CANCION / La voz de Buenos Aires / Escribe: Eladia Blázquez






En sus propias palabras, la gran poetiza hablaba de este modo:

Como compuse canciones de muchos estilos, los intérpretes también lo fueron. Primero la canción española, luego fue la melódica y sudamericana; más tarde el folklore y finalmente el tango y la balada. Muchas veces me preguntaron, cómo se produce el hecho de la creación, en mi caso, o si tengo alguna fórmula para componer. No!. En absoluto. La creación es un estado mágico, una fuga de la realidad. Hay momentos en que la inspiración puede darse sin buscarla, pero no es lo más frecuente; lo común es sentarse a trabajar para obtener mejores resultados. Solo en dos oportunidades recuerdo que los temas brotaron como si me los dictaran, uno fue mi blues “Humo y alcohol” y el otro el tango “Sin piel”.

En una carrera larga como la mía, es normal que haya conocido a muchas figuras, desde los comienzos. Cuando era niña no podía medir lo que ellos iban a llegar a ser, ni siquiera yo misma soñaba con llegar al 2000 actuando. Recuerdo el viejo patio de la casona donde funcionaba Radio Argentina, mis escapadas a la sala de ensayo para buscar melodías en el piano con mis dedos pequeños y recuerdo a un guapísimo jóven que me alzaba a cococho, porque le hacía gracia que siendo tan niña mostrara tanta vocación por la música; era Hugo del Carril.

Pero seguirá quedando en el misterio, mi vuelco al tango, siendo hija de inmigrantes, criada en las costumbres españolas, y nacida en el barrio sur de Avellaneda. Tal vez sea por todo ello. Nunca fui artista de grandes “booms”, ni de éxito fácil. Más bien todo lo contrario. Mi carrera se amasó en el esfuerzo. Pero me di cuenta que en el tiempo, es una condición para perdurar.

Desde hace 25 años, vengo recibiendo premios y distinciones que mas allá del halago que me producen, marcan inexorablemente un largo camino recorrido.


¡Así nació!...
De una amalgama que después la conformó
mezcla de gaucho y de la gente que llegó,
con la añoranza de otros sones.

¡Así nació!...
Dulce milonga que del alma se prendió,
como una rosa que de pronto floreció
con un perfume a bandoneones.

¡Así nació!...
Por el deseo de su propia identidad
amasijada con el barro y la humedad
de un arrabal de luna y fango.

¡Después creció!...
De sus entrañas otro son se desprendió,
y cuenta un ángel que después que lo acunó
le dijo al hijo... ¡Vamos tango!

¡Vamos!... Somos amos de la aldea...
¡Vamos!... a inventarles las corcheas
y los versos y el reverso
de la musa triste y rea.
Que la ciudad,
palpite siempre con el pulso de los dos...
Porque es un modo de ganar la libertad
¡que Buenos Aires tenga voz!...

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