No me terminan de cerrar esos ‘días de’ en los que se mezclan la memoria, la emoción, el sentimentalismo, el negocio y hasta cierta ‘hipocresía de forma’ que algunos confunden con un modo de ‘hacer política’.
Juro que el 8 de marzo no saludé a nadie. No me terminan de cerrar esos “días de” en los que se mezclan la memoria, la emoción, el sentimentalismo, el negocio y hasta cierta “hipocresía de forma” que algunos confunden con un modo de “hacer política”.
Sé que la idea es un lugar común más trillado que TN criticando al gobierno, pero, de verdad, para mí todos los días son de todos. Y deberíamos celebrarlos con gratitud, reconocimiento y compromiso con las causas que, insisto, tendrían que ser las causas de la Humanidad.
Federico Engels vislumbró que la mujer sería algo así como el último esclavo en liberarse y no estaba lejos de tener razón. Porque aún hoy, con todos los avances que ha habido en el tema, la idea de “igual remuneración por igual tarea”, introducida en la Constitución de 1957 a través del Artículo 14 bis, no se ve plasmada en la realidad. ¡Una absoluta mentira!
A pesar de estar derogando la Constitución Nacional de 1949, justo es reconocer que el sueño de Crisólogo Larralde y los constituyentes de la Unión Cívica Radical del Pueblo –que defendieron trabajosamente la inclusión de ese artículo en una Constitución más conservadora que liberal– aún no ha alcanzado un correlato pleno en el mundo del trabajo: el salario para idéntica forma, proyección y desarrollo de tarea es mucho menor cuando la que debe percibirlo es una mujer. Entonces, por más que proclamemos la igualdad de sexos, lo que hay es un discurso de igualdad para ocultar una forma de pensar asimétrica.
Lo digo desde la autoridad que me confiere tener algunas cosas para exhibir cuando se trata de pelear por los derechos de la mujer. Me siento un puntal de la actual ley de trata… Y hoy esa ley funciona de verdad. Esa ley es el inicio de un camino, de lo que ahora es un derrotero fenomenal. Y yo me siento orgulloso de haber sido uno de los que motorizó esa ley. Así como empujamos tantas cosas como la brigada para contener a las víctimas de violación o el 137 como número telefónico para la denuncia de violencia familiar… Y seguiremos en esta línea. Es hora de abordar el femicidio, para lo que estaré presentando el proyecto que, seguramente junto con otras iniciativas importantes, nos permitirá tener una buena norma que desaliente en primer lugar y eventualmente sancione, ante lo irreparable, esta conducta.
En el mismo sentido de trabajar a favor de los derechos de la mujer, celebro algunos hechos de la semana que pasó. Por un lado el histórico fallo de la Corte Suprema de la Nación que ratificó que los abortos por violación no son punibles y por otro la media sanción del Senado que obtuvo el proyecto de modificación del artículo 132 del Código Penal respecto de la eliminación de la figura del avenimiento.
Sobre estas cosas tenemos que trabajar y profundizar porque son las que de verdad le van a cambiar la vida a las mujeres. Es imperioso dar sanción definitiva a la creación del banco genético de violadores con condena firme que, lejos de estigmatizarlos, otorga una herramienta a la justicia para actuar con mayor celeridad y certezas. Con normas que vayan contra cualquier tipo o forma de violencia que se ejerza simplemente por una cuestión de género. Actuando con responsabilidad.
Por eso el 8 de marzo, que no es el “Día de la Mujer” sino uno de los 364 días restantes del año, es que quiero dejarles a todas las mujeres –especialmente a mis amigas y compañeras, las mismas que ese día me preguntaban por qué no las saludaba– mi compromiso con sus derechos, con su seguridad y con su dignidad.
(Diario Tiempo Argentino, 17 de marzo de 2012)