Cuando menos lo pensaba, la semana pasada Jorge Capitanich desembarcó por tercera vez en su vida en el gabinete nacional, más de diez años después de su última incursión. Designado como ministro coordinador por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el chaqueño regresa ahora a Buenos Aires a ocupar un rol central en la política nacional. Gobernador exitoso en su pago, figura clave del Partido Justicialista y largamente mentado como posible sucesor de los Kirchner, su nombramiento lo posiciona en un lugar privilegiado, aunque no exento de obstáculos, de cara a 2015. Su perfil de gestión, con un importante sesgo económico, su buena relación con otros mandatarios provinciales y particularmente el vínculo con la jefa de Estado fueron factores que pesaron a la hora de su elección y que definirán su estilo. En sus primeros días en el cargo se hizo notar por su relación abierta con la prensa y por un fuerte ritmo de trabajo. De ascendencia balcánica y ferviente católico, de familia agricultora y radical, amante de los libros y del fútbol, “el Coqui”, como lo llaman casi todos, llega al gabinete con un pedido concreto de la Presidenta: “Darle iniciativa y eficiencia” al Gobierno.
La tercera, ¿vencida?
El 21 de diciembre de 2001, Capitanich tenía 37 años cumplidos un par de semanas antes y una flamante banca por la minoría en el Senado de la Nación representando a su provincia, Chaco. Ese día recibió el llamado de Ramón Puerta, a cargo del gobierno tras la renuncia de Fernando de la Rúa, que lo convocaba a formar parte, por 48 horas, del gabinete provisional, a la espera de que la Asamblea Legislativa designara un nuevo presidente interino. En su primera aparición como funcionario de primera línea, el chaqueño tuvo a cargo cinco carteras: fue simultáneamente ministro de Economía, Infraestructura y Vivienda, Desarrollo Social y Medio Ambiente, Salud y Trabajo. Dos días después, tal y como estaba convenido, dejó su lugar cuando Adolfo Rodríguez Saá fue elegido como mandatario por decisión del Congreso.
Menos de una semana demoró en tener una segunda oportunidad. Esa vez el que estaba a cargo del Ejecutivo era Eduardo Duhalde, quien lo convocó para la Jefatura de Gabinete. Las crónicas de la época consignan que el ex gobernador bonaerense le había ofrecido ese cargo primero a Néstor Kirchner, que lo rechazó por considerar que debía llamarse a elecciones inmediatamente y no a fines de 2003. Duhalde tentó entonces a otros mandatarios provinciales, al jujeño Eduardo Fellner y al fueguino Carlos Manfredotti, sin suerte. Recién entonces recurrió al joven senador chaqueño, que duró cinco meses en ese despacho: en mayo de 2002 fue reemplazado por José Atanasof y reasumió su banca en el Senado.
La conquista del Chaco
Desde la Cámara alta, Capitanich retomó su objetivo: la gobernación de su provincia. En 1999 ya lo había intentado y aunque tuvo éxito en las internas fue ampliamente derrotado por el entonces gobernador, Angel Rozas, que buscaba la reelección. En 2003 hizo un segundo intento, contra el vice de Rozas, Roy Nikisch, pero aunque superó los 40 puntos, el candidato de la UCR sacó más del 52 por ciento de los votos. El año 2007 era su última chance, en la que contaba con dos ventajas respecto de las instancias anteriores: una era la disputa intestina entre Rozas, que iba por su tercer período no consecutivo, y Nikisch, que desangró desde adentro las posibilidades radicales; la otras, la buena relación que había desarrollado Capitanich con su compañera en la Cámara alta, primera dama y flamante candidata a Presidenta, Fernández de Kirchner, por entonces una de las figuras más influyentes de la política argentina. Aun así, llegó al último fin de semana con desventaja en las encuestas, pero el escrutinio final lo dio ganador. La diferencia fue de solamente 1076 votos.
Una relación añeja
Así, el peronismo retornó al poder en esa provincia después de 16 años. El último hombre del PJ que la había gobernado fue Danilo Baroni, entre 1987 y 1991. De su mano, Capitanich (que por entonces estudiaba para contador en la Universidad del Nordeste) ingresó en la política: fue primero su secretario privado y luego ocupó la Secretaría de Comunicación Social y la Secretaría General de la Gobernación. Luego, durante la década del ’90, recaló en cargos del gobierno nacional, como asesor del Ministerio de Economía que encabezaba Domingo Cavallo y del de Desarrollo Social a cargo de Ramón Ortega.
De esa época proviene la añeja relación del jefe de Gabinete con Axel Kicillof, flamante ministro de Economía, con el que trabaja en tándem desde esta semana. El primer lugar donde coincidieron fue en la Subsecretaría de Coordinación Técnico-Administrativa de Desarrollo. Un par de años más tarde, Kicillof trabajó para la consultora M-Unit, fundada por Capitanich. Ambos, incluso, estamparon su nombre como coautores del libro Federalismo fiscal y coparticipación federal: una propuesta para la transformación de la relación nación-provincia, publicado en 1999.
Algunos cuestionamientos
Una carrera de más de veinte años en política le dejó como saldo al jefe de Gabinete una serie de polémicas y denuncias, algunas de las cuales acapararon en su momento la atención de los medios. Es el caso de su conflictiva relación con la diputada Sandra Mendoza, ex mujer y madre de sus dos hijas. Mendoza había sido una de las principales operadoras políticas de Capitanich y ministra de Salud de la provincia. Su separación, en el año 2009, incluyó huelgas de hambre, renuncias y denuncias cruzadas.
Con el actual vicegobernador, Juan Bacileff, también tuvo varios cruces que se saldaron con una tregua anunciada en las redes sociales en febrero de este año. Como mandatario también enfrentó denuncias por la presunta utilización de un avión oficial para realizar un viaje de vacaciones, algo que fue desmentido por Capitanich en su momento. Su relación con algunas comunidades aborígenes y, más recientemente, sus polémicas declaraciones rechazando la despenalización del aborto, también le han ganado cuestionamientos.
Iniciativa y eficiencia
Aunque desde 2011 figura en la lista de posibles presidenciables, en los últimos meses sus acciones cotizaban en baja. El mismo había descartado en varias entrevistas recientes la posibilidad de ser convocado a Buenos Aires, pero finalmente pesaron más los resultados electorales (en 2011 fue reelecto con el 66 por ciento de los votos y en octubre superó el 59 por ciento) y los de gobierno, ya que en seis años hizo crecer a la provincia más del 50 por ciento, casi lo mismo que el acumulado durante el medio siglo de existencia anterior.
Su importante rol en el peronismo también caló: el chaqueño tiene buena relación con casi todos los gobernadores (incluido el bonaerense Daniel Scioli, actual titular del justicialismo, que nunca da comienzo a una reunión partidaria si Capitanich no está presente) y es una pieza clave del Consejo Nacional: se encarga de redactar todos los comunicados que se publican desde ese órgano. Será una figura central en la elección de autoridades partidarias, en marzo, paso previo a 2015.
Sin embargo, él sabe que la llave a una eventual candidatura presidencial está en el papel que cumpla en la Casa Rosada: la pelota quedó en su cancha. Durante las charlas previas a que asumiera su nueva función, CFK fue clara en sus instrucciones: “Dale iniciativa y eficiencia a la gestión”. Ese es, ahora, su desafío.
(Diario Página 12, domingo 24 de noviembre de 2013)