ARGENTINA / Ejes en reconstrucción / Escribe: Damián Verduga






Panorama de la oposición política. En el radicalismo se imponen los sectores que ven con agrado relanzar la alianza nacional con el socialismo, y en el FAP no descartan un acuerdo. El PRO lanzó un espacio de acción parlamentaria con los peronistas disidentes.



Se iban a elegir autoridades partidarias del radicalismo bonaerense. La elección fue suspendida por la Justicia la noche del viernes. Lo importante para la presente nota no es el vericueto judicial, sino que todo indica que Ricardo Alfonsín, se haga cuando se haga la votación, volverá a alzarse con la victoria, y le ganará a la lista armada por Federico Storani y Leopoldo Moreau. Por otra parte, hace tres días, se lanzó un espacio parlamentario integrado por diputados del PRO y del peronismo disidente, el Grupo de Acción Política para la Unidad, (Gappu). El hilo conductor entre la elección radical y el lanzamiento del Gappu es que ambos son señales de algo que se está cocinando a fuego muy lento, una reagrupación de fuerzas que planteará un mapa político similar al del año 2009, una vuelta –aggiornada– de lo que representaron el Acuerdo Cívico y Social y Unión-PRO.

En la elección que se iba a realizar, Alfonsín impulsaba al diputado provincial Alejandro Armendariz para presidir el comité bonaerense. Armendariz es hijo del primer gobernador de la provincia de Buenos Aires que hubo luego de la dictadura militar. El sector de Storani y Moreau proponían a Juan Gobbi, el actual intendente de Chascomús. Como se mencionó, todo indica que Alfonsín volverá a ganar, a pesar del resultado que obtuvo en las elecciones del año pasado y de lo mal que cayó en muchos sectores de su partido la alianza con Francisco de Narváez. La estrategia que eligió el hijo del ex presidente para cerrar heridas funcionó. Uno de sus operadores le describió a este medio el “vía crucis” de Alfonsín para enmendarse con los boinas blancas. “Recorrimos toda la provincia y en cada acto dijimos lo mismo: que fue una táctica electoral y un gran error político.”

Esta tendencia tiene dos efectos importantes, dejará allanado el camino para que el hijo del ex presidente vuelva ser candidato a diputado nacional en 2013 e implica el afianzamiento de los sectores radicales que quieren reconstruir la alianza con el socialismo y el GEN.

La otra interna en la UCR es con Oscar Aguad. La fractura se hizo visible durante el debate por la nacionalización de YPF. Aguad y otros cuatro legisladores del bloque radical de la Cámara baja desoyeron la decisión partidaria y no acompañaron el proyecto para estatizar el 51% de las acciones de la petrolera. La paradoja de esa sesión es que allí también se vio como había caído el poder de Aguad. Hace no tanto tiempo, a fines de 2009, el diputado cordobés tenía una buena cantidad de diputados que le respondían. Por eso, pudo negociar con Alfonsín turnarse en la presidencia del bloque y en la primer vicepresidencia de la Cámara. Nada de eso ocurre ahora. Los guiños de Aguad hacia el PRO, que no lo descarta como su candidato en Córdoba, son una forma para retomar la escena que perdió.

A esto se suma que el senador Ernesto Sanz también ha perdido mucho peso en su propio distrito, lo que implica que las figuras de la primera plana radical que miran con cariño una alianza con el macrismo vienen de bajada y se fortalece el alfonsinismo. Ese sector justamente sostienen que la única alianza posible es con el socialismo y el GEN, hoy agrupados con otras fuerzas en el Frente Amplio y Progresista (FAP). Los alfonsinistas creen además que el FAP los terminará necesitando. Un dirigente del comité bonaerense que habló con este medio señaló: “Sin la UCR, cómo hará Margarita Stolbizer para recorrer la provincia. Nosotros somos como los obispos, tenemos un lugar en cada pueblo”.

La visión del FAP –se contará a continuación– es muy distinta a la hora de evaluar quién necesita a quién.
Los Amplios. En el Frente Amplio sostienen que su objetivo es afianzar su fuerza, que ciertamente tiene poco tiempo de vida. “Nuestra prioridad es el FAP –le remarcó a Miradas al Sur el diputado socialista Roy Cortina–. Nuestro partido fue uno de los impulsores y le aportamos la figura central a nivel nacional, que fue Hermes Binner”. El dirigente también marcó diferencias entre esta construcción y el Acuerdo Cívico y Social, la alianza que en el 2009 incluyó a la Coalición Cívica, la UCR, el socialismo y el GEN. “El Acuerdo tenía como columna vertebral al ARI y como líder a Elisa Carrió. Ahora hemos construido otra cosa, con el liderazgo democrático de Binner.”

