El 71% de la superficie terrestre está ocupada por agua, pero tan solo un 2,5% de toda el agua existente en el planeta es agua dulce, o sea, apta para consumo. De ésta, la mayoría se encuentra inaccesible en glaciares, en los polos, etc, así que tan solo disponemos para el consumo del 0,5%, que es agua subterránea o superficial.
En la Tierra habitan actualmente 7.000 millones de personas y para más de 1.200 millones de personas, el agua se ha convertido en un problema capaz de generar hasta conflictos armados. Se estima que en el neolítico había 8 millones de humanos habitando el planeta. Cuando nació Jesucristo se estima que éramos 200 millones distribuídos por el mundo. Al año mil se supone que éramos 300 millones y llegamos a ser 1.000 millones en el 1.800; 2.000 millones en 1930; 5.000 millones en 1990 y hoy superamos los 7.000.
Teniendo en cuenta que en el mundo existe la misma cantidad de agua que en el neolítico, hoy con los agravantes de sobreexplotación, la contaminación y con los efectos del cambio climático, el 40% de los seres humanos sufre escasez de agua. Es necesario un cambio en las conductas de consumo generando una “nueva cultura del agua”, basada en el ahorro, la optimización de su uso, su reparto equitativo y su defensa como activo ecológico y social.
Por supuesto, en Mendoza, padecemos los mismos problemas que las otras zonas desérticas del planeta porque desde el año 2003 hasta la fecha, con algunos paréntesis como el 2005 que fue un año medianamente bueno, la provincia viene sufriendo la falta de agua de lluvia y de nevadas, agravada ahora por una ola de calor muy larga, con temperaturas primaverales durante el invierno, lo que se traduce en campos muy secos en general y eso está ocasionando daños irreparables en los puestos que no tienen acceso al agua de río, como en algunas zonas de La Dormida donde la situación es difícil y angustiante para los puesteros que dicen: “las vacas se me mueren por la falta de agua, está todo seco, sólo espero que llegue la lluvia para que los animales que están desnutridos se recuperen”.
Los esqueletos en semidescomposición revelan esa cruda realidad. “Estos últimos días las muertes se han acrecentado y cada vez la cosa se pone peor, si no tenemos agua no sé en qué vamos a terminar, dicen angustiados mirando el cielo”. La tierra está dura y resquebrajada y la vegetación es escasa y amarillenta y esto está ocurriendo a escasos kilómetros del Gran Mendoza en dónde, alegremente y como bailando en la cubierta del Titanic, algunos legisladores y algunos empresarios siguen insistiendo en traer proyectos mega mineros que consumen millones de litros de agua, tan solo para obtener minerales a bajo precio que exportarán en bruto, dejando los verdaderos beneficios en otros países, mientras nosotros los mendocinos ponemos el agua, que ya está empezando a escasear incluso para los humanos, y nos quedamos con las consecuencias contaminantes para toda la eternidad.
Hablábamos en la entrega anterior de los 86 millones de litros de agua por día que consumirán despreocupadamente para extraer las sles de potasio en Malargue y hoy podríamos agregar la otra vuelta de tuerca que le están dando al Proyecto San Jorge en Uspallata, en dónde piensan hacer desaparecer ese cerro a través de voladuras que llenarán de polvo kilómetros y kilómetros del entorno, cubriendo cursos de agua y vegetación con todo tipo de minerales particulados y afectando el color de los glaciares ubicados más arriba.
Pero también piensan llevarse entubado todo el arroyo El Tigre hacia San Juan, quitando ese caudal que hoy va a las napas subterráneas que nos dan vida más abajo. O sea, seguimos como el pato de la boda, poniendo lo mejor de nosotros, el mineral, el agua y el paisaje no contaminado, para que otros procesen ese mineral y el festín se lo hagan empresas de otros países.
