ARGENTINA / Una remake carnal / Escribe: Matías Garfunkel






Preguntó Pigna: "¿Cómo influyeron los dichos de Domingo Cavallo y Guido Di Tella en su caída?"

Respondió Alfonsín: "Se producen las elecciones y las cosas se agravaron porque el entonces diputado Cavallo había hablado con los bancos internacionales para que se nos exigiera el pago de la deuda, conspirando contra el país; y luego Guido Di Tella había dicho que el dólar no tenía que estar alto, sino recontra alto; entonces nos comenzaban a pedir la entrega inmediata del poder. Todos los partidos que habían integrado el FREJUPO, desde luego el Partido Justicialista, la CGT, también, pedían que le entregáramos el poder."


Que Domingo Felipe Cavallo durante los meses previos a la salida forzada del gobierno de Alfonsín fue un lobista full time en contra la administración radical es una marca indeleble de la historia reciente que no debe ser olvidada. Si se lo define desde la filosofía jauretchiana, lo de Cavallo fue una demostración de "cipayismo" explícito. El daño que el padre de la criatura neoliberal –que arrasó con el Estado nacional y millones de puestos de trabajo– le hizo al país fue tan grande que hasta hoy se sufre. Lo asombroso es que todavía haya quienes buscan repetir la historia, claro que en un contexto político nacional y regional que dista del debilitado ocaso del alfonsinismo en la Casa Rosada, y no dudan de desfilar por Washington buscando instrucciones o recetas para un futuro con el que se fantasean llevando las riendas de los destinos del país, sin importar los daños colaterales o no tan colaterales que se le infrinjan a la Argentina y su gente. Asombra que aquellos que se dicen constructores del futuro quieran volver al pasado.


El padre de la democracia lo sufrió. Ahora aquellos que se definen como hijos de la democracia quieren aplicar la misma lógica del cavallismo. El diputado del Frente Renovador, Sergio Massa, desfiló durante la última semana por despachos e instituciones en Washington, para buscar la bendición de think tanks conservadores que lo reconozcan como la esperanza blanca de la derecha argentina para regresar al gobierno en 2015. Al ambicioso Massa ya no lo conforma desfilar por la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, como lo hizo tantas veces y quedó como mácula para su maratónica carrera política. Por más que haya balbuceado ante los medios una defensa inconsistente de sus dichos, las palabras de Massa que se hicieron públicas con la filtración de los cables reservados de la diplomacia norteamericana a través de Wikileaks, lo definen. En el reporte "09BUENOSAIRES1026" de septiembre de 2009, Massa se despachó en la embajada contra el ex presidente Néstor Kichner, a quien calificó de "psicópata" y agregó que "no es un genio depravado, sólo es un perverso". Cabe recordar que lo hizo siendo jefe de Gabinete del kirchnerismo tras la derrota del gobierno en las elecciones legislativas de 2009. En sus diatribas definió a Néstor "de psicópata, de monstruo y de cobarde, cuya búsqueda del enfrentamiento político disimula una inseguridad profunda y un sentimiento de inferioridad", y señaló que "Cristina se desempeñaría mucho mejor sin su esposo". Ahora optó por ir directamente al Departamento de Estado en Washington para seguir con sus discursos.


En la última década alguien definió que con la llegada de Néstor Kirchner al poder, la capital de la Argentina había vuelto a mudarse de Washington a Buenos Aires, en una metáfora que definía con dolora ironía los años de sumisión a los dictámenes en que la política nacional, sus dirigentes, se habían entregado a los designios del Consenso de Washington. Hoy, Massa y su selecto grupos de "renovadores" integrado por su esposa, Malena Galmarini, el diputado Adrián Pérez, el ex legislador del Peronismo Federal, Eduardo Amadeo y el economista Martín Redrado tratan de escribir la historia para atrás. Pueden coincidir en diagnósticos e interés, por caso, con el congresista republicano y miembro del Tea Party, Matt Salmon; para trasladarse luego a Nueva York a departir con el ex alcalde republicano Rudolph Giuliani, con quien ya se entrevistó el año pasado. Una agenda cargada de compromisos en el presente que seguramente sueña con retribuir en el futuro si los votos acompañan en las urnas su ambición presidencial.

Una remake de las "relaciones carnales" de los '90. Massa se presenta como un político, un dirigente, que es "un hijo de la democracia" y va a buscar las recetas y los métodos que atentaron contra la soberanía política, económica, cultural e institucional del país. Cavallo y todo lo que el economista representa es el modelo a emular por quien se define como "hijo de la democracia"; ese mismo personaje que no tuvo prurito en viajar a los Estados Unidos para dilapidar en los foros financieros internacionales a Raúl Alfonsín, sin dudas, un dirigente que se definió a sí mismo por sus acciones y no por sus deseos como el padre de la democracia.

(Diario Tiempo Argentino, domingo 30 de marzo de 2014)

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