En Entre Ríos Atahualpa Yupanqui encontró personas hospitalarias que le ayudaron en la precariedad económica; fue maestro de escuela y fundó el diario "La voz del Tala", en Rosario del Tala. En enero de 1932 participó en la fallida intentona revolucionaria de los hermanos Kennedy, en La Paz, lo que lo obligó a refugiarse en Uruguay, primero en Montevideo, y luego en otras localidades camino al sur de Brasil. Mientras tanto su esposa había regresado a Junín, donde el 11 de enero de 1933 nació su segundo hijo, Atahualpa Roberto.
En 1934 se dictó una amnistía que permitió a Atahualpa Yupanqui radicarse en Rosario de Santa Fe, donde fue contratado por LT1 Radio del Litoral. Formó un dúo con el entrerriano Ángel Candino, realizando una temporada exitosa en dicha emisora. También trabajó en el diario "El popular", donde hacía notas de viaje, crónicas del campo, narraba sucedidos y escribía sonetos. Allí le tocó escribir el obituario sobre la muerte de Bautista Almirón.
En 1935 se estableció en Raco, Tucumán, y de allí fue a Buenos Aires para actuar en radio. En la revista Sintonía de ese año apareció una nota titulada "Recital indígena por Radio Fénix" en la que anunciaba la presentación en esa emisora de Buenos Aires de un joven cantante, Atahualpa "Tupanqui" (en vez de "Yupanqui"). Luego fue invitado a la inauguración de Radio El Mundo, el 29 de Noviembre de 1935, acompañado por la orquesta de Dajos Bela.
Por esa época estuvo en Córdoba, viviendo en una pensión, e intentó estudiar medicina, pero la escasez de medios económicos se lo impidieron. Allí se relacionó con importantes personalidades de la cultura, la ciencia y la política (Aníbal Campos, Mirizzi, Deodoro Roca). También recorrió Santiago del Estero, para volver luego a Raco por unos meses. Estuvo en Catamarca, Salta y Jujuy.
En el Altiplano Atahualpa Yupanqui buscó testimonios de las viejas culturas aborígenes. Retornó a los Valles Calchaquíes, recorrió a lomo de mula los senderos jujeños y residió por un tiempo en Cochangasta, La Rioja.
Porque no engraso los ejes
me llaman abandonao...
Si a mi me gusta que suenen,
¿pa qué los quiero engrasaos ?
Es demasiado aburrido
seguir y seguir la huella,
demasiado largo el camino
sin nada que me entretenga.
No necesito silencio,
yo no tengo en qué pensar.
Tenía, pero hace tiempo,
ahura ya no pienso más.
Los ejes de mi carreta
nunca los voy a engrasar...