MENDOZA / Sabiduria incaica / Escribe: Alberto Lucero






¡Cuánta sabiduría contenían las costumbres y los usos de las civilizaciones precolombinas!

Ellos sabían que su subsistencia dependía del éxito de los cultivos, realizados en las difíciles condiciones geográficas de sus asentamientos en las tierras altas de la actual América Latina. Una de las limitaciones más críticas, era la irregular distribución del agua de deshielo de los Glaciares durante las estaciones secas, con corrientes que fluían hacia los valles, aportando agua solo a ciertos lugares o, la captación del agua de las lluvias estacionales, que ellos filtraban y almacenaban, para utilizarla después en los cultivos a través de canales de riego superficiales y subterráneos, con dispositivos para medir incluso la cantidad de agua almacenada.



Desarrollaron técnicas para predecir los períodos de lluvia y organizaron su calendario de siembra para mejorar rendimientos y así permitir la alimentación de 10 millones de personas en lo que actualmente es Perú y Ecuador.

Utilizaban el agua para cortar los bloques de piedra en formas geométricas muy regulares, como se ve en Ollantaytambo, camino al Machu Picchu, donde están las piedras que se cortaban dejando entrar agua en intersticios hábilmente practicados y que se congelara durante la noche del altiplano a temperaturas bajo cero.

Estos pueblos antepasados nuestros, se adaptaron a las condiciones adversas en forma verdaderamente sustentable y hoy nos hace falta su filosofía de vida y su capacidad para adaptarse a la naturaleza, por eso, hasta la CEPAL propone reexaminar estos conceptos de adaptación, ante el Cambio Climático que hoy estamos padeciendo y que afecta gravemente a los recursos de agua dulce de todo el Planeta, a todas las sociedades humanas y a los ecosistemas.

Desde los años 70 del siglo pasado, ha disminuído la cantidad de agua almacenada en los glaciares de montaña y en la cubierta de nieve del Hemisferio Norte y las proyecciones nos indican que éstas seguirán disminuyendo durante este siglo, reduciendo la disponibilidad de agua dulce de las principales cordilleras montañosas del mundo y en las que vive actualmente más de la sexta parte de la población mundial.

En la cuenca mediterránea, en el oeste de América del Norte y del Sur, en el sur de África y en el nordeste de Brasil, sufrirán la disminución de recursos hídricos y paralelamente, aumentará la temperatura del agua del mar y la frecuencia de los fenómenos extremos, agravando más los efectos de otros factores, como el crecimiento de la población, el incorrecto uso del suelo y la urbanización.

Los cambios en la cantidad y en la calidad del agua por efecto del Cambio Climático, afectarán también la disponibilidad y la accesibilidad de los alimentos para las comunidades rurales pobres en los trópicos áridos y semiáridos y, en los grandes deltas de Asia y África el aumento del nivel del mar, extenderá la salinización a las aguas subterráneas y a los estuarios, reduciendo la disponibilidad de agua dulce para las poblaciones y para los ecosistemas.



Cómo decíamos al comienzo: Nos hace falta la sabiduría de las civilizaciones que nos precedieron, para advertir que este camino del consumismo infinito, es absolutamente inviable.

El Cambio Climático es consecuencia de la quema creciente de combustibles fósiles, para mantener en marcha un sistema de vida que necesita quemar cada vez más combustibles, aumentando el efecto invernadero y acelerando el Cambio Climático.

Y para mantener este consumismo, nos tratan de convencer que debemos explotar nuestros recursos mineros, solo para satisfacer los intereses económicos de poderosas empresas, que para colmo no son locales, utilizando metodologías que malgastan la escasísima agua dulce que tenemos y dejando contaminadas tierras vírgenes por toda la eternidad.

Nos haría falta la sabiduría de los Incas, para evitar los daños que esas empresas hoy están produciendo en pueblos que brillaron en la civilización incaica.

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