Recordamos que el 19 de Mayo de 1895, el Héroe Cubano José Julián Martí y Pérez caía en combate, en Dos Ríos, Jiguaní, en la provincia de Granma, República de Cuba.
José Martí se desempeñó como Cónsul de Argentina y de Paraguay, Vocal del Comité Revolucionario Cubano, Catedrático de la Escual Normal Cental de Guatemala, Corresponsal del diario La Nación de Argentina y del diario El Partido Liberal de México, editor de varias revistas y de las Crónicas de la Conferencia Internacional Americana de Washington, Presidente de la Sociedad Literaria Hispanoamericana de Nuev York, representante de Uruguay en el Congreso Monetario de Washington, fue Licenciado en Derecho Civil y Canónico y en Filosofía y Letras, escribió los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano, varios cuentos y versos de una inigualable riqueza idiomática, y fue Mayor General del Ejército Libertador de Cuba.
Las balas que extinguieron físicamente a José Martí cercenaron a una de las figuras cumbres del pensamiento progresista del continente americano, pero no impidieron que su legado se multiplicara en la historia de la nación cubana.
Martí es considerado un prócer que amo a la América, le sirvió incondicionalmente a su patria y proclamo ante el mundo que luchar por la esperanza donde cristaliza el sueño del hombre es crecer, vencer y multiplicarse en la vida.
La independencia de Cuba fue la brújula de su gesta y la lucha por la dignidad humana el patrón moral que lo convirtió en apóstol americano La firmeza le vino de su propia raíz popular, de la fe en la victoria y del trabajo creador, persuasivo y útil.
En la noche del 19 de mayo de 1895 los españoles acampan en El Jobo y allí el capitán Enrique Satue y el traidor Antonio Oliva reconocieron el cadáver de José Martí, Héroe Nacional de Cuba.
Con el conocimiento de tener en su poder los restos del jefe de la Revolución, los españoles iniciaron lo que la posteridad confirmo como el itinerario funerario de los restos martianos.
Al día siguiente el Coronel José Ximenez de Sandoval penetra en el caserío de Remanganagua. A las tres de la tarde en ese desconocido sitio de la manigua cubana, le dio sepultura por primera vez al Apóstol.
La noticia trasciende y el propio Capitán General Arsenio Martínez Campos, que se encontraba de transito ocasional por la ciudad de Santiago de Cuba, antigua capital del oriente del país, ordena la partida urgente de un medico para que realizara la exhumación y diera a conocer nacional e internacionalmente su humillante triunfo.
El doctor Pablo A. de Valencia Forts llego a Remanganagua el día 23 y ante el avanzado estado de descomposición del cuerpo decide dejar sepultadas allí las vísceras del Maestro.
En el dictamen forense el medico señala los rasgos físicos de Martí, que en el momento de su caída en combate vestía saco oscuro y pantalón claro, calzaba borceguíes negros y llevaba consigo, entre otras prendas, un reloj de oro con sus iniciales, un revolver con culatin de nácar, un machete, alforjas de cuero, una cartera de bolsillo con notas, retratos, espuelas vaqueras, una escarapela bordada con mostacilla, que se dice Utilizo Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, y en un dedo de la mano una sortija de hierro, en la que se leía la palabra CUBA, elaborada con los grilletes que le aprisionaron en el presidio político.
De acuerdo con el testimonio de los propios colonialistas, Martí fue despojado de todo, y Sandoval conociendo el rango del muerto lo condujo amarrado en una bestia y en un momento de descanso, sobre la tierra enfangada, lo sepulto sin caja y con el cadáver de un español encima en Remanganagua.
Realizados los tramites de la exhumación llegan y pernoctan en Palma Soriano y en el parque que hoy lleva su nombre lo muestran, por única vez, al publico. Luego lo trasladan al cuartel de las milicias para redoblar su custodia.
De ese poblado parten al alba del 26 de de mayo de 1895 y en el sitio conocido por Paraná detienen el andar, debido al asedio continuo de las tropas del General mambí Quintín Banderas. Este fue el último intento de los insurrectos por rescatar el cadáver de José Martí y, como otros, no fructifico.
A su llegada a la localidad de San Luis los restos descansan en el cuartel y en la estación de ferrocarril, donde esperaban el tren que cubría el recorrido hacia la ciudad de Santiago de Cuba. Para reforzar la custodia los españoles envían a la primera compañía del quinto peninsular.
