Ubicuo acusa al gobierno nacional de confrontativo. Lo hace insultando a la presidenta con una violencia que no vimos nunca antes.
Dice que el gobierno nacional utiliza políticamente los derechos humanos y nada se cuestiona al hacerlo codo a codo con los defensores del genocidio.
Dice que siempre defendió que las jubilaciones fueran estatales o que criticó las AFJP, pero, por supuesto, se opuso a su estatización.
Ubicuo pide el 82% del salario del activo para los jubilados. No lo interpela su oposición a la estatización de los fondos jubilatorios, sin lo cual es abstracto discutir esta cuestión. A Ubicuo, ser trans-ideológico, nada le importa que la jubilación calculada sobre la base del salario del activo agrande la brecha entre jubilados ricos y jubilados pobres porque Ubicuo dice que esto se haría en nombre de la justicia social.
Ubicuo critica la Asignación Universal por Hijo por no ser “suficientemente universal” y dice además que la idea fue de otros. Dice que la idea fue de otros pero también que ésta “no es” la idea de otros. Le asigna importancia decisiva a la idea, no así a la decisión política de invertir miles de millones. No le genera ninguna inquietud su oposición a la estatización de los fondos jubilatorios sin la cual hubiera sido imposible la medida.
Ubicuo defiende la libertad de prensa. Le indigna 6, 7, 8. Es bien conocida la posición de Ubicuo en estos temas aunque a los que queremos contestarle nos sea infinitamente más difícil publicar.
Ubicuo defiende la intervención estatal en economía pero se opuso a la estatización de Aerolíneas Argentinas y de varios servicios públicos.
Dice que los subsidios a los servicios públicos están mal, pero su eliminación implica un tarifazo.
Dice que las retenciones a las exportaciones de granos castigan a los pequeños chacareros, pero no explica cómo su eliminación deterioraría a la industria argentina y al financiamiento estatal. Tampoco explica por qué es justo garantizar rentabilidad extraordinaria a un sector.
Dice que el Estado gasta mucho, tiene déficit y dice también que no hay plata suficiente para educación, salud y vivienda.
Ubicuo dice que Argentina está aislada del mundo pero critica que se apliquen medidas similares a países desarrollados.
Dice que el gobierno no hace nada para evitar piquetes y cortes de ruta, dice que habría que reprimirlos, dice también que el gobierno nacional es represivo.
Ubicuo sabe dónde está el poder: lo tiene la presidenta. Aún cuando pudiera tener una formación “clasista” para él no hay clases, no hay corporaciones, no hay grupos económicos y comunicacionales con poder. Está claro, el poder lo tiene la presidenta.
Ubicuo ataca, insulta, agrede a los dirigentes del gobierno nacional y a sus seguidores pero cuando le preguntan por los que él votó, dice que no está atado a nadie.
Ubicuo acusa al gobierno de corrupción. Considera un atentado al sentido común que le pidan pruebas. No le parece un argumento válido recordar cómo las oligarquías atacaron, con el pretexto de la corrupción, cada uno de los procesos populares en nuestros países.
Cuando está inspirado, Ubicuo califica al gobierno nacional como uno más que no cambia estructuras, igual que los que pasaron y que los que vendrán en el sistema capitalista. No ve ninguna politicidad ni conflicto en torno a desarrollar la industria argentina, las economías regionales, el mercado interno, el trabajo; aunque estas cuestiones sean las que regaron de sangre nuestra patria en sus doscientos años; para Ubicuo, cuando filosofa, no es más que un simulacro, una pantalla que oculta la verdad. Ubicuo puede sostener esto aún no siendo él mismo marxista. O sí, ya lo sabemos, trans-ideológico.
Ubicuo es locuaz a la hora de categorizar al gobierno nacional. Para él es indistinta o alternativa o simultáneamente: populista, montonero, comunista, conservador popular, kirchnerista, peronista, demagogo, dictador, tirano. Según el momento, la audiencia y, básicamente, la categoría que Ubicuo considere más despectiva en ese momento.
La facetas más violentas de cómo se construyó y legitimó este ideario ya las hemos analizado en otras ocasiones y tienen como causa fundamental la concentración de la comunicación masiva. Sin embargo, es necesario insistir en su deconstrucción para recuperar la posibilidad de una alteridad política democrática.
Lo que en el “lenguaje de asamblea” podría nombrarse como que “te corran por derecha y por izquierda al mismo tiempo y las mismas personas” implica la imposibilidad de confrontar proyectos, la condena a la chicana como único recurso, al ardid, a la manipulación de los argumentos en función del engaño.
Hay necesidad en la democracia argentina de reconstruir la deliberación en el espacio público. Ello requiere que cada quién se haga cargo, que asuma un lugar de enunciación, un compromiso con la coherencia mínima exigible en los argumentos, en lo posible con remisión a los hechos.
Está todo dado, o lo estará muy pronto, para que Ubicuo deje de cacarear y comience a discutir como corresponde.