo control comunista, que eran sindicatos por industria, como la Federación de Industria de la Carne, el de Obreros Metalúrgicos, la Federación Obrera Nacional de la Construcción, y la Federación Obreros de la Madera (por corto tiempo). Su influencia creciente en el movimiento obrero se reflejó en los 19 representantes que obtuvo en el Congreso de la CGT de 1939, sobre un total de 138. El ingreso de los gremios comunistas a la CGT Independencia en 1936 se debió al cambio de política del KOMINTERN que ordenó a los comunistas locales disolver el Comité de Unidad Sindical Clasista creado en 1929, y cooperar con la izquierda democrática. Así los comunistas trabajaron junto a los socialistas en la campaña antifascista y en la formación de Frentes Populares.
A raíz de ello, se realiza el 1 de mayo de 1936 el acto contra el fascismo y en defensa de la democracia argentina, donde participan representantes del movimiento obrero y de las fuerzas democráticas: por la CGT habla José Domenech, por el Partido Demócrata Progresista, Lisandro de la Torre, por el socialismo, Mario Bravo, por el radicalismo Arturo Frondizi, por el Partido Comunista, Paulino González Alberdi.
Mientras clamaban contra el fascismo, las leyes obreras no se cumplían, eran letra muerta, porque los patrones imponían sus criterios egoístas, protegidos por las fuerzas gubernamentales.
En 1937, la CGT Catamarca, de postura sindicalista, adoptó el antiguo nombre de Unión Sindical Argentina (USA), a ella se adhirieron la Federación de O. Marítimos, los telefónicos, y sindicatos autónomos, como ULMA, (Linotipistas y Mecánicos) al que pertenecía Sebastián Marotta. Su secretario general inicialmente fue Tramonti de la Unión Ferroviaria, lo que muestra la división interna que había en dicho gremio. Luego será Luis Gay y Modesto Orozco de FOET.
Creada la USA, quedó una sola CGT, que será la central obrera más importante, y de mayor número de afiliados. Su secretario general fue José Domenech, socialista de la Unión Ferroviaria.
El idilio entre socialistas y comunistas concluye cuando Stalin firma un pacto de no agresión con Hitler en agosto de 1939. Así, en la reunión del Comité Central de la CGT en mayo de 1940, su secretario Domenech, ante el problema de la guerra mundial, sostuvo que la opción era entre democracia o fascismo. En cambio, el comunista Pedro Chiaranti, dirigente de la FONC, sostuvo que la guerra se debía a la rivalidad de los dos imperialismos, que no afectaba al sindicalismo argentino, por lo tanto respaldaba la neutralidad del país.
Pero cuando Alemania invadió Rusia en 1941, los comunistas cambiaron nuevamente de posición, y de la neutralidad pasaron al apoyo fanático de la causa aliada y rusa. Ahora los comunistas criticaban a los socialistas por no ser suficientemente antifascistas. Domenech se explicaba el cambio de táctica de los comunistas sosteniendo que ciertos elementos extranjeros se habían infiltrado en sus gremios. (8) De cualquier modo, nos muestra una vez más la desubicación política de los comunistas argentinos.
Sin embargo no todos caen en la falsa antinomia de democracia o fascismo. Tenemos a un viejo militante de los ebanistas, Mateo Fossa, que integró la C.A. del Sindicato de Obreros de la Madera, haciendo estas observaciones: “El proletariado, con admirable instinto de clase, no se dejó seducir por el vacío ruido antifascista con que los socialistas entregados al imperialismo y los stalinistas al servicio del Kremlin pretendían arrastrarnos a la masacre imperialista.” (9)
En un reportaje que Mateo Fossa realizara a Trotzky en México, ante una pregunta sobre los problemas de Latinoamérica, éste da como ejemplo una suposición, si Inglaterra invadiera al Brasil, de qué lado estaría la clase obrera: “Le contestaré por mí mismo (…) Yo estaré de parte del Brasil “fascista”, contra la Inglaterra “democrática”. Porque el conflicto entre estos dos países no será una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra triunfara pondría otro dictador en Río de Janeiro y colocaría una doble cadena alrededor de Brasil. Si por el contrario, Brasil triunfara, ello daría impulso poderoso a la conciencia nacional y llevaría al derrocamiento de la dictadura de Vargas.” (10)
Detrás de la disparidad de criterios entre socialistas y comunistas, se ocultaba también la pugna por el control de la central obrera. Esta se manifestó con claridad cuando el Comité Central de la CGT , en octubre de 1942, expulsó a un dirigente comunista de la FONC, por haber publicado un artículo en contra de los socialistas y de la CGT en el diario comunista La Hora.
