HISTORIA / Pugna de modelos civilizatorios: indigenismo o estados continente (cuarta parte) / Escribe: Andrés Soliz Rada






(viene de la edición de ayer)

Como puede advertirse, cada “aclaración” del gobierno sólo servía para que se sumergiera de manera cada vez más profunda en sus propias contradicciones. No es posible entender la pregunta más importante en el censo del país, relativa a la auto identificación, se registre, pero que no se contabilice. Cómo se puede comprender que se pretendan planificar los objetivos cruciales de un país, sobre la base de su dispersión étnica. Las 36 naciones indígenas, y no sobre la categoría sociológica que lo unifica, que le da cohesión y continuidad en nuestra historia. Lo cierto es que al pretender ocultar la raiz mayoritaria de la población boliviana, el proyecto político del partido de gobierno (el Movimiento al Socialismo) y la NCPE quedaron flotando en el aire.


Tal conclusión se reforzó con observaciones prácticas. Un sencillo formulario entregado a estudiantes de la Universidad Pública de la ciudad de El Alto (El Alto tiene la población aymara de origen migrante más numerosa del país), por los investigadores René Pereira Morató y Nelson Andrade Lima, demostró en octubre pasado, que el 67.1 % de los jóvenes se declararon mestizos (39). La locura de las 36 naciones llevó a exigir la presencia en la NCPE de pueblos que desaparecieron por invasiones del imperio incaico. Tal la opinión del catedrático de la UMSA, Mario E. Barragán, quien anotó lo siguiente: “Es desde luego evidente que las bases históricas e ideológicas sobre las que se asienta ese instrumento y desde luego su fundamento legal -la actual Constitución Política del Estado (CPE)- tienen muchísimas fallas que son, la mayoría, de carácter intencional y tratan de consolidar la herencia que dejó la invasión y la conquista inca, dando preeminencia a los pueblos que quedaron después del enorme avasallamiento de pueblos y culturas que actualmente evidentemente no existen pero que no dejan de tener presencia. El resultado es que las “naciones” actualmente reconocidas por el llamado Estado Plurinacional son solamente las que, por una u otra razón, respetó la invasión inca, cometiéndose una enorme injusticia con aquellas que fueron sometidas y exterminadas por los invasores incas y, hay que decirlo, sus aliados locales. Éstas tratan de consolidar una aristocracia aymaro-quechua sobre todas las demás, ya que la presencia de las restantes 34 etnias que todavía conservan su idioma dentro del Estado Plurinacional es sólo nominal. En suma, lo que los ideólogos de la NCPE quisieron hacer es tratar de revivir un imperio aymaro-quechua con las mismas bases ideológicas (“ama sua', etc.”) y organizativas del primitivo Imperio Inca al que tratan de copiar y emular, manteniendo su dominio sobre las antiguas posesiones incas. Quedan desde luego en el limbo todas las culturas y pueblos que fueron sometidos y exterminados por los incas. Entre ellos hay que contar a los cotas, chuis y charcas que habitaban Cochabamba, los que vivían en toda la zona de Yamparáez, Chichas, Lípez e, indudablemente, conforme se demostró hace poco, de Tarija, con churumatas, moyos moyos y tomatas, todos los cuales fueron barridos por los incas dejando restos que perdieron su base cultural, organizativa, ideológica e, indudablemente también idiomática, base fundamental que se toma en cuenta para su reconocimiento como ‘pueblos originarios’ por la NCPE” (40).

Finalmente, los redactores de la NCPE han puesto énfasis, al igual que los autores del documento “Emancipación..., en la necesidad de debilitar al idioma español, sobre todo a partir del artículo 234, inciso 7, que exige, dentro de los requisitos para el desempeño de funciones públicas, “hablar por lo menos dos idiomas oficiales del país”. Los constituyentes tuvieron, felizmente, la precaución de incluir el artículo transitorio número diez, que dice: “El requisito de hablar por lo menos dos idiomas oficiales para el desempeño de funciones pública será de aplicación progresiva de acuerdo a Ley”. Apenas promulgado el texto, hubo una fiebre por aprender un idioma nativo, ante el temor de perder la fuente de trabajo o la necesidad de conseguirla, si bien muchos se consolaban pensando que ni Evo y AGL cumplen ese requisito. Pese a una sostenida propaganda en medios de comunicación, al cabo de más de tres años, el temor ha pasado. La asistencia a los cursos en las oficias públicas fue decreciendo, al extremo de que casi no se habla de ellos, sin olvidar que los propios jóvenes aymaras, por ejemplo, y mucho más los de los que dicen pertenecer a las 36 naciones originarias, tampoco hablan el idioma de sus padres.

