Hasta hace unos años, nuestros gobiernos europeos, nuestros medios de comunicación y nuestros economistas de pro contaban que los gobiernos de izquierda que estaban llegando a América Latina estaban haciendo peligrar la economía de aquel continente con su populismo e irresponsabilidad. El informe anual del BBVA, que diligentemente difundía El País en abril de 2008 en un artículo titulado “El BBVA y el riesgo venezolano”, advertía “sobre la situación venezolana en el capítulo de riesgos”. Seis meses después, los gobiernos estadounidenses y europeos salvaban a la banca con fondos públicos mientras el gobierno venezolano concedía 236’7 millones de dólares para 1547 proyectos socio-productivos comunitarios.
Han pasado cuatro años y aquellos países que nos decían que estaban al borde del precipicio se han convertido en destino de los más cualificados jóvenes españoles, jóvenes titulados de master y con conocimientos de idiomas que en España apenas pueden trabajar de teleoperadores y que a lo más que pueden aspirar es a ganar aquellos mil euros que hace unos años considerábamos una miseria y ahora un objetivo feliz.
Informa un reportaje de la revista Consumer que nuestros ingenieros se van a Brasil, el tercer destino con más crecimiento (8,68% en el último año), un país que nos han presentado como un suburbio de favelas. El reportaje de la revista española insiste en aclarar que quienes “optan por abandonar España son en su mayoría jóvenes entre 25 y 35 años, sin responsabilidades familiares y con una elevada cualificación. Un estudio reciente afirma que Brasil necesita casi doblar el número de ingenieros en el país, hasta una cifra de 1,1 millones en 2020”, afirma. El gobierno Lula estableció el programa denominada Bolsa Familia que afecta nada menos que a trece millones de ellas y que supone el pago de un dinero a los sectores más pobres con la condición de que sus hijos estén vacunados y vayan al colegio. En mi última visita a Brasil, hasta la prensa opositora reconocía que, en contra de las críticas de la derecha, cada vez más familias se borraban del programa porque ya había mejorado su economía, disponían de trabajo y no cumplían las condiciones sociales para recibir la ayuda. No olvidemos que Brasil ha tenido una tasa media de aumento del PIB del 4% en los últimos años. Es curioso pero en España para las familias sin ingresos la “ayuda” que ha previsto el gobierno es la dación en pago, es decir, que se van a la calle si no pagan su hipoteca y ya no hace falta que le paguen más dinero al banco2. Todo un privilegio. En Brasil también comprobé cómo los campesinos tienen garantizada la venta de sus productos al estado, el cual los utiliza para preparar la comida gratuita de los niños en los colegios.
El país latinoamericano en el que residen más españoles mayores de 18 años es Argentina, seguido de Venezuela. Otros dos países estigmatizados por nuestros medios como víctimas de gobiernos populistas con ideas económicas trasnochadas. Argentina ha anunciado nuevas políticas inmigratorias debido a un incremento en las consultas de españoles en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Ya en diciembre de 2010 se contabilizan en unos 1.200 los jóvenes de entre 25 y 35 años que cada mes emigraban desde España a buscar trabajo en Argentina. A pesar de todo ello, nuestra prensa sigue instalada en su soberbia y, el pasado 10 de marzo, El País titulaba “Argentina se aprieta el cinturón”, debido a que se prevé que termine el crecimiento del 7% que había tenido hasta ahora y se quede en el 4%. Imaginemos entonces cómo está nuestro cinturón si The Economist prevé la que economía española caiga un 1,4% este año y registre un crecimiento nulo en 2013 con una tasa de paro prevista del 23,3% para este año. De hecho, por apretarse el cinturón, el diario entiende que los argentinos verán que el estado les rebajará “los subsidios que permiten a millones de argentinos disfrutar de la luz, el agua y el gas a precios de risa”. En España el estado no nos baja ningún subsidio, nos sube el IVA de la electricidad al 18%. Otra diferencia entre los gobiernos “populistas” de la retrasada Latinoamérica y nuestra moderna y dinámica España.
En cuanto al segundo país latinoamericano como destino de nuestros jóvenes emigrantes, Venezuela, también podemos hacer comparaciones. Mientras que en España durante el pasado año se producían una media de 300 desahucios al día, es decir, familias que eran echadas de su vivienda por no poder pagar la hipoteca al banco, en Venezuela el estado entregó 146.022 viviendas, y para 2012 el objetivo es entregar otras doscientas mil. Presidentes como el ecuatoriano Rafael Correa, han expresado mucha más preocupación por la situación de los desalojados de su vivienda en España debido a la explosión de la burbuja inmobiliaria -muchos de ellos emigrantes ecuatorianos- que el propio gobierno español. De hecho hizo esas declaraciones denunciando que todo el peso de la crisis caía sobre las familias en lugar de caer sobre los bancos, en una rueda conjunta con Mariano Rajoy en Madrid el pasado 17 de marzo, en la que el presidente español no hizo la mínima mención al problema de esas familias que se quedan sin techo.
Otra diferencia curiosa entre España y esos países tan despreciados por nuestro establishment económico es la edad de jubilación. Mientras se aumentaba en España a los 67 años, Bolivia promulgaba en enero de 2011 una ley que la rebajaba de 65 a 58 años. Eso se pudo hacer porque se nacionalizaron los planes de jubilación que hasta entonces los gestionaban empresas financieras extranjeras, muchas de ellas españolas. En Argentina las mujeres se jubilan a los sesenta y en Venezuela a los cincuenta y cinco, mientras que los hombres a los sesenta.
Un último detalle. Más de 15.000 españoles han elegido Cuba en busca de una oportunidad profesional. ¿Recuerdan aquella famosa crisis de los balseros en Cuba allá por 1994? Salieron 14.727 cubanos en busca de una oportunidad de trabajo en Estados Unidos, menos que españoles se han ido ahora a Cuba a lo mismo.
(Pascual Serrano es periodista. Su último libro es "Contra la neutralidad. Tras los pasos de John Reed, Ryzard Kapuścińsky, Edgar Snow, Rodolfo Walsh y Robert Capa". Editorial Península. Barcelona)