ARGENTINA / No quieren que la Presidenta termine su mandato / Escribe: Emilio Marín






Ponen a Timerman de blanco, pero el tiro es a Cristina

En las últimas semanas se vigorizó una campaña de desestabilización contra el gobierno.

Lo ponen de blanco al canciller, pero el tiro por elevación va contra la presidenta.

¿Alguien duda que existe una campaña desestabilizadora que pretende abortar el mandato de Cristina Fernández de Kirchner?

Signos de esa conjura se advierten en las jugadas que culminaron en la devaluación y los aumentos desmedidos de precios.


Shell y su CEO, Juan J. Aranguren echaron más leña al fuego, con su unilateral aumento en los combustibles.

Los editoriales y notas de opinión en The New York Times y The Wall Street Journal, con despiadados ataques a las políticas presidenciales, pueden ser parte de la “ayudita” externa a esa campaña.

Por la cantidad y mala leche de las notas publicadas, ningún medio puede disputar el podio antigubernamental a Clarín y su socio “Gaceta Ganadera” (léase “La Nación”).

En el reportaje que concedió el domingo pasado a Raúl Kollman, de Página/12, Héctor Timerman le contó que tiene sobre su escritorio siete cuadros con notas de la “tribuna de doctrina” ruralista donde se lo denigra.

Dijo que cuando no esté más en el Palacio San Martín se los va a llevar a su casa para tener presente esos ataques conservadores.

Volviendo a la pregunta inicial, de si alguien dudaba de que existe esa campaña antidemocrática.

Hasta un opositor como Hermes Binner declaró ayer que sí, que tal cosa existe.

En diálogo con Radio 2 de Rosario, el referente del FAP afirmó que “seguramente existen sectores que especulan con el final del gobierno kirchnerista antes de término”.

Agregó: “no hay que caer en esta situación (…) hay que respetar el voto de la gente”.

Que el kirchnerista gobernador de Misiones, Maurice Closs, denunciara que “hay sectores que quieren que Cristina Kirchner se vaya antes de 2015”, es una cosa.

Que lo convalide el opositor Binner, eso ya tiene otro precio.

Pegan a Cristina

El motivo de fondo para esa campaña no es algo que haya sucedido ayer ni anteayer.

Es una revancha ansiada por los genocidas que en número cercano a 500 están tras las rejas con una condena judicial en regla, tarde pero segura.

Está motorizada por el odio de los sojeros, terratenientes, pooles de siembra y cerealeras que nunca digirieron la resolución 125, que gravaba con retenciones móviles la exportación de granos.

Y que, paradojalmente, en función de la derrota de ese instrumento, debieron pagar un 35 por ciento de retenciones por la soja.

Está el odio visceral e ideológico de una parte de los caceroludos que querían linchar a la presidenta y varios ministros.

La búsqueda de acortar el mandato de CFK es compartida por políticos opositores derrotados en 2011 y que hoy -pese a sus mejores chances de volver a hacerse del gobierno- no verían mal una salida de pista la presidenta.

Creen que así van a poder correr solos, sin que la mandataria pueda influir en las elecciones de 2015 apoyando a un candidato oficialista.

Un desplome kirchnerista convertiría a CFK en un Raúl Alfonsín.

Los medios monopólicos, que debieron tragar el sapo de la ley de servicios audiovisuales y el fallo de la Corte Suprema, también tienen acumulada una factura contra la jefa de Estado.

La quieren hacer “pakapaka” (palos a los Ka).

La concertada campaña para pegarle a la presidenta, aún convaleciente de su problema de salud, diciendo que no se sabía si volvía, que no hablaba al país, etc, cuando poco tiempo antes se quejaban de que abusaba de la cadena nacional, confirmó esa hoja de ruta mediática.

Pegarle a Cristina es la rutina de su gimnasia comunicacional.

Viven para eso.

Dicho eso, conviene precisar que la debilidad política del gobierno y el descenso de la popularidad de Cristina ha creado el mejor ámbito para las críticas malintencionadas.

Esa baja es también culpa de la víctima: con la devaluación se tiró tierra y a mucha gente encima, no sólo a los opositores de la cacerola.


Davos versus CELAC

El veneno de la derecha se hizo más mortal a raíz de la participación argentina en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en Cuba.

Que la presidenta y el canciller compartieran allí tribuna y reuniones con los representantes de otras 32 naciones, que suscribieran documentos defendiendo ese ámbito tercermundista, las soberanías nacionales y las democracias, fue “too mach” (demasiado). Verla a Cristina Fernández reunirse no con un Castro sino con dos (Fidel y Raúl), condenar el bloqueo estadounidense contra Cuba y agradecer la solidaridad de los presentes con la causa de Malvinas, puso de la nuca a Clarín y “La Nación”.

El nombrado en segundo término publicó un editorial el jueves 30/1, planteando que “la voluntad de integración debe orientarse hacia objetivos concretos, alejándose de eufemismos e hipocresías como la de aceptar gobiernos dictatoriales”.

Se refería a Cuba. Han pasado 55 años de la revolución cubana y ese diario, en sintonía con el Departamento de Estado, sigue sin digerir esa realidad.

Es lógico que quienes apoyan el bloqueo del imperio contra la isla socialista, consideren un pecado reunirse con las autoridades bloqueadas pero triunfantes.

En esos mismos días, la mafia cubano americana de Miami intentó opacar la cumbre habanera con un encuentro en el Díaz-Balart Hall de la FIU Universidad Internacional de la Florida (FIU).

Allí, entre otros personajes ligados a la CIA estaba Carlos Alberto Montaner.

El presidente de CADAL, el argentino Gabriel Salvia, luego viajó a Cuba para alentar a los mal llamados “disidentes” en intentar afear la cumbre de presidentes.

Lo deportaron desde el aeropuerto José Martí y de regreso a Buenos Aires sangró por la herida ante Infobae: “la CELAC fue un invento de Hugo Chávez con la idea de ofrecer una alternativa a la OEA compuesta por EE UU y Canadá”.

Agregó: “lo más contradictorio de nuestro gobierno es que dice que el eje de la política exterior son los Derechos Humanos. Si es así, lo primero que tendría que haber hecho Cristina era el domingo ir a la misa junto a las Damas de Blanco y visitar a los perseguidos políticos en lugar de estar con los verdugos”.

Para esos personajes y medios el héroe de esos días fue Mauricio Macri, panelista de cuarta categoría en el Foro de Davos, donde los “países serios” le dicen al resto del mundo lo que deben hacer. Macri es de ese palo.

Los medios amigos también.

Timerman, blanco

Para limar la imagen del canciller, la dupla de medios monopólicos suele repartirse el trabajo.

Uno lo ataca por el lado bien derechista, como se vio recién con el editorial de “La Nación” y notas de su enviada Mariana Verón, que deploraron los buenos términos de la relación con Cuba y opinaron que el canciller había fracasado.

No habían tenido en cuenta su pedido de incluir la denuncia contra los “especuladores” en la declaración final, no había habido ayuda de Dilma Rousseff, la presidenta se había vuelto un día antes, etc.

El otro medio, Clarín, pegó a Timerman “desde la izquierda”, al reflotar lamentables declaraciones suyas del 2004, cuando dirigía la revista “Debates” y opinaba que Cuba era “una dictadura de izquierda”.

Esa crítica al canciller podrían haberla hecho los argentinos amigos de Cuba, que son muchos, entre ellos uno que falleció hace poco, el ex gobernador Jorge Obeid, pero no el grupo mediático que tanto colaboró con la dictadura militar-cívica.


En su caso es una impostura, o peor aún, una deleznable maniobra para lastimar a Timerman con cosas de su pasado, justo cuando éste viene aplicando una política diferente en este y otros temas.

Viene bien recordar que los monopolios mediáticos no tienen principios sino intereses empresarios que acrecentar.

Apelan a cualquier crítica, algunas maquilladas “de izquierda”.

Otra pregunta, emparentada con la del inicio de esta nota.

¿Alguien tiene dudas que el canciller está en el ojo de la tormenta de los medios opositores?

Si lo sucedido con la reunión de la CELAC no convence a eventuales dudosos, lo que ocurrió este domingo con el Memorándum con Irán debería disipar interrogantes.

En el citado reportaje con Kollman, éste le preguntó si no le parecía que Irán había demorado el avance del Memorándum y el entrevistado contestó que sí, pero que ciertas negociaciones son complicadas.

Puso de ejemplo las entabladas entre israelitas y palestinos, que llevan muchos años y hasta originaron premios Nobel pese a que aún no se concretaron.

“Empecemos diciendo algo muy importante: el Memorándum es un paso adelante. Es como si alguien tiene una deuda conmigo: no es lo mismo si yo tengo algo firmado, un pagaré, que si no tengo nada firmado. El Memorándum es un paso adelante”, subrayó.

Ese domingo, apenas aparecieron esas declaraciones en Página/12, la dirigencia sionista de la AMIA y DAIA, más diputados del PRO y otros opositores, salieron a decir que Timerman habría confirmado que el Memorándum no servía.

Y varios, a reclamar la renuncia del funcionario y la derogación de la ley que aprobó aquél instrumento.

No es que el canciller sea santo de la devoción de este cronista.

No lo es, pero lo están atacando con mentiras, por algunas gestiones positivas que viene haciendo, como el Memorándum y dentro de la CELAC.

Lo están tiroteando a él pero las balas van también por elevación contra la presidenta, para que no termine su mandato constitucional.

Image Hosted by ImageShack.us