La reunificación de la Unión Cívica Radical –con los desprendimientos de GEN y la Coalición Cívica, que nunca dejaron de ser expresiones más o menos descontentas de la vieja UCR– en la nueva alianza con el Partido Socialista y algunos sectores autodenominados de izquierda fue, sin dudas, la noticia más interesante, en términos políticos, de las últimas semanas. Hay varias razones que abonan la relevancia del acontecimiento pero, quizás, lo que resume la centralidad que le dan los propios actores es la dramatización de la presentación: se trató de un espectáculo político en un teatro de la calle Corrientes, el mismo donde de noche se presenta la obra Stravanganza, con todos los condimentos mediáticos que la ocasión merece. Esta definición no está escrita en términos peyorativos sino estrictamente descriptivos. El Panradicalismo recordó, finalmente y a instancias de su demiurga Elisa Carrió, que la puesta en escena es, también, parte constitutiva de la construcción de poder.
La reunificación del radicalismo es importante, además, porque genera un corrimiento en el mapa político nacional. Y esto merece realizar algunas consideraciones:
a) De la única forma en que el viejo partido radical con comités (o franquicias) en cada uno de los municipios de la Argentina –la capacidad de cobertura territorial no es un dato menor– tuviera competitividad electoral era a través de la solidificación, sino programática, al menos orgánica de un espacio que uniera a la oposición no proveniente de lo que se puede denominar genérica y confusamente Peronismo. Aprovechando cierto cansancio de un vasto sector de la Argentina "antiperonista", FAUNEN se presenta como la oposición "santa" al contubernio Peronista, supuestamente representado por una alianza oscura, misteriosa, siniestra del "Kirchnerismo Montonero" con el "Neo-Menemismo Duhaldista" para utilizar categorías fantasmagóricas presente sen el imaginario panradical.
b) El surgimiento de FAUNEN reedita una importante tradición política del siglo XX –que debe ser respetada por su coherencia histórica– y que tiene su origen en la Unión Democrática, en la cual radicales conservadores no yrigoyenistas, pequeños sectores yrigoyenistas, liberales progresistas, socialistas y de una izquierda fuertemente antiperonista, y que se reedita en las plazas posteriores al derrocamiento de Perón tras los atentados del 53, los bombardeos del 55, que se entroncan con un Alfonsinismo más dinámico en 1983 y que tiene un último capítulo en la desafortunadísima experiencia de la Alianza de 1999-2001. Pero, además, recupera la lógica bipartidista argentina, ya no en términos europeos centro-derecha/centro-izquierda sino en Peronismo/Radicalismo (o Antiperonismo, en definitiva) sino en una clivaje antinómico de raigambre criolla. Esta renovada presencia complica las expectativas de las terceras experiencias –el PRO, el Partido Renovador– y al mismo tiempo, obliga al Peronismo, hegemonizado en la actualidad por la interpretación kirchnerista, a replegarse sobre su misma estructura para no perder poder en el entramado territorial, institucional, burocrático, cultural y social.
c) La estructuración orgánica del Panradicalismo, como toda alianza, tiene incoherencias en su vientre, pero, a decir verdad, no superan las contradicciones que pueda tener el PRO o el Frente para la Victoria en su sistema de acumulación política. Entre Juan Manuel Urutbey, sólo por poner un ejemplo, y Axel Kicillof, hay más distancia ideológica y cultural, que entre Ernesto Sanz y Humberto Tumini, quienes en la foto se levantaron las manos mutuamente. Allí, quizás, quien desentona un poco por lo que significó a lo largo de su vida pasada es Fernando Pino Solanas, quien realizó una parábola vital tristemente célebre que consistió en realizarle una de las entrevistas más lúcidas, junto al coherente Octavio Gettino, a Juan Domingo Perón, para terminar siendo vapuleado por la pitonisa Carrió, homicida incandescente de cualquier tipo de racionalidad (pura, práctica, electiva). Por lo demás, Tumini y Victoria Donda, parecen muy a gusto, al lado de hombres de probada tradición marxista como Alfonso Prat Gay y el "milico" Oscar Aguad, por ejemplo, a pesar de ser los corderos degollados en el "sacrificio”"que Carrió ofreció al establishment.