Los esfuerzos por debilitar al idioma castellano no condicen con los beneficios de hablar una lengua compartida con 400 millones de personas y que permite al acceso de culturas, tecnologías y conocimientos del género humano. Si las ONGs repudian al castellano, ¿cuál será el idioma de la Abla Yala? (término que usa el indigenismo para reconstituir la supuesta unidad de pueblos indígenas que habría existido antes de la colonia. Cuando se realizan convenciones para alcanzar el citado objetivo, ¿en qué idioma hablan sus delegados? ¿Cómo se comunican entre sí quienes forman parte de las 36 naciones indígenas y en que idioma exponen sus demandas? Sobre el tema, el Embajador de la República Popular China en Bolivia, Li Dong, aclaró a un apresurado columnista local la inexactitud de su columna •Mandarín derrota al Inglés”, al advertirle que “El Mandarín no derrotará a ningún otro lenguaje, porque el núcleo de la civilización milenaria representada por ese idioma es la búsqueda de autoperfección y coexistencia armoniosa. No es factible derrotar deliberadamente a los otros en cualquier manifestación cultural. El respetar y conocer constituye la base para superarse a sí mismo, tanto para un país como para cualquier individuo humano” (41). Exactamente lo mismo podría decirse en la relación entre el castellano y los idiomas nativos. El Estado nacional debe crear las condiciones para el desarrollo de todos los idiomas que se hablan en el país y dejar que la realidad concreta determine la sobre vivencia y enriquecimiento de cada uno de ellos.


LO NACIONAL POPULAR EN AMERICA LATINA

Lo nacional popular es el segundo aporte más importante de América Latina al pensamiento sociológico, entendido como las experiencias y planeamientos económicos y políticos de los países sometidos, en procura de su liberación nacional. Tiene como objetivo construir un socialismo latinoamericano, enraizado en lo nacional popular, es decir en sus propias características y especificidades. Lo nacional popular se basa en la alianza de conglomerados humanos y clases oprimidas, cuyos perfiles no son precisos debido a que el capital financiero impide su estructuración interna. Lo nacional popular es descalificado por el poder mundial que cuestiona la capacidad de América Latina para dotarse de un pensamiento propio. Este criterio es compartido por la social democracia europea y las internacionales del estalinismo y del trotskismo. Para estas corrientes lo nacional popular es sinónimo de carencia de fundamentos teóricos, desorden, comportamientos anárquicos, promesas demagógicas e irresponsables frente a multitudes insatisfechas. Lo nacional popular, como advirtiera Alberto Methol Ferré, es reducido sólo a lo popular, en tanto que lo “nacional”, que determina el enfrentamiento con el imperialismo y sus agentes internos, es cuidadosamente silenciado. La polisemia del término “popular” ha permitido a los medios académicos y de comunicación del sistema equiparar, cuando les conviene, populismo con fascismo, como en los casos de Perón y Villarroel, o comunismo, como ocurrió con Ovando, Jacobo Arbenz y Velasco Alvarado.

En el enfrentamiento entre el capital financiero y lo nacional popular subyace la vieja pugna entre libre mercado e intervencionismo estatal. Para lo nacional popular la única posibilidad de planificar la economía y derivar las ganancias de las empresas a los sectores populares es que el Estado intervenga en la economía, regule el mercado e impida que las grandes empresas se apropien del excedente. Los consorcios, a tiempo de defender el libre mercado, dicen que la intervención del Estado la distorsiona, lo que deriva en autoritarismos antidemocráticos y violadores de derechos humanos. La propaganda neoliberal añade que las ganancias estatales no benefician a sectores populares, sino a cúpulas corruptas y antidemocráticas (42). Una de las mayores hazañas del libre comercio, defendido a ultranza por las potencias coloniales, son las guerras anglo- chinas del opio, las que tuvieron lugar entre 1839 y 1842, y 1856 y 1860. Los conflictos se desataron ante la negativa china de convertirse en mercado del contrabando británico de opio, procedente de la India británica. Los intereses comerciales llevaron al conflicto. Francia luchó al lado de Gran Bretaña en la segunda guerra. Al término de los conflictos, El Reino Unido coaccionó al gobierno de Pekín a firmar Tratados Desiguales, abriendo varios puertos al comercio exterior y entregándole Hong Kong a Gran Bretaña. Portugal siguió a Gran Bretaña y forzaron términos de intercambio desiguales para China (Tratado de Nankín, cesión de Hong Kong a Gran Bretaña y ampliación de Macao para Portugal) (43).