Al filo de las seis de la tarde arriban a la terminal ferroviaria santiaguera y esperan la noche para trasladar su féretro.
Tal operación realizada con absoluta discreción, no impide que en horas tempranas del día 27 algunas personalidades acudieran a la necrópolis. Según consta en los documentos de la época su ataúd estaba sobre una parihuela y en el centro de la capilla.
El expediente que comprueba los tramites para el entierro de Martí en el camposanto santiaguero consigna la posición de Juan Salcedo, Comandante General de la primera división del ejército español en la provincia de Oriente, y de Jorge Garrich, gobernador militar de la plaza, de cubrir con sus ahorros el entierro del apóstol.
Los pliegos también revelan que la situación se resolvió de forma gratuita por acuerdo del ayuntamiento, que concedió el permiso para colocar el cadáver en el nicho 134 de la galería sur del cementerio, por un periodo de cinco años.
El entierro oficial y la segunda inhumación tuvo lugar el 27 de mayo de 1895, y a el asistió una pequeña concurrencia integrada básicamente por oficiales colonialistas y algunos cubanos.
Pese a la compleja situación del país, el octubre de 1898 el patriota Emilio Bacardi trajo y coloco una lapida de mármol donada por los emigrantes radicados en Jamaica que consignaba "Martí los cubanos te bendicen", y paso a la historia como el primer detalle genuinamente popular para la veneración del Apóstol.
Por condiciones sanitarias se demolieron las tres galerías de nichos, dejando solo la de José Martí y Federico Caddevila, digno oficial español que defendió a los siete estudiantes de medicina fusilados por el colonialismo en la capital cubana.
Ese año se creo la comisión "Restos de Martí", para la atención adecuada al lugar donde reposaba. Los restos fueron exhumados e inhumados por tercera ocasión el 24 de febrero de 1907.
Ese día ante los despojos mortales del Héroe Nacional de Cuba se dieron cita su hijo José Francisco Martí, personalidades y veteranos de las guerras de independencia.
El General Rafael Portuondo Tamayo dijo las palabras oficiales de la ceremonia. Sobre los restos del nicho se levanto un templete cuyo proyecto estuvo a cargo de José Boffill, primer director del museo Emilio Bacardi.
La obra fue inaugurada el siete de diciembre de ese año y paso a la historia como el primer sitio que el pueblo cubano edificaba para venerar al héroe.
En 1912 las maestras de la escuela numero tres "Spencer" crearon la asociación "Pro-Martí". A partir de entonces ellas promovieron la atención sistemática a la tumba.
Entre sus acciones estaba la de cambiar anualmente la bandera que acompañaba los restos martianos y entregársela a personalidades dignas de su pensamiento y legado.
El 19 de mayo de 1913 fue develado el busto realizado por el escultor italiano Hugo Luisi, y que hasta la fecha se encuentra en la sede del gobierno de la Ciudad de Santiago de Cuba.
Durante los primeros 40 años de la República se aprecio una marcada intención de las personalidades locales por darle un sitio mas digno de reposo al Mestro y así en 1943 los integrantes del Club Rotario crearon el comité "Una tumba digna para Martí".
Los focos de este club diseminados por el país, la voz de García Inclán en la revista Bohemia, la propuesta y defensa del senador villaclareño Elio García de Cárdenas y el reclamo de los veteranos, concluyeron con la aprobación de una ley que concedía 100 mil pesos para la construcción de un mausoleo.
Para llevarlo a efecto, en 1946 se convoco a un concurso nacional donde se presentaron 18 proyectos y resulto electo el del escultor Mario Santí y el arquitecto Jaime Benavent.
En septiembre de 1947 tuvo lugar el cuarto entierro al trasladarse los restos al Retablo de los Héroes, debido a la construcción del mausoleo.
Allí permanecieron hasta el 29 de junio de 1951 en que fueron llevados a la sede del gobierno de la antigua provincia de oriente, para iniciar los honores del quinto entierro.
Al mismo fueron convocados las fuerzas políticas, el cuerpo diplomático, los veteranos, masones y personalidades de la cultura.
El 30 de junio el cortejo fúnebre partió en un armón de artillería y recorrió céntricas calles de la ciudad de Santiago de Cuba. A su paso el pueblo dejo caer rosas blancas.
En la necrópolis lo esperaban los veteranos de la guerra de 1895, quienes entregaron al presidente una urna para colocarlo en la cripta donde hasta hoy reposan.