El presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados, Roberto Feletti analizó en una extensa entrevista el impacto que puede tener la evolución de la economía en las próximas elecciones legislativas, entre otros muchos temas del quehacer económico nacional. Lea, adelante.
–Generalmente los períodos electorales no son buenos años económicos, ¿qué va a pasar este año?
-–El 2013 va a ser mejor que el 2012. Después de un buen bienio, 2010-11, tuviste un freno en la economía por una fuerte restricción externa en el 2012, que superaste sin turbulencia. La gente también anota. Esto se superó sin graves problemas en empleo, salarios y sin desmadre de precios relativos. Y en el 2013 el país va a crecer arriba del 4%, y ese repunte se va a dar en el segundo semestre, donde el gobierno pertinazmente, a diferencia de otros gobiernos argentinos en el pasado y vecinos en el presente, mantiene los estimulos a la demanda. Todo indica que el segundo semestre va a ser realmente bueno respecto de los tres semestres previos, que va a coincidir con el período electoral. No pasó así en el 2009, que la elección cayó en el medio de dos semestres recesivos. Además, el Cedin va a actuar como movilizador del mercado inmobiliario. No que se perderán votos, como sí pasó en el 2009, sobre todo en los sectores más humildes, por la economía. Hoy la economía no es un factor piantavotos. En el 2009 había sequía y había recesión.
–Hoy la economía no va a ser piantavotos. Pero, ¿los va a traccionar?
–Eso es más complejo, porque ahí juegan las expectativas de la gente. Ahora la economía no vuela, no brilla. En el 2011 no había nadie que no tuviera la percepción de que su futuro era mejor. Hoy la gente no piensa que su futuro va a ser peor pero está expectante. Por eso corrieron la economía de la discusión electoral. La oposición hablaba de la corrupción y el massismo ha puesto a (Ricardo) Delgado para decir "bueno, hay cosas que están bien". Nadie va a dejar de votar al gobierno hoy por la economía, hay discusión sobre expectativas, pero está solida.
–Pero sí hay discusión sobre la inflación, el dólar.
–Sí, pero la inflación hace años que se trata de poner en el debate y todo el mundo percibe que la economía sigue funcionando. Es difícil pensar la inflación como factor de ruptura del consumo. Esto que dicen: "el billete de $100 cada vez alcanza menos"; pero lo que no dicen es que el salario medio de la economía, cuando el gobierno empezó, era de seis de esos billetes, y hoy pasa los 48 billetes. Cuando tuviste aceleraciones de inflación como en 1975, 1984/85 o 1989, los picos rompían la cadena de consumo y pagos al borde del desempleo masivo. Hoy no pasa eso.
–No hay afectación real sobre el poder de compra del salario. Pero, ¿sí sobre la competitividad?
–Hay dos discusiones que se dan a pesar de que no pongan la economía en el centro del debate. Una es la tasa de ganancia empresaria, la regulación cambiaria. El peso del ahorro externo no recayó sobre los trabajadores pero sí sobre la tasa de ganancia empresaria, que se angostó y la respuesta de ellos fue desmoronar la inversión. En todos estos años la inversión fue autofinanciada por las utilidades. ¿Por qué si se mantuvieron los estímulos a la demanda no se reproduce tanto el crecimiento económico? Te encontrás con el límite de inversión, que cayó como componente del producto. Cuando hablan de competitividad hablan de eso: recomponer la tasa de ganancia empresaria. Más brutalmente lo dice (Federico) Sturzenegger, que pide devaluar 30 o 40 por ciento. Acá hay una discusión de competitividad respecto del salario. La Argentina está exportando bien, sobre todo autos con gremios industriales bien pagos. No hay ahí problema de competitividad. Ellos quieren mejorar la tasa de ganancia a expensas del salario. El gobierno no quiere recorrer ese camino.
–Pero, ¿hay asignaturas pendientes con la competitividad?
–Sí, con vectores como el transporte y la energía. Este es el objetivo de la renacionalización de YPF, buscando la soberanía energética, y en transporte la discusión es más profunda.
–¿Qué otros factores inciden en la ganancia empresaria hoy?