LO NACIONAL POPULAR Y LA REVOLUCION CUBANA

Lo nacional popular ha tenido difíciles relaciones teóricas y políticas con la Revolución Cubana, que es, sin duda, el acontecimiento más notable de América Latina, en la segunda mitad del Siglo XX. Methol Ferré sostiene que Fidel Castro fue, en los inicios de su lucha revolucionaria, más nacional popular que marxista ortodoxo. Sin embargo, por una necesidad geopolítica, tuvo que apoyarse en el bloque soviético para evitar que la gesta cubana fuera aplastada por Washington. Añade que Fidel tomó el poder reivindicando una identidad nacional popular y que se volvió marxista pro soviético para mantenerlo. Quedan flotando, sin embargo, las siguientes incógnitas: ¿Sin la ex URSS, hubiera sobrevivido la revolución cubana, acosada por un bloqueo implacable, agresiones terroristas y mediáticas y sabotajes internos? Frente a las críticas a Castro en torno a derechos humanos, libertad de expresión y pluralismo político, cebe preguntarse si esos principios ¿podían ser aplicados en medio de la guerra fría URSS-EEUU, que estuvo a punto de desatar un holocausto nuclear? Methol hace notar que en Cuba hubo demora en entender la importancia de los regímenes nacional populares, al considerar que, sólo podían ser revolucionarios aquellos partidos políticos que reconocieran que el camino de los soviet era el único posible para iniciar transformaciones sociales. Sin embargo, la necesidad de enfrentar al imperialismo influyó para que Castro apoyara más tarde a Velasco Alvarado, en Perú, u Omar Torrijos, en Panamá. La complejidad de América Latina influyó, asimismo, para que un gobierno que se proclamó socialista, como el de Salvador Allende, tuviera, al mismo tiempo, fuertes connotaciones nacional populares. Algo parecido sucede hoy con la Venezuela de Hugo Chávez, que combina discursos socialistas con el fuerte asistencialismo que le permite los ingresos petroleros.

La angustia por quebrar su aislamiento, condujo a La Habana, en la década de los sesentas y setentas, a propiciar el foquismo guerrillero, que también negó la importancia de lo nacional popular, al plantear la lucha armada de manera generalizada. Lo nacional popular, por su parte, argumentó que la experiencia de Sierra Maestra era irrepetible y que cada país debía elaborar sus formas de lucha, basadas en sus propias tradiciones y experiencias (44). El foquismo se enajenó a las capas medias, asalariados y, salvo excepciones, conglomerados campesinos, lo que lo condujo a negar, sin matices necesarios, la lucha por conquistas democráticas, los escenarios parlamentarios, los derechos humanos, la libertad de expresión, las huelgas y las reivindicaciones salariales. Lo nacional popular, por su parte, considera que sin articular al conjunto de la nación oprimida, los procesos antiimperialistas no tienen destino. Lo nacional popular, sinónimo de movimientos patrióticos, estima que quienes lo descalificando por no proponer de inicio la hegemonía de la clase obrera, olvidan que la resistencia de los pueblos asume diversas modalidades que no se agotan en esquematismos mecánicos. En Bolivia, por ejemplo, sectores patrióticos de las FFAA abrieron procesos de liberación nacional, al llevar a cabo nacionalizaciones del petróleo en 1937 y 1969. El MNR, que amplió como ningún otro los horizontes de la democracia boliviana, condujo la Revolución del 9 de abril, invocando la figura del Coronel Gualberto Villarroel, quien también como ningún otro que lo precediera, avanzó en la participación indígena en la vida política del país, gracias al primer congreso indigenal. Lo anterior fue logrado por el MNR con direcciones de clase media. El MAS de Evo Morales tiene connotaciones indigenistas en su conducción. Lo importante, en consecuencia, no reside en discutir la forma en que emerge un movimiento patriótico, sino en evitar que claudique ante el imperialismo y sus aliados internos, como aconteció precisamente con el MNR Lo nacional popular cree que la emergencia de militares patriotas en la lucha política debe encaminarse hacia el establecimiento de regímenes democráticos, que fortalezcan la autodeterminación nacional, a diferencias de las democracias neoliberales, utilizadas para prolongar la presencia del capital financiero. Lo dicho es válido también con respecto a la libertad de expresión, la que debe estar limitada a la ingerencia irrestricta del capital financiero en el manejo de los medios de comunicación social.


