De vuelta en Corrientes concursó y entró como primera solista del Coro de la Orquesta Folklórica de la provincia al tiempo que daba y tomaba clases, componía, cocinaba, recibía premios en cuanto festival de la nueva música correntina se presentara e iba trayendo al mundo a Camilo, a Verónica, a Federico y a Gustavo, entre idas y venidas.
Llevaba bastantes kilómetros de ruta cantando junto al maestro Astor Piazzolla y su Quinteto cuando en 1979 empezó la mudanza definitiva a Buenos Aires, cobijado su desarraigo por la calidez de las buenas amistades.
El Teatro del Bajo, La Manzana de las Luces, el anfiteatro de la Universidad de Belgrano, la Sala Planeta, el teatro Popular de la Ciudad, el Museo Larreta, bellas salas de aquellos años, le dieron escenario al camino solista de Parodi.
La clementina ilumina
La callecita a su paso
Las flores de su cabello
Huelen igual que en el campo
Cruzando toda la villa
Se va mirando en los charcos
Entre las piedras peligra
El equilibrio en sus tacos
Como si fuera de lata
La luna entre los guijarros
Delante de ella ilumina
La callecita doblando
En una de esas esquinas
La espera el Juan con un ramo
De florecitas celestes
Que huelen como en el campo
Ay, qué difícil parece
A veces seguir soñando
Con una casita blanca
Que tenga el sol en el patio
Los dos vinieron de lejos
Y tantas cosas dejaron
Para intentar que ese sueño
Sea verdad con trabajo
La clementina se enciende
Como un farol en el campo
Cuando se encuentra con Juan
Y él le regala su ramo
Siente que tocan el cielo
Cuando se tocan las manos
Entre las flores celestes
Que huelen como en el campo
Y entonces sabe por qué
Se puede seguir soñando
Se puede, se puede
Se puede, se debe
Se debe, se debe
Se debe, se puede