La CGT había ido acercándose cada vez más a posturas sindicalistas, dejando de lado la línea democracia versus fascismo para dedicarse a las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores. Realizándose una serie de movimientos huelguísticos de envergadura y campañas contra la carestía y por aumentos de salarios. Lo que le valió la crítica tanto del partido socialista como del comunista.
Sin embargo la división entre socialistas y comunistas en la CGT no llegó a dividir a la central obrera, pues los socialistas eran mayoría. Fueron las desavenencias entre los mismos socialistas, alentadas por los comunistas con hábiles maniobras, las que provocaron finalmente la división de la CGT.
Con motivo de un pequeño conflicto, si por el atraso en las cuotas debía la Federación Gráfica Bonaerense permanecer en la CGT o no, la facción de Domenech, partidaria de que no continuase en la CGT, fue derrotada por 22 votos contra 19 más una abstención, por la facción de Pérez Leirós, Borlenghi, y Argaña que contaron con el apoyo de los comunistas. Esta alianza sería la que dividiría poco después a la CGT.
La escisión ocurrió cuando en marzo de 1943 se debían elegir nuevas autoridades. Se presentaron dos listas de candidatos, la Lista Nº 1, encabezada por Domenech, y la Lista Nª 2 encabezada por Pérez Leirós que contó con el apoyo de los comunistas. La Lista de Domenech ganó por un voto, (23 a 22 ), gracias al reemplazo de Marcos Lestelle (Unión Ferroviaria) que había votado por la lista Nº2, por otro que votó por la Lista contraria. La oposición consideró fraudulenta la elección y se retiró.
La CGT quedó, entonces, dividida en dos fracciones hostiles de fuerzas similares: la CGT Nº1 compuesta por gremios cuya primera lealtad era el movimiento obrero (Unión Ferroviaria, Unión Tranviaria, Sindicato Cervecero) y la CGT Nº2 de los gremios cuya lealtad básica era para el partido socialista o comunista (Empleados de Comercio,(Borlenghi), Municipales (Pérez Leirós), gráficos, empleados del Estado, y la FONC, La Fraternidad. El gremio de la Madera permanecía autónomo.
Llegamos a la antesala de una nueva época en la historia argentina, la época peronista. Antes del golpe militar del 4 de junio de 1943, el movimiento obrero estaba dividido en CGT Nº1, CGT Nº2, la USA, la FORA y los sindicatos autónomos. Las leyes obreras no se cumplían , y sólo un tercio de los trabajadores del país estaba sindicalizado. La CGT, defensora del librecambio, con planteos teóricos europeos ajenos a la realidad nacional, y con tácticas de lucha basadas en el regateo reformista, queda desprestigiada ante las masas obreras, que observan un angustioso panorama que pareciera sin salida. Tampoco se había logrado el reconocimiento e institucionalización de las organizaciones obreras.
Esta era la situación que encontró Juan Domingo Perón al frente del Departamento Nacional del Trabajo, luego Secretaría de Trabajo y Previsión.
Período institucional (1945-2008)
El Peronismo (1945 a 1955)
El 4 de junio de 1943, se produjo la revolución que depuso al gobierno de Castillo. No fue un mero golpe de estado, sino que fue una revolución que se propuso no sólo la lucha contra el fraude, el peculado y la corrupción de los gobiernos de la llamada década infame, sino que proponía también un cambio en el modelo país dependiente de los intereses extranjeros a uno soberano e independiente. Detrás de ese proyecto estaba el GOU, (Grupo de Oficiales Unidos), del que formaba parte Juan Domingo Perón.
