En mangas de camisa, campechano y con un buen mate siempre a mano, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, recibió a Veintitrés en el Edificio Libertador para repasar los temas centrales de la agenda política: el rol de la oposición y del empresariado, la sucesión de la presidenta Cristina Fernández, las precandidaturas presidenciales del Frente para la Victoria y la continuidad del modelo. “Hay que generar un debate de ideas, no de consignas”, reclamó el dirigente, que durante años fue el principal espadachín de la Casa Rosada en la Cámara de Diputados.
–¿Cómo ve que, a más de un año de las elecciones, varios dirigentes con aspiraciones presidenciales intenten instalar un clima de campaña?
–Está demasiado adelantado el tiempo electoral. Hay una agenda de la dirigencia política, que tiene que ver con el 2015, que no es la agenda de la sociedad, que en general todavía no está pensando en las elecciones. Falta muchísimo tiempo y en la Argentina, en general, nadie puede asegurar que los escenarios políticos que se configuran un año y medio o dos años antes se cristalizan y de esa manera llegan a las elecciones.
–¿A quién responde, entonces, esa premura? Da la impresión de que el lanzamiento de FAUNEN apuró los tiempos…
–Yo no descalifico, porque si hay algo que los dirigentes políticos tienen para poder manejar es la dimensión del tiempo. Hay algunos dirigentes a quienes les parece bien adelantar su decisión de ser protagonistas hacia 2015, y hay otros que tienen una mirada distinta. Yo estoy incluido en este último grupo. Hay tiempo todavía para tomar decisiones. Si hacemos un paralelismo entre 2014/2015 y 2010/2011, podríamos decir que todavía no llegamos a los festejos del Bicentenario, que fue algo que impactó claramente, en contra lo que se venía diciendo o escribiendo en los medios.
–El hecho de que la Presidenta no pueda renovar su mandato y que haya abierto la puerta para que todos jueguen dentro del FPV, ¿colabora para que se apuren los tiempos?
–Por eso digo, es una decisión personal el manejo de los tiempos. Y lo cierto es que vamos a ir a esas elecciones sin nuestra principal candidata, que además lidera nuestro espacio político. Ese hecho es lo que explica la multiplicidad de candidatos dentro del Frente para la Victoria, porque cada uno de esos candidatos refleja una parcialidad. La única que representa esa totalidad es la Presidenta de la Nación.
–Usted dijo hace pocos días que primero había que discutir ideologías y luego candidaturas. ¿Podría profundizar ese concepto?
–A mí me parece que para que el debate electoral tenga riqueza, se deben poner en juego sistemas de ideas, de valores, modelos de nación o de sociedad. Si el debate se reduce solamente a nombres, y se acompañan solamente con posicionamientos, sin que aparezcan las políticas que se quieren llevar adelante, va a ser un debate frustrante para la Argentina, que merece un debate de ideas. Hacia adentro del oficialismo y hacia afuera.
–¿Cómo imagina ese debate?
–Como un debate que resignifique palabras y consignas. Hay algunos que hablan de fin de ciclo. ¿Qué significa entonces fin de ciclo? ¿Que van a eliminar la Asignación Universal por Hijo o que van a suprimir la movilidad jubilatoria y a privatizar el sistema de jubilaciones y pensiones? ¿Van a reprivatizar YPF o Aerolíneas Argentinas? Si eso significa fin de ciclo, bueno, que lo digan. Y si no van a hacer nada de eso, entonces no hay fin de ciclo, porque las transformaciones más importantes que se hicieron estos años en la Argentina van a seguir estando.
–Entonces, si de usted dependiera iniciar ese debate, ¿qué ejes propondría?
–Bueno, la creación de más empleo es un debate indispensable. El rol del Estado es otro. ¿Qué Estado queremos? ¿Un Estado presente, como el que hemos construido nosotros, capaz de orientar los capitales hacia determinadas inversiones productivas, capaz de resolver las demandas sociales que se le van presentando, como el plan Procrear, que tiene un impacto enorme en todo lo que significa la problemática de la vivienda en la Argentina? El Estado debe estar presente en aquellos lugares donde se debe proteger a los más débiles, a los más necesitados.
–¿El Estado debe dirigir la economía?
–Yo no lo plantearía en esos términos, porque no planteo la no participación del sector privado, que es necesario e impulsor de la actividad económica. Pero sí un Estado que sea capaz de resolver cuestiones que el sector privado no puede resolver. Nosotros nos hicimos cargo de la administración del servicio de aguas en Capital y conurbano, antes nos habíamos hecho cargo del Correo, después de la administración de Aerolíneas Argentinas. En todos los casos fue porque el sector privado había fracasado en la gestión de esas empresas.
–Hace días empresarios nucleados en AEA emitieron un documento que pedía precisiones acerca de cuál será el rol del Estado en el futuro y cuál su injerencia en la economía, y pidieron hablar con los precandidatos. ¿Cómo interpreta esa demanda?
