Con pequeños gestos, Jorge Mario Bergoglio está inaugurando una era de cambios. Para Juan Pablo Cafiero, la elección del ex arzobispo de Buenos Aires como nuevo líder de la Iglesia Católica cambiará el peso específico de América Latina en el mundo y está "generando una revolución dentro la curia romana que mucha gente pide y reclama hace tiempo". En esta charla con Tiempo Argentino, el embajador argentino en el Vaticano aseguró que el Papa Francisco dará "respuesta a las cuestiones complejas y difíciles" de nuestros tiempos y festejó que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner viaje a Roma con representantes de todos los poderes del Estado, del oficialismo, la oposición y las provincias, para inaugurar este nuevo pontificado: que abre un camino de esperanza para nuestro país y la región.
–¿Cómo ve la designación de Jorge Bergoglio?
–La designación la veo muy positiva, porque creo que la Iglesia comienza a mirar hacia América Latina: el catolicismo ve el peso específico que está adquiriendo América Latina en el mundo y comienza a tomar conciencia de lo que puede ofrecerle esta región al conjunto del catolicismo. En particular, surge la figura del cardenal Jorge Bergoglio, del Papa Francisco, como el hombre más destacado de toda la región, que ya tenía su fuerza en Roma. Yo lo viví en estos años acá, fui conociendo el prestigio que tiene el ex arzobispo de Buenos Aires, que en el Vaticano siempre fue muy alto.
–¿Es suficiente tener prestigio para contrabalancear el poder la curia romana que pareciera no estar de su lado?
–Él siempre se manifestó, incluso en Argentina, como muy lejano al mundo de los juegos de poder, del manejo típicamente superestructural, siempre se mostró distante de todo eso. Él hará que prevalezca su estilo y no creo que entre en estas viejas lógicas y luchas de poder.
–¿Qué piensa de las acusaciones de ciertos sectores hacia Bergoglio?
–Yo escuché testimonios de personas que me resultan muy valederas, como el de Adolfo Pérez Esquivel, Alicia Oliveira, Graciela Fernández Meijide… Pero también creo que a los otros testimonios no se los puede obviar. Creo que es un error, pero no por el tema de los Derechos Humanos, poner la cuestión de la política doméstica, hacer que cuestiones internas pesen en este momento y en el inicio del pontificado del Papa Francisco. Siento que hay que pensar en otra dimensión lo que está sucediendo.
–Además, representa algo importante no sólo para Argentina, sino para toda la región…
–Representa algo importante para el mundo. El Papa Francisco está ya produciendo un cambio con todos los gestos de estas últimas horas: el viajar en el colectivo junto con sus colegas pocos minutos después de su elección, pagar la cuenta del hotel en el que se alojaba antes del cónclave, no usar una cruz de oro y su deseo de estar entre la gente. Él está generando una revolución dentro la curia romana que mucha gente pidió y reclamó, y ahora la está haciendo él: la está materializando y creo que estos son méritos que deben ya adjudicarse a una línea pastoral, que es la línea que está siguiendo Bergoglio, que es interesantísima y que es aplaudida por la base católica que apoya sus decisiones, esto hay que entenderlo. Además, el padre Lombardi (el portavoz del Vaticano) dijo que Bergoglio desmintió que tuviera alguna imputación… Puede haber opiniones divididas. Yo leí algunas opiniones y también otras, no es que me olvide de las otras. Creo que tener un Papa nos tiene que llevar a iniciar un camino con esperanza. Es decir, esta dimensión que han tomado las cosas, en donde el Papa Francisco es el cardenal Bergoglio, donde la presidenta Cristina Fernández de Kirchner viene en nombre de los argentinos a saludarlo al inicio de su pontificado… Hay que ver en ese escenario la nueva situación. Y esa nueva situación impone un clima de esperanza, no es un clima de ofuscación. La esperanza le va hacer vivir al nuevo pontífice de manera distinta los grandes desafíos que tiene por delante y a la Argentina, al gobierno argentino y a la dirigencia argentina, le va hacer también vivir dentro de esa esperanza, de manera distinta, también los desafíos que tiene que afrontar todos los días luchando contra tantas cosas.
