En abril de 2007, en la reunión sobre temas energéticos de la región realizada en Venezuela, donde estuvieron presentes la mayor parte de los presidentes del subcontinente, entre otras cuestiones de importancia se decidió crear la Unión de Naciones Sudamericanas, en reemplazo de la Comunidad Sudamericana de Naciones.
Esto significo una profundización y puesta a punto en el modelo de integración. No es poca cosa si consideramos la revalorización que se viene haciendo de Sudamérica, como unidad geopolítica fundacional, sin abandonar la idea de “Patria Grande Latinoamericana”, pero resaltando la importancia del subcontinente en esta primera etapa de integración y la necesidad que éste se constituya en el núcleo central de la integración que corresponde a esta etapa histórica.
En este sentido es imperioso reconocer que Sudamérica se encuentra frente a una oportunidad inmejorable para concretar un proceso de unidad con grandes posibilidades de realización.
En este sentido, nos parece realista comprender que América del Sur es la parte sustancial de Latinoamérica, por extensión territorial, población , PBI más la situación política. Sudamérica es el espacio geopolítico donde, en este momento, se dan las condiciones mas favorables para intentar en el corto y mediano plazo una integración efectiva.
Por su parte la lucha por la integración de América latina toda, es una cuestión que no podemos ni debemos abandonar, es una meta inclaudicable. Pero debemos saber que por diversos motivos de orden geopolíticos, económicos y de “relación de fuerzas”, lo hacen un objetivo de mas largo aliento. Insistimos: no se trata de abandonar, ni si quiera momentáneamente, el frente latinoamericano. Por el contrario, se debe accionar en este sentido en todo lo que sea posible pero sin alterar el orden de prioridades estratégicas, que en este momento histórico pasan por la unidad del sur de América. La integración de sudamericana garantiza, de alguna manera, acercarnos mas efectivamente a crear las condiciones para que los pueblos de México, Centroamérica y el Caribe se integren en el corto plazo.
Es del más elemental sentido común imaginar la influencia que tendría la consolidación de una Sudamérica integrada y prospera para el resto de América Latina.
La exagerada disgregación de Centroamérica y las Antillas, dividida en un puñado de pequeños Estados, de estructura básicamente agrícola y altamente penetrada por las multinacionales, la pone en una situación de debilidad y dependencia frente al Imperio, muy difícil de contrarrestar.
Los EEUU y su elite dirigente consideran toda esta zona, desde la época de su independencia, como “área de seguridad nacional”. Allí jamás dudó en aplicar la política del garrote invadiendo, sojuzgando a los pueblos e imponiendo gobiernos “títere” sin ningún tipo de respeto por las normas internacionales.
Últimamente la estrategia, como lo señala acertadamente Methol Ferré, es haber transformado al mar Caribe y las Antillas en una especie de “mare nostrum” puesto al servicio del esparcimiento veraniego de innumerables vacacionantes norteamericanos y Europeos, incorporando de esta manera a todos estos pequeños países al circuito de una economía de servicio turístico, altamente dependiente del Imperio.
México, por su parte, comparte frontera con EEUU y forma parte del NAFTA, un acuerdo de libre comercio con Canadá y EEUU que pone de manifiesto a simple vista el grado de condicionalidad de este país para una eventual integración al bloque sudamericano.
Todo esto revela sin duda un distinto nivel de dificultad, que llegado el momento deberá ser sorteado por el conjunto de América Latina, que tendrá que implementar los mecanismos para sumar a todos los países. La C.E.LA.C, de reciente creación, es un intento que va en este sentido
Convengamos también que la situación de crisis económico-política internacional colabora con la necesidad de crear espacios cada vez más amplios de protección contra los capitales internacionales que tratan de trasladar la crisis de los países centrales a la periferia.
Ahora bien, deberán ser los propios países los que tendrán que hacer un esfuerzo para aplicar políticas autonómicas en la medida de sus posibilidades y simultáneamente establecer lazos de unidad en la región por fuera de los intereses de EEUU y la Unión Europea.
Sabemos los esfuerzos que hace el presidente Chávez para favorecer la integración de países de Centroamérica y el caribe con la propuesta del ALBA, y de instrumentos concretos de desarrollo energético como “Petro Caribe” o los convenios de comercio justo con Nicaragua, Dominicana, Barbado, San Vicente, Granada y Cuba.
Pero México, por ser un país con otras dimensiones y con una densidad histórica mucho mayor en esta área (pensemos que forma parte del núcleo geográfico-cultural mesoamericano, con el resto de los países de Centroamérica) es el país que tendrá que definir su proceso de cambio político, inclinando la balanza a favor de los sectores populares y antiimperialistas, quebrando así, el esquema que le impone su vecino del norte. Si esto sucediera, esa dinámica terminaría arrastrando por su propio peso al resto de los países de la zona hacia una salida latinoamericanista. En este caso estarían en condiciones de sumarse todos. Sin México, francamente es ¡muy difícil!
Dicho esto, solo agregamos para reafirmar lo anterior que esto es una cuestión de prioridades y oportunidad histórica que debemos tener en cuenta. Se trata de establecer el núcleo duro de la integración, no de crear divisiones. El núcleo duro es Sudamérica, el horizonte es toda América Latina, la Patria Grande.
