HISTORIA / Breve historia del movimiento obrero argentino (segunda parte) / Escribe: Cecilia González Espul






(viene de la edición de ayer)

Con Yrigoyen cambió la actitud hacia el movimiento obrero. La indiferencia inicial y la persecución sistemática de los gobiernos oligárquicos fue reemplazada por un acercamiento y comprensión del movimiento obrero. El gobierno se convirtió en árbitro en las disputas entre patrones y trabajadores, protegió los derechos de sindicalización y de huelga, promulgó leyes laborales como la del salario mínimo y otros proyectos boicoteados por los conservadores. Intervino a favor de los intereses obreros en la importante huelga marítima de 1916 y en la huelga ferroviaria de 1917.

Sin embargo tanto anarquistas como socialistas combatirán a Yrigoyen, unos por su cerrado sectarismo, contrario a todo gobierno, y los otros por su incomprensión de los problemas nacionales y su actitud peyorativa hacia lo que despectivamente llamaban “política criolla”. Con los que tuvo una mayor aproximación fue con los sindicalistas.


Otro partido político había surgido en ese tiempo, nos referimos al Partido Comunista. Surgido de una escisión del Partido Socialista, e influido por la Revolución bolchevique en Rusia de octubre de 1917, se creó al año siguiente bajo el nombre de Partido Socialista Internacional, que luego cambió por Comunista. También hará campaña contra Yrigoyen.

Una contradicción en la política obrera de Yrigoyen se dio en la huelga de los obreros de los talleres metalúrgicos de Pedro Vasena, ocurrida en 1919 y la posterior represión sangrienta en la que interviene el ejército y grupos civiles como la Liga Patriótica, presidida por Manuel Carlés, y la Asociación del Trabajo por Joaquín Anchorena.

El otro grave conflicto fue el de las huelgas de peones de estancias en la Patagonia en 1922. Yrigoyen envía al coronel Varela para reprimir, cometiendo increíbles tropelías, azuzado por los poderosos intereses de empresas británicas y familias como los Menéndez Behety. En enero de 1923 el coronel Varela será asesinado por un obrero alemán, anarquista, Kurt Wilckens, a quien luego matan en la cárcel.

Esta contradicción podría explicarse por el temor, por cierto no tan infundado, de una revolución social, por influencia de la revolución rusa. Al respecto Abad de Santillán sostiene al referirse a la Semana Trágica: “La Protesta exhortaba a la lucha armada, a la revolución….Faltó capacidad para orientar un movimiento que, con una preparación más adecuada de los anarquistas, hubiera podido terminar en una caída definitiva de la burguesía.” (3)

La FORA quintista quiere ir a la huelga general revolucionaria por tiempo indeterminado, mientras que la FORA anarcosindicalista prefirió la negociación con el gobierno. Se aviene a levantar el paro general extendido por todo el país, sobre la base de la aceptación por parte de la empresa Vasena del petitorio obrero y la libertad de todos los detenidos. Socialistas y comunistas estuvieron de acuerdo, no así la FORA del V congreso. Nadie se hará cargo del saldo de 3000 muertos o más.

En el movimiento obrero argentino, el comunismo aparece en el X Congreso de la FORA realizado en diciembre de 1918, con representación de 132 sindicatos, siendo vicepresidente del mismo, José Penelón, uno de los principales activistas del Partido Comunista. Ya el Consejo federal de la FORA estaba integrado por siete sindicalistas, dos socialistas, dos comunistas y cuatro indefinidos.


En 1921, el XI Congreso de la FORA va a dar origen en 1922 a una nueva central obrera, la USA, Unión Sindical Argentina integrada por sindicalistas, socialistas y comunistas. Su órgano de propaganda será el periódico “Bandera Proletaria”. La FORA anarquista no participa y recupera el uso exclusivo de su nombre.

Es una época en que decae notablemente el movimiento obrero, en que se queda sólo en declaraciones. El fervor que había producido la revolución rusa había ido desapareciendo, viendo que el régimen capitalista no caía tan rápido como se creía. Ello llevó al sindicalismo a una actitud más moderada.