En los primeros seis meses de gobierno revolucionario hubo un predominio de los grupos nacionalistas católicos. Antiliberales. Neutralistas frente a la guerra. Elitistas, que los llevó a una incomprensión de la cuestión obrera. Sus primeras medidas fueron la clausura de la CGT Nº 2 y el arresto de los dirigentes comunistas, y la intervención de la Unión Ferroviaria y la Fraternidad, las organizaciones más fuertes de la CGT Nª1. Otra medida contraproducente fue la promulgación de un Estatuto de Organizaciones Gremiales, donde quedaba eliminada toda independencia gremial, bajo un estricto control del Estado. Esta situación llevó a la preparación de una huelga general revolucionaria.
Pero hubo un cambio en la orientación del gobierno revolucionario, y en la política gremial al ser nombrado el coronel Perón, el 27 de octubre de 1943, director del Departamento Nacional del Trabajo, vieja institución fundada en 1907, quien logró frenar la huelga anunciada.
Inició junto con el coronel Mercante un acercamiento a dirigentes sindicales socialistas, como Angel Borlenghi, y José Argaña de la CGT Nº2 y Juan Bramuglia de la Unión Ferroviaria, el gremio más grande del país, dispuesto a colaborar con el gobierno, cuya intervención quedó a cargo de Mercante.
El Departamento Nacional del Trabajo fue reemplazado por la Secretaría de Trabajo y Previsión, desde la cual Perón logró llevar adelante una política de grandes beneficios para la clase obrera y lograr la unidad del movimiento obrero bajo la CGT. La primera medida que tomó fue la derogación del decreto de asociaciones profesionales por ser de tipo totalitario, según sus propias palabras.
Pero cuál fue la medida más trascendental según lo cuenta Perón:”Cuando me hice cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, un abogado me preguntó: -¿Cuál cree Ud., Coronel, que es la ley más necesaria? Y yo le contesté: -Una que haga cumplir la mitad de las leyes que existen.” (11)
Las leyes dictadas con anterioridad a 1943, eran burladas continuamente por los patrones, porque el Estado no se preocupaba por hacerlas cumplir.
Enumeramos a continuación los decretos, luego convertidos en leyes, más importantes: de Jubilaciones, de vacaciones pagas, indemnización por despido, prevención de accidentes de trabajo, jornada laboral de 8 horas, de aguinaldo, el Estatuto del Peón, creación de Tribunales de Trabajo, es decir el fuero laboral, ley de Asociaciones Profesionales, y Convenios colectivos de Trabajo.
Con la ley de Asociaciones profesionales, los sindicatos pasan a ser instituciones de bien público, es un hito en la historia del movimiento obrero, del sindicato combativo que sólo de la lucha obtiene el reconocimiento de sus derechos se pasa al sindicato reconocido legalmente y que cuenta con el apoyo del Estado en sus reivindicaciones.
Además por el artículo 42 el Estado no puede intervenir un sindicato, tenga o no personería gremial. Se establece así la inviolabilidad del sindicato, que no puede ser allanado por un juez porque tiene fueros propios.
Dijo Perón en el discurso de clausura de las deliberaciones del C.C.C. de la CGT el 9 de agosto de 1950: “El Justicialismo comienza por convertir el sindicato, de una organización al margen de la ley, en una institución pública, como cualquier otra institución de bien público, es decir le da estado legal a la existencia del sindicalismo.” (12)
Esto se logró con el decreto 23.852, del 2 de octubre de 1945 (luego ley 12.921) de Asociaciones Profesionales, que impuso el sindicato único por industria, o por rama de producción, y obliga a su inscripción en un registro de la Secretaría de Trabajo y Previsión, como requisito para obtener la personería gremial. La cual se otorga a las asociaciones “suficientemente representativas”. Su misión es la defensa de los intereses profesionales. Faculta al sindicato a participar en actividades políticas. En la redacción del mismo tuvieron amplia participación los dirigentes obreros.
Este decreto se completó en 1953 con la ley 14.250 de Convenciones Colectivas de Trabajo. El sindicato con personería gremial es el único que puede suscribir dichos convenios. Gracias a esta ley la negociación colectiva libre se constituye en la principal actividad del sindicalismo organizado e institucionalizado, desarrollándose un derecho obrero dinámico y transformador.