Pero, como siempre digo, no hay que conformarse con estas palabras. En cualquier buscador, como el Google, escriba PROYECTO SAN JORGE MENDOZA, querido lector. Encontrará más de 800 mil resultados para entender nuestra preocupación. Hasta la próxima.
En la Tierra habitan actualmente 7.000 millones de personas y para más de 1.200 millones de personas, el agua se ha convertido en un problema capaz de generar hasta conflictos armados. Se estima que en el neolítico había 8 millones de humanos habitando el planeta. Cuando nació Jesucristo se estima que éramos 200 millones distribuídos por el mundo. Al año mil se supone que éramos 300 millones y llegamos a ser 1.000 millones en el 1.800; 2.000 millones en 1930; 5.000 millones en 1990 y hoy superamos los 7.000.
Teniendo en cuenta que en el mundo existe la misma cantidad de agua que en el neolítico, hoy con los agravantes de sobreexplotación, la contaminación y con los efectos del cambio climático, el 40% de los seres humanos sufre escasez de agua. Es necesario un cambio en las conductas de consumo generando una “nueva cultura del agua”, basada en el ahorro, la optimización de su uso, su reparto equitativo y su defensa como activo ecológico y social.
Por supuesto, en Mendoza, padecemos los mismos problemas que las otras zonas desérticas del planeta porque desde el año 2003 hasta la fecha, con algunos paréntesis como el 2005 que fue un año medianamente bueno, la provincia viene sufriendo la falta de agua de lluvia y de nevadas, agravada ahora por una ola de calor muy larga, con temperaturas primaverales durante el invierno, lo que se traduce en campos muy secos en general y eso está ocasionando daños irreparables en los puestos que no tienen acceso al agua de río, como en algunas zonas de La Dormida donde la situación es difícil y angustiante para los puesteros que dicen: “las vacas se me mueren por la falta de agua, está todo seco, sólo espero que llegue la lluvia para que los animales que están desnutridos se recuperen”.
Los esqueletos en semidescomposición revelan esa cruda realidad. “Estos últimos días las muertes se han acrecentado y cada vez la cosa se pone peor, si no tenemos agua no sé en qué vamos a terminar, dicen angustiados mirando el cielo”. La tierra está dura y resquebrajada y la vegetación es escasa y amarillenta y esto está ocurriendo a escasos kilómetros del Gran Mendoza en dónde, alegremente y como bailando en la cubierta del Titanic, algunos legisladores y algunos empresarios siguen insistiendo en traer proyectos mega mineros que consumen millones de litros de agua, tan solo para obtener minerales a bajo precio que exportarán en bruto, dejando los verdaderos beneficios en otros países, mientras nosotros los mendocinos ponemos el agua, que ya está empezando a escasear incluso para los humanos, y nos quedamos con las consecuencias contaminantes para toda la eternidad.
Hablábamos en la entrega anterior de los 86 millones de litros de agua por día que consumirán despreocupadamente para extraer las sles de potasio en Malargue y hoy podríamos agregar la otra vuelta de tuerca que le están dando al Proyecto San Jorge en Uspallata, en dónde piensan hacer desaparecer ese cerro a través de voladuras que llenarán de polvo kilómetros y kilómetros del entorno, cubriendo cursos de agua y vegetación con todo tipo de minerales particulados y afectando el color de los glaciares ubicados más arriba.
Pero también piensan llevarse entubado todo el arroyo El Tigre hacia San Juan, quitando ese caudal que hoy va a las napas subterráneas que nos dan vida más abajo. O sea, seguimos como el pato de la boda, poniendo lo mejor de nosotros, el mineral, el agua y el paisaje no contaminado, para que otros procesen ese mineral y el festín se lo hagan empresas de otros países.
Pero, como siempre digo, no hay que conformarse con estas palabras. En cualquier buscador, como el Google, escriba PROYECTO SAN JORGE MENDOZA, querido lector. Encontrará más de 800 mil resultados para entender nuestra preocupación. Hasta la próxima.
