Tú verás la patria nueva. Verás cosas que nosotros no veremos... ya nosotros seremos sabana, seremos viento. Hugo Chávez a una niña.
Chávez será irreemplazable. No fue la clase de hombre que los biógrafos estudian como una excentricidad sin carnadura. Fue de los hombres cuya siembra cambia la topografía de la Patria.
¿Cómo será nuestra Patria sin él?
Es que ya nunca estará sin él.
Porque Chávez es un patriota de nuestra patria. Es algo que ya se dijo pero que se dice ahora de modo radicalmente nuevo. Como nunca. Negando la idea de la historia como ciclos de eternos retornos. Patria es Nuestra América. Nuestra América martiana. Del Sur del Río Bravo hasta la Patagonia. Las emancipaciones nacionales (de muchas naciones) es la derrota de los patriotas de la independencia que querían la patria grande, decía Abelardo Ramos.
Esa idea fue renovada por Chávez, por Kirchner, por Lula, por Correa, por Daniel Ortega, por Evo y como una marea irresistible coronó en el proyecto de la UNASUR y, con la impronta anfictiónica de Chávez, en la CELAC.
No se puede dejar de mencionar las groserías y barbaridades que se dijeron de él. Fue atacado como nadie. Enanos éticos e intelectuales utilizaron ampliamente pantallas, radios o diarios para insultarlo. No para discutir, no para contradecirlo; para insultarlo. El papel de los medios concentrados de comunicación masiva en la construcción de una chusma idiota que las corporaciones utilizan como remedo de los tanques de antaño sigue siendo el principal problema de nuestra democracia.
Chávez como teórico. Chávez ha sido tipificado como muchas cosas, no ha sido destacada su dimensión como teórico político. ¡Y vaya si la tiene! Resume y crea una nueva doctrina política. Una doctrina que abreva en todas las doctrinas socialistas, en los textos de los patriotas seguramente encarnados de modo más visible pero no único en Simón Bolivar, y resulta al mismo tiempo inimaginable sin la experiencia histórica del fracaso estrepitoso del neoliberalismo y sin la resistencia intelectual latinoamericanista de, entre otros, nuestro querido Arturo Roig. Don Arturo y su tesonera labor de la construcción de una filosofía latinoamericana no pueden faltar en el recuento. Todas estas tradiciones fueron sintetizadas e interpretadas de modo original por el gran bolivariano.
Aventurar el futuro es siempre riesgoso, desaconsejable. Lo que puede decirse es que estas ideas están más fuertes que nunca. Que están metidas hasta el tuétano en los pueblos. Que en cualquier casita de un barrio humilde está creciendo otro patriota que mira a los ojos y pregunta. Y pregunta aquello que el capitalismo y la concentración no puede responder.
¿Cuál es el piso mínimo de dignidad para compartir una sociedad? ¿Cómo construimos un pueblo? ¿Qué nos une? ¿Por qué sometidos al extranjero? ¿Por qué sometidos al capital? Que pregunta y se rebela ante lo injusto. Y que organiza su pueblo, su comunidad. Y que pone lo obvio sobre la mesa. Pone lo que de humanos tenemos todos para contradecir una sociedad injusta.
Como todo el mundo sabe, la mirada sobre Chávez dice mucho sobre dónde se está parado en la política interna. Es lógico, siempre es así. El extraño sentido de la oportunidad de Binner no invalida la pertinencia de su aserto. Él hubiera votado por Capriles.
A mi gusto hay dos palabras que silban en el viento, con cierto acento caribeño y que será difícil no escuchar. Soberanía e igualdad.
No parece demasiado simple volver a ver en el corto plazo políticas de “relaciones carnales”, al menos sin que a buena parte del pueblo le produzca una vergüenza radical. Bueno, hay quien quiere pedirle prestado al Fondo Monetario... Tampoco parece factible la implementación de políticas de exclusión explícita (como las que ya vivimos) sin una rebelión popular.
Creo que el legado de Chávez está allí como inspiración humanista y civilizatoria.
¿Cómo será futuro? No lo sé. Sólo sé que Nicolás Maduro, el nuevo presidente venezolano, tiene la misma pasta que el héroe de los de abajo que se nos fue.