En los últimos tiempos hemos asistido a una cascada de pronunciamientos solicitando se quite de su lugar en la Diagonal Sur el monumento de Julio A. Roca, asimismo se plantea que los billetes de 100 $ dejen de llevar su imagen, básicamente bajo la acusación de ser un genocida de los pueblos originarios a raíz de la Campaña del Desierto y de haber sido el jefe de la oligarquía argentina.
Durante años, la historiografía oficial sostuvo la figura de Roca como el del fundador del Estado argentino y en él y en los hombres de la generación del 80, a los fundadores de una supuesta Argentina arcádica de las mieses y las vacas, que nos llevó a ser uno de los países mas modernos y ricos a principios del siglo XX, a la par de Australia o Canadá, país que fue destruido luego por la demagogia yrigoyeneana y la chusma populista del peronismo.
Ambas corrientes coinciden en parte del diagnóstico, Roca y los hombres del 80 fueron los fundadores de la república oligárquica soñada por prohombres como Rivadavia y Sarmiento, que terminó con la anarquía caudillesca introduciendo a nuestro país a la modernidad, unos lo exaltan y otros lo detestan por eso.
Coincidamos que en sus comienzos el revisionismo histórico, cometió un pecado que lo condujo a errores y horrores, no cuestionó las conclusiones de la historia mitrista, no revisó seriamente su relato, lo aceptó como real y se paró en las antípodas. Si Saavedra era un militar adusto y conservador, casi monárquico, frente al jacobinismo de Moreno y Castelli en la iconografía de la revista Billiken, estos se volvieron liberales afrancesados y antinacionales frente a un Saavedra partidario de la tradición hispánica. Si Rosas fue un tirano sangriento para la historia oficial y los caudillos la barbarie, para el revisionismo estos fueron la encarnación de la patria y la identidad nacional frente a los unitarios vendepatria.
Mas allá de coincidir o no con algunas de estas definiciones lo cierto es que consistía en aceptar los datos y afirmaciones del tristemente célebre fundador de la ¨tribuna de doctrina¨ e invertir la valoración, todo lo que él canonizaba debería ser detestable y lo que él condenaba, los verdaderos símbolos de la nacionalidad.
Debieron pasar muchos años para que despuntaran visiones cuestionadoras de este maniqueísmo, voces que se cuestionaran esta biblioteca, que se preguntaran, ¿Moreno era realmente liberal?, ¿como se conjugan ¨La representación de los hacendados¨ y el ¨Plan revolucionario de Operaciones¨?, Rivadavia, ¿era un adelantado para su tiempo?, San Martín, ¿era un hombre impoluto y apolítico o un militante de la causa americana?, ¿fueron lo mismo Rosas, Felipe Varela y el Chacho?, no con el afán de construir nuevos altares sino de entender realmente los móviles, intereses y razones de los procesos históricos.
La etapa que comienza con la batalla de Caseros y culmina con la federalización de Buenos Aires tiene una riqueza medular y el período que va desde aquí hasta la crisis de 1930, también espera aún mucho debate, investigación y rigor histórico en su evaluación.
Hay una cuestión que quiero señalar aunque no voy a profundizar en su análisis porque merece, sin lugar a dudas un estudio particular y serio , es la del ¨genocidio de los pueblos originarios¨, tan en boga últimamente, solo digo que sería interesante que el debate alcanzara los tres siglos que van desde los primeros colonizadores hasta la Campaña al desierto, en esa tragedia que desembocaría en la conformación de nuestra ¨criollez¨como resultado del intercambio racial de españoles, indios, inmigrantes, negros, existe una riqueza y un destino de aporte a nuestra identidad, ver como las distintas etnias se combatieron entre ellas y a los ¨huincas¨, se aliaron con éstos y rompieron esos acuerdos al ritmo de nuestras luchas civiles, los pactos y campañas de exterminio de Rosas, Alsina y Roca, y las matanzas entre ellos mismos permitirían tener una visión mas certera de la realidad.
