HISTORIA / Perón y su tarea modelizadora a través de la Secretaría de Trabajo / Escribe: Jorge Bolívar






El golpe de Estado del 4 de junio de 1943 es el único de nuestra historia que ofreció, después de varias marchas y contramarchas, una salida democrática positiva.

Concebido para enfrentar las dificultades de una grave situación exterior dominada por la Segunda Guerra Mundial y para reorganizar las fuerzas nacionales económicas y políticas en función de las cercanas necesidades de una compleja posguerra, lo esencial de su historia no va a ocurrir en los lugares en los que más se disputaba el poder: la Presidencia de la Nación, el Ministerio de Relaciones Exteriores o el Ministerio de Guerra, sino en una, en principio humilde, Secretaría de Trabajo, a la que, como todos los historiadores reconocen, se autopropuso para conducirla el entonces coronel Perón.


El Proyecto de la Justicia Social, como lo denomina Gustavo Cirigliano en su estudio histórico realizado a través de los siete proyectos que constituyen finalmente nuestra argentinidad, va a vertebrarse por medio de un estratega que advierte que, en esa época de grandes cambios, el problema fundamental de la posguerra va a ser la cuestión social.

En función de ese pensamiento rector comienza a trabajar intensamente en la vertebración de una nueva Argentina.

A modelizarla en cuestiones esenciales de organización y relaciones del trabajo, de previsión jubilatoria para mayores y también de prevención de salud y escolaridad de menores, para que no fueran explotados; en revalorización y apoyo a la industria nacional, en relacionar a los polos indebidos e ideológicamente opuestos de capital y trabajo.


La tarea organizadora y modelizadora de esa secretaría bajo la conducción de Perón fue tan basta que hasta llegó a encarar bajo su órbita la extirpación del conventillo tradicional a través del Consejo Nacional de la Vivienda dependiente de la citada Secretaría, la cual debía encargarse de la construcción de viviendas populares.

La justicia social, como norma ética de la comunidad patriótica argentina, alcanzó un vigor notable y se convirtió, en cierta manera, en el alma del nuevo Proyecto Nacional que se haría visible políticamente tiempo después, el 17 de Octubre de 1945.

Oscar Castellucci, en el estudio que de este Proyecto Nacional realizara para la edición del Proyecto Umbral, recoge con acierto las palabras de Evita en su “Historia del Peronismo”.

Ésta afirma: El peronismo no nació para mí, el 4 de junio de 1943, pero tampoco nació el 17 de Octubre (...) Creo que no nos equivocamos si decimos que el peronismo empezó a nacer cuando Perón entró a la Secretaría de Trabajo y Previsión, o sea cuando se reorganizó el viejo Departamento Nacional de Trabajo. Desde ese día los obreros, o sea el pueblo, empezaron a formar una sola fuerza con Perón.”

Los viejos historiadores argentinos no siempre se han lucido con esta etapa modelizadora y preparatoria del gran Proyecto Nacional que, convertido en Movimiento Histórico, el peronismo llevó adelante.

Quizá hayan sido dos investigadores extranjeros los que más datos aportaron para la comprensión de esta etapa. Me refiero al libro de Robert Potash, “Perón y el GOU. Los documentos de una logia secreta” y al de Loris Zanatta, “Perón y el mito de la Nación Católica”.


No fueron los únicos en hacerlo, pero contribuyeron a que los investigadores más jóvenes pudieran visualizar con mayor profundidad las líneas fundamentales del proceso histórico, confundidas muchas veces por las pujas internas del Ejército y por las pujas, más públicas, de la Iglesia argentina y del nacionalismo católico.

Bueno es recordar en estos últimos días de noviembre, ese momento, aparentemente tan humilde en su orden burocrático-institucional, y, sin embargo, tan trascendente para nuestra existencialidad nacional y popular.

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