LO NACIONAL POPULAR, ESTALINISMO Y SOCIAL DEMOCRACIA

El Estalinismo usó su influencia para someter, a través de políticas pendulares, los procesos revolucionarios del Tercer Mundo a los intereses de Moscú. Sobre el particular, la Izquierda Nacional ha recordado que el Partido Comunista de Cuba formó parte del gobierno de Fulgencio Baptista, con la designación de ministros de Estado como Carlos Rafael Rodríguez y Juan Marinelo (45) El partido comunista argelino estuvo en contra de la guerra de liberación nacional de su pueblo, en concordancia con el Partido Comunista francés que, a su vez, obedecía las instrucciones de la Internacional Comunista (46). La Revista “Correspondencia Internacional”, de la Tercera Internacional, calumnió, en 1930, a Augusto César Sandino, al sostener que el caudillo nicaragüense se había dejado comprar por el imperialismo. La ceguera sectaria del estalinismo lo llevó a condenar a dirigentes antiimperialistas como Antonio Guiteras de Cuba y Lázaro Cárdenas de México. Durante casi dos décadas, el PC peruano calificó al APRA, de Víctor Raúl Haya de la Torre, de “Aprofascista”. El PC cambió de actitud, en 1935, cuando el APRA había comenzado a abandonar sus postulados antiimperialistas (47). En Bolivia, el PIR, la cara del estalinismo nativo, integró el “Frente Democrático Antifascista que colgó a Villarroel. Luego obtuvo varios ministerios en el gobierno rosquero de Enrique Hertzog. Codovilla y Ghioldi del PC argentino manifestaron su alborozado apoyo a la Junta de Gobierno que ahorcó al presidente mártir de un farol de la Plaza Murillo y Neruda dedicó versos de elogió a los colgadores. Con esos antecedentes, ¿puede extrañar que el PC argentino integrara la Unión Democrática alrededor del Embajador de EEUU en Buenos Aires, Spruille Braden? (48).

El otro adversario de lo nacional popular es la social democracia europea, la que nace en los Congresos de Ámsterdam y Sttutgart (1904 y 1907). En estos eventos, los socialdemócratas europeos, repudiados por Lenin, sostuvieron que podían ser, al mismo tiempo, socialistas y colonialistas, ya que sus metrópolis necesitaban las materias primas de las periferias. En la actualidad, los socialdemócratas se han convertido en neoliberales reciclados (49). Hechos concretos avalan esta afirmación. El ex primer ministro de los Países Bajos, Wim Kok, integró en años precedentes los directorios de los trusts neerlandeses ING, Shell y KLM. Su homólogo alemán, el ex canciller, Gerhard Schróder, incursionó en el ámbito privado como presidente de la empresa Nord Stream AG (joint-venture Gazprom/E.ON/BASF/GDF Suez/Gasunie), consejero del grupo petrolero TNK-BP y asesor para Europa de Rothschild Investment Bank. Antiguos miembros de su gabinete, miembros del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), también cambiaron el traje de funcionario público por el de hombre de negocios: El ex ministro del Interior Otto Schilly asesora al trust financiero Investcorp (Bahréin), donde se encontró con el canciller austriaco Wolfgang Schüssel, el vicepresidente de la Convención Europea Giuliano Amato o incluso Kofi Annan, ex secretario general de la ONU.

Las figuras de mayor relieve del socialismo europeo intervienen actualmente en decisión de poderosas multinacionales: El ex canciller austríaco (1986-1997) Franz Vranitzky, administra el grupo canadiense Magna International (equipamiento para automóviles); el ex presidente del Gobierno español Felipe González lanzó un fondo de capital de riesgo (Tagua Capital) y forma parte del Consejo de Gas Natural; su ministro de Economía, Carlos Solchaga, asesoró a Citigroup y a la agencia de calificación Fitch (grupo Fimalac). Los socialdemócratas escandinavos, a menudo presentados como "modernos", por oposición a los socialistas "arcaicos", no escapan a esta tendencia: Gro Harlem Brund-tland(PepsiCo), Thorvald Stoltenberg (East Capital Management) y Góran Persson (JKL Group, filial de Publicis) pasaron al sector privado antes de recorrer, en algunos casos, el camino inverso. Las finanzas tienen, pues, rostros, nombres y apellidos: Se los puede ver desde hace mucho tiempo en los pasillos del poder, y muchos de ellos son "socialdemócratas" (50).

