En junio de 1806 los ingleses desembarcaron en las playas de Quilmes con una poderosa escuadra comandada por sir Home Popham y más de 1500 hombres al mando del general Guillermo Carr Beresford. Pronto marcharon sobre Buenos Aires y tomaron la plaza casi sin encontrar resistencia. La ciudad quedó bajo gobierno inglés durante un mes y medio.
Desde Montevideo, mientras tanto, el capitán de navío Santiago de Liniers organizaba las fuerzas para reconquistar Buenos Aires. La expedición a su mando partió el 3 de agosto y una semana más tarde, desde los Corrales de Miserere (hoy Plaza Miserere), Liniers intimaba a Beresford a rendirse. El combate no tardaría en desatarse, y el 12 de agosto, tras una lucha feroz por la ciudad, los ingleses se rindieron.
Como vemos en el bando que a continuación reproducimos, la encarnizada defensa de Buenos Aires caló hondo en el espíritu de los más pequeños. Menos de un mes después de que Liniers lograra expulsar a los intrusos, las autoridades prohibían el “juego de la reconquista”, un peligroso entretenimiento popularizado entre los jóvenes con piedras, palos, pólvora y balas, que ocasionaba desórdenes en la población.
Probablemente la prohibición haya puesto fin a tal entretenimiento, pero la militarización de los habitantes de Buenos Aires -frente a la posibilidad de una nueva invasión- ya no pudo detenerse. Todos los habitantes de la capital se transformaron en milicianos y su peso se hará sentir con fuerza durante los sucesos de Mayo de 1810.
(Fuente: Archivo General de la Nación – Bandos 1799 a 1809 – Nº 8 – fojas 270 a 271 v. 9-8-10-8).
Don Lucas Muños y Cubero, Caballero de la Real y distinguida orden española de Carlos Tercero, del Consejo de Su Majestad, Regente de esta Real Audiencia Pretorial, y encargado del Gobierno Político y de Real Hacienda de esta Plaza por ausencia del Excelentísimo señor Virrey.
Por cuanto ha acreditado la experiencia, las frecuentes desgracias que ocasiona el abuso introducido por varios jóvenes y personas de menor edad de todas clases, de juntarse, e imitar por vía de distracción y juego, el ataque y Reconquista, usando en él de pólvora, balas, piedras y palos, con que se ofenden gravemente y exponen a otros a igual daño; y siendo urgente preciso cortar de raíz tal desorden, que influye también en partidos y enemistades entre los individuos de diversos barrios o cuarteles; ordeno y mando a los vecinos y habitantes de mi jurisdicción, y principalmente a los padres, tutores, amos o encargados de las indicadas personas dedicadas a tan perjudicial juego, cuiden de separarlas de él, y evitar que reincidan en esta diversión de tan pésimas consecuencias, valiéndose para ello, en caso necesario, de la tropa de esta guarnición, que está prevenida de orden del Señor Comandante de Armas, de prestar auxilio necesario al efecto, y empleando la autoridad que tienen sobre sus hijos, esclavos, y menores de que se han encargado: bajo el concepto, de que en caso de faltar a esta precisa obligación, tan propia también de sus cargos, se les exigirá la multa de seis pesos aplicados a los pobres de la cárcel, además de satisfacer el carcelaje de sus hijos, esclavos, o menores que se aprendan, y el castigo de ellos si fuese gente de color, y de mancomún los daños que se hubiesen causado, con las demás penas personales y pecuniarias a que haya lugar; en todas las cuales incurrirán igualmente los que les vendan pólvora, o concurriesen de otro algún modo a la continuación del referido desorden. Y para que llegue a noticia de todos, y no pueda legarse ignorancia, se publicará por bando, fijándose copia de él en los parajes públicos y acostumbrados. Fecho en Buenos Aires a tres de septiembre de mil ochocientos y seis años.
Lucas Muñoz y Cubero
Por mandato de su señoría
Dr. Josef Ramón de Basavilbaso
En Buenos Aires a cinco de septiembre de mil ochocientos y seis; yo el escribano de Su Majestad, por ocupación del Mayor de la Gobernación y Guerra de este Virreinato, salí de esta Real Fortaleza acompañado de la tropa, pífanos y tambores, de estilo, y por voz del pregonero hice publicar en los parajes públicos y acostumbrados el bando antecedente, fijándose las copias que en él se previenen.
Manuel Fran de la Oliba
(Fuente: www.elhistoriador.com.ar)