–El tema de la presión tributaria. Está en el 37% del Producto Bruto, que es récord y permitió reconstruir el Estado de Bienestar. Cuando hablan de corrupción dicen: "para qué gastamos 6% en educación cuando las pruebas dan mal, y entonces para qué vamos a pagar impuestos si estos tipos se los roban". El discurso de la corrupción apunta a recuperar la tasa de Ganancia vía la disminución de la presión tributaria y el discurso de la competitividad por la vía de la devaluación. Efectivamente la tasa de ganancia se angostó pero si no se afectaba el salario del laburante. Es un rumbo que enaltece al gobierno.
–Entonces, ¿usted cree que un sector del empresariado quiere recomponer su ganancia vía licuación del salario y de los ingresos del Estado?
–Exactamente. Acá había una lógica que explicaba crisis recurrentes, por la cual acumulabas, invertías poquito, la dolarizabas, esperabas un crack externo, saltaba el tipo de cambio y volvías a reingresar las divisas y a construir de nuevo. Desde 2011 se planteaba esperar el salto cambiario, como no vino producto de la regulación cambiaria. ¿Por qué el paralelo define algunas cuestiones? Porque el tipo mide su capital en dólares y lo mide en función del paralelo como un ideal. Un tipo que trae una maquina o que invierte, empresario, ¿en cuánto aspira el tipo recuperar esa inversión? Si aspira a hacerlo a tres años, está pensando en una tasa en dólares del 33% anual. No hay economía que la aguante. Si te dice cinco años es un 20 por ciento. La tasa de retorno tiene que estar prevista a diez años. Una tasa de ganancia del 8 o del 10% es más compatible con la economía argentina. Además, el gobierno mantuvo los estímulos al consumo en un contexto en que la emisión monetaria se volvió, en parte, un financiador de la actividad del Estado. Por eso se reformó la Carta Orgánica del Banco Central, más allá del desenganche de divisas con base monetaria. Dijiste, el sector externo no me va a condicionar más los medios de pago. Son peleas que vale la pena dar. Después retrocedés un poco y metés el Cedin porque observás que necesitás medio de pago en dólares.
–Hay cosas fundamentales que van a seguir iguales.
–El gobierno dice: acá hay U$S 80 mil millones de ingresos por exportaciones, con eso se vive. Se paga la energía que hace falta, las importaciones, la deuda y el resto. De lo contrario tenía que abrir la cuenta de capital (endeudarte). Eso fue lo que hicieron nuestros vecinos. Aprovecharon la liquidez que tenía el mundo, los capitales dando vueltas. Muchos abrieron la cuenta capital ante esto y tuvieron que pagar tasas de intereses más altas contra ingresos de capitales. Nosotros no hicimos eso. Y los empresarios respondieron achicando la inversión. No es casual que (José Ignacio) De Mendiguren termine en la lista de (Sergio) Massa y (Hugo) Moyano en la lista de (Francisco) De Narváez. Los líderes empresarios y obreros que más o menos acompañaron este esquema por siete u ocho años aparecen en la oposición. Es el correlato político de la restricción externa.
–¿Y en el caso de Moyano qué? Con De Mendiguren, se entiende.
–De Mendiguren plantea una visión desarrollista de orientar el proceso de inversión y algunos temas de agenda que hasta podrían ser discutidos. Moyano, en cambio, un esquema que el movimiento obrero consigue paritarias todos los años, pero empiezan a aparecer tensiones. Ellos también están involucrados en la discusión con los empresarios, por la positiva o la negativa, ellos también ven el límite a la inversión la no reproducción del capital en términos clásicos y, por lo tanto, la no generación de empleo y algunas discusiones en ese sentido. Hay una discusión al interior de la CGT sobre esta cuestión de recomponer tasa de Ganancia y cómo seguimos, qué hacemos. Algunos te van a decir por qué no se dejan de joder y toman deuda, y, legítimamente, hubo propuestas.
–¿En el interior del gobierno también se discutió la idea?
–Y sí, está bien. Y tampoco me voy a suicidar. En algún momento alguien decía recompongamos tarifa y tomemos deuda. Era un programa económico, y no es una barbaridad, no es que sos un vendido del imperialismo. ¿Por qué tanto quilombo? Nos estamos peleando con todo el mundo. Mirá, el mundo nos ofrece guita. Indefectiblemente vas a Brasil, volvés a un modelo complicado si pensamos a la Argentina como una especie de alcohólico no recuperado que prueba un bombón de licor y ya se toma una botella de whisky; la tentación de tomar deuda, claro. Decís: "yo tomo U$S 10 mil, recompongo reservas y cierro la brecha fiscal con proceso de recomposición tarifaria, emito menos moneda y recompongo paridad entre reservas y base monetaria. Le muestro al mercado que tengo más poder para jugar, más pulso".
