El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, afirmó el viernes que el objetivo es "el alineamiento de la política fiscal, monetaria y cambiaria". En castizo, implica recuperar el superávit de las cuentas públicas y el excedente de la balanza comercial, reducir el ritmo de la emisión monetaria y encontrar el punto de equilibrio del valor del dólar, todos pilares del programa inicial del kirchnerismo que fue sufriendo desvíos de distinto tenor en los últimos años.
El desafío central es evitar la tradicional receta del ajuste que anhelan y por la que militan algunos sectores.
Las primeras medidas apuntaron a acelerar el ritmo devaluatorio del Banco Central hasta un tono cercano al 50 por ciento anual, mientras se presionó sobre el dólar paralelo mediante la venta de bonos en dólares. El blue bajó así a 9,50 y redujo la brecha de manera importante.
Sin embargo, esos pasos no hacen más que confirmar la previsibilidad de la tendencia devaluatoria de la política cambiaria y la expectativa de una devaluación mayor, lo que retrasa las liquidaciones de exportadores a la espera de una mejor cotización del dólar que les permita obtener beneficios adicionales. Estudios privados sostienen que de mantenerse el ritmo de devaluación actual, el tipo de cambio podría dejar atrás el retraso que observa, y sobre el que hay consenso en todas las bibliotecas, al finalizar el primer semestre del año que viene.
En paralelo, se encendieron señales de alerta por el temor a que esa aceleración en la intensidad devaluatoria tenga impacto en los precios y termine aportando más fuego a un mes como diciembre, habitualmente recalentado por las compras de fin de año y la previa del inicio del período de vacaciones.
Algunos analistas incorporan al debate la complejidad que implica la salida del cargo de Guillermo Moreno. El ex secretario de Comercio Interior había armado una intrincada red de acuerdos de precios que le llevó años construir. Más allá de la efectividad o no del instrumento, no será sencillo para su sucesor, Augusto Costa, mantener aquella maraña de pequeños acuerdos, lo que puede abrir la puerta para movimientos especulativos adicionales.
La restricción de divisas se ha hecho ya evidente. Las reservas están todavía en un nivel aceptable pero la sangría no es sustentable en el tiempo. En el último mes se perdieron 2000 millones de dólares.
Sin embargo, hay coincidencia en señalar que la intervención del Ministerio de Economía no se quedará únicamente en la política cambiaria.
Las otras dos patas estarían orientadas a darle más eficiencia a la asignación de los recursos y a conseguir ventanillas de financiamiento externo adicionales a las que cuenta por estas horas la Argentina.
En el primer ítem se incluye tanto las señales sobre la posibilidad de una eliminación o reducción de los subsidios a la energía en el área metropolitana, como las especulaciones sobre la incorporación de publicidad privada al programa Fútbol para Todos, hasta ahora financiado enteramente por fondos públicos.
Se trata de dos decisiones que contienen una demora difícil de explicar tanto por su racionalidad económica como social, y si bien no resuelven el fondo del asunto, aportan lo suyo.
En el segundo aparecen las últimas gestiones para cerrar los conflictos externos que complican el acceso a los créditos internacionales. Esta semana se sumó a esa estrategia, que antes había incluido los juicios en el CIADI, el principio de acuerdo con Repsol por la nacionalización del 51% de las acciones de YPF.
Si bien el pago de una compensación a Repsol está en la Constitución Nacional y fue incluido en la ley de nacionalización, se da de bruces con la estructura argumental que aseguraba que la petrolera española debería indemnizar al país por los perjuicios ocasionados en materia de pérdida de reservas y daños ambientales irreparables.
Lo cierto es que el kirchnerimo nunca propuso formalmente, aunque sí lo hizo en términos de construcción de sentido, una ruptura con el orden capitalista. El modelo nacional y popular se mueve dentro de esa lógica y es en ese marco que hay que leer el acuerdo con Repsol. Lo demás se parece demasiado al humo.