Valga un ejemplo, un hombre indudablemente honesto como Osvaldo Bayer ha difundido una historia según la cual un tal Arbolito, joven indio que resistía a un asesino llamado Rauch, lo degüella en una emboscada, eso lleva a que por ejemplo exista un grupo musical juvenil que lleva el nombre del héroe originario, sin embargo Rauch era un oficial de Lavalle que luego del magnicidio de Navarro, no perseguía indios sino federales y que fue muerto en una emboscada por indios que aliados a Rosas combatían a las tropas de Lavalle, y su ejecutor no se llamaba Arbolito sino que era el capitán indio Nicasio Maciel, del grupo de Catriel, parte de las fuerzas irregulares federales con las que actuaban las indiadas de Pichiloncoy, Collinao y otros caciques. (1)
Pero vamos de una vez a nuestro tema, ¿Quién fue Roca, un prohombre o un oligarca genocida?, me permito adelantar que creo que ninguna de las dos cosas,
En primer lugar debemos tener muy en claro que los sectores dominantes de la Argentina estaban encarnados por una parte por la burguesía comercial del puerto de Buenos Aires, conformada desde la época del virreinato en que llenó de túneles las barrancas de la ciudad puerto para romper el bloqueo español a través del contrabando con buques ingleses. Tan anglófila era que en 1806 se desvivió por recibir en sus salones a la oficialidad invasora y brilló por su ausencia tanto en la reconquista de la ciudad como un año mas tarde en su defensa.
A partir del monopolio de la aduana fue factor principal en la ruina de las economías provinciales, la posesión de esa situación y la distribución de esa renta es la causa de las luchas civiles hasta 1880.
El otro componente es el sector latifundista de la Provincia de Buenos Aires, siguiendo a Hernández Arregui (2), vemos que en 1774 sobre una población de 6083 habitantes, solo 186 eran propietarios. Luego de la Revolución de Mayo con el Decreto rivadaviano del 17 de abril de 1822, se consolida esta propiedad oligárquica. Sin embargo es notable el proceso que se da después de Caseros, entre 1854 y 1864, con el pretexto de investigar las adjudicaciones hechas por Rosas, miles de hectáreas fueron confiscadas, vendidas o arrendadas y en 1857, se liquida el régimen enfitéutico, suplantándolo por la Ley de Arriendos.
Esta alianza de comerciantes contrabandistas y terratenientes que arrasó con las provincias, soportó y combatió a Rosas aliándose a Francia y Gran Bretaña, abandonó la emancipación americana traicionando a San Martín y Artigas, dio la espalda a la Banda Oriental permitiendo que la diplomacia británica creara el Uruguay, tuvo en el partido unitario y sus hombres de “casaca negra” (los Florencio Varela, Manuel J. García, etc.)los instrumentos para sellar a sangre y fuego la semicolonia británica.
En el interior existía una aristocracia provinciana, heredera de las distintas corrientes colonizadoras españolas, vinculada a las economías locales, que osciló entre el enfrentamiento y el vasallaje con Buenos Aires, de ella surgieron los caudillos federales.
Masacrado el gauchaje por la barbarie mitrista y sarmientina, luego de la traición de Urquiza en Pavón, gracias a la incorporación de los fusiles Rémington al ejército de línea, vaya de paso una aclaración, no fue la zamba lo que utilizó Taboada en Pozo de Vargas para destruir a Felipe Varela, sino estas armas, ni tampoco que este “matando llega y se va”, sino que era un patriota que levantaba su bandera de “Unidad Americana” para oponerse al vergonzoso genocidio del heroico pueblo paraguayo. Son hijos de esta aristocracia provinciana los que recalaron en Entre Ríos, en el colegio Nacional y la Universidad de Paraná se forjaron los Hernández, Guido y Spano, Cané y era un adolescente tucumano, Julio Argentino Roca, hijo de un guerrero de la independencia, cuando le solicita a Urquiza ser incorporado a las tropas y con al grado de alférez a los dieciséis años combate en Cepeda y años mas tarde alcanza su reconocimiento en Pavón cuando no rinde la batería a su cargo ni aún después de la retirada del entrerriano, logrando romper el cerco y llegar a Rosario con sus hombres y el cañón(3)
1874, Mitrismo y gobierno de Avellaneda
En las postrimerías del gobierno de Sarmiento, Mitre y Avellaneda se enfrentan por la sucesión, proclamado por los universitarios de Córdoba Avellaneda encarnaba las aspiraciones de las provincias y triunfa ampliamente. Mitre rodeado por la juventud dorada de la ciudad puerto solo triunfa en la provincia de Buenos Aires, Santiago del Estero y San Juan, rechaza los resultados y se levanta en armas, secundado por el asesino de gauchos Arredondo, que toma San Luis haciendo asesinar por la soldadesca al general Ivanovsky, en Villa Mercedes. Taboada, el sempiterno aliado de Mitre se subleva en Santiago del Estero y éste acompañado por un ejército de 6000 soldados, desembarca en el Tuyú, sin embargo, haciendo gala una vez mas de su torpeza e incompetencia militar, es derrotado en la batalla de La Verde por el comandante Arias al mando de…600 milicianos. Roca destroza a Arredondo y Mitre se rinde finalizando el intento de golpe.
