ARGENTINA / Romper los condicionantes de la desigualdad / Escribe: Carlos Heller







A pesar de la crisis global, la CEPAL afirma que la región tendrá un crecimiento mayor al de la economía mundial.




En la semana se presentó en El Salvador el nuevo documento que expresa la posición de la CEPAL, llamado “Cambio estructural para la igualdad: Una visión integrada del desarrollo”. Resulta interesante analizar algunas de las cuestiones que se desprenden del encuentro, ya que marcan una línea de continuidad con el anterior documento, del año 2010, denominado “La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir”, y también dejan algunas reflexiones para pensar la realidad de nuestro país.

En la ceremonia de inauguración, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, destacó que a pesar de que el contexto externo obliga a mantener cautela este año, la región registrará un crecimiento mayor al de la economía mundial. Resaltó la solvencia fiscal, la importancia de contar con bajos niveles de deuda pública y el elevado stock de reservas internacionales, a la vez que ponderó la caída de la pobreza e indigencia en la región, producto del accionar de los estados, y el aumento de los niveles de empleo, aunque poco se mejoró en términos de calidad de los puestos de trabajo.

A su vez, hizo alusión al peso cada vez mayor de las economías emergentes, lo que configura un escenario inédito que muestra que se está construyendo una "nueva geografía de la economía mundial, que llama a repensar la estructura de las alianzas estratégicas, con mayor peso e importancia en las relaciones Sur-Sur". Esto significa "asumir nuevos desafíos; hay que avanzar en posturas regionales unificadas, articulándolas con las de otras zonas en desarrollo, que permitan abordar desafíos globales de gran envergadura". La idea de que existe una "nueva geografía" representa un concepto en sí mismo muy potente, ya que toma nota de que el crecimiento de la periferia y la situación crítica de las principales potencias abre un horizonte de potencialidades para los países del sur. También hay que resaltar las palabras de Bárcena acerca de que "la creación de nuevas organizaciones durante la última década para promover la integración y la cooperación es un gran paso hacia el cumplimiento de uno de los sueños más acariciados por la CEPAL, la integración regional". También valoró la estrecha colaboración que existe entre el organismo y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), entre otros. Sin dudas, esto va claramente en línea con lo que hemos venido sosteniendo en cuanto a la necesidad de seguir profundizando los vínculos comerciales, productivos, financieros y políticos al interior de la región, con un enfoque totalmente opuesto al paradigma neoliberal que impera en los países centrales. Por cierto, no deja de ser un hecho importante que un organismo de Naciones Unidas valore el rol de este tipo de acuerdos regionales, que fueron creados, y lograron avanzar, gracias a la existencia de un contexto regional único desde un punto de vista histórico, propicio a la construcción de vínculos basados en la "unidad de lo diverso".

El documento de 2012 fundamenta que en la región "tenemos herencias que hacen que se perpetúen desigualdades y mecanismos de exclusión. Persiste la rigidez de las brechas productivas y aún hay poca movilidad social en grupos de baja productividad". Se recoge el ideario del anterior, que hacía referencia a la necesidad de considerar a la igualdad como el "principio normativo y como horizonte estratégico del desarrollo", aunque ahora se propone "una caja de herramientas hacia el crecimiento con igualdad y sostenibilidad ambiental". Se parte de la base de que la región sigue siendo la más desigual del mundo, y que "las políticas sociales no bastan para abatir la pobreza y cerrar las enormes diferencias que persisten entre los sectores más ricos y los más pobres de la sociedad". La propuesta considera que para alcanzar mayores niveles de igualdad hace falta llevar a cabo un cambio estructural, romper con el paradigma económico neoliberal. La lógica apunta a llevar a cabo transformaciones de carácter cualitativo de la estructura productiva para fortalecer sectores y actividades basados en el conocimiento, que son los que se vinculan a una mayor productividad, generan un empleo más calificado, y esquemas de redistribución más equitativos. Este enfoque, que rescata la necesidad de propiciar el salto tecnológico de las pymes (que aportan el 50,2% del empleo de la región, pero explican sólo el 10,6% del PBI) está asociado al incremento de las oportunidades laborales, y el acceso de la población a la protección social; el empleo se configura como la "llave maestra para superar la desigualdad y cerrar brechas con una mirada transversal en cuanto a equidad de género, étnica y racial". Esto naturalmente demanda la existencia de "estados proactivos que estimulen las sinergias entre las políticas macroeconómicas y las políticas industriales y sociales. La clave está en coordinar las políticas macroeconómicas de corto plazo con las políticas industriales de largo plazo y las políticas sociales redistributivas."

Bajo el lema "el cambio estructural es el camino, la política el instrumento y la igualdad el objetivo de fondo" se resume la perspectiva actual de la CEPAL, que sin dudas está situada en las antípodas de aquellos que promueven el neoliberalismo, que anhelan la existencia de un Estado mínimo, prefieren descansar en el libre funcionamiento de los mercados, o hacer oídos sordos a conceptos como igualdad o política industrial.

El documento de la CEPAL es una pieza valiosa en tanto se encarga de identificar un objetivo concreto –la igualdad–, a partir de lo cual plantea qué es lo que falta, sin tirar por la borda los avances logrados por la región en los últimos años. Hace alusión, al menos implícitamente, a la necesidad de profundizar el rumbo elegido y se plantea cómo llevarlo a la práctica, algo que tiene mucho que ver con la postura que mantenemos desde hace tiempo. Por cierto, representa algo más que un diagnóstico y curso de acción para la región; es una línea de pensamiento sumamente útil para avanzar en algunos de los temas que aún están pendientes en nuestro país, como la elevada informalidad laboral, la pobreza que aún afecta a una parte importante de la población o la inequidad de la distribución del ingreso. Todas cuestiones que, como señala el documento, requieren de un cambio estructural, "un camino largo cuyos efectos virtuosos requieren de decisión y conducción políticas, de políticas de estados, y de una ciudadanía activa y comprometida en torno a un proyecto de sociedad".




En Argentina, las decisiones de políticas económicas han estado inspiradas en la participación activa del Estado en la regulación del proceso económico, y en generar las condiciones para revertir los principales cuellos de botella que inhiben el desarrollo económico y social. Claro que los desafíos son muchos, y variados. Bajo estas lógicas, y los aportes de la CEPAL, entre otros, vale apostar por la profundización del camino que venimos transitando.
(Diario Tiempo Argentino, 2 de setiembre de 2012)

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