La presidenta recuperó la estrategia que puso en marcha tras la derrota electoral de 2009 y dio vía libre a una frenética actividad de gestión que tiene como principal cara visible a Capitanich.
En el último capítulo de la semana que se va, la presidenta designó al cura confesor de Alicia Kirchner, Juan Carlos Molina, al frente del SEDRONAR, el organismo encargado de la lucha contra el narcotráfico y las adicciones.
Fue apenas unas semanas después de los comentarios de la Iglesia sobre el crecimiento del narcotráfico en la Argentina. La movida es además una comprobación del acercamiento que se produjo entre Cristina Fernández y Jorge Bergoglio luego de que fuera ungido como Francisco.
El kirchnerismo es una fuerza difícil de definir, es tan capaz de ubicar a un religioso al frente del organismo creado para combatir las adicciones, como de contener a un gobernador como el mandatario de Chubut, Martín Buzzi, que ordena por decreto a todos sus colaboradores que se realicen una rinoscopía para detectar el consumo de drogas.
Molina tiene una fundación en la que trabaja en la recuperación de adictos, pero no necesariamente cuenta con las herramientas integrales que reclama el cargo. No hay antecedentes de un religioso en esas funciones y eso generó sorpresas y no pocos interrogantes entre los sectores más progresistas del kirchnerismo. En su presentación en el cargo, el jefe de Gabinete, Jorge Milton Capitanich, afirmó que Molina llegaba para "cuidar a nuestro rebaño". Una frase poco feliz para los paladares progresistas que integran el kirchnerismo laico.
En la misma línea de acercamiento a la estructura eclesiástica se encuentran algunas modificaciones al proyecto de Código Civil que obtuvo media sanción esta semana y que dejó disconformes a varios sectores del oficialismo.
Para entender el tenor de los recortes al proyecto inicial, bastan las críticas públicas que efectuó el senador Miguel Ángel Pichetto, que no milita precisamente la izquierda más virulenta del Frente para la Victoria.
El jefe del bloque de Senadores del oficialismo votó a favor de la norma, pero expresó públicamente en el recinto su esperanza de que el proyecto reciba modificaciones en Diputados.
El protagonismo de Capitanich encendió señales de alerta en La Plata. Daniel Scioli acusó el golpe de la designación del chaqueño al frente de la jefatura de Gabinete.
El gobernador bonaerense tuvo un diálogo radial en tono cordial con el diputado electo Sergio Massa, que habilitó luego el acuerdo para aprobar el presupuesto de la provincia de Buenos Aires. Además designó como asesor general de su gobierno a Gustavo Ferrari, mano derecha de Francisco de Narváez, lo que terminó de blanquear el acuerdo con el Colorado. En cambio, Scioli desmintió la existencia de un entendimiento político con Massa, y justificó sus movimientos en la institucionalidad y el deber de contar con un presupuesto.
En la vereda de enfrente, el acercamiento de Massa puede leerse como un reconocimiento por parte del intendente de Tigre de la dificultad de la tarea que tiene por delante si pretende llegar a la Casa Rosada desde el Congreso.
La hiperactividad del oficialismo descoloca a la oposición, pero hay tradiciones que no se pierden. Elisa Carrió volvió a morder la banquina cuando calificó esta semana de estúpidos y se congratuló de no haber tenido que liderar a sus pares opositores.
Mientras tanto, la prensa se encarnizó con el alcalde porteño, Mauricio Macri, por la sanción del presupuesto de la ciudad. Los medios hicieron hincapié en el incremento de hasta el 40% en el inmobiliario porteño, subas siderales en las multas para automovilistas y la extensión a varios barrios de la ciudad del sistema de estacionamiento medido.
No es cierto que Macri haya aumentado todo. Sólo fueron los impuestos. Bajó en cambio significativamente el presupuesto de salud y educación. Las autoridades económicas deben tener presente esa receta, como un espejo en el que el país no debe volver a mirarse.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 1 de diciembre de 2013)