ARGENTINA / Cuestión de ideología / Escribe: Aníbal Fernández







"El peor analfabeto es el analfabeto político." Bertolt Brecht

No es por error. Y quien lo compre como "un error" lo estará pagando carísimo. Cualquier fingido pedido de disculpas, cualquier esbozo aparente de justificación es, en el fondo, sólo un atajo, una parábola que desembocará, inevitablemente, en una nueva prohibición; en un nuevo desatino. Porque lo que empuja su torpeza política infinita son sus convicciones: esa arraigada ideología (aunque no tenga la menor idea de qué se trata cuando se habla de ideología) a la que suma su condición de "tilingo, nene de mamá", caprichoso y engrupido, acostumbrado a que nadie lo contradiga... o casi nadie: apenas, de tanto en vez, el "poder paterno".


Por eso sostengo que no es un error, ni fue ni lo será. No querer que se haga "política" (hablamos de todos los lados, no sólo en las escuelas) es una concepción ideológica. Negarse a que se discuta, se debata, a construir consensos a partir de los disensos, se acuerde y se gobierne en tal sentido es sólo (y nada más que) una postura ideológica.
La prohibición del juego del "Eternauta" es el mejor ejemplo: la lógica pedagógica de este entretenimiento didáctico es precisamente fomentar la participación política: lo que se busca es "sensibilizar a los participantes acerca del respeto, la solidaridad y la acción colectiva y la organización como camino para la transformación de las situaciones de desigualdad e injusticia". ¿Acción colectiva? ¡Madre de Dios! Una idea absolutamente contraria al espíritu individualista y egoísta que propone esta entente de gatos con un perro adentro que han dado en llamar pomposamente Propuesta Republicana (PRO).
Este repúblico de pacotilla que mandaba a espiar a quienes consideraba sus enemigos, que fomenta la delación (todos sus 0800 podrían subsumirse en un 0800-FACHO) y que no le tembló la mano en mandar a golpear a personas en situación de calle… lejos está de las verdaderas vocaciones republicanas. Eso sí, mucha comunicación, mucha propaganda, todo bien pintadito de amarillo y decorado con globos de colores. Marketing. No pasarían un ejercicio básico de democracia de una escuela de gobierno porque su ideología los traicionaría.
Juan José Hernández Arregui decía: "… lo colectivo, en su contorno humano, es el hombre de estas latitudes vivo y multiplicado; el hombre oprimido de nuestras tierras que, además, sabe dónde está la raíz de su desdicha y de su fuerza." Por eso El Eternauta, transformado en un juego de rol en el que el héroe es el grupo, que toma decisiones en conjunto y que protegiéndose unos a otros se llega a cumplir con los objetivos fijados, se vuelve una herramienta poderosa contra la ideología de la salvación propia, el éxito particular y la vanagloria individual que propone el proyecto que representa.
Por eso quiero dejar en claro que es ideológico. Y que quienes los acompañan son portadores sanos de la misma ideología, más allá de participar eventualmente en determinados negocios... como miembros individuales de una sociedad anónima, claro.
No hay error, hay ideología. No hay traspié, hay intencionalidad. No se equivocan, todo lo contrario. Lo hacen con absoluta conciencia. En la búsqueda de imponer, otra vez, un modelo de país que excluya a la mayoría para favorecer a unos pocos. Que les quite a los pobres para darles a los ricos. Que mire hacia Europa o los Estados Unidos y reniegue de su pertenencia sudamericana. Que priorice al Mercado por sobre el Estado. Que favorezca la Economía y niegue la Política.


Y aunque confunda a El Eternauta con el "Néstornauta", a Stalin con una fