En estos tiempos, la preocupación internacional está puesta en el conflicto de la península de Crimea. Según la Organización del Tratado del Atlántico Norte –OTAN–, es el mayor conflicto europeo desde la Segunda Guerra Mundial. El caso es que Ucrania y Rusia mantienen una fuerte pulseada por el control estratégico del territorio que acaba de independizarse. Pero la situación ha llegado a un nivel tal, que cualquier movimiento militar puede desembocar en una guerra. Sin embargo, como en el tablero del mundo la pelea nunca es de uno contra otro, las mayores potencias occidentales, Estados Unidos y la Unión Europea, asoman expectantes al conflicto. Si sólo se tratara de una cuestión independentista, que se achique Ucrania o se agrande Rusia, la noticia no hubiera pasado de un referéndum. Sin embargo, después del decreto firmado por Putin, y del tratado por el que Crimea es reconocida como parte de Rusia, aparecieron nuevas sanciones por parte de los Estados Unidos y de la Unión Europea. El viernes, el Consejo de la Federación, que es la Cámara Alta del Parlamento ruso, ratificó por unanimidad el acuerdo por el que Crimea y la ciudad de Sebastopol, en las que habitan unos 2 millones de ciudadanos, de los 46 millones que viven en Ucrania, fueron incorporados a la Federación, un día después de que lo hiciera la Duma, la Cámara Baja. "Cuando se utilizan términos como anexión, considero que se ofende a los ciudadanos crimeos y a su derecho a expresar su voluntad", dijo Lavrov respecto del referéndum en el que un 97% de los votantes se pronunciaron a favor de la reunificación con Rusia. Los mismos que festejaron con un enorme acto coronado con bellos fuegos artificiales.
Obama no cree lo mismo. Luego de la declaración del Consejo de la Federación, en un discurso que realizó en la explanada sur de la Casa Blanca, el presidente de los Estados Unidos remarcó lo ilegal de la anexión de Crimea, así como las amenazas al este de Ucrania. "Estados Unidos está imponiendo hoy, como ya dijimos que haríamos, un costo adicional a Rusia", afirmó. Y el costo comienza a sentirse: los clientes de Visa y Mastercard con tarjetas de los bancos Rossiya y SMP (controlado por los hermanos Rottenberg) ya no pueden usar sus tarjetas ni para hacer compras ni para retirar efectivo. El primer banco afectado fue el Rossiya, sancionado el jueves por Washington, junto con 20 altos funcionarios rusos. El banco está controlado por Yuri Kovalchuk, considerado como "el banquero personal" de la oligarquía. La entidad cuenta entre sus clientes con 470 mil particulares y 24 mil empresas.
El gobierno estadounidense, en tanto, emitió un alerta en el que insta a no viajar a Crimea ni a las regiones orientales de Ucrania, por el riesgo que implica "la presencia de fuerzas militares rusas" y al creciente "tono antiestadounidense" de los grupos pro-rusos en la zona.
El lunes, Obama comenzará una gira por Europa, enfocada en profundizar el "aislamiento" de Rusia y en reforzar las alianzas con el Viejo Continente y Asia. Susan Rice, su principal asesora de seguridad nacional, dijo el viernes a la prensa: "Rusia está aislada. Está en esta crisis, incluso sin China."
Y China, en silencio. Fiel a su tradición, hasta ahora se mantuvo aislada del conflicto ucraniano, aunque, en la actualidad, controla el 5% de las tierras agrícolas a cambio de material militar que le cede Ucrania. Sin embargo, la anexión forzada de Crimea es, al menos, una prueba de laboratorio para China en su situación con Taiwán.
El viernes, Ivan Simonovic, enviado por la ONU, viajó a Crimea con el objetivo de preparar el trabajo de una misión de expertos que vigilará la situación de los Derechos Humanos. La semana pasada, a Simonovic no le había sido permitida la entrada a la península. Sin embargo, la consideración en la urgencia de la ONU por evaluar los derechos y libertades fundamentales en Crimea, en particular de las minorías, se hizo escuchar, lo que se podría considerar como un pequeño avance. La situación de los tártaros, por ejemplo, una minoría musulmana, se encuentra entre las prioridades de la ONU Al mismo tiempo, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), la que pertenece a Rusia, enviará, por seis meses, una misión de 100 observadores civiles a Kiev. El objetivo será reducir las tensiones y promover la paz, la estabilidad y la seguridad. Pero el embajador ruso, Andrei Keline, respondió que es ahora territorio ruso: "Los observadores de la OSCE no tienen mandato para ir. Crimea es parte de la Federación de Rusia."
Mientras Francia acaba de anunciar el retiro de su cooperación militar con Rusia, la Unión Europea prepara la guerra comercial con una normativa que ya se redacta en Bruselas. El presidente ruso se ríe en público, tanto de estas sanciones europeas como de las norteamericanas. Ya anunció, más burlón que desafiante, su intención de abrirse una cuenta corriente en uno de los bancos que Estados Unidos puso en la lista negra. El Rossiya Bank fue acusado de ser el operador de los oligarcas rusos: "No tengo cuenta ahí, pero juro que el lunes abro una, si es el banco de la élite como dicen", bromeó Putin. El Banco Central ruso anunció que evitará una caída del Rossiya. En el plano más filosófico de la estrategia política general, Rusia evitará de momento aplicar sanciones propias, porque esto implicaría conceder legitimidad a las de Occidente.
Apenas llegó de Francia, país al que viajó para inaugurar el Salón del Libro en París, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner volvió sobre el tema del doble estándar: "Es fundamental para el respeto al derecho internacional no tener doble estándar a la hora de tomar decisiones", publicó en su cuenta de Twitter, texto que acompañó con dos imágenes de titulares del diario Clarín: "Abrumador triunfo del Sí en el referéndum de Malvinas" y "Polémico referéndum en Crimea: el 95 % votó su anexión a Rusia". Y luego escribió: "Bueno, el doble estándar no es bueno para el derecho internacional, pero para otras cosas tampoco..."
Antes, en territorio galo, Cristina había pedido "coherencia" y terminar con el "doble estándar" en materia de integridad territorial, al cuestionar la postura de países como Estados Unidos y Gran Bretaña, que rechazaron el resultado de un referéndum realizado en Crimea para anexarse a Rusia, pero avalaron uno anterior hecho en las Islas Malvinas.
Como presidente, como primer ministro, Vladimir Putin se mantiene en el poder desde hace ya 15 años. El mismo que defiende el derecho de Crimea a la autodeterminación, que fue el que arrasó Chechenia, porque su población musulmana quería ejercer ese derecho. A diferencia de su antecesor, el presidente Boris Yeltsin, que perdió la primera guerra contra los separatistas musulmanes chechenios, este ex agente de la KGB ganó la segunda y sofocó las posibilidades presentes del secesionismo caucásico. La diferencia ideológica entre uno y otro es notable, y tiene que ver con los resultados: si Yeltsin disolvió la Unión Soviética, Putin busca restaurarla. La liga de naciones euroasiáticas que busca fundar necesita como primer socio de Rusia a la más eslava de las ex repúblicas socialistas soviéticas, Ucrania. A sus ojos, es una prioridad. Parece difícil, si no imposible, que dé libertad al gobierno de Kiev, hasta ahora su vasallo, para que se asocie con la Unión Europea.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 23 de marzo de 2014)