INTERNACIONAL / Chagos y Malvinas / Escribe: Daniel Filmus






En un reciente artículo publicado en el Daily Mirror, el ex viceprimer ministro británico John Prescott realiza un infrecuente ejercicio de autocrítica: reconoce que hace 50 años Gran Bretaña arrendó el Archipiélago de Chagos a los Estados Unidos para construir una base aérea en el Océano Indico a cambio de "un acuerdo más conveniente en armas nucleares". Pero como los EE UU exigieron que para alquilar el archipiélago las islas debían estar deshabitadas, afirma Prescott que "2000 chagosianos fueron desalojados de su isla y luego obligados a vivir como ciudadanos de segunda clase en la Isla Mauricio después de habérseles matado sus mascotas con envenenamiento por gas". Aunque parezca mentira, quienes dicen defender el derecho a la autodeterminación de los habitantes de las Islas Malvinas reconocen que comenzaron el cruento proceso de expulsión de los chagosianos ¡envenenando y matando a sus mascotas con gas!

El artículo fue escrito para defender el derecho de los chagosianos a volver a las islas, ya que se vence el contrato de alquiler con los EE UU. Claro que esta defensa no implica terminar con el contrato. "Si extendemos el arrendamiento por 20 años, debemos insistir que las islas nunca más deberían volver a ser utilizadas para la entrega de personas inocentes o para bombardear otros países, ya que un informe del Senado de los EE UU confirmó que Diego García fue utilizada por la CIA para actos de tortura y secuestro ilegal en la guerra contra el terror del ex Presidente Bush." Es así que quienes dicen defender los Derechos Humanos de los habitantes de Malvinas aceptan que su territorio ha sido base para bombardeos de poblaciones inocentes y que allí mismo se ha torturado y secuestrado ilegalmente. En palabras de Prescott, "fuimos cómplices (…) asegurémonos de que esta pesadilla de Estados Unidos nunca regrese".



De acuerdo con lo que se supo a partir de la divulgación de los Wikileaks, los británicos han intentado diversos mecanismos para evitar la vuelta de los chagosianos a su hogar. A través de los cables difundidos por Julian Assange, se conoció que el representante de Reino Unido para el Índico, Collin Roberts, le escribió a su par estadounidense sugiriéndole la creación de un área marina protegida en el archipiélago. Pero aclaró que no se trababa de defender la naturaleza o el desarrollo sustentable: "Si prohibimos la pesca los chagosianos, que son un pueblo pescador, no podrán volver a Diego García." Ante la advertencia de los norteamericanos de que los expulsados de las islas podían triunfar en su reclamo judicial por el retorno, Roberts afirmó: "No hay que tener miedo, el lobby de los ecologistas es mucho más poderoso que el de los chagosianos." Cabe destacar que quien demostró tan poco interés en defender los intereses de los 2000 habitantes de la Isla Diego García es hoy el gobernador de los habitantes de las Islas Malvinas enviado por la reina Isabel.

Pero aquí no terminan los dobles estándares británicos. Hace pocos días, el secretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Philip Hammond, afirmó que una consultora privada (KPMG) estimó que el costo que se debía sufragar para propiciar el retorno de los chagosianos a sus casas era de 63 millones de libras (97 millones de dólares) a ser financiados en tres años. ¿Qué piensa de esta cifra John Prescott? "Creo que 63 millones de libras son un bajo precio a pagar por la injusticia que cometimos." Y agrega: "Si alguien se queja del costo, es oportuno recordarle que gastamos 65 millones de libras (100 millones de dólares) CADA AÑO brindando apoyo a otro grupo de isleños británicos. Con la diferencia de que estos viven en las Islas Malvinas, a quienes se les concedió un referéndum para saber si querían permanecer británicos y que son BLANCOS." Y continúa: "En total, desde 1982 a la fecha habremos invertido más de 1000 millones de de libras (1540 millones de dólares) en mantener 2000 isleños, esto es, aproximadamente 500 mil libras (unos 770 mil dólares) por habitante. De golpe, el archipiélago de Chagos resulta más barato, a mitad de precio."



Las confesiones de John Prescott respecto de cómo el histórico colonialismo británico desprecia la autodeterminación de los pueblos nos eximen de abundar en consideraciones. Es evidente que el espíritu colonial nunca se preocupó por los habitantes de las tierras que usurparon y expoliaron. Muchos de los peores genocidios de la historia fueron cometidos en nombre del colonialismo. Se trata pura y exclusivamente de intereses militares y económicos. Ni siquiera es posible creer en la ironía de que los británicos defienden a quienes viven en las Malvinas porque son "blancos". Este desprecio por lo que piensan y sienten los pueblos queda demostrado en las votaciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. En más del 90% de las ocasiones en las que hubo que decidir sobre la liberación de las colonias en base a la libre determinación de los pueblos, Reino Unido votó en forma negativa. Sólo defiende este mecanismo en el caso de Malvinas. Argentina, en cambio, siempre respaldó con su voto la decisión de los pueblos colonizados o dominados. No nos olvidemos de que diez de los 17 casos que permanecen pendientes en el Comité de Descolonización de la ONU son territorios que permanecen bajo dominación británica.

Queda claro que los más de 1500 millones de dólares que Prescott dice que los británicos han gastado en las Malvinas no son para defender la "libre determinación" de los isleños. Tienen como objetivo principal sostener una base militar enorme en un lugar geopolíticamente estratégico por su proximidad al corredor bioceánico y a la Antártida, además de pretender expoliar las riquezas ictícolas, hidrocarburíferas y de biodiversidad que se encuentran en la zona y pertenecen a los 40 millones de argentinos. El pueblo argentino, todas sus fuerzas políticas y sociales, el Parlamento por unanimidad y el gobierno, encabezado por Cristina Fernández de Kirchner, continuarán trabajando para que el diálogo y la paz se conviertan en el camino que permita resolver la Cuestión Malvinas de acuerdo con la resolución que hace 50 años aprobaran, sin ningún voto en contra, las Naciones Unidas. Esta resolución, que convoca al Reino Unido y la Argentina a sentarse en la mesa de negociaciones para resolver la Cuestión Malvinas tomando en cuenta los intereses de los isleños, es hoy un reclamo regional y global que tiene como objetivo finalizar con el colonialismo en el mundo. A partir de la intensa tarea que viene desarrollando nuestra Cancillería, tenemos la firme esperanza de que el Reino Unido genere las condiciones para que la conmemoración de los 50 años de la Resolución 2065 nos encuentre habiendo retomado el camino del diálogo.

(Tiempo Argentino, sábado 11 de abril de 2015)

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