INTERNACIONAL / A la espera de un día histórico / Escribe: Fernando Cibeira






Desde Panamá

No será una reunión bilateral formal, pero hoy Barack Obama y Raúl Castro mantendrán una conversación cara a cara en lo que será el primer encuentro entre un presidente de Estados Unidos y uno de Cuba en más de medio siglo. Según se conoció ayer, ambos conversaron telefónicamente y habilitaron la reunión que el jueves sostuvieron sus cancilleres. El encuentro se da en el marco de la Cumbre de las Américas que arrancó anoche con una ceremonia de apertura y cena. Hoy será el día de la sesión de los presidentes, en la que participará Cristina Kirchner y en la que –ya en vías de normalización lo de Cuba– el principal punto de conflicto se trasladará a Venezuela, luego del decreto de Obama que declaró a ese país como una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos. A modo de anticipo, Obama cruzó ayer un saludo cordial con Castro, antes de comenzar la ceremonia de apertura.

Detrás del intercambio que se producirá hoy está la historia que arrancó formalmente en diciembre, cuando ambos países anunciaron el reinicio de sus contactos. Desde entonces, se sucedieron tres rondas de negociaciones que se vienen traduciendo en una lenta pero paulatina normalización de la relación bilateral, congelada durante décadas. También se permitió que Panamá invitara a Cuba a participar de esta cumbre, que se realiza bajo la órbita de la OEA, por primera vez en su historia. En rigor, si esta vez Cuba no hubiera participado lo más probable era que la cumbre no se realizara dado el ultimátum que varios países –Argentina entre ellos– habían dado en la anterior edición, tres años atrás, en Cartagena.



Los funcionarios demócratas colocan la normalización de la relación entre Estados Unidos y Cuba como parte del “legado” de la gestión Obama para la región. En realidad, los diplomáticos latinoamericanos consideran que la Casa Blanca tiene urgencia por revisar su vínculo con su antiguo patio trasero, dada la creciente influencia de potencias extra regionales como China y Rusia. También por la notoria pérdida de poder de organismos con sede en Washington como la OEA en manos de los más nuevos Unasur y Celac, de los que Estados Unidos no participa.

Obama y Castro sostuvieron un diálogo “extenso y muy productivo” en el que constataron que se “han realizado avances” y se comprometieron a “seguir trabajando para resolver asuntos pendientes”, informó ayer el Departamento de Estado al revelar la comunicación telefónica entre ambos presidentes antes de que se dirigieran a Panamá. Al otro día, en el inusual horario de la medianoche, el secretario de Estado, John Kerry, y el canciller cubano, Bruno Rodríguez, protagonizaron en un hotel de la capital panameña el encuentro de más alto nivel entre funcionarios de ambos países desde 1958. Un año después triunfaba la Revolución Cubana y en 1962 la isla era expulsada de la OEA.

Encuentro

“No tenemos un encuentro formal previsto a una hora determinada, pero anticipamos que tendrán una conversación mañana”, informó el asesor de Seguridad de la Casa Blanca, Ben Rhodes, en el rol de vocero. Hay expectativa porque Obama pueda comunicar durante esa conversación que Estados Unidos quitará a Cuba de la lista de países que auspician el terrorismo. Se sabe que el Departamento de Estado ya emitió el informe técnico correspondiente, pero ayer Rhodes no dio por concluida la cuestión. “El presidente va a tomar una decisión cuando todos los procesos estén cumplidos”, respondió.

También es posible que se informe acerca de la reapertura de embajadas de los respectivos países, aunque hasta que esto se concrete llevará tiempo. Lo mismo sucede con el fin del bloqueo a la isla, algo que seguramente varios presidentes reclamarán durante la sesión de hoy. Sin embargo, la decisión final está en manos del Parlamento norteamericano y no de Obama. Rhodes debió responder preguntas sobre el cambio de política de Estados Unidos hacia Cuba. Dijo que, aunque seguían manteniendo diferencias con el gobierno de Raúl Castro, consideraban que la “cooperación” con Cuba serviría para “alentar al pueblo cubano” a hacer reformas en el país.



Obama participó ayer del cierre de la cumbre empresarial y pese al pie que le dio el presidente del BID, Luis Alberto Moreno, prefirió no referirse al tema. Al presentarlo, Moreno habló de un cambio histórico para la política de la región a partir de la decisión de Obama de normalizar la relación con Cuba, refrendado por una ovación del público. El norteamericano se hizo el desentendido. Compartió la charla con el presidente anfitrión, Juan Carlos Varela; la brasileña Dilma Rousseff y el mexicano Enrique Peña Nieto, junto con algunas breves participaciones de empresarios, incluyendo la estrella del evento, el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg. Sólo al final, cuando quería mencionar que ya había quedado en desuso considerar que el Estado en economía debía hacer todo o bien no tenía que hacer nada, soltó “hemos superado la época de la Guerra Fría”. La gente volvió a aplaudir.

Desencuentro

Ayer la cumbre quedó inaugurada con la ceremonia en el teatro Anayansi. En el acto, cuya particularidad fue tener una niña como presentadora, fue leída una carta del papa Francisco (ver recuadro), hubo un discurso del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza –quien celebró “la primera vez” que los 35 países del continente estuvieran presentes–, y otro del secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, en un difícil spanglish. Luego siguió una cena de la que Cristina Kirchner no participó.

El inicio de las sesiones está previsto para hoy a las 9.15 en el salón Las Islas del centro de convenciones Atlapa, luego de la tradicional foto de familia. A las 13 habrá un “almuerzo de trabajo” y, a los postres, un espacio de dos horas que se denomina “reunión privada”. En ese momento sólo quedan en el recinto los presidentes con sus cancilleres –sin cámaras ni micrófonos– para que hablen allí de lo que quieran. Aunque Washington no lo desea, un tema excluyente en ese tramo será el decreto de Obama del 9 de marzo pasado que declaró a Venezuela una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos.



Dado el rechazo generalizado que generó la medida en la región y que prometía echar a perder la cumbre, voceros de la Casa Blanca hasta llegar el miércoles pasado al propio presidente, salieron a aclarar que en realidad lo de “amenaza a la seguridad” era un formalismo de las leyes de Estados Unidos que exigen un cargo así de grave para sancionar a un funcionario extranjero, que era la intención de Obama. La respuesta mayoritaria fue que si se trata de un mero requisito burocrático entonces debe ser derogado. Antes de viajar, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, recibió las cajas con las diez millones de firmas que se habían propuesto juntar exigiendo la derogación del decreto. “Estamos listos para la batalla de las ideas, para defender la paz”, dijo ayer Maduro al aterrizar en Panamá. Desde el aeropuerto se fue directo a la barriada humilde de El Chorrillo, donde realizó un acto junto a partidarios. La elección del lugar no fue casual. Allí se centró la invasión norteamericana de 1989 que derrocó a Manuel Noriega y dejó un saldo de tres mil muertos. “Estados Unidos tiene que pedir perdón”, dijo Maduro en el acto.

Los países integrantes del ALBA, obviamente, serán quienes llevarán la posición más dura. Como suele hacer, el presidente de Bolivia, Evo Morales, participó de la Cumbre de los Pueblos, donde se dedicó en extenso a criticar la historia de injerencias norteamericanas en el continente. “Nosotros, en Bolivia, tuvimos que expulsar al embajador de Estados Unidos. Ahora, estamos mucho mejor”, concluyó.

(Página 12, sábado 11 de abril de 2015)

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