ARGENTINA / Con criterios diferentes / Escribe: Washington Uranga






José Nicolás Alessio “ha sido penado con la dimisión del estado clerical por medio de la Congregación para el Clero (rescripto protocolo No. 2012 3423/F), con fecha 6 de febrero de 2013”. De esta manera la institución eclesiástica católica cerró el capítulo del ex párroco de San Cayetano, en la capital cordobesa, que ya había sido sancionado y suspendido por el arzobispo Carlos Ñañez por haberse pronunciado en favor del matrimonio igualitario. La decisión supone un criterio bien diferente al que se aplica en otros casos en la misma Iglesia.


Christian von Wernich, sacerdote condenado a reclusión perpetua el 9 de octubre de 2007 por delitos de lesa humanidad, fue hallado culpable de 34 casos de privación ilegal de la libertad, 31 casos de tortura y 7 homicidios calificados. Sigue ejerciendo en la cárcel su ministerio sacerdotal. Julio César Grassi, sacerdote de la diócesis de Morón, fue declarado culpable de dos hechos de abuso sexual y corrupción agravada de menores, y en primera instancia se lo condenó a 15 años de prisión el 10 de junio de 2009. La sentencia fue apelada y todavía no hay resolución definitiva. Grassi sigue ejerciendo su ministerio sacerdotal. No cabe duda de que para la jerarquía de la Iglesia Católica opinar a favor del matrimonio igualitario merece una sanción mucho más grave y severa que la participación en un genocidio o el abuso sexual contra jóvenes y niños.

La jerarquía católica comienza mañana en Pilar su primera asamblea plenaria del año, sin este tema en la agenda. Sí habrá un tiempo para analizar la actualidad social y religiosa del país, y las repercusiones de la elección de Jorge Bergoglio como papa Francisco. Las deliberaciones estarán presididas por el arzobispo santafesino José María Arancedo, quien el jueves se reunió con la presidenta Cristina Fernández.

La resolución vaticana contra Alessio es la conclusión del juicio canónico (eclesiástico) que el propio Ñañez le inició al cura en 2010 por sus pronunciamientos públicos. Desde entonces, “de manera cautelar”, Ñañez le prohibió celebrar públicamente la misa y administrar sacramentos, funciones propias de los sacerdotes. En esa ocasión el cura Alessio declaró que “me sancionaron por pensar distinto” y dijo que el arzobispo Ñañez es “fascista, retrógrado e incapaz de entender la diversidad”.

El encargado de difundir ahora el castigo a Alessio fue el vicario judicial del arzobispado de Córdoba, el sacerdote salesiano Dante Eduardo Simón, quien se preocupó en aclarar que debido a la resolución el cura “ha perdido automáticamente los derechos propios del estado clerical y ya no está vinculado en adelante a las restantes obligaciones conexas”. Por si no quedaba claro dijo explícitamente que Alessio “permanece excluido de todo ejercicio del sagrado ministerio, de acuerdo a las normas que obligan a los presbíteros que han sido dimitidos”. Y todavía por las dudas, el padre Simón remató diciendo que “esta dimisión no está sujeta a ningún recurso de amparo”.


En declaraciones periodísticas, Alessio había afirmado que la institución eclesiástica católica “está más preocupada por la cama de los argentinos que por su mesa”, porque “le preocupa mucho saber quién se mete en la cama con quién, pero nunca salió a marchar para defender la mesa de los obreros, de los desocupados y de los más pobres”.

Dante Simón aseguró, sin embargo, que Alessio no fue penado por pensar distinto. Según el vocero “en 2010 hubo muchas acusaciones en su contra por impartir el sacramento del matrimonio en forma contraria a lo que dice la doctrina católica”, aclarando que se trataba específicamente de “haber casado a parejas del mismo sexo o divorciadas”.

En un texto reciente, con motivo de la elección de Bergoglio como papa, Alessio sugirió que para caminar verdaderamente hacia una Iglesia “pobre” Francisco debería “nombrar a otra persona como obispo de Roma que se haga responsable de esa diócesis, nombrar a un responsable laico del Estado Vaticano, exigir a todos los sacerdotes que son ‘embajadores’, los nuncios apostólicos, que trabajen en parroquias y que su lugar lo ocupen también laicos y, sobre todo, como ‘Pater Pauperis’ (padre de los pobres) ponga sus pies en una diócesis de algún país del Tercer Mundo y desde allí ofrezca su servicio de pastor de todos y todas”.

Alessio pidió también al Papa “levantar las censuras, las amonestaciones, las penas, las prohibiciones a todos los teólogos, biblistas, pastoralistas y fieles que hayan tenido procesos en la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, por lo menos desde el Concilio Vaticano II hasta ahora”. Para caminar hacia una Iglesia “inclusiva” planteó “nombrar una comisión de expertos en ciencias humanas y sociales que propongan pronto un documento donde claramente se tome distancia de la homofobia, se rechace claramente la teoría que considera la homosexualidad como ‘desorden grave’, que se valore la ideología de ‘género’ como un aporte indispensable para el respeto de la diversidad y se ponga en discusión toda la moral sexual eclesial”. Y por último solicitó que la Iglesia permita que “todos los sacerdotes que fueron reducidos al estado laical, si así lo desean, puedan hacerse cargo de comunidades y parroquias para el servicio pastoral, poner en debate el tema del celibato en particular y de la figura del sacerdote en general y permitir que fieles laicos también puedan celebrar la eucaristía y demás sacramentos”.

Para el hoy ex cura Alessio “estos gestos, más que simple gestos simpáticos, dejarían en claro que comenzamos a caminar en otra dirección”. Alessio ya no es reconocido como sacerdote por la Iglesia Católica. Von Wernich y Grassi siguen ejerciendo su condición sacerdotal sin ningún impedimento. A partir del lunes los obispos conversarán sobre distintos temas. Este no será parte de la agenda ni de sus preocupaciones inmediatas.


(Diario Página 12, domingo 14 de abril de 2013)

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