Desde Roma
“Hemos tenido un proyecto de país, un modelo de sociedad más equitativa, más justa e igualitaria, que es el mejor antídoto en la lucha contra la pobreza.” Así cerró ayer Cristina Fernández de Kirchner su discurso en la 39ª Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), donde, como ella misma había anticipado, reivindicó las políticas sociales como herramienta fundamental para la inclusión –y de ahí el ejemplo de lo que se hizo en los últimos años en la Argentina–, pero además dejó otro mensaje: que no puede ser que los alimentos se conviertan en un tema de especulación económica y que hay que establecer regulaciones como las que, por iniciativa argentina, se están tratando de establecer en los mercados financieros para cortarles las alas a los fondos buitre. “¿Qué vamos a esperar? ¿Que el mundo también tenga problemas de granos, que tenga gente que acumula granos de trigo, de arroz o de soja mientras hay gente que se muere de hambre, para intervenir en la regulación de estos mercados?” Por lo que reclamó regulaciones para evitar la acumulación de alimentos. “Pedimos que la especulación tenga regulación, como tantas otras cosas en el mundo”, concluyó.
La Presidenta había dado la pauta de cuál sería el tenor de su exposición ante la FAO tras su encuentro del domingo con el papa Francisco, cuando dijo que “el hambre tiene que ver con modelos de sociedad y erradicarlo depende fundamentalmente de tener trabajo, educación y políticas sociales”. Ayer no bien puso un pie en ese organismo dio otro adelanto de lo que diría más tarde en el recinto de deliberaciones. “El principal problema hoy en relación con el hambre es la injusta distribución de la riqueza. Alimentos hay, lo que le falta a mucha gente es dinero para poder acceder a ellos”, remarcó e hizo una referencia a Latinoamérica: “Se han logrado importantes adelantos en la última década, pero no podemos dejar de reconocer que América latina sigue siendo la región más injusta en cuanto a la distribución de la riqueza”.
CFK dejó en manos del canciller Héctor Timerman la firma del “acuerdo de sede” entre la Argentina y la FAO y antes de dar su discurso recibió el premio que reconoce al país su lucha contra el hambre por haber mantenido el nivel de desnutrición por debajo del 5 por ciento en los últimos 25 años (ver aparte). Se lo entregó el titular del organismo, el brasileño José Graziano da Silva, con quien mantuvo luego una reunión.
La Presidenta recordó en su exposición las palabras de Helder Cámara, el obispo de Olinda y Recife cuyo expediente de beatificación acaba de abrir el Vaticano, “cuando le doy de comer a un pobre, dicen que soy un santo; cuando pregunto por qué hay pobres, dicen que soy comunista” para reafirmar el concepto de que “el problema del hambre radica en inequitativa distribución de la riqueza” y que a la pobreza hay que enfrentarla con “presencia del Estados con políticas públicas muy activas”.
El mismo camino transitó Lula da Silva, cuando le tocó hablar el sábado en la apertura de la Conferencia de la FAO. El ex mandatario brasileño reivindicó políticas sociales, puso como ejemplo lo que hizo en su gobierno, en particular la implementación de la Bolsa Familia, y criticó al establishment por cuestionar y boicotear ese programa.
Al poner de relieve el logro que significaron programas como la Asignación Universal por Hijo, la Asignación Universal por Embarazo y los programas Conectar Igualdad, Procrear y Progresar, la Presidenta tampoco pasó por alto los embates de esos sectores que tan bien fueron sintetizados en aquella sentencia del ahora precandidato a presidente de la UCR, Ernesto Sanz, de que la AUH “se va por la canaleta del juego y de la droga”. CFK recordó sobre la AUH que “fue criticada porque decían que fomentábamos que la gente no trabajara” y explicó: “Al contrario, convive con trabajo registrado porque la asignación universal es igual a la asignación familiar. Cuando ese trabajador pasa al campo de la formalidad sigue cobrando esa asignación bajo la forma de asignación familiar”. Similitudes con el caso brasileño: Lula contó el sábado que en Brasil decían que la Bolsa Familia, que consiste en una renta mensual a las personas que no tienen ingresos suficientes, “iría a estimular la vagancia, la pereza y que el pobre no iba a querer trabajar”.
“La Asignación Universal por Hijo es una de las políticas públicas reconocidas como de las más efectivas en la lucha contra la pobreza. Con 0,5 por ciento del PBI llegamos a más de tres millones y medio de niños y adolescentes con exigencias que deben cumplir. Deben ir a la escuela, tener controles de salud y cumplir el programa de vacunación de 19 vacunas que en la Argentina es gratuito”, subrayó Cristina Kirchner, quien afirmó que menos del 5 por ciento de la población argentina es pobre y la indigencia es menor al 1,7 por ciento. Destacó también que fue posible implementar las actuales políticas sociales a partir de la recuperación del manejo de los fondos previsionales. “Las AFJP tenían en su patrimonio 90 mil millones de pesos. Hoy el fondo de garantía de sustentabilidad tiene más de 500 mil millones”. Reiteró también que el consumo es el motor de la economía. “No entiendo a algunos capitalistas –reflexionó–. El capitalismo triunfó a partir de que gente podía consumir.”
La Presidenta dejó para el final el asunto de la regulación de los mercados de granos. “No quiero terminar –manifestó como una introducción al tema– sin mencionar lo que hemos sufrido en la región latinoamericana por los subsidios y las barreras arancelarias.” Citó, como ejemplo, las barreras “fitosanitarias” que Estados Unidos impone para impedir el ingreso a ese país de carne y limones argentinos o el “arancel del 125 por ciento” que Francia le aplica a la manteca. Después señaló que no puede ser que se especule con los alimentos y empezó por Argentina. “En nuestro país tenemos una reserva del 60 por ciento de la soja a nivel global. Esto no es responsabilidad del Estado, porque obviamente el Estado no puede intervenir ni obligar a vender nada a nadie”, dijo para luego aclarar que no se trata de “quitarle nada a nadie, ni socializar, pero una cosa es no socializar y otra, especular con el hambre de los pueblos”. Recordó el caso de la iniciativa argentina en la ONU para poner coto a la especulación financiera y planteó: “Deberíamos impulsar desde estos espacios globales institucionales la regulación de los mercados de granos a futuro. El vendo o no vendo tiene que ver con que la gente pueda comer una semilla de arroz o pueda amasar su pan”.
(Página 12, martes 9 de junio de 2015)