No se puede negar la buena leche (1) (ojo, utilizo el lenguaje de representantes diplomáticos del Vaticano, por si acaso alguien me quiere tildar de guarango orillero de la Calle Larga y la Media Luna) de la mayoría de los legisladores que discuten en la Legislatura mendocina los proyectos de leyes para concretar o ser parte de la llamada emergencia de seguridad. Están preocupados por el dramatismo que provocan los delitos, o por los delitos en sí mismo, una práctica contraria al derecho universal de vivir en paz y con dignidad. Al menos al derecho de la vida misma y los atributos que se configuran para que esa vida sea en dignidad.
Precisamente en este claroscuro de los debates, las voces más fuertes y destempladas son las que comulgan con la mano dura, o sea los que enarbolan las banderas de "meta fierro nomás", como respuesta al "meta fierro" de los delincuentes, acompañado ese "meta fierro nomás" por un rasgo academicista de siglos pasados: el lombrosismo de Cesare Lombroso.
En síntesis la teoría lombrosiana afirma que las dimensiones craneanas del delincuente, o del potencial delincuente, responden a características físicas a estadios primitivos de la evolución, como ser las dimensiones del cráneo o de la mandíbula. Que se transmite hereditariamente. Que la mujer delincuente, también las prostitutas, ocupan un lugar inferior en la escala evolutiva, que no siente pena y falta de refinamiento moral. Que los anarquistas son casi todos criminales natos y locos. Vagabundos, ladrones y asesinos.
Esa mayoría lombrosiana en la discusión legislativa –por supuesto, no sabe que lo es- trasluce claramente esa adhesión porque sibilinamente, algunos, y otros desde el subconciente, tienen in mente al analizar la situación, rasgos de los potenciales delincuentes: morochos, con gorras y ropas determinadas, habitat, trabajo, militancia social y política: el zurdaje, el chavismo, los bolches, la Cámpora.
En el fondo de ese subconciente no les aflora para la discusión y las decisiones las problemáticas que conforman el quid de la cuestión cuando afirmamos que el asunto pasa por el derecho -claro que sí- a la vida misma y que esa vida sea en dignidad, es decir con el derecho pleno al trabajo, al salario, a la obra social, o sea a la salud, la educación, la cultura, vacaciones.
De esto no se habla en ese recinto al configurar un mapa del origen delincuencial en el ámbito local, por lo que las herramientas jurídicas
van a resultar más de lo mismo, de lo ya conocido. Una retahíla de leyes que van a quedar en manos de los elementos represivos del Estado y los gobiernos que los representan -policías, preventores, jueces, fiscales- que responden al sistema político e ideológico cuyo poder se manifiesta crudamente en los sectores concentrados de la economía y las finanzas. O sea las corporaciones industriales, agrarias y mediáticas. O sea la Sociedad Rural, los bancos extranjeros, el ingenio Ledesma, los diarios y monopolios de Clarín y La Nación, el vocero de los genocidas, o sea la Nueva Provincia.
O sea el imperialismo yanqui y la Europa socialdemócrata incrustada en la extrema derecha pero en plena decadencia. O sea lo que ya no es que insiste en ser.
(1)El cura vocero del Vaticano que dijo que la carta del Papa a Cristina era apócrifa. Cuando el mismo Francisco salió a desmentir, aquel pidió perdón y que lo que dijo que se había equivocado pero lo "había hecho sin mala leche".
(Fuente: La Quinta Pata)