En 1952 Juan Mangucio tenía doce años y era un chico de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos. Su ilusión más grande era conocer personalmente a Perón y a Evita.
Un día le escribió una carta a Evita diciéndole que quería conocerla, ella le contestó diciendo que le comunicara cuando deseaba venir a Buenos Aires para enviarle los pasajes.
Y Juancito viajó a Buenos Aires el 19 de abril. Le habían despachado a Buenos Aires un giro telegráfico para que pudiera pagarse los gastos del viaje y los de la persona que lo acompañaría.
El chico vino con su mamá, y como invitados de Evita que eran, se hospedaron en un lindo hotel hasta que un automóvil pasó a buscarlos para hacerles conocer Buenos Aires.
A las siete de la mañana del día 20 Juancito y su mamá llegaron a la residencia presidencial.
Se encontró frente a Evita mientras su mamá lloraba de emoción, su sueño se había convertido en realidad.
Evita y Juan Maguncio conversaron sentados en un sofá. Cuando ella le preguntó si deseaba algo Juan expresó sus deseos de poder conocer al General Perón.
Evita le dijo que lo llevarían a la casa de Gobierno para que lo conociera pero por si no lo pudiese ver, iban a retratarse juntos debajo del busto del presidente.
Cuando se fue Juancito tuvo que ir a buscar la bicicleta que Eva le había obsequiado.
Al otro día se realizó un importante acto en la Casa de Gobierno donde el general Goes Monteiro condecoró a Eva Perón en nombre del gobierno del Brasil. Juan Mangucio estuvo en primera fila entre el público y desde allí pudo ver al presidente.