Así nos dice el filósofo Alberto Buela: “Si, como es sabido, las acciones político-sociales de los hombres tienen alguna vigencia histórica, es sólo cuando logran plasmarse en instituta, instituciones. Es por ello que ni Franco, ni Stroessner, ni Oliveira Salazar, luego de cuarenta años de regir políticamente sus países, tienen hoy actualidad. Sin embargo, limitándonos sólo a nuestra historia política patria ha habido dos ejemplos, en contrario, insoslayables: Sarmiento que tiene aún vigencia porque dejó la “institución” de la escuela pública y Perón porque dejó el modelo del sindicato argentino, también como” institución”.
Así pues, el modelo sindical argentino es una institución de la sociedad civil, creada libremente por nuestra comunidad que produce para sí y para ésta normas de validez general.” (13)
En poco tiempo la CGT con apoyo del gobierno se fue extendiendo por todo el país y los obreros se fueron afiliando en masa a los sindicatos tradicionales y a los nuevos sindicatos creados.
En 1943 la CGT tenía apenas 80.000 afiliados, y al cabo de dos años llegó a 500.000. Los obreros de los ingenios azucareros se agruparon en la FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera) en 1944. En Mendoza y San Juan se formó en el mismo año el Sindicato de la Industria Vitivinícola, después convertido en Federación. También se crearon gremios paralelos a los que estaban bajo control comunista, como es el caso de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina, fundada en septiembre de 1943, también en la misma época la Unión Obrera Metalúrgica. Así mismo la Unión Obreros de la Industria Maderera, fundada e 15 de diciembre de 1944, rival del Sindicato Único de Obreros de la Industria Maderera, en manos de dirigentes comunistas.
Fueron los comunistas los más acérrimos opositores al régimen peronista, y por ello se unieron a las fuerzas “democráticas” contra la dictadura militar fascista.
Muchos fueron los nuevos sindicatos, de todo tipo de actividad, como la Sociedad Gremial de Cuidadores y Jockeys de Caballos de Carrera. Todo ello significó una verdadera revolución en la vida gremial del país. Compuestos por nuevos dirigentes, en general hombres del interior, con una mentalidad más ligada a la tradición nacional que los viejos dirigentes en su mayoría extranjeros. Se convirtieron en acérrimos defensores de Perón.
Sin embargo, comenzó a plantearse una lucha entre los dirigentes próximos al gobierno a quienes se acusa de colaboracionistas y aquellos que defendían la independencia del movimiento sindical. Esta división se agudizó con la formación de la Unión Democrática, en la que participaban los conservadores, radicales socialistas y comunistas.
Ante el anuncio del presidente, general Edelmiro Farrell, del levantamiento del estado de sitio, y convocatoria a elecciones, en un acto sindical que termina frente a la Secretaría de Trabajo y Previsión, el coronel Perón es aclamado como candidato a presidente. Esto provoca el retiro de la CGT de varios sindicatos: el de la Industria del Calzado, la Fraternidad, la Unión Obrera Textil, y la Confederación de Empleados de Comercio. Decisiones que tomaron los dirigentes por su cuenta, sin consultar a las bases.
Estos dirigentes fueron desbordados en los sucesos de octubre de 1945. Obligado Perón a renunciar a sus cargos, por el golpe del General Ávalos, fue detenido en la isla Martín García. Frente a estos hechos la CGT en Asamblea del 16 de octubre, y pasadas la una de la mañana votó luego de una reñida discusión y por diferencia de unos pocos votos la declaración de la huelga general revolucionaria para el día 18 de octubre. Ello fue innecesario por la sublevación espontánea de los trabajadores el 17 de octubre pidiendo la libertad de Perón. Por primera vez en la historia argentina las masas populares tuvieron una acción decisiva que cambió el curso de los acontecimientos.
Con el triunfo de la fórmula Perón- Quijano, en febrero de 1946, el movimiento obrero adquiere una importancia que nunca antes había tenido, convirtiéndose en la columna vertebral del movimiento peronista. La CGT en 1947 pasa a tener 1.500.000 afiliados, y en 1950, 5.000.000 de afiliados.