Más allá de las palabras de Cortina, por lo bajo, los operadores políticos del Frente reconocen que la puerta para retomar una alianza con el radicalismo está entre abierta. Hay que recordar que en Santa Fe, en el gobierno provincial y en las ciudades más importantes de todo el territorio, gobierna una alianza entre el socialismo y la UCR. La posibilidad de relanzar ese acuerdo a nivel nacional es tan clara que, según un operador del FAP, ni siquiera Humberto Tumini, de Libres de Sur, la descarta. Tumini y otros dirigentes del Frente sostienen que luego del resultado electoral del 2011, en el que Hermes Binner sacó más votos que Alfonsín, los radicales tendrían que aceptar la primacía nacional del FAP. Esta visión tiene una pequeña ayudita del contexto, la próxima elección será de medio término, no se eligen ni presidente ni gobernadores, y siempre es más fácil acordar quien encabeza la lista de diputados, ya que hay 24 distritos para negociar.

En el FAP no confirmaron si Binner competirá como diputado por nacional por Santa Fe, aunque el sentido común político indica que debería ser así. En la provincia de Buenos Aires quien correrá será Margarita Stolbizer, que tiene que renovar su mandato en la Cámara baja.
La novela de Macri y el Colorado. Mauricio Macri quiere ser candidato a presidente en 2015 y en el PRO tienen presente que para que sea posible deben hacer una buena elección en 2013. Con ese objetivo han decidido poner toda la fuerza en cinco distritos grandes: Capital, Mendoza, Córdoba, Santa Fe y, claro, Buenos Aires. De estas cinco provincias, el territorio bonaerense es el de más peso y también donde el PRO tiene su gran dilema.




Esta semana la fuerza de Macri intentó comenzar a poner en juego su gran apuesta provincial, Gabriela Michetti. El arranque fue frustrado. La diputada tenía que dar una charla en Avellaneda sobre problemáticas metropolitanas y un grupo de personas se puso delante del auto que la trasladaba hacia el Club del Pato, donde iba a ser el acto. Un operador todo terreno del macrismo le aseguró a este medio que sospechan que el minipiquete lo armó Baldomero Cacho Álvarez, el ex intendente de Avellaneda y actual senador provincial. El móvil –según el operador– fue una interna fuerte que existe entre los concejales que responden al ex intendente y los del PRO. Para el proyecto macrista, el efecto más complicado de este tipo de hechos es que Michetti ya tiene muchas dudas sobre su desembarco en la provincia, en parte porque el territorio es muy grande y su partido no tiene estructura. Ahora se sumó que comprobó que los códigos de la política del conurbano son un poco más ásperos que los de Capital. “Todo eso la hace dudar”, confesó un dirigente de su entorno. Sin embargo, hay algo que funciona de contrapeso a estas dificultades, las encuestas. En el PRO tienen una que se cerró hace unas semanas que le da a Mchetti un 22% de intención de voto, es decir, cinco puntos más de lo que sacó Francisco de Narváez en la última elección.

Y hablando de De Narváez, en el macrismo sostienen que la posibilidad de revivir esa alianza está siempre latente, aunque ahora el Colorado le envió señales muy claras a Daniel Scioli. El acuerdo que Macri y De Narváez habían logrado en 2009 se rompió luego de la elección de ese año. De Narváez sacó el 34% de los votos, le ganó por dos puntos nada más y nada menos que a Néstor Kirchner, y al día siguiente comenzó a soñar con ser él candidato a presidente. Este fue el motivo central de la pelea con Macri, que conserva cierto recelo sobre relanzar el acuerdo, por temor a que se repita aquel viraje. “Si resuelven este punto, la alianza vuelve”, remarcaron en el PRO.
Las diferencias entre el eje radical-socialista y el PRO-disidente también son ideológicas y de posicionamiento. El eje PRO-disidente tiene una posición visceralmente antikirchnerista y todo lo que sirva para erosionar al Gobierno es bienvenido. A tal punto es así que suceden cosas impensables, como que Macri respalde a Hugo Moyano. El sector radical-socialista –esto se vio en la votación por YPF– intenta recorrer otra postura, respaldar algunas cosas y cuestionar otras.

Todo esto implica que no por ahora habrá una unidad homogénea en la oposición. Y que el escenario puede tomar una forma similar a la que tuvo en la elección de 2009, antes de que la oposición, empujada por varias corporaciones, entre ellas las mediáticas, comenzara el camino que la llevó al desastre, eso que Patricia Bullrich bautizó con el nombre de Grupo A.
(Semanario Miradas al sur, domingo 24 de junio de 2012)

Image Hosted by ImageShack.us