–Yo me acuerdo que en 2009, también en una convocatoria hecha por AEA, sacaron un documento para condicionar al gobierno de Cristina. Lo que hay es un intento de reposicionar al sector corporativo en la Argentina, para fijarle las reglas del juego a la política. Lo que buscan es esta idea de que vamos a charlar con todos los dirigentes políticos para decirles qué es lo que tienen que hacer. En el ’89, cuando compitieron Menem, Angeloz y Alsogaray, luego nos dimos cuenta de que con cualquiera que hubiese ganado el plan económico habría sido el mismo. La idea de ellos es que cualquier candidato que se presente en el 2015 tenga los mismos parámetros de acción en cuanto a programa de gobierno.
–En ese marco, ¿cómo analiza el rol de la oposición?
–La oposición tiene que definir eso: si es una alternativa política distinta del oficialismo o lo único que hace es reflejar la demanda de los sectores corporativos. Nosotros lo hemos dicho en varias oportunidades: el eje de contradicción principal es política versus corporaciones. Que la política tenga la suficiente independencia como para pensar en el interés general, y no que la política satisfaga únicamente las demandas de los sectores corporativos y que las migas que quedan arriba del mantel sean las destinadas a resolver las demandas populares. Este intento de reflotar el sector corporativo tiene el objetivo de condicionar a todos los políticos que puedan ser candidatos en las elecciones del 2015. Lo que hicieron Néstor y Cristina del 2003 a la fecha fue devolverle a la política la capacidad de generar las transformaciones necesarias, y se terminó con los influyentes. ¿Quiénes eran los influyentes en la Argentina? Fundamentalmente los representantes de ese sector corporativo.
–¿La oposición se refiere a eso cuando vaticina un fin de ciclo?
–No sé a qué se refieren, porque tendrían que explicar qué significa fin de ciclo. ¿Qué van a hacer? ¿Desarmar todo lo que hicimos estos doce años? Quienes votaron en contra de la estatización de los fondos jubilatorios en el Congreso, ¿los van a reprivatizar? La oposición tiene que explicarles a los argentinos lo que piensa hacer. Para mí, personalmente, no hay fin de ciclo. Además, el kirchnerismo no es un ciclo, es un modelo de construcción de un país, un modelo de construcción social. Ha cambiado en los últimos doce años los paradigmas sobre los cuales fue construida la Argentina durante treinta años. Durante esos años se creyó que la riqueza era lo que generaba trabajo, pero en realidad lo que genera riqueza es el trabajo. Las medidas que se han tomado todo este tiempo tienen que ver, fundamentalmente, con la preservación del valor del trabajo, y han tenido que ver con considerar a los trabajadores como sujetos activos de este modelo. Creo en la continuidad de este modelo. El pueblo argentino no se va a olvidar, para las elecciones del 2015, de todo lo que hicimos estos años.
–Pero aún falta por hacer, y en ese marco, ¿qué propondría como discusión hacia adentro del Frente para la Victoria?
–Lo que falta es inescindible de lo que hicimos, no se puede plantear lo que falta sin lo que hicimos. Se resuelve con mayor profundización del modelo. Si necesitamos mejorar la balanza comercial argentina, bueno, entre otras cosas habrá que mejorar todo el proceso de sustitución de importaciones. Eso significa mejorar todo lo que es nuestro sistema industrial y fortalecer la industria. Entonces lo que falta se resuelve profundizando lo que ya hicimos. Porque acá lo que se está intentando es robarnos el pasado, estos últimos diez u once años. Nosotros estamos convencidos de que fue una década claramente virtuosa desde el punto de vista de las transformaciones sociales que ha generado la Argentina, desde el punto de vista de la reparación de derechos, de la inclusión social, de recuperar niveles de movilidad social ascendente. Entonces hay un intento de describir que esta década no fue virtuosa sino que fue negativa. Lo que nos proponen es: no hablemos del pasado, hablemos del futuro totalmente escindido del pasado.
–Después de los comicios legislativos el oficialismo relegó la agenda electoral. ¿Dejó que la oposición gane terreno?
–Pero si la oposición no debate ideas. En realidad, la agenda electoral es una agenda que posiciona nombres.
–Algunos medios instalan la idea de que el oficialismo no quiere ganar en 2015, que va a dejar pasar el turno para volver en el 2019…
–Ah, bueno, pero acordémonos que en el 2010 decían lo mismo respecto de las elecciones del 2011, y después pasó lo que pasó. Hasta los festejos del Bicentenario estaba instalada esa idea en los medios.
–Podemos decir entonces que la calle fue un factor determinante para dar vuelta la historia…
–No solamente la calle, sino una agenda de muchísimo debate también. Yo creo que nosotros tenemos que hacer todos los esfuerzos para que el 10 de diciembre de 2015 Cristina Fernández le ponga la banda de presidente a un compañero que garantice la continuidad del rumbo que empezó el 25 de mayo del 2003. Este es un proyecto por el cual todos hicimos mucho esfuerzo. Que nos dio enormes alegrías pero también momentos difíciles. Un proyecto por el cual Néstor dio su vida. Y lo que no podemos hacer, a mi criterio, es no poner la energía detrás de ese objetivo.
