CANCION / Los hermanos / Escribe: Atahualpa Yupanqui






En 1923 un colega del diario "Crítica" le facilitó su primera incursión en Buenos Aires, justo cuando se hizo la transmisión radial de la pelea Firpo-Dempsey, y mientras se esperaba que llegara la información él y otros cantaban; poco tiempo después regresó a Junín. En En 1926 Atahualpa Yupanqui volvió a probar suerte en la Capital con su guitarra, una pequeña valija, algunos pesos y con los habituales sueños de esperanza. Trabajó como peón de panadería a la vez que hacía audiciones en bares, bibliotecas y escuelas, y también colaboraba con algunos reportajes en un modesto periódico. En ese año Atahualpa Yupanqui compuso "Caminito del indio", que grabó con este nombre en 1936. La partitura se editó en 1939 como "Camino del indio", y así lo grabó en 1941 Ignacio Corsini. Luego vino "Nostalgias tucumanas", ambos temas motivados por su estancia en Tucumán.

En 1931 Atahualpa Yupanqui se casó con su prima María Alicia Martínez quién tenía un hijo nacido en 1923 de una pareja anterior. No le había ido bien en Buenos Aires, así que se fueron a Entre Ríos, donde nació su primera hija, Alma Alicia. Atahualpa Yupanqui, igual que su padre, era yrigoyenista. En Junín había trabajado con Moisés Lebensohn, fundador del diario "La Verdad", y en Buenos Aires tocaba en una peña donde se reunían radicales que conspiraban contra el gobierno de Uriburu, y luego el de Justo.

En Entre Ríos Atahualpa Yupanqui encontró personas hospitalarias que le ayudaron en la precariedad económica; fue maestro de escuela y fundó el diario "La voz del Tala", en Rosario del Tala. En enero de 1932 participó en la fallida intentona revolucionaria de los hermanos Kennedy, en La Paz, lo que lo obligó a refugiarse en Uruguay, primero en Montevideo, y luego en otras localidades camino al sur de Brasil. Mientras tanto su esposa había regresado a Junín, donde el 11 de enero de 1933 nació su segundo hijo, Atahualpa Roberto.


Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar.
En el valle, la montaña,
en la pampa y en el mar.

Cada cual con sus trabajos,
con sus sueños, cada cual.
Con la esperanza adelante,
con los recuerdos detrás.

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar.

Gente de mano caliente
por eso de la amistad,
Con uno lloro, pa llorarlo,
con un rezo pa rezar.

Con un horizonte abierto
que siempre está más allá.
Y esa fuerza pa buscarlo
con tesón y voluntad.

Cuando parece más cerca
es cuando se aleja más.
Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar.

Y así seguimos andando
curtidos de soledad.
Nos perdemos por el mundo,
nos volvemos a encontrar.

Y así nos reconocemos
por el lejano mirar,
por la copla que mordemos,
semilla de inmensidad.

Y así, seguimos andando
curtidos de soledad.
Y en nosotros nuestros muertos
pa que nadie quede atrás.

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar,
y una novia muy hermosa
que se llama ¡Libertad!

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