Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa ... Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer.
Ernesto Guevara
Revolucionario cubano, expedicionario del Granma.
De origen proletario.
En 1953, emigra a Estados Unidos. En 1955, fue detenido, encarcelado y deportado a Cuba.
Se vincula a la rebeldía estudiantil y es herido de bala en una manifestación de protesta contra la tiranía batistiana. En 1956, fue detenido y torturado.
Volvió a Estados Unidos y de allí se dirigió a México. Inmediatamente se incorporó al grupo de Fidel que preparaba la expedición del Granma.
Después de la sorpresa de Alegría de Pío logra escalar la Sierra Maestra e incorporarse a los otros expedicionarios.
Participa en toda la campaña, en la cual alcanza -en abril de 1958- el grado de comandante.
Durante los meses de abril y mayo de 1958, lleva la guerra a los llanos de Bayamo. Regresa a la Sierra Maestra para enfrentar la ofensiva de la tiranía (24 mayo-18 agosto). Derrotada esta, Fidel le encomienda la arriesgada misión de realizar la invasión y llevar la guerra hasta la provincia de Pinar del Río.
Al frente de la columna invasora No. 2 Antonio Maceo, llega a Las Villas el 7 de octubre.
Recibe instrucciones de permanecer en esta provincia en apoyo a la columna invasora del Che y libra una victoriosa campaña que culmina con la toma de Yaguajay.
Participa en la Conferencia Nacional de Trabajadores Azucareros (20-21 diciembre de 1958).
Al producirse la huida de Batista y la traición de Cantillo, por orden de Fidel, toma el campamento militar de Columbia, principal fortaleza del país.
Al triunfo de la Revolución es aclamado por el pueblo como uno de sus héroes genuinos.
En enero de 1959 es designado jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde.
De una lealtad sin límites a la Revolución y a su máximo líder, en octubre marcha a Camagüey a desbaratar la conjura traidora de Hubert Matos.
El día 28 de octubre al volar desde Camagüey hacia La Habana, desaparece en el mar.
La inesperada desaparición de Camilo de ese 28 de octubre de 1959, poseedor de una hermosa y rica leyenda, que había sabido ganarse la admiración y el cariño de su pueblo, por sus hazañas y modestia, puso en tensión no solo las fuerzas oficiales sino que toda la nación se dedicó a su búsqueda, convencida de haber perdido algo que le pertenece.
Fueron 11 días de ininterrumpido trabajo dirigido personalmente por Fidel. Jornadas en las que todo el pueblo sufrió, al hacerse evidente, con el decursar de cada día, la dolorosa certidumbre de una desaparición definitiva.
Como consecuencia de una falsa noticia echada a rodar por los enemigos de la Revolución, al anunciar la radio que Camilo había sido encontrado, estalló la alegría de la espontánea emoción popular.
Fue aquella falaz noticia una acción de caracteres tan malvados y reaccionariamente sutiles que, luego de desmentida, el pueblo lloró unánimemente en montes y ciudades.
Sobre los hombros de los enemigos de la Revolución cayó la condena de la sensibilidad universal.
¿Por qué Camilo Cienfuegos ganó tan alto grado de admiración y cariño? ¿Por qué esa demostración masiva y espontánea del pueblo por encontrarlo?
Estas dos preguntas tienen una sola respuesta: el pueblo, la Revolución y Camilo fueron siempre factores inseparables de una misma causa.
Han transcurrido 45 años desde su triste pérdida, pero el tiempo, lejos de disipar esta huella, ha hecho cada día más concreta y definitiva su trascendencia en la conciencia política y la veneración patriótica de nuestro pueblo.
¿Por qué ha ocurrido esto?
La intensa vida revolucionaria de Camilo Cienfuegos experimentaba un acelerado proceso de maduración cuando la muerte súbita la tronchó prematuramente —a los 27 años de edad—, en el mismo momento en que la Revolución comenzaba la dura y decisiva etapa de su batalla frontal contra el imperialismo yanki y la contrarrevolución interna.
Ese proceso quedó truncado, pues, en el instante en que ya el jefe guerrillero invicto y audaz, alcanzaba también la talla de dirigente revolucionario íntegro y experimentado, entregado con todas sus fuerzas a la aplicación de la política de la Revolución y a la defensa de la causa del pueblo.
No olvidemos a Fidel cuando dijo: -Camilo seguirá viviendo en hombres como él, y en hombres que se inspiren en él. Esa premonitoria frase ha sido una realidad en las miles de vidas entregadas en defensa de la Revolución, en el cumplimiento del deber internacionalista, en los Cinco Héroes prisioneros del imperialismo y en los millones de cubanos dispuestos a reeditar su ejemplo.
Aunque cayó cuando todo en realidad estaba aún por hacer, Camilo es, y será siempre, para nuestro pueblo ese difícil modelo de lo máximo que puede dar un hombre entregado a la causa de la Revolución, y que se define en una sola palabra: VANGUARDIA.
Cuando el Partido de la Revolucion cubana comenzaba a dar los primeros pasos en su organización, precisamente, Fidel expresó: -Durante los años de lucha en las montañas, nosotros siempre nos preocupábamos mucho por nuestra vanguardia, porque tenía tareas muy especiales y muy importantes: era la primera unidad en chocar con el enemigo si se emboscaba en los caminos, cuidar la ruta, montar guardia permanentemente. ¡Y allí, en el pelotón de la vanguardia de nuestra Columna estaba Camilo! ¡Eso es el Partido: la Vanguardia!
Camilo, es cierto, no tenía la cultura de los libros, sino la inteligencia natural del pueblo. Durante su formación más temprana no parece haber estudiado la literatura marxista. Poseía, claro está, el denominador común que caracterizó a la Generación del Centenario que se lanzó a la lucha desde el zarpazo militar y en los años siguientes.
También, tenia una apasionada identificación con las ideas martianas, un ansia irreductible por alcanzar para Cuba el sueño de una plena soberanía, el amor a la fraternidad humana, a la dignidad y a la honestidad de los hombres; dignidad y honestidad pública que había trazado maravillosa y estupendamente el Maestro.
Llevó a la lucha el instinto revolucionario de su hogar obrero, el amor a la causa de los humildes y explotados, la más absoluta pureza de ideales y el repudio hacia la explotación y la dominación imperialistas, los cuales no solo sufrió en carne propia como trabajador en Cuba —donde llegado el momento supo estrechar filas con los que estaban dispuestos a todo—, sino también como emigrado forzoso, en Estados Unidos.
Se formó política e ideológicamente a través de su vida de obrero explotado —en Cuba y en Estados Unidos—, así como en los campos de batalla de nuestro glorioso Ejército Rebelde.
A su lado, creciendo junto a él, estuvo de manera excepcional el magisterio exigente y profundo de Fidel y del Che.
Figura de vanguardia, era motor impulsor del avance y la profundidad de todo el proceso revolucionario; pero, al mismo tiempo, recibía de este —de la lucha contra el enemigo interno y externo, de la estrecha relación con las masas y del vínculo entrañable con Fidel y demás compañeros de la Revolución— el impulso que lo convertía en un dirigente político popular cada día más pleno, más profundo, más integral.
(sigue en la edición de mañana)