El anarquismo, quizá el más lúcido en su análisis, nunca comprometió un juicio favorable a la dictadura del proletariado, pues se oponía a todas las dictaduras, tanto burguesas como proletarias.

En 1922 se creó un gremio de suma importancia, porque será el de mayor cantidad de afiliados, que fue la Unión Ferroviaria. Adoptó un sistema de organización diferente. Al ser unión y no federación tendrá una estructura vertical centralizada. No adherirá a la USA sino que sobre su base se organizará una nueva central, en 1926, la COA, Confederación Obrera Argentina.

Estaba integrada por el grupo socialista que se escinde de la USA, a raíz de la expulsión del delegado del gremio municipal Francisco Pérez Leirós, por ser también diputado nacional por el Partido Socialista. Dada la posición apolítica de los sindicalistas esto no era admitido. Luego se retiran también los comunistas.

El partido comunista estaba constituido por un reducido grupo de adherentes pero muy militantes, que fueron adquiriendo influencia en los nuevos sindicatos de industria como el de la construcción.

Los comunistas argentinos que se consideraban la vanguardia del proletariado, enfatizaban la unidad del partido con el movimiento obrero. Para el partido socialista, en cambio, debía respetarse la autonomía gremial, y buscaba que los sindicatos obtuvieran la personería gremial, bajo garantía del Estado, en consonancia con su postura legalista y reformista. Ese reconocimiento legal no era compartido por los comunistas, pues sostenían que le restaría fuerza a la lucha sindical.

Su separación de la USA se debió principalmente por su adhesión a la Internacional Sindical Roja, sometida a los dictámenes de la III Internacional Socialista con sede en Moscú, y directamente al Partido Comunista soviético. Desde el punto de vista tanto anarquista como sindicalista esta situación no podía ser admitida dado que ambos defendían la autonomía de los sindicatos frente a cualquier injerencia de un partido político.

Esta situación produjo en la USA una disminución de sus afiliados, que pasaron de 26.000 en el momento de su fundación, 1922, para llegar a 1930 con 14.000 adherentes. La integraban gremios como los sindicatos del Mueble, Calzado, Construcciones navales, Marítimos, etc.

La COA de muy breve duración alcanzó en 1926 alrededor de 80.000 afiliados, de los cuales 75.000 eran ferroviarios.

Por lo tanto en 1926 existían tres centrales obreras: la FORA anarquista, la USA sindicalista y la COA socialista.


En 1929, los comunistas crearon su propia central con el nombre de Comité de Unidad Sindical Clasista (CUSC), “Sobre la base de comités de fábrica y de lucha para romper con el legalismo sindical”, (4) estimándose en 5000 sus afiliados. Esto agravaba aun más la división del movimiento obrero, coexistiendo en esta época cuatro centrales: FORA, COA, USA, y CUSC, más los sindicatos autónomos.

Antes de la caída de Yrigoyen, y frente a la terrible crisis en que se encontraba el país, debido a la quiebra de la bolsa de Nueva York y sus negativas consecuencias, la Federación Obrera Poligráfica Argentina toma la iniciativa de constituir una única central obrera bajo el nombre de Confederación General del Trabajo, (CGT), denominación adoptada de la francesa.

Finalmente, y a pesar de disensiones entre los gremios socialistas como la Fraternidad y la Unión Obreros Municipales, se logra aprobar las bases de unidad para la creación de una central única entre la COA y la USA. Ello se efectivizó el 27 de septiembre de 1930, al poco tiempo de la Revolución de Uriburu que depuso al gobierno de Hipólito Yrigoyen. Los representantes de la USA fueron Pascual Plescia, Alejandro J. Silvetti, y José Milani los dos primeros del sindicato de la Madera. Los de la COA, José Negri, Camilo Mollo, y Cayetano Sica. Por la organización invitante, FOPA, Pedro González Porcel, Sebastián Marotta, y M. Punyet Alberti. Se eligió como secretario general a Luis Cerutti de la Unión Ferroviaria, uno de los gremios más fuertes, y que más afiliados tenía en todo el país.

