Para el Frente para la Victoria, el domingo 5 de julio donde se pronunció el 20% del padrón electoral nacional, no fue un día feliz. Más bien fue la continuación de la frustración futbolística del día anterior donde la selección argentina, que tuvo muy buenos partidos, se destiñó en la final perdiendo por penales. Que Cristina Fernández y Mariano Recalde, la primera por twiter y el segundo al hablar después de los comicios reconociendo la victoria de sus adversarios ubicados en los dos primeros lugares en la Capital, comenzaran hablando de los resultados en el referéndum griego, muestra claramente, más allá de la importancia y trascendencia de los mismos, que no había motivos locales para celebrar. A su vez la rotunda victoria de Horacio Rodríguez Larreta, estuvo por debajo de los deseos del macrismo que necesitaba un inédito triunfo en primera vuelta para relanzar su campaña de cara a agosto y paliar la enorme frustración reciente de no haber ganado en Santa Fe y seguir siendo un partido provincial. La frustración resultó mucho mayor porque, según el columnista Carlos Pagni del órgano mitrista, “El consultor Jaime Durán Barba, el domingo pasado al mediodía, aseguró a Larreta que ganaría con el 54% de los votos, secundado por Mariano Recalde y no por Lousteau. El ecuatoriano levantaba apuestas sobre este desenlace” Seguramente basado en estos datos desde el Canal TN, se hacía trascender a partir de las 18 horas que no habría segunda vuelta.
El balotaje al que apunta Martín Lousteau con ínfimas posibilidades de éxito, tiende principalmente a posicionar su figura con vista al futuro, esperando alcanzar una esquivo y difícil objetivo como es llegar a cosechar entre el 35 y 40% de los sufragios. Si bien es posible que un porcentaje de los votos del Frente para la Victoria se incline por el ex mentor de la resolución 125 para herir a Mauricio Macri, si el otro porcentaje restante más lo de los partidos de izquierda opta por el voto en blanco, esto potenciará en forma considerable el porcentaje que alcance Rodríguez Larreta. Lousteau acentuará la diferenciación con Larreta con acusaciones al PRO que hasta ahora la protección mediática de los medios hegemónicos han ocultado; las presiones para que de marcha atrás sobre el balotaje se acentuarán, aunque es fácil pronosticar que el ex ministro de economía a esta altura no puede bajarse a riesgo de incinerarse. Es interesante subrayar la desesperación al respecto del columnista de La Nación, que bajo la máscara de un presunto periodismo independiente ejerce uno militante que no osa decir su verdadero nombre y refiriéndose a Lousteau escribió el 8 de julio: “Por fin, Scioli encontró alguien que ni siquiera se propuso buscar, que le hará la parte de la campaña ofensiva y violenta contra Macri, que Scioli no quiere hacer”.
Está claro que en estos quince días de campaña, Lousteau puede resultar para Larreta tan desgastante como hubiera significado Randazzo para Scioli de ir finalmente a las internas en un tiempo de campaña considerablemente más prolongado.
En el resto del país, los radicales retuvieron Corrientes en elecciones legislativas; en la Pampa en las PASO, perdió el Frente para la Victoria (tercera derrota de un oficialismo ) frente al peronismo no kirchnerista. En La Rioja volvió a ganar el Frente para la Victoria por una diferencia menor a lo habitual, y en Córdoba ganó el candidato de De la Sota con una buena actuación de los radicales, aunque desilusionante en función de sus aspiraciones, teniendo en cuenta que hace seis meses aparecían como seguros ganadores. El candidato kirchnerista alcanzó un porcentaje decididamente inferior a lo esperado (16,68%), prácticamente apenas un punto más de lo obtenido en las legislativas del 2011, en un distrito fuertemente adverso. Como se ve, a nivel nacional, hubo victorias parciales con sabor amargo.
Queda para un estudio profundo la explicación de los motivos que el Frente de la Victoria, reiterando una tendencia, pierde en las principales ciudades del país, en los distritos más modernos y desarrollados y triunfa en los más retrasados y pobres. Al Partido de los Trabajadores brasileño (PT) le pasa algo parecido, siendo derrotado en forma amplia en el estado de San Pablo, el más industrializado y donde nació el partido e inició su exitosa carrera política su fundador, el obrero Luis Ignacio Da Silva (Lula).