La Buenos Aires que recibe a Avellaneda estaba plagada de contradicciones, mientras llegaban miles de inmigrantes y se fundaba la sección francesa de la Internacional Socialista en la calle Belgrano al 400 (4), el cacique Calfucurá negociaba con el Ministro de Guerra los términos de acuerdos de paz y Anchorena, construía su mansión de estilo semiitaliano, con patios de mármol llenos de palmeras, fuentes y una gran esfera de vidrio opaco de monstruosas proporciones. (5)
Argentina recibió los coletazos de la crisis económica mundial, como sucedería luego en 1930, junto al Uruguay constituían dos semicolonias privilegiadas del imperio, los sectores dominantes y una incipiente clase media disfrutaban de los excedentes de la renta agraria y nunca conocieron la barbarie que la flema británica desarrolló por ejemplo en la India o en Medio Oriente, sin embargo no lograrían sustraerse a la crisis y con ella nace el clamor por poner en marcha una política industrial que resultará en la primera legislación proteccionista desde la Ley de Aduanas de Rosas.
Junto con la legislación aparece una corriente intelectual sostenedora de estas ideas, José y Rafael Hernández estarán a la cabeza y junto a ellos, Vicente Fidel López, Roque Sáenz Peña, Estanislao Zeballos, Carlos Pellegrini, Lucio V. Mansilla y otros, frente a ellos se levanta el partido Liberal, Mitre y su órgano oficial el diario La Nación. No es tema central de este artículo, pero este debate es el antecedente mas claro de los sucesos de 1880 y 1890, y constituye uno de los momentos mas brillantes de los “jóvenes de Paraná” enfrentados a la rosca oligárquica pro británica, cuya cabeza era, cuando no, Don Bartolo
Este largo relato solo pretende poner claridad acerca de la diferencia de orígenes, intereses, pertenencia y representación que podemos sintetizar en las figuras de Mitre y Roca, mas allá de claudicaciones posteriores, representaron diferentes bloques históricos y eso se verá con mas claridad con motivo de la federalización de Buenos Aires, ignorarlo u ocultarlo ha sido la política de la “intelligentsia” portuaria hasta ahora.
La presidencia de Avellaneda estuvo atravesada por un problema subsistente desde el virreinato ¿de quien era Buenos Aires?, y todos eran contestes que en el siguiente turno presidencial iría a jugarse ese tema medular, o la Nación recuperaba su capital histórica o la provincia seguiría reteniendo en sus manos esa enorme cabeza alimentada con la savia de todo el país, Roca sostenía que “El foco del sentimiento nacional se encuentra en Córdoba, todavía no ha podido arraigar en Buenos Aires, donde los argentinos son una minoría y los intereses extranjeros predominan” y hasta el propio Sarmiento, siempre atravesado por la contradicción entre sus orígenes provincianos y su “aporteñamiento” decía que “…en Buenos Aires no está la Nación, porque es una provincia de extranjeros…”(6).
