ARGENTINA / Los laboratorios promueven el consumo de fármacos / Escribe: Jorge Rachid






La medicalización es una cultura que testimonia la existencia de dependencia.

Ese vínculo manifiesta una pauta de conducta impuesta para hacer posible la aceptación de que los sentimientos, angustias y dolores de una persona requieran de una "pócima mágica" con forma y envase de medicamento avalado, o no, por una prescripción médica.


Verdadero dispositivo cultural, esa pócima mejorará la relación con el mundo de quien la consuma, tanto como sus actividades, afectos, conductas, rendimiento laboral y sexual, todo junto, en una sola toma que hará posible que se terminen los problemas y comience una nueva vida.

Así lo piensan y actúan quienes entran en el alucinante mundo de la drogadicción, como lo hacían nuestros ancestros para imaginar mundos mágicos que diesen respuestas a las que no tenían posibilidad alguna de acceso.


Quien estimula ese comportamiento en el presente es la industria farmacéutica y lo hace a través de la publicidad, el marketing, la cooptación de la medicina en las currículas de formación y la complicidad médica mediante dádivas y premios.

La lista de acciones destinadas a formar mercados consumidores incluye estímulos directos e indirectos a la prescripción, la cultura del medicamento de venta libre, la automedicación influenciada y acciones de marketing que han producido una devastación profunda en la cultura sanitaria de nuestro pueblo, calamidad que se expande por el mundo.

Tanto en el financiamiento de los tratamientos de la enfermedad, como en las secuelas de los efectos secundarios de los medicamentos sobre las personas, se generan verdaderas iatrogenias medicamentosas (iatrogenia: enfermedad producida por los médicos) que llevan a provocar hasta un 12% de las internaciones de segundo nivel y a veces la muerte.

Se medica todo, el ejercicio de la medicina está puesto al servicio del medicamento y la tecnología y si un medicamento no hace bien o tiene efectos indeseables, se receta otro para aliviar al primero, cayendo en catarata una serie de medicamentos, a veces con efectos cruzados entre sí, que anulan su acción primaria.

Se medica antes de diagnosticar, se medica por síntomas antes que por el análisis completo de la situación del paciente, su circunstancia, su semiología, su estado anímico y social, sus costumbres, su trabajo, su medio ambiente y condiciones de vida.



Se medica sin conocer, ni profundizar el trato con el paciente, indagarlo y contenerlo en su demanda, que fue lo que lo llevó hasta la consulta.

Se vuelve profesión prescribir un estudio y el medicamento sin desvestir ni revisar al paciente, sin hacer diagnósticos diferenciales ni análisis aproximativos de patología.

Se vuelve profesión el ejercicio de una medicina express.

(www.nacionalypopular.com)

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