–Muchos de los gestos que en estas horas hizo Bergoglio pueden parecer pequeños pero podrían tener un efecto dominó sobre la clase política. Acá, en Italia, la gente pide a gritos un "gesto"…
–Si uno vivió la campaña electoral acá, pero también en cualquier otro país del mundo, es evidente que es necesario un cambio. Por eso mismo, de Bergoglio hay que hablar del Bergoglio presente: del Papa Francisco. Que haya habido dificultades entre él y el gobierno, bueno, no se puede poner debajo de la alfombra porque son datos de la realidad, pero hoy creo que hay que vivir esta nueva dimensión: que Bergoglio es un sacerdote argentino, que llega a la cumbre, que llega a ser Papa y que merece el respeto de todos nosotros y el apoyo de todos nosotros. Por eso, me pareció muy positivo que la presidenta Kirchner, con un acto prácticamente reflejo, lo haya felicitado y que venga encabezando la delegación argentina. Y que en el viaje, desde la Argentina, vengan representantes de todos los poderes del Estado argentino: del oficialismo, de la oposición, de las provincias. Me parece que estamos en una escala de pensamiento y de entender lo que está sucediendo, que es de otra dimensión. Cuando uno ve que la política doméstica trata de decir otras cosas acá, siente que no refleja lo que hoy la Iglesia Católica está esperando de este Papa. Está esperando estas acciones, que son urgentes e importante, y él las está llevando adelante y son las que verdaderamente tienen mucho valor frente al presente.
–¿Cómo piensa que cambiará la relación entre Argentina y el Vaticano? ¿Cada vez que al Papa le pase algo todos estaremos hablando de eso?
–Y sí, de alguna forma nos cambia a todos, porque es un Papa de nuestra nacionalidad, de nuestro país, de nuestra región. Va estar bajo los focos y la lupa de la opinión pública mundial y, en consecuencia, eso va a tener una repercusión inevitable en la vida social de la Argentina. Creo que este va a ser un acontecimiento natural: que naturalmente se va a dar y es irrefrenable.
–Se dice que el Papa Francisco es un conservador para los estándares de la Iglesia argentina pero que es un reformista, según los parámetros de la Santa Sede. ¿Cree que Bergoglio hará grandes cambios como Obispo de Roma? ¿Cómo influirá su figura y estilo?
–Creo que es ampliamente auspicioso y positivo el panorama que viene por delante, con grandes desafíos. No es un camino pavimentado el que tiene por delante.
–¿Cuáles son estos grandes desafíos?
–Los grandes desafíos del cristianismo están vinculados a la contribución de las religiones en la paz en el mundo: todavía hay espacios del mundo que están viviendo conflictos bélicos y donde las religiones podrían operar en función de la paz. Creo que el Papa Francisco puede ser un pontífice que sinceramente convoque a un diálogo, porque siempre ha reclamado crear espacios de diálogo. Siempre lo ha reclamado, en la Iglesia, pero a partir del testimonio personal que él está dando ahora, con estas renuncias a cuestiones materiales, es mucho más fuerte para decir "Bueno, me siento en capacidad, con honestidad, de solicitar un diálogo sobre los temas que están pendientes." Creo que naturalmente se va a acercar a aspectos que son reclamados por el mundo moderno y seguramente habrá una teología específica que encuentre el modo de acercarse a los temas de estos nuevos tiempos. Los cambios quizás deberán ser implementados pausadamente pero deberán dar una respuesta, deberán contemplar las complejas y difíciles situaciones que la Iglesia Católica enfrenta en todo el mundo.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 17 de marzo de 2013)