La principal filial boliviana de la socialdemocracia europea fue el MIR, del ex Presidente Jaime Paz Zamora, en cuya gestión se aprobó sin observaciones el Convenio 169 de la OIT. Hoy, el partido más relevante de la oposición, el Movimiento Sin Miedo (MSM), del ex alcalde Juan del Granado, se identifica con la socialdemocracia (51). Sería un error, sin embargo, confundir gobiernos socialdemócratas con dictaduras, sobre todo en regiones periféricas. La social democracia, si bien enmascara su sumisión a los imperialismos de occidente, al defender, así sea en teoría, la democracia formal, permite, en mayor o menor grado, el ejercicio de derechos humanos y libertades políticas que muchas veces sirven de apoyo para que los movimientos nacionales y populares puedan reabrir los procesos liberadores. Lo nacional popular no rechaza la defensa de la democracia esgrimida por la social democracia. Lo que busca es profundizarla y despojarla de elementos alienantes (uso irrestricto de financiamientos foráneos sin fiscalización alguna), que evitan que se alcance la autodeterminación nacional y latinoamericana que requieren nuestros pueblos. La incomprensión de lo nacional popular alcanza a García Linera, conocido por su inestabilidad ideológica, quien ha afirmado que el nacionalismo revolucionario busca “enterrar con una nueva loza categorial (sic: la palabra categorial no existe) la vigorosa cultura, raíz social y auto identificación de los pueblos originarios” (52). Lo que AGL no dice es que en tanto lo nacional popular y el indigenismo no supeditado a las ONGs estén enfrentados, el proceso de liberación carece de destino. A esta conclusión parece haber llegado el Ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, a quien preocupa la urgencia de “construir ciudadanía en los territorios indígenas…La necesidad de enfrentar los grandes problemas nacionales pasa, dijo la autoridad, por resolver el déficit de estatalidad en los territorios indígenas, éste es uno de los mayores desafíos que tendremos en los próximos 50 años, porque es un déficit de la colonialidad y la república y también es un gran desafío en la construcción del Estado Plurinacional… La estatalidad territorial en territorios indígenas implica una transformación de esta lógica estatal, que se acostumbró a construir ciudadanía en los núcleos urbanos y en las periferias; hoy el gran desafío es construir ciudadanía, construir universalidad cívica-ciudadana en los territorios indígenas; éste será uno de los mayores desafíos del Estado” (53). No importa que Quintana denomine a la construcción de ciudadanía una tarea plurinacional. Lo real es que el Ministro de Evo Morales ha rescatado un importante planteamiento de lo nacional popular en el país.


Para que el Frente Nacional recupere el rumbo de la Revolución Nacional (la articulación indo mestiza), los ideólogos del indigenismo deben aclarar su confusión en torno a lo cuantitativo y cualitativo de sus planteamientos. En efecto, si el hablar una lengua diferente es el único requisito para ser nación, ¿puede existir una nación de 500 personas, de 200, de 50 o de 2? ¿Cómo se logrará la delimitación de territorios ancestrales superpuestos con departamentos, territorios indígenas, originarios, campesinos, departamentos, municipios y otras comunidades? Cómo evitar interminables colisiones entre ellas? La pregunta es válida también en cuanto al uso de idiomas, justicias comunitarias, autodeterminación y derechos sobre recursos naturales. Los Estados nacionales, con el reconocimiento pleno de los pueblos indígenas, no dependientes de financiamientos foráneos, es el único escenario capaz de incorporar a la sociedad en su conjunto valiosos aportes del indigenismo, como el “Vivir Bien”, la importancia de la reciprocidad, el respeto a la otredad y la preservación del medio ambiente. El caos originado en la Asamblea Constituyente se debió a que no fue precedido de un proceso pre-constituyente, en el que los actores sociales debatan, con profundidad y sin premura, la nueva organización del país. Los debates debieron culminar en acuerdos sectoriales progresivos, hasta contar con un denominador común, que unifique al país y lo proyecte al futuro. Es el momento de rectificar el error y abrir el proceso pre constituyente que las ONGs impidieron que se realizara.

EL PAPEL DE LOS BANCOS

La confrontación entre indigenistas y la corriente nacional popular es simultánea al inicio de la desoccidentalización del mundo, ya que la riqueza ha comenzado a fluir de Occidente a Oriente y de Norte a Sur, lo que está ocasionado el desplazamiento del eje económico mundial del Atlántico al Pacífico y al Índico. Como consecuencia de lo anterior, la proyección militar de EEUU y de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) se ha debilitado, lo que no significa ignorar su poderío y brutalidad. La privatización de las guerras, a favor de contratistas, la creciente dificultad del dólar para mantenerse como moneda mundial, el fracaso de la autorregulación de los mercados, los crecientes problemas de funcionamiento del sistema capitalista mundial, en lo relativo a la provisión de empleo, alimentos y energía y el vaciamiento casi total de contenidos humanos en la actividad política, sobre todo en los centros de poder, los que se aferran sólo a la “real politik”, corroboran lo anotado (54).

(sigue en la edición de mañana)

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