ARGENTINA / Palabra y conducción, o Francisco y Scioli / Escribe: Víctor Ego Ducrot






En el principio era el Verbo (…)". Juan 1:1-14. Y puedo decir con la historia de una gran película, y para esta vez, que todo comenzó en octubre del ’62, cuando Pier Paolo Pasolini leyó el Evangelio de Mateo. Dos años después estrenaba Il Vangelo secondo Matteo, una obra maestra del cine, sobre la cual después explicó: "La mezcla de violencia mítica y de cultura práctica de Mateo proyectaba en mi imaginación una doble serie de mundos figurativos, a menudo relacionados entre sí: el fisiológico, brutalmente viviente, de la época bíblica, y el reconstruido por la cultura pictórica del Renacimiento italiano.




Nada me parece tan opuesto al mundo moderno como aquel Cristo afable en su corazón, pero 'violento' en su razón". Busco entonces archivo periodístico y encuentro que, hace un año y tras décadas de desencuentro entre el cineasta revolucionario y el Vaticano, el Osservatore Romano calificó a aquella película de "obra maestra y probablemente el mejor filme sobre Jesús nunca antes filmado; seguramente en donde su palabra resuena con más fluidez, es aérea y a la vez estentórea". Y para evitar la pasión que provoca la obra de aquel artista nacido en Bolonia el 5 de marzo de 1922 y asesinado en Ostia, el 2 de noviembre de 1975; para concentrarme en el texto de hoy, dejé para más tarde la relectura de su Divina Mímesis, con la que orada la tradición lingüística y propone "un modo de escuchar al otro y de dejarse atravesar por su palabra".

La historia de los movimientos emancipatorios habla de la necesidad política de la especificidad, dejando las abstracciones para el pensamiento liberal burgués, desde el cual se somete (también históricamente) a las grandes mayorías; especulación que, para el tablero argentino de nuestros días, presupone resolver una dialéctica de hierro, la conducción y el conductor político y el proyecto a conducir. O dicho de otra forma: en una instancia táctica pero de peso específico estratégico como lo es una elección presidencial, y desde el furibundo verbo peronista, que es lo mismo que desde la más justa furibundia plebeya, en el proyecto nacional siempre se votó conductores y no proyectos, porque los primeros presuponen a los segundos. Sobre el tópico Perón fue preciso.¿Por qué Pasolini y su Mateo, revalorizado una vez llegado al sillón de Pedro el "Papa peronista", según la mirada original del vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, el mismo que con esa definición salvó al gobierno de Cristina de un desencuentro que hubiese sido fatal, teórica y políticamente? ¿Por qué la mención de Daniel Scioli en el título de hoy? ¿Por qué el ensayo de reflexión en torno a conductores y proyectos? Porque desde Juan en 1:1-14, donde anunció que "en el principio" era el Verbo, la semántica política (y no sólo esa, sino todo el universo de la comunicación) demanda de la palabra precisa como docencia, casi como sanación; como tan bien lo entiende un conductor político que ni siquiera proviene en su raíz última de la tradición romana: "Ahora sí tengo Papa", dijo Evo Morales minutos después del paradigmático discurso de Francisco ante los movimientos sociales, el jueves pasado en Santa Cruz de la Sierra; y argumentó tener enormes coincidencias con el Sumo Pontífice acerca del capitalismo, sobre la Madre Tierra y la justicia social. Es que a partir de aquel enunciado de Juan, que atravesó estructuralismos y postestructurales, a freudianos y lacanianos, también puede entenderse la política nuestra de cada día, la que nos conduce hacia el laberinto de octubre próximo, el que nos encontrará ante un camino favorable para el desarrollo de las fuerzas que propugnan por la liberación, o atrapados en la red restauradora de la dependencia neoliberal; y para resolver la ecuación en orden a la primera variable es que amerita destacar cómo debemos actuar quienes no queremos aflojar: si no votamos por un conductor, si nos enredamos en la maraña de las abstracciones; y si a ese conductor no lo enunciamos con claridad, Daniel Scioli; nos expondremos entonces a un peligro que pude derivar en tragedia, en la tragedia que significaría perder las próximas elecciones presidenciales. "Queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos. Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra", dijo "el Papa peronista" en Bolivia. No soy creyente pero le pido a Dios que lo proteja.



"Con su sabiduría el Papa Francisco nos marca una agenda que tiene que ver con fijar prioridades; nos acercamos a una contienda electoral, hay que debatir y respetar con fuerza pero hablar con toda claridad; la diferencia entre el FPV y el espacio de la nueva alianza que encabeza Mauricio Macri es que fijamos distintas prioridades. Nuestro espacio político, el FPV, es el de la victoria de los trabajadores, de los humildes, de los movimientos sociales, de los pequeños y medianos productores", dijo Scioli el viernes en Moreno. Y "si soy presidente, mejorará la calidad de empleo", había dicho un día antes. Y "seré un presidente que ejerza todos los atributos que le confiere la Constitución", había enfatizado el 24 de junio pasado durante una entrevista por TV. "Daniel Scioli se posiciona a nivel nacional con mucha claridad, con discursos que entusiasman. Enfrente está el paradigma neoliberal; la sociedad y la militancia están muy movilizados, viendo que la continuidad del proyecto la encabeza Daniel Scioli y que es garantía de seguir industrializando, consolidando los puestos de trabajo y de seguir hermanados en América Latina". Lo dijo también en Moreno y en diálogo con periodistas. Fueron palabras del mismo Mariotto que en febrero último aportó lo que el peronismo necesitaba a gritos y nadie, ni las voces más encumbradas, se animaban a enunciar: para garantizar un triunfo en octubre y la continuidad del proyecto nacional hay que encolumnarse detrás de la candidatura de Scioli a la Rosada.

"La pérdida de la memoria nos disgrega y hace que nos alejemos de los demás, fundamentalmente de los más pobres; hay que cambiar la lógica del descarte por la lógica de la comunidad", dijo Francisco en su misa de Santa Cruz. Siempre primero el Verbo; de derrotar al neoliberalismo se trata.

(Tiempo Argentino, sábado 11 de julio de 2015)

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