Mientras tanto seguía irresuelto el problema del indio en la frontera sur, que ora asolaba las poblaciones en malones ora negociaba ventajas apostando por uno u otro bando de nuestras luchas civiles, el ministro de Guerra de Avellaneda, era Adolfo Alsina, caudillo autonomista de la Pcia. de Buenos Aires, que había oscilado permanentemente entre los bandos en disputa, la proximidad de la renovación de la gobernación en la provincia lo empujó a un acuerdo con Mitre en lo que se llamó la Conciliación y que desembocó en la candidatura de Tejedor, estos hechos provocaron una ruptura en el partido Autonomista encabezada entre otros por Dardo Rocha y Aristóbulo del Valle, este último funda el Partido Republicano y se aleja de Alsina, acompañado por Leandro Alem y un joven Hipólito Irigoyen.
Alsina había ideado para detener los malones un sistema defensivo de posiciones fijas, la célebre línea de fortines, si el Martín Fierro no resulta suficiente podemos buscar en el Comandante Prado y sus obras “La Guerra al Malón” y “La Campaña del Desierto” una descripción del horror de la vida en los fortines donde iban a parar los gauchos desalojados de la tierra y el pobrerío, “…si alguien de afuera nos hubiera visto formados se habría preguntado que hordas de forajidos éramos. No había dos soldados vestidos de igual manera…los de este grupo tenían envueltos los pies con pedazos de cuero de carnero; aquellos otros descalzos. Lo único uniforme y limpio eran los caballos y las armas.”(7).
Alsina muere en ejercicio del ministerio y llega la hora de Roca que asume en el Ministerio de Guerra y cambia drásticamente la estrategia, abandona la línea de fortines y el zanjón y avanza hacia el sur con ese ejército fogueado en las trincheras de Curupaytí, integrado por oficiales con bota de potro (Racedo), que habían alcanzado sus galones en el campo de Batalla ya que aún no existía el Colegio Militar, los famosos “chinos” de Roca (hoy se les llamaría “cabezas” ayer “cabecitas”).
La Campaña del desierto, debería ser tema de un artículo en especial, solo quiero aclarar que rechazo tanto la visión oligárquica que a caballo de las descripciones de Estanislao Zeballos y otros nos muestras una horda de salvajes asesinos, violadores y desolladores de inocentes colonos a los que había que eliminar sí o sí para llevar la civilización del alambrado y la estancia a esos territorios, como la visión indigenista que pretende que estamos ante hombres buenos en estado de naturaleza, salvajemente asesinados en masa por querer mantener su cultura y el territorio de sus ancestros.
Comparto la visión de Ramos cuando sostiene que “ Toda la estructura agraria del país en proceso de unificación exigía la eliminación de la frontera móvil nacida en la guerra del indio, la seguridad para los campos, la soberanía efectiva frente a los chilenos y la extensión del capitalismo hasta el Río Negro y los Andes…en definitiva las anomalías y fricciones con Chile obedecían en esa época a la presencia de esos pueblos nómades que atravesaban esos valles cordilleranos, alimentaban con ganado de malón el comercio chileno del sur y suscitaban cuestiones de cancillería”(8)
Rosas lo había intentado con los recursos de su época con bastante éxito, Mitre fracasó en su intento de invasión debido a su proverbial ineptitud y soberbia y Sarmiento prefirió el genocidio del gauchaje, del que por cierto no se ocupan nuestros defensores de los “pueblos originarios”,
La campaña de Roca por una parte incorpora al control nacional mas de 20.000 leguas de tierra, somete a mas de 12.000 indios, interna la frontera sur hasta el Río Negro y por otra libera de su esclavitud a miles de “soldados de frontera” la maldición de época que describe tan bien Hernández. El destino final de esos territorios es un tema de discusión diferente, pero ya sea por ignorancia o por mala intención todavía muchos sostienen que esa es la génesis de la oligarquía cuando como hemos visto ya llevaba un siglo de formación. Que se extienda en sus dominios y termine apropiándose de muchos de esos territorios o hayan caído en manos de agentes de compañías extranjeros es una consecuencia del fracaso y posterior claudicación de la generación del 80.
(continua en la edición de mañana)