Reconocida Sudamérica como el “núcleo central” de la integración, la lógica de ese proceso de unidad se ha ido desplegando de menor a mayor, con un polo de atracción, el Mercosur, que tiene sus particularidades y su dinámica, y otro mas reciente, la Unasur donde participan todos los países sudamericanos y que incluye las experiencias de Mercosur, pero al mismo tiempo y en un marco más amplio pretende forzar proyectos y políticas que involucren a todos.
Pensamos que Mercosur y Unasur, si bien son instancias distintas, no deberían ser circuitos cerrados. Por el contrario deben dialogar, generando una dinámica que permita dentro de sus marcos de acción promover el debate y el aprendizaje conjunto.
Por el momento se han ido desplegando acciones específicas en cada ámbito.
Existen políticas que se están ejecutando con distintos grados de realización y otras que son apenas proyectos a futuro.
Entre ellas el plan de acción para la infraestructura regional de América del Sur que involucra a todos las países, un importante programa este para ser ejecutado por un ente interestatal que establece diversos ejes de integración y desarrollo.
La creación de una interestatal petrolera entre Venezuela (PDVeSA), YPF de Argentina y la participación de PetroBras, es una iniciativa de alto vuelo.
En el ámbito del Mercosur recientemente se han refrendado acuerdos entre YPF y PDVeSA para exploración y explotación en la franja del Orinoco, y también en territorio Argentino.
La discusión sobre la creación de un banco del sur está sumamente avanzada, con lo cual contaremos con una fenomenal herramienta de autonomía financiera, que si bien fue pensada originalmente para el Mercosur fue adoptado por varios países de la Unasur.
En lo económico el bloque deberá evolucionar de tal forma que tienda a incentivar a cada uno de los países integrantes y a los que se incorporen mas adelante, para que puedan producir y exportar materias primas y manufacturas. Como lo señala el economista Eric Calcagno: “el intercambio dentro del bloque debería ser entre ramas de actividad y no entre sectores, evitando el esquema imperial de vender manufacturas a cambio de bienes primarios o energía”.
Hay que profundizar proyectos que tienen que ver con la industrialización de la región, con los incentivos a la pequeña y mediana empresa, la creación de empleo, seguridad alimentaría, erradicación del hambre, apoyo a la agricultura familiar, entre otras temáticas. Profundización en los procesos de colaboración en los emprendimientos científico-tecnológicos, seguridad ambiental y desarrollo sustentable
En lo político-institucional la creación del Parlamento, como el proyecto de creación de la corte de justicia del Mercosur, nos parecen avances significativos. La integración política y cultural es fundamental, sin ellas no podremos sustentar en el tiempo la unidad. En este sentido se han echo algunos esfuerzos en lo comunicacional, como la creación de la emisora Telesur que ya lleva varios años con gran éxito y la adopción de la misma norma de la TV digital para toda la región. Todavía está pendiente la creación de una agencia de noticias sudamericana.
Se ha incrementado la participación conjunta en eventos culturales y deportivos, pero estas medidas no son suficientes y deberán ser profundizadas tratando de lograr la mayor excelencia en la difusión y conocimiento de nuestras culturas, de las artes, la ciencia y tecnología, así como de nuestra realidad política y social.
Si pretendemos ser una Nación tendremos que conocernos mejor, deberemos aprender a pensarnos colectivamente como hombres y mujeres sudamericanos. En definitiva, hay innumerables tareas que abordar, muchos errores que corregir y asimetrías para equilibrar
Una de las funciones que asumió Unasur, como organismo regional, es haber intervenido con mucho éxito en los conflictos entre países integrantes de la región: son los casos del conflicto Colombo-Venezolano, entre Ecuador y Colombia o en la intentona golpista en Ecuador, también en Bolivia -donde fue puesta en entredicho la continuidad democrática e inclusive la unidad territorial de ese país-. En todos ellos intervino con gran celeridad y eficacia garantizando la paz de la región. En el caso paraguayo desgraciadamente no tuvo el mismo éxito pero acompañó al Mercosur en sus decisiones.
Por último, la participación de los pueblos, los obreros, los movimientos indígenas, campesinos y los jóvenes especialmente, por intermedio de sus organizaciones sociales y ciudadanas, será en definitiva la responsable de garantizar y forjar las bases de sustentación y la solidez del proyecto de integración.
Unasur y Mercosur no se superponen, son dos ámbitos simultáneos, un esfuerzo de integración de doble vía. Mercosur es un espacio de construcción de la integración socio económica en el que se sientan las bases materiales de la integración, donde un bloque concentrado de países pretende desarrollar una acción centrifuga, que genere un polo de atracción al cual paulatinamente vaya adhiriendo el resto. Al mismo tiempo se crea un ámbito mas general, la Unasur, donde ya están incluidos todos los países, prefigurando una dimensión política mas amplia con tareas especificas, que terminarán de cuajar cuando llegue el momento de su absoluta integralidad. Unasur y Mercosur son dos caminos que tienden a confluir. Suponemos que finalmente se impondrá la Unasur como síntesis.