Es considerado por críticos y lectores como el mayor poeta cubano de todos los tiempos.
Su poesía se sumerge en la música y cosmovisiones de la cultura mulata
En los libros de Nicolás Guillén se escuchan tambores, cantos, pies pisando la tierra.
Hay en ellos el sonido de las danzas ancestrales, la risa, las ansias de libertad, la alegría de los cuerpos.
Guillén era un mulato que había nacido en la provincia de Camagüey, Cuba, el 10 de julio de 1902.
Su refugio fue el acorde negro y ancestral, que tomó como molde rítmico de sus versos.
No es casual que muchos de sus textos se hayan convertido en canciones populares cubanas.
Logró una expresión auténtica de un pueblo mulato como él mismo, con una historia recurrente de marginación y pobreza, manifestó una preocupación y acción social por los pobres y desamparados.
Este año Cuba festeja 108 años del natalicio de quien hizo añicos la cultura seria, valiéndose de las formas grotescas y carnavalescas de una poesía popular habanera y piel oscura.
Durante esta semana, intelectuales de ese país, Haití y Canadá le rendirán homenaje, y debatirán aspectos de su vida y obra durante la IX Bienal de Investigaciones Socioculturales.
Hay quienes aseguran que buena parte de la labor poética de Guillén fue una cruzada contra lo culto y académico, una burla y contestación hacía el desprecio del otro.
En ese sentido, en el soneto El abuelo incluido en West Indies Ltd. de 1934, consigue mofarse de la pureza blanca, satirizando a una joven que se cree muy blanca y muy europea: -Esta mujer angélica de ojos septentrionales, que vive atenta al ritmo de su sangre europea, ignora que en lo hondo de ese ritmo golpea un negro el parche duro de roncos atabales.
Sus obras fueron traducidas a más de 25 idiomas.
Escribió Motivos de son, Sóngoro Cosongo, Cantos para soldados y sones para turistas, El son entero, La paloma de vuelo popular, entre otras obras.
Trabajó como tipógrafo antes de dedicarse al periodismo y darse a conocer como escritor.
Desde su juventud tuvo una participación intensa en la vida cultural y política cubana, lo que le costó el exilio en varias ocasiones.
Ingresó en el Partido Comunista en 1937.
Fue candidato a las elecciones para alcalde de la ciudad de Camagüey, por la Unión Revolucionaria Comunista.
Conoció a Federico García Lorca, al poeta negro estadounidense Langston Hughes, ambos marcarían una gran influencia sobre Guillén.
En Argentina escribió un soneto al Ernesto Che Guevara.
Guillén abandonó la isla en 1989, dejando un legado de reivindicación de la cultura de los negros y mulatos, la cotidianeidad cubana, la asimilación de las culturas negra y española, y la mofa a la cultura oficial.
CHE COMANDANTE
No porque hayas caído
tu luz es menos alta.
Un caballo de fuego
sostiene tu escultura guerrillera
entre el viento y las nubes de la Sierra.
No por callado eres silencio.
Y no porque te quemen,
porque te disimulen bajo tierra,
porque te escondan
en cementerio, bosques, páramos,
van a impedir que te encontremos
Che Comandante,
amigo.
Ante una impresionante multitud silenciosa, sin previa presentación, el poeta había ocupado el podio situado en la tribuna y su emocionante voz reflejó en versos el sentimiento de todo un pueblo:
Con sus dientes de júbilo
Norteamérica ríe. Más de pronto
revuélvese en su lecho
de dólares. Se le cuaja
la risa en una máscara,
y tu gran cuerpo de metal
sube, se disemina
en las guerrillas, como tábanos,
y tu ancho nombre herido por soldados
ilumina la noche americana
como una estrella súbita, caída
en medio de una orgía.
Tú lo sabias, Guevara,
pero no lo dijiste por modestia,
por no hablar de ti mismo.
Che Comandante,
amigo.
En los días siguientes al 8 de octubre de 1967 las agencias internacionales de prensa comenzaron a difundir despachos relacionados con la muerte del Che en Bolivia.
Y aún sin que se tuviese la certeza de la veracidad de dichas informaciones, Nicolás Guillén empezó a trabajar en la creación de este poema con tal dedicación que cuando Haydée Santamaría, entonces directora de la Casa de las Américas, se le acercó para hacerle esa sugerencia, él le dijo: -Haydee, perdóname, pero ya está terminado, le faltará algún verso, alguna estrofa, pero el grueso de la composición sólo necesita un poco de lima.
El 15 de octubre Fidel Castro en una comparecencia por la Televisión Cubana confirmó la caída del Che en Bolivia y anunció que el 18 de ese mes se efectuaría en la Plaza de la Revolución José Martí una velada solemne.
