El cóctel que la sociedad española terminara por organizar, tras la muerte de Francisco Franco en 1975, ha estallado. Una corrupción que salpica a todos los poderosos, incluida la casa real y los bancos europeos más prestigiosos; una especulación financiera apalancada en ladrillos de baja calidad y por tanto invendibles, a no ser a hombres y mujeres que no los pueden pagar porque están desocupados.
Una despolitización profunda que impidió al juez Baltasar Garzón “averiguar” el destino de los ocupantes de fosas comunes generadas durante la Guerra Civil (1936 – 1939) y que terminó por ser la causa encubierta de su destitución a manos de una derecha ciega, sin olvidar que fue defendido a regañadientes por una izquierda liberal descompuesta; con un modelo productivo sostenido en la venta de servicios turísticos para beneficiarios del welfare state europeo, sin sustento industrial serio, España no pudo evitar la bancarrota; y en consecuencia, el gobierno conservador tambalea a siete meses de su arribo al poder.
Miles de hombres y mujeres, empleados públicos y mineros, policías y bomberos, con la sola protección de la Brigada Antidisturbios, cuerpo de élite incapaz de contener semejante marejada humana, salieron el viernes pasado a las calles a manifestar su profunda indignación contra el gobierno de Mariano Rajoy. Desde el atentado de Atocha no se registraba tanta unanimidad en las calles, ni tanta voluntad de cambiar las cosas; tan es así que direcciones sindicales históricamente incapaces de actuar en consuno marcharon juntas al grito de “somos más”. Con un añadido no menor: votantes de derecha tradicional se consideraban estafados, ellos lo cuentan de ese modo, ya que el PP aplicó medidas de ajuste, como la anulación de los aguinaldos de los empleados públicos, no contempladas en su plataforma electoral, y por tanto marcharon junto a los sindicatos.
El enloquecido patrón de comportamiento sistémico también quedó registrado en las pizarras de la Bolsa, donde el jueves –horas antes de la masiva manifestación del viernes– la madrileña, en sintonía con todas las principales bolsas del mundo, subía, para derrumbarse estrepitosamente después, mientras el riesgo país superaba los 600 puntos porcentuales, récord histórico español absoluto. Tan es así que el propio Rajoy, quien no es precisamente una saeta en materia de comprensión política, admitió que la política del recorte no era sostenible en el tiempo, mientras el temor al contagio, en particular con Italia, crece de continuo.
LAS NOTICIAS DEL INCENDIO. Una categórica respuesta popular al “que se jodan” de la cínica parlamentaria del Partido Popular, recorrió las calles. Cientos de miles de trabajadores españoles se lanzaron en 80 ciudades organizando una gigantesca manifestación nacional de protesta. En el Parlamento, la mayoría absoluta del Partido Popular aprobaba los recortes impuestos a España por la Unión Europea, el Banco Central y el FMI para reducir el déficit en 65 mil millones de euros. Cuando se produjo la votación, los legisladores conservadores ni aplaudieron ni carcajearon, el horno ya no está para bollos.
En Madrid, en torno al Congreso, la policía disparó con balas de goma. “El pueblo unido no necesita partidos”, coreaban los indignados acompañados por la multitud. “Que el próximo parado (desocupado) sea un diputado”, era otra de las consignas. Los bomberos paseaban a hombros una guillotina con un cartel: “Para políticos”. Ese era, es, el clima general.
En el ínterin, los antidisturbios se formaron en línea frente a la manifestación y fueron confrontados por bomberos y policías de civil que exigían “no reprimir a nuestro pueblo”. Circuló la versión, que no pudo ser comprobada, de un bombero detenido por la brigada. Tanto en Madrid como en Barcelona se produjeron las movilizaciones más concurridas. Convocadas por Comisiones Obreras, la Unión General de Trabajadores, la Confederación General del Trabajo y el movimiento de los Indignados concitaron un respaldo que los organizadores no esperaban obtener. Los líderes sindicales pidieron un referéndum sobre el ajuste, advirtiendo que el PP incurrió en “fraude democrático”, por tomar medidas ausentes en su programa electoral. A nadie se le escapa que en estas condiciones referéndum y caída del gobierno son una misma cosa, lo que agravaría la crisis financiera y productiva transformándola en crisis de gobernabilidad. Para que se entienda, el complejo matrimonio entre capitalismo y democracia podría quedar en entredicho. Un policía nacional, con una remera donde constaba su profesión, sintetizó el problema: “Están atacando a la gente más desfavorecida que no podrá subsistir. Por eso, las protestas irán a más y será peor.”
Mientras tanto, se destapa parte de la olla financiera global. Según The Financial Times los bancos Sociéte Génerale y Crédit Agricole, más el Deutsche Bank y HSBC, están bajo la lupa. En rigor de verdad la información proviene de un informe suministrado por el Senado de los Estados Unidos. El trabajo se ocupa del papel de los bancos en el traslado de dinero vinculado a los narcos mexicanos, y sostiene que una veintena de instituciones financieras participaron de distinto modo en el transporte de miles de millones de dólares hacia los Estados Unidos. La desregulación bancaria y la falta de controles eficaces favorecieron este comportamiento.
El affaire con la Libor es una cuestión lateral de este informe, claro que los que manipularon la tasa ya no trabajan en esas entidades. La Libor representa una tasa de referencia mundial para fijar el interés de múltiples productos financieros. El HSBC deberá pagar 360 millones de euros de multa por su conducta, ya que uno de los ejecutivos interrogados admitió que fue una decisión de su director general, el estadounidense Bob Diamond, forzado a presentar su renuncia a comienzos de julio. Aparentemente se ha detectado que uno de los traders del HSBC tenía lazos con otros traders de los bancos ahora implicados. El gobernador del Banco de Francia, Christian Noyer, declaró: “Ellos han sido interrogados por las autoridades competentes y sus respuestas, aparentemente, han sido satisfactorias, por lo que en este estado no hay ningún proceso.” Por cierto, esa es la lectura gerencial. El Deutsche Bank, en consonancia con esa línea de acción, propuso a las autoridades de la Unión Europea y de Suiza cooperar ampliamente en la investigación para conseguir una condena más leve, bajo el status de “testigo arrepentido”.
El rey Juan Carlos es otro arrepentido aunque no le sirva de mucho. La prestigiosa World Wildlife Fund (WWF) derogó en asamblea extraordinaria la presidencia honorífica de la entidad. El monarca ostentaba esa distinción desde la fundación en 1968 y es la primera vez que se adopta.
¿La causa? La muerte en abril pasado de un elefante y otros animales salvajes por el rey en una cacería en Botsuana (África). Juan Carlos se quebró la cadera durante la cacería y tuvo que ser transportado de urgencia a España. La sorpresa fue sustituida por indignación porque el monarca era, en público, un defensor del medio ambiente y, en privado, un cazador inmisericorde. Las críticas fueron tan generalizadas, que el rey pidió disculpas públicamente cuando abandono el hospital. En la historia de la monarquía española, es la primera vez que un monarca pide perdón. Aun así, la asamblea del WWF decidió derogar el capítulo donde se declaraba presidente de honor al rey de España por 226 votos a 13. Y por si algo le faltara, la infanta Cristina ha quedado involucrada en el affaire Urdangarin, donde su esposo es acusado de desviar 16 millones de euros de fondos públicos. Y esto sucedió la misma semana en que la casa real recortó en un 7,1% sus gastos, como señal de sensibilidad frente a la crisis que devora España.
(Diario Tiempo Argentino, lunes 23 de julio de 2012)