Federico Franco no tiene eco. Busca activar cadenas de solidaridades que ya están oxidadas. Su alegato esconde lo inconfesable, y se remonta a una edad de oro para hacer todo lo contrario de lo que está contenido en ella.
Federico Franco, el intruso, trivializa la historia. Para él, nuestro país, Uruguay y Brasil están reeditando una “Triple Alianza” en contra de la hermana y querida nación paraguaya.
El despliegue de la región en los últimos años, por supuesto, lo desmiente categóricamente. Empecemos por el principio y llamemos a las cosas por su nombre. Lo que ocurrió en Paraguay fue un golpe parlamentario que interrumpió el orden democrático constitucional. El presidente Lugo fue removido de su cargo luego de un bochornoso juicio político en el que no respetaron el debido proceso. No dejaron ni el lugar ni el tiempo que precisa una defensa para un caso de esta magnitud e invirtieron la carga de la prueba.
Acto seguido y sin que mediara ninguna especulación, la presidenta retiró a nuestro embajador. El Mercosur y Unasur tomaron un temperamento análogo. Suspendieron a Paraguay pero sin dar lugar a ninguna sanción económica para no perjudicar al pueblo paraguayo, porque nos hermana en lo colectivo la región.
¿Qué decir, ahora, de la Guerra de la Triple Alianza o, en palabras de Cristina, la Guerra de la Triple Traición?
Lo que siempre hemos dicho y hecho. Lo que dijo e hizo el caudillo Felipe Varela rebelándose, denunciando la guerra fratricida y convocando a la unidad latinoamericana. Lo que dijo e hizo el general Perón reivindicando al mariscal Solano López y devolviéndole al Paraguay los trofeos de la ignonimia. Lo que hicieron y dijeron Néstor y Cristina, ascendiendo a General de la Nación al caudillo catamarqueño y rescatando la fibra desgarrada de la Patria Grande.
Los patriotas latinoamericanos no conocían de fronteras restrictas. ¿Acaso se puede decir que San Martín se extralimitó al liberar a Chile y Perú? ¿También se “extralimitó” Bolívar, en el Congreso Anfictiónico de Panamá, al plantear la creación de los Estados Unidos de Suramérica?
Hoy por hoy la integración no es fusión pero sí es historia nuestra y, sobre todo, la cifra del porvenir. Los proyectos populares avanzan con sus más y sus menos. Paralelamente, la razón golpista mete su cola buscando reeditar privilegios de minorías excluyentes, apareciendo “el golpe institucional suave”, al decir de nuestra presidenta. Hoy no recurren a tanques, tropas y aviones para encorsetar a la democracia. Los traidores no asumen papeles trágicos sino patéticos.
Federico Franco no tiene eco. Busca activar cadenas de solidaridades que ya están oxidadas. Su alegato esconde lo inconfesable y se remonta a una edad de oro para hacer todo lo contrario de lo que está contenido en ella. Lamenta la suspensión para luego burlarse del Mercosur.
Durante el siglo XIX, Latinoamérica recibió un duro golpe a su corazón, con una guerra injusta orquestada por el imperio inglés en alianza con las oligarquías terratenientes del Brasil, Argentina y Uruguay. La infame “Alianza” destruyó la primera experiencia de desarrollo autónomo en la región, condenando y oprimiendo al pueblo paraguayo hasta la actualidad.
El pueblo paraguayo, hoy, no está solo. Cuenta con la solidaridad de sus pueblos hermanos que procuran la restitución de la democracia paraguaya. Contamos con la fortuna de que los gobiernos latinoamericanos se parecen a sus pueblos y esa solidaridad no depende del arrojo individual o grupal sino de la fortaleza de políticas de Estado que entienden la integración regional como un imperativo de la época. Los golpistas sí cuentan con el apoyo de los intereses económicos trasnacionales, que otrora forjaron la “Triple Alianza”.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 8 de julio de 2012)