HISTORIA / Oración del Padre Mugica / Documento






El 11 de mayo de 1974 moría acribillado a balazos el padre Carlos Mugica al salir de la Iglesia San Francisco Solano, donde acababa de celebrar una misa. Había nacido el 7 de octubre de 1930 en el seno de una familia acomodada. En 1954 junto al padre Iriarte comenzó a recorrer conventillos y a tomar contacto con el pueblo. Estuvo en París en 1968 cuando se suscitaron las revueltas conocidas como “el Mayo Francés”. Allí tomó contacto y adhirió incondicionalmente al Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo. A su regreso, luchó incansablemente por sus ideales, por los derechos de los más desprotegidos, por aliviar la situación desesperada de las villas miseria. El 11 de mayo de 1974, un operativo al mando de Rodolfo Eduardo Almirón, miembro de la Triple A, se encargó de acabar con la vida del “cura villero”. En 1984 un ex custodio de López Rega, Juan Carlos Juncos, confesó ante el juez Eduardo Hernández Agramante haber participado en el operativo para matar a Mugica por orden del “Brujo” José López Rega. En la declaración, Juncos manifestó que el “Brujo” le había entregado diez millones de pesos ley 18.188 para terminar con Mugica, porque “este curita lo estaba molestando políticamente”. Aquel 11 de mayo de 1974, todo el barrio lloró hasta hacer más intransitables las calles de barro. Para recordarlo, elegimos una oración que él solía rezar y qué él mismo había inventado.


(Fuente: Adaptación para El Historiador del libro Lo pasado pensado, de Felipe Pigna, Editorial Planeta, 2005).

Señor: perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece.

Señor: perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.

Señor: perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no.

Señor: perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.

Señor: yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.

Señor: perdóname por decirles “no sólo de pan vive el hombre” y no luchar con todo para que rescaten su pan.

Señor: quiero quererlos por ellos y no por mí.

Señor: quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.

Señor: quiero estar con ellos a la hora de la luz.

(Fuente: www.elhistoriador.com.ar)

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