d) Quizás el gran problema que tiene para resolver la nueva Alianza panradical sea –no tanto la posibilidad de competencia, ya que en una segunda vuelta pueden alzarse con el gobierno en 2015, sino en la razón de su existencia. En un país (continente) con la brutalidad que expresan los sectores dominantes extractivos y exageradamente expoliadores de los sectores populares, como lo acaba de demostrar el documento de 21 puntos exigidos por los "Dueños monopólicos de la Argentina", los discursos de la "moderación", "previsibilidad", "honestidad" e "institucionalidad" no parecen ser un combo demasiado tentador para constituir un Pacto Social sólido como prometen en términos discursivos los integrantes de la Alianza. Un Pacto Social se realiza entre antagónicos (Capital-Trabajo, Peronismo-Antiperonismo, Oligarquía-Burguesía). El Peronismo, visualizado incluso como un bonapartismo plebeyo –démosle la derecha a la izquierda en estos términos–, siempre contuvo al Movimiento Obrero Organizado, o al Aparato Bonaerense, supongamos, como palanca de negociación y de presión contra los sectores dominantes en la Argentina. El Panradicalismo –al no contener fuerzas sociales reales en su interior, más que los deseos estéticos de Beatriz Sarlo, Marcos Aguinis y Graciela Fernández Meijide, a quienes respeto mucho, obviamente–, queda reducido a lo sumo a un emprolijador del trabajo ajeno. Después de la monumental transformación menemista de la sociedad argentina, Fernando de la Rúa se presentó ante la sociedad como un oferente de "aburrimientos", es decir, como alguien que iba a continuar el proceso neoliberal pero con moderación, previsibilidad, honestidad e institucionalidad. En el fondo, el gran problema del panradicalismo hoy –no en sus mejores expresiones como el Alemismo, el Yrigoyenismo y el Alfonsinismo– es que se ofrecen como meros administradores prolijos de los edificios político-económicos construidos por otros –el Peronismo– o como obedientes y decentes gestores de los sectores dominantes. Con todas sus "barrabasadas" el Peronismo sigue jugando el verdadero partido de fondo "con/tra" los sectores dominantes, mientras el Panradicalismo, se ofrece como un sparring "cool" a lo sumo, pero que, en definitiva, ni siquiera a las clases dominantes les asegura la paz social que promete el Peronismo, aún con todas sus perversidades.
e) Por último, todo dirigente político debe ser cuidadoso con los efectos no deseados que producen las burbujas de champagne en las fiestas. Sin dudas, la presentación de FAUNEN es una buena noticia para el Panradicalismo, pero también para la sociedad argentina que ahora tiene una alternativa posible más. Pero la euforia no puede hacer perder la moderación. Las palabras del actor militante Luis Brandoni resultan criminales arrojadas con la vehemencia con fueron realizadas. La frase "un gobierno peronista, montonero, demagógico y populista", dichas por un miembro de un partido político que tiene expectativas de gobierno recuerdan a las peores épocas de la Argentina pasada. Frases como esas envalentonaron a los marinos que se subieron a los aviones que bombardearon la Plaza de Mayo en 1955, frases como esas alentaron a los escuadrones de la muerte de José López Rega para asesinar a "chacales" como el Padre Carlos Mujica, de quien en pocos días recordaremos el 40° aniversario de su asesinato, o Rodolfo Ortega Peña o Silvio Frondizi, intelectuales de una talla pocas veces vista en nuestro país, frases como esas justificaban la aplicación de la picana a miles de militantes en los centros clandestinos de detención, torturas que no se justifican, ex admirado Brandoni, ni siquiera en el caso de "militantes montoneros" ni incluso en el caso de "combatientes guerrilleros". Una mujer, aun siendo soldada, no merece ser violada por ningún enemigo. Duele el exabrupto, ex admirado Brandoni, porque los significantes y los sentidos discursivos deben ser cuidados por personas que se autodenominan democráticas. Duele la brutalidad discursiva, ex admirado Brandoni, porque usted fue víctima de la represión de la Triple A y, hoy, utiliza los mismos significantes y los mismos significados. Por último, genera miedo, su comentario irascible, porque parece un botón de muestra de lo que vendrá si FAUNEN gana. Le pregunto, señor Brandoni, ¿usted garantiza la integridad física de miles de militantes, dirigentes, escritores "peronistas, montoneros, demagogos y populistas" bajo un gobierno de FAUNEN? ¿Garantiza, usted, que mi querido y admirado amigo Roberto Caballero, o yo mismo, a quien no quiero ni admiro tanto, tengamos el mismo derecho a la vida, al trabajo y a la libertad de expresión que usted tiene en este gobierno "peronista, montonero, demagógico y populista" o habrá vencedores y vencidos como en el 55 y con la Alianza? Por suerte, señor Brandoni, quienes tenemos un pensamiento verdaderamente democrático creemos en la moderación de los discursos, y también en el poder del perdón. El Kirchnerismo, sus militantes, sus dirigentes, sus intelectuales, sus escritores, se merecen un perdón de su parte. Le haría bien a la democracia argentina. Le haría bien a usted mismo, inclusive. De no hacerlo, sepa, que con declaraciones de ese calibre José León Suárez puede volver a suceder.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 27 de abril de 2014)