Su padre era empleado de ferrocarril en General Roca, y para aumentar sus ingresos domaba caballos, destreza que enseñó a sus hijos. En ese pueblo pasó los primeros años de su infancia quien luego se llamaría a sí mismo Atahualpa Yupanqui, y allí conoció la música y el canto de los paisanos, que se acompañaban con sus guitarras.
Eran canciones inspiradas en la extensa llanura pampeana, el ombú, el galope de los potros, las penas de amor. Milongas lentas, en do mayor o en mi menor, tonos que usaban los paisanos para describir lo que querían contar. Como el propio Atahualpa Yupanqui lo dice en "El canto del viento", "Así, en infinitas tardes, fui penetrando en el canto de la llanura, gracias a esos paisanos. Ellos fueron mis maestros. Ellos, y luego multitud de paisanos que la vida me fue arrimando con el tiempo. Cada cual tenía 'su' estilo. Cada cual expresaba, tocando o cantando, los asuntos que la pampa le dictaba".
Cuando tenía siete años sus padres lo mandaron a estudiar violín con el cura de Roca, el padre Rosáenz, pero después de un año y medio de estudiar solfeo y practicar las lecciones de los métodos de Fontovas, el sacerdote lo sorprendió tocando una vidalita y lo echó. Después trasladaron al cura y se acabaron las lecciones de violín.
Era una cinta de fuego,
galopando, galopando.
Crin revuelta en llamaradas,
mi alazán te estoy nombrando.
Trepo las sierras con luna,
cruzó los valles nevando.
Cien caminos anduvimos,
mi alazán te estoy nombrando.
¿Qué oscuro lazo de nieve
te pialó junto al barranco?
¿Cómo fue que no lo viste?
¿Qué estrella andabas buscando?
En el fondo del abismo,
ni una voz para nombrarlo.
Solito se fue muriendo,
mi caballo, mi caballo.
En una horqueta de un tala
hay un morral solitario,
y hay un corral sin relinchos,
mi alazán te estoy nombrando.
Si es como dicen algunos,
que hay cielos pal' buen caballo,
por ahí andará mi flete,
galopando, galopando.
Oscuro lazo de nieve
te pialó junto al barranco.
¿Cómo fue que no lo viste?
¿Qué estrella andabas buscando?
En el fondo del abismo,
ni una voz para nombrarlo.
Solito se fue muriendo,
mi caballo, mi caballo.