Dice Perón en el discurso antes citado del 9/8/50: “El sindicato ha dejado de ser una organización creada exclusivamente para la lucha, para pasar a ser una organización que defiende intereses profesionales y los beneficios para sus asociados en toda forma, material, moral, espiritual y culturalmente. Creando mutualidades, cooperativas y escuelas sindicales.(…)
El gobierno va a dar a los sindicatos obreros todo el dinero que necesiten para construirse y organizarse: tener sus locales, sus mutualidades y sus escuelas. Porque es el sindicato el que hace que se cumplan los derechos del trabajador que figuran en la Constitución. Porque el sindicato es una institución de bien público. El Estado lo hace en grande para todos, el sindicato en pequeño para sus asociados. Gobierno y sindicato son dos instituciones que buscan las mismas cosas para el pueblo argentino.(…)
Busco que podamos organizar el movimiento sindical argentino con organizaciones poderosas y ricas. El gobierno está dispuesto a dar a las cooperativas obreras la oportunidad para que hagan negocios que les permitan ganar mucho dinero, en lugar de dárselos, como se hacía antes a entidades capitalistas.(…)
Debe haber entidades importantes del lado de los patrones, porque no se pueden entender los obreros con cada patrón. Es necesario que se organicen las otras comunidades, que se organicen las fuerzas económicas, los productores, los industriales, los comerciantes y los consumidores. Cuando todo eso está organizado, nosotros tendremos una comunidad organizada , que no tendrá necesidad de luchar, sino de discutir y poner de acuerdo. La comunidad organizada es el pueblo sindicalmente organizado.”
Pero aclara que las organizaciones del pueblo son espontáneas, defiende la libre asociación y agremiación. Así en el discurso del 20 de abril de 1950 en el Teatro Colón, en el cierre del Congreso Extraordinario de la CGT dice: “El capitalismo ha aceptado al sindicalismo como un mal inevitable y lo ha combatido permanentemente. En el orden comunista es una organización estatal sin libertad y sin decisión, que es peor. El peronismo, en cambio, lo concibe como una organización libre, una organización que trabaja por finalidades comunes a las del gobierno. (…) Más adelante define al sindicalismo justicialista al decir: “es una fuerza de agrupaciones que realizan lo mismo que el Estado en su función, convirtiéndolas en fuerzas coadyuvantes(factores concurrentes) para felicidad y grandeza de la Nación, y no como fuerzas antagónicas como resulta en el capitalismo o como fuerzas inocuas sometidas a la voluntad del Estado como resulta en los regímenes totalitarios. Quiero un sindicalismo amigo no un sindicalismo lacayo.” (14)
Sin embargo ya en esa misma época la crítica de los opositores tanto liberales como comunistas partían de la acusación de ser un corporativista fascista, como continúan haciéndolo muchos intelectuales en la actualidad, desde historiadores como Félix Luna y estudiosos del sindicalismo como Rubén Zorrilla.
Alberto Buela, en su libro “Notas sobre el peronismo” hace una distinción interesante sobre el corporativismo de estado propio del fascismo. Donde los sindicatos son creados por el Estado, y el corporativismo de comunidad, donde se crean de abajo hacia arriba, que correspondería la experiencia peronista. Citamos al autor. “Para entender al sindicato en el modelo fascista hay que partir de la famosa fórmula de Mussolini en la “Scala de Milano”: Todo en el Estado, nada fuera del Estado. Así en este modelo, el sindicato es una creación del Estado, y al servicio del cual debe estar. Es por ello que los empleados públicos no tienen derecho a huelga. Además de ser una creación del Estado, se plantea la subordinación al partido político fascista. Y como para el fascismo el Estado es anterior y superior a la nación, el sindicato es aquí un elemento más de presión sobre el individuo, que el Estado totalitario tiene. El principal rasgo del fascismo en este campo -su corporativismo- no es un medio para contrabalancear el poder y la influencia del Estado, como la sana teoría propone, sino la construcción de la sociedad civil en cuerpos, como función esencial del Estado. Que es casualmente, lo opuesto a lo que se enuncia.