–¿Cómo se va a elegir al sucesor de Cristina Fernández?
–Todo indicaría hoy que el Frente para la Victoria va a tener que ir a elecciones PASO.
–¿Usted va a participar como candidato en esa contienda?
–Bueno, como dije al principio de la entrevista, en mi valoración todavía falta un tiempo como para tomar decisiones de esas características. Además, no es cualquier decisión la de ser precandidato a presidente. Es lo suficientemente importante como para que exista un tiempo para el análisis y la consulta a compañeros y dirigentes de todo el país. Pero, como dije, si soy candidato seré candidato con K y no con C, porque creo que el oficialismo tiene que plantear como eje básico la continuidad de este proyecto.
–Usted habla de que quiere ser candidato con K, Sergio Urribarri se posiciona de la misma forma. ¿Le parece que Daniel Scioli, por su parte, puede garantizar de la misma forma la continuidad del modelo?
–Bueno, ese es el debate. Hay una consigna que a mí me gusta mucho, que es “nunca menos”, nuestro candidato como mínimo tiene que decir “nunca menos”. Nosotros garantizamos un piso de concreciones y realizaciones que son más que importantes y tienen que estar presentes a partir del 2015. Creo que las cosas que faltan se resuelven profundizando el modelo en cada una de las áreas. Fortaleciendo el Estado, orientando la inversión hacia los sectores productivos para generar más trabajo, fortaleciendo el perfil productivo de la Argentina. En los próximos años, con YPF y con Vaca Muerta vamos a tener resuelto el tema energético, para no importar energía a los niveles que lo hacemos hoy para mantener los niveles de crecimiento económico.
–Digamos que hoy un militante del FPV tiene suficientes elementos para considerar a Agustín Rossi como un dirigente que lo representa, pero en este marco, ¿César Milani no es una piedra en el zapato? ¿No resultaría más cómodo correrlo del eje de la discusión para que no se transforme en un punto conflictivo?
–La verdad que no siento que Milani sea una piedra en el zapato ni siento que la política sea un problema de comodidad. Lo he explicado muchísimas veces. Milani fue durante cuatro años subjefe del Estado Mayor del Ejército, tuvo ascensos anteriores a este, y nunca antes había surgido ningún cuestionamiento. Aparecen cuando la Presidenta envía el pliego de ascenso al Senado. En ese momento se intensifican los cuestionamientos y la Presidenta toma la decisión de esperar hasta diciembre, cuando es el momento de tratar la totalidad de los pliegos de ascenso de los miembros de las Fuerzas Armadas. En ese lapso Milani se presenta voluntariamente en cada una de las causas, una decisión compartida por el Ministerio de Defensa. Llegamos a diciembre y no hubo modificación en ninguna de esas causas, entonces lo ratificamos. Es así. Hay algunas críticas y posiciones que respeto, y respeto a quienes la emiten, porque he coincidido con ellos, como en el caso del CELS, y hay otras que están claramente politizadas.
–¿Qué le parece la idea de Mario Ishii de que se restablezca el servicio militar obligatorio?
–Horrible… Me parece que es un debate que en la Argentina atrasa veinte años. El país ahora tiene un servicio militar voluntario, los chicos ingresan a los 18 o 19 años en las Fuerzas Armadas y se tienen que ir a los 28. Lo que nos sucede fundamentalmente en ese tiempo es que muchos de esos soldados voluntarios terminan incorporándose en forma permanente a las fuerzas. Mayoritariamente como suboficiales, aunque tenemos casos también de soldados voluntarios que siguen la carrera de oficiales. Eso es muy bueno para la fuerza, porque significa que la inversión logística, presupuestaria, de recursos humanos, termina redundando en forma positiva.
–Por último, ¿por qué plantea aplicar el sistema D’Hont para las primarias?
–El sistema de primarias dejó establecido que cada partido o frente electoral define cómo se distribuyen sus bancas dentro de ese frente. Es decir, si vos sacás de 0 a 24 por ciento, tus votos valen 0, y si sacás entre el 25 y el 49, tu voto vale 25. Si hay cuatro cargos, los tres primeros lugares son para el que gana y el cuarto para el que sacó más del 25 por ciento. Ahora bien, es contradictorio, porque afuera, en las elecciones generales, las bancas se distribuyen por el sistema D’Hont, en forma proporcional. Entonces, si queremos construir una primaria participativa y abarcativa, que todos tengan el incentivo de participar, no se puede tener hacia adentro un sistema de distribución más mezquino que el que se tiene hacia afuera. Porque si no, alguien puede decir que sus votos valen más afuera del Frente para la Victoria que adentro.
–¿Y eso se tiene que decidir en qué marco?
–En el reglamento electoral que conformemos, con el acuerdo de cada uno de los distritos. Lo que yo estoy planteando es una decisión política, y me parece que eso sería claramente beneficioso para todos. Si no, no va a faltar alguno que piense que le conviene más ir por afuera que por adentro del FPV. En Santa Fe que tenemos primarias desde el año 2007, es así: se define el orden por sistema D’Hont, dentro de las primarias.