– En este contexto, Argentina está buscando acuerdo con China para tener un mecanismo gatillo que le permita acceder a U$S 10 mil millones. ¿No se puede hacer algo así con Brasil?
–Brasil no quiso liderar el proceso de integración, no podés llegar a una tensión tan grande, no podés pensar en integración cuando el intercambio es 15% en contra tuyo siempre. Vos podés tener intercambio bilateral que va en bandas del 3 al 5% arriba/abajo. No hay integración si el intercambio no es compensado. Tiene superávit con todos los países sudamericanos y déficit con Estados Unidos y China.
–¿Y hacia dónde va la región?
– La realidad es que el proceso que vivieron algunos países de Sudamerica, de abrir su cuenta capital para financiar sus desequilibrios aprovechando la liquidez barata... no es lo que hizo la Argentina. De hecho Brasil no puede parar la caída de su moneda y va a quedar mejor parada la Argentina, que está más desendeudada.
–¿La realidad le está dando la razón a la Argentina?
–Sí. No todo lo que hicimos está fenómeno, pero la realidad en ese sentido sí. Del 2008 al 2009 la Argentina tomó un rumbo que no tuvieron ni Chile, ni Brasil, ni Uruguay, y los hechos empiezan a mostrar que este rumbo no estaba tan mal. La Argentina "cerrada al mundo–aislada"; hoy estamos mejor.
–¿Y hay que seguir con política similar o cambiar?
–Y, alguna cosa con la inversión vas a tener que hacer. El otro día un economista muy liberal me dijo, curiosamente: "relean a Keynes", que habla de la inversión pero no dice que tiene que estar liberada a las fuerzas del mercado. En nuestro esquema macro la inversión estuvo ligada, porque vos diste condiciones macro pero la inversión se autofinanció de las utilidades, y cada quién invertía o no. Esa es la verdad. No tuviste intervención estatal en el proceso de inversión. Empezás a tenerlo vía la inversión pública con más fuerza desde 2010 cuando ves que la situación energética se complica y terminás recuperando YPF.
–¿Los límites a la remisión de utilidades de las multinacionales juegan a favor o en contra?
–Juegan a favor, es lógico hacerlo hasta para un problema de soberanía. No podés permitir que, sobre todo los españoles, cuyo país está en crisis, te repatríen todo el capital. Aparte no confundamos proceso de inversión con inversión extranjera directa. Acá es necesario generar un proceso de inversión que aumente la oferta, fundamentalmente en aquellos bienes en que podemos sustituir importaciones.
–¿Qué le parece la estrategia de Moreno para combatir la inflación?
–Lo hizo en base a la apropiación de la tasa de Ganancia. Por ejemplo, la supercard es intervenir en la renta financiera, qué es el congelamiento, intervenir en la renta de la venta de productos, qué es el control de importaciones. Estás interviniendo en la tasa de Ganancia de la economía. Perfecto. Pero los tipos te responden desplomándote la inversión. Ahora, bueno, está bien, ¿pero cómo superás la restricción externa? ¿tomás deuda, hacés ajuste de las importaciones devaluando, política de sustitución? Sí, claro, la estrategia de Guillermo fue brillante.
–¿Pero esa no es la prueba de un Estado débil en el fondo?
–Acá algunos lo cargan. Pero Moreno le llevó a la presidenta U$S 15.600 millones de superávit comercial. Y no se te derrumbó nada, se te angostó el crecimiento pero no se derrumbó nada. Ahora es un problema de estabilización de corto plazo, dos años, después necesitás algunas cosas.
–¿Pero qué se hace en el mediano y largo plazo?
–Necesitás acuerdos. Mayor presencia del Estado, indudablemente. El proceso de inversión no es algo que hay que librarlo a las fuerzas del mercado. Analizar qué política de sustitución de importaciones implementás. Que no puede ser autárquica como en los años '50, sino que tiene que estar ligada a la relación con Brasil. Necesitás resolver vectores de competitividad. Sobre todo energía y transporte, la recuperación del tren. Pero no elegir como vector de competitividad el salario.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 7 de julio de 2013)