Hay que distinguir el auténtico corporativismo, que es una doctrina extraída directamente del propio ser del hombre como animal social, expresado en la naturaleza multigrupal de las sociedades. Este corporativismo comunitario a partir de lo expuesto por autores católicos como Vogelsang(1818-1914), La Tour du Pin (1831-1924), Albert de Mun (1861-1914), surgió como respuesta al liberalismo y al socialismo, que después de la Revolución francesa (1789) habían reducido al hombre a un simple agregado de individuos frente al Estado, sin organizaciones intermedias entre ambos que los defendieran. Se apoya en el derecho natural de los hombres a poder agruparse.
El otro tipo distinto es el corporativismo de Estado, típico del fascismo, que propone no ya la organización por cuerpos de la sociedad, sino un Estado Corporativo. En este sentido el Estado fascista es también un producto de la modernidad y coincide y comparte con el liberalismo y el marxismo el monismo jurídico, según el cual el Estado es la única fuente de derecho.
Por el contrario el corporativismo comunitario defiende la capacidad jurídico-normativa de los cuerpos intermedios, sosteniendo que los hombres no sólo tienen el derecho de agruparse sino también poseen el derecho de reglamentar las agrupaciones que van a formar (…) Como es el caso de las múltiples y variadas organizaciones libres del pueblo.
Hay que tener muy en cuenta esta clara distinción entre corporativismo de Estado y de comunidad, para no confundirse ni confundir, como se ha hecho atribuyendo falsamente carácter de fascistas a los regímenes de Dollfuss en Austria (asesinado por las SS), Oliveira Salazar en Portugal o Perón en la Argentina.” (15)
Se produce una identificación de las organizaciones obreras y de la CGT con la doctrina peronista, y la participación de los obreros en el partido peronista y a través de él en la ocupación de cargos en el gobierno y en la legislatura. En el nuevo preámbulo de la CGT se defiende: “…su indeclinable decisión de constituirse en celosa depositaria y fiel ejecutora de los altos postulados que alientan la Doctrina Peronista y en leal custodio de la Constitución de Perón, por cuanto concretan en su espíritu y en su letra , las aspiraciones eternas de la clase obrera”. (16)
La política de justicia social, de independencia económica, de redistribución de la riqueza, de soberanía política, de equidistancia de los dos imperialismos, del comunismo como del capitalismo, buscando llevar a cabo la construcción de una comunidad organizada, se truncó con el golpe militar, autodenominado “Revolución Libertadora”, el 16 de septiembre de 1955. * Profesora de Historia de la UBA
NOTAS
(1) Belloni, Alberto: Del anarquismo al peronismo, Bs.As., Coiyoacán, 1962, pág. 19.-
(2) Belloni, Alberto: op.cit. pág. 28
(3) Abad de Santillán, Diego: “La Protesta”. Su historia , sus diversas fases y su significación en el movimiento anarquista de América del Sur. Bs.As., Ed.La protesta, 1927, pág. 66.-
(4) Belloni, Alberto: “Del anarquismo al peronismo” , pág.39
(5) CERRUTTI COSTA, Luis B.: “El sindicalismo. Las masas y el poder.” Bs.As., Ed. Trafac, 1957, pp.107.-
(6) GODIO, Julio: “El movimiento sindical argentino”, Bs.As., Puntosur, 1988, pág.36
(7) BELLONI, Alberto: op.cit. pág-41
(8) en Baily, Samuel: “Movimiento Obrero, nacionalismo y política en la Argentina”pág.77
(9) en Cerrutti Costa, op.cit, pág. 104.-
(10) ibdem: op.cit. pp.102/103
(11) Cerrutti Costa, Luis: “Las masas y el poder” op.cit., pp. 146
(12) “Unión Obreros y Empleados Municipales”, Año XXX, Bs.As., agosto de 1950, Nº552.
(13)Buela, Alberto “Notas sobre el peronismo”,Cap.X: “Modelo sindical argentino”,Bs.As., Ed. Grupo Abasto, 2007,pág.75
(14) “El Obrero Gráfico”, órgano de la Fed. Gráfica Bonaerense, Año XLI, Nº352, BS.As., abril-mayo 1950, “Concepción peronista del sindicalismo”