Está claro que la batalla decisiva es la provincia de Buenos Aires, y la amplitud del triunfo del Frente para la Victoria determinará si hay balotaje o no. La situación ha pasado a ser incierta, para un triunfo en primera vuelta, con los terceros puestos en Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, y el segundo puesto en Mendoza lleva el contrapeso que fue el único oficialismo que perdió en elecciones provinciales, aunque lo positivo es que enfrentó a una oposición agrupada, perdiendo por sólo siete puntos. Todo esto queda en una estimación final, de cara a octubre, difícil de estimar, teniendo en cuenta que en las elecciones presidenciales, en el comportamiento de los electores juegan factores que no se consideran en las provinciales y que pueden favorecer a los candidatos presidenciales en diferente medida.
En síntesis: para el gobierno fue un domingo que es un alerta porque significa que no hay resultado definido aunque mire a sus adversarios desde arriba con una diferencia de puntos que aún no garantiza que no haya balotaje. Además cuenta a su favor con un accionar mayoritariamente unificado que contrasta con las divisiones y diferentes expresiones de la oposición. Ésta, en su expresión competitiva, la alianza Macri-PRO, con acuerdos circunstanciales con el Frente Renovador, tiene una tensión interna fuerte por la tendencia de Macri de tratar a sus aliados radicales como un patrón autoritario a su empleado, por las diferencias que afloran ante las presiones del establishment que representan y por una irreprimible competencia de apetitos personales. En su interior fluctúa la bomba de fragmentación siempre a punto de estallar de Elisa Carrió. Con todas sus limitaciones, con su enclaustramiento en la CABA sin poder hacer pie como ganador en ningún otro distrito, Mauricio Macri ha logrado en la Capital Federal un escenario inédito, expresado en la opinión del historiador y analista político Alejandro Horowicz: “…….el mapa electoral capitalino ha sufrido una importante transformación, ya que jamás semejante masa de votantes –medidos estadísticamente superan holgadamente el 70%– coincidió en un mismo espacio político en ningún otro momento de la historia nacional. Ni el peronismo, en vida del general, obtuvo semejante índice de acompañamiento. El viejo sueño de una fuerza conservadora capaz de alinear detrás suyo a toda la oposición anti K muestra condiciones de posibilidad. Al menos en la ciudad puerto. Claro que extenderla a nivel nacional no es tan sencillo, pero conviene entender que de ningún modo se trata de un imposible. Y esta es la prueba piloto.” Otro dato importante a considerar son los votos del Frente Renovador (el acuerdo Massa- De la Sota), que si sobrevive a las PASO, tiene un camino propio reducido pero con influencia decisiva en la Provincia de Buenos Aires y Córdoba, tanto en la primera vuelta por el caudal que puede sustraerle a Scioli para alcanzar el 40 o 45%, como hacia dónde se dirigirán sus votantes en un hipotético balotaje.
Por último el kirchnerismo duro se viene atragantando con la ingestión de sapos a lo que lo somete la realidad. A la candidatura de Daniel Scioli, compensada parcialmente para este sector con la postulación a vicepresidente de Carlos Zannini, se suma la difícil decisión de cómo actuar en la interna macrista que es el balotaje en la Capital. Estando el triunfo de Rodríguez Larreta casi asegurado por la diferencia de 20 puntos en la primera vuelta, el voto a Martín Lousteau resultaba un arma neutrónica si hubiera tenido un porcentaje importante de posibilidades de vencer al candidato del riñón de Mauricio Macri. La derrota en la Capital de su candidato aniquila la candidatura presidencial de Macri. Descartada esa alternativa por muy poco probable, aunque en política conviene no adherir al excluyente nunca, el voto a Lousteau tendría como objetivo intentar acortar la distancia electoral entre ambos candidatos y como contrapartida con vista al futuro de posicionar un adversario competitivo importante en el escenario electoral. La alternativa del voto en blanco sería importante si el mismo se colocara en la suma de votos como la segunda fuerza. Esto también es muy poco probable. El mismo rondará entre los que lo hagan desde la izquierda y los que elijan esta opción desde el Frente para la Victoria en un mínimo de 9% y tal vez un máximo de 13%, lo que potencia, al excluirse los mismos para el cómputo final, en un incremento de los porcentajes de ambos contendientes, pero con el efecto que impacta favorablemente con mayor intensidad en el ganador.
Como siempre la claridad que pretenden los análisis sólo se vuelven consistentes en la oscuridad del cuarto oscuro, aunque ese mismo cuarto tiende a su extinción en mano de los avances tecnológicos.
Más que un domingo sin ganadores claros, fue un día que puede quedar reflejado en la expresión “perdedores parciales”. Ni para llorar, ni para reír. Situación adecuada para recordar como siempre al filósofo Baruj Spinoza: “En política no hay que reír ni llorar, sólo comprender”. Y si eso no es suficiente, el Talmud aconseja: “ Mejor prender una vela que maldecir a la oscuridad.”