La CGT estuvo orientada hacia las ideas sindicalistas, quedando al margen los obreros comunistas, anarquistas y una parte del socialismo. Los viejos sindicatos de oficio, dejan paso a gremios del sector terciario, o de servicios como los tranviarios, ferroviarios, marina mercante, telefónicos, empleados del Estado. Eran muy pocos los gremios del sector industrial.

En cambio en el primer período de la historia del movimiento obrero, tuvieron relevancia los gremios de oficio: panaderos, carpinteros, linotipistas, ebanistas. Militantes de los gremios de la madera tuvieron una importante representación tanto en la FORA anarquista, los carpinteros, como en la UGT, CORA, FORA sindicalista, y en la USA.


La Revolución del 4 de junio de 1930 y la Década Infame (1933-1943)

La fundación de la CGT en el 30 coincidió con una profunda crisis económica y política. Su secretariado no se manifestó en contra del golpe de Uriburu, mantuvo una actitud de prescindencia política. Pero envió una carta a Uriburu en donde manifestaba que la CGT “está dispuesta a ayudar al gobierno en su acción de justicia institucional y social” y aprobaba la ley marcial porque era “para asegurar la tranquilidad pública” Tanto socialistas como comunistas, marcadamente antiyrigoyenistas permanecieron impasibles, ante la caída de Yrigoyen. Luis Cerrutti Costa interpreta estos hechos de la siguiente manera: ” El Partido Socialista, que había colaborado seriamente en la caída de Yrigoyen, y que era el principal beneficiario político de la posición antirradical del gobierno provisional, urgió a sus adherentes sindicales para la constitución de una Central Obrera colaboracionista que paralizara la rebelión revolucionaria de las masas populares.” (5) De hecho una de sus primeras medidas fue oponerse a la huelga general de protesta por las medidas represivas del gobierno de Uriburu que iban dirigidas fundamentalmente a los anarquistas. La FORA ya muy debilitada no formaba parte de la CGT.

Comienza la CGT con aproximadamente 100.000 afiliados, un tercio de los cuales eran extranjeros. Aun no era reconocida la práctica sindical como actividad legítima, y el movimiento obrero era objeto de control policial desde el Estado, estableciendo un sistema de espías en los gremios.

Se inicia el período con una gran desocupación, baja de salarios, y carestía de la vida, pero debido a la crisis mundial comienza un proceso denominado de sustitución de importaciones por el cual se busca fabricar en el país los productos que no se pueden importar.

Esto trae como consecuencia un desarrollo de la actividad industrial y la aparición de los primeros sindicatos de industria. Concatenado a ello la migración europea que había caracterizado las primeras décadas del siglo, y que aportó la mano de obra por oficios, fue reemplazada por las migraciones internas, que se vuelca como mano de obra en las incipientes industrias localizadas en los grandes centros urbanos. Ello supuso, como sostiene Julio Godio: “una nacionalización de la base social de los sectores populares.” (6)


Pero la prédica de los dirigentes obreros de esta época, de cualquier signo ideológico, está marcada por la lucha antifascista. La alternativa que presentan es democracia versus fascismo. Y en ese aspecto vienen a coincidir con el régimen oligárquico. Dice Belloni: “La CGT, que se había estructurado desde arriba, había nacido corrompida por la dirección amarilla. Socialistas y comunistas se pelearán por sus huesos.” (7)

En una primera etapa predominará en la CGT la tendencia sindicalista, que seguía sosteniendo el gremialismo apolítico, ocupado sólo en las reivindicaciones económicas. Pero este apoliticismo ante un régimen reaccionario, de entrega de los recursos del país a manos extranjeras, de persecución al movimiento obrero, era considerado como un apoyo tácito al gobierno.

(sigue en la edición de mañana)

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