En horas de la tarde de ese día Nicolás Guillén recibió una llamada de Fidel quién le solicitó que leyera el poema en el acto que se realizaría en homenaje al Che Guevara.
-Naturalmente, le dije que sí. –comentó Guillén.
Sin embargo, esto no dejó de causarme una mezcla de orgullo y temor, ya que cualquier incidente, por débil que hubiera sido, podía frustrar o entorpecer una ceremonia que sería tan pura como solemne.
Estás en todas partes. En el indio
hecho de sueño y cobre. Y en el negro
revuelto en espumosa muchedumbre,
y en el ser petrolero y salitrero,
y en el terrible desamparo
de la banana, y en la gran pampa de las pieles,
y en el azúcar y en la sal y en los cafetos,
tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron,
vivo, como no te querían,
Che Comandante,
amigo.
La voz del poeta reflejó el simbolismo de la vida de un hombre de estatura universal.
Y sus versos llegaban al corazón de un pueblo que lo escuchaba con profundo silencio.
Cuba te sabe de memoria. Rostro
de barbas que clarean. Y marfil
y aceituna en la piel de santo joven.
Firme la voz que ordena sin mandar,
que manda compañera, ordena amiga,
tierna y dura de jefe camarada.
Te vemos cada día ministro,
cada día soldado, cada día
gente llana y difícil
cada día.
Y puro como un niño
o como un hombre puro,
Che Comandante,
amigo.
Pasas en tu descolorido, roto, agujereado
traje de campaña.
El de la selva, como antes
fue el de la Sierra. Semidesnudo
el poderoso pecho de fusil y palabra,
de ardiente vendaval y lenta rosa.
No hay descanso.
¡Salud Guevara!
O mejor todavía desde el hondón americano:
Espéranos. Partiremos contigo. Queremos
morir para vivir como tú has muerto,
para vivir como tú vives,
Che Comandante,
amigo.
Che Comandante no fue ni el primero ni el último poema de Nicolás Guillén que hiciera referencia a Ernesto Che Guevara.
Precisamente a raíz del triunfo de la Revolución Cubana, en enero de 1959, Guillén creó un soneto titulado Che Guevara.
Entonces Guillén se encontraba en Buenos Aires, Argentina como exiliado político y realizaba gestiones para retornar a su tierra natal (Cuba) tras varios años de exilio.
En el hotel donde se encontraba recibió una llamada del director del semanario Propósitos quién le pidió que le entregara ese mismo día una crónica o un poema en homenaje al Che Guevara que ya gozaba de un gran prestigio internacional por su participación en la lucha de liberación nacional en Cuba.
Debido al poco tiempo que disponía para entregar el poema, al principio Guillén trató de excusarse y no aceptar la solicitud, pero tras colgar el teléfono comenzó a escribir y una hora antes del cierre de la publicación ya tenía elaborado el soneto.
Además de las dos creaciones que hemos citado, Nicolás Guillén compuso también, en homenaje al Che Guevara Guitarra en duelo mayor y Lectura de Domingo.
Guitarra en duelo mayor, está escrita en octasílabos.
Acerca de este poema, Nicolás Guillén en sus Memorias reflejadas en el libro Páginas Vueltas, señaló que esta obra cumplió su propósito de ofrendar a la memoria del héroe un poema netamente popular, tanto por su forma como por su contenido.
Incluso precisó nuestro Poeta Nacional, que esta composición en octosílabos era fácil de musicalizar.
Precisamente algún tiempo después Nicolás Guillén conoció que su poema Guitarra en Duelo Mayor había sido musicalizado por el español Paco Ibáñez, quién incluyó esta creación en un recital que ofreció en el teatro Olimpia de Paris.
El compositor cubano Harold Gramatges también le puso música a este poema de Nicolás Guillén.
El cuarto poema de Nicolás Guillén dedicado a Ernesto Che Guevara titulado Lectura de Domingo, según también manifestó en sus memorias, el poema está realizado en una especie de silva libre, irregular… …
¨Y digo irregular, porque se trata de versos de siete y once sílabas inexorables a la manera de Garcilaso de la Vega, y, en general, de los poetas del Siglo de Oro, durante la influencia en la literatura española. Son silvas modernas, con libertad de movimiento que hacen el trabajo del poeta menos riguroso y agobiador…¨
De los cuatro poemas que Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba creara en homenaje a Ernesto Che Guevara, el que más le complació al creador fue Lectura de Domingo por su contenido dramático, por su moderna construcción, aunque por supuesto no dejó de reconocer la trascendencia desde el punto de vista emotivo que tuvo el poema Che Comandante que declamara ante más de un millón de cubanos en la velada solemne efectuada en la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana, el 18 de octubre de 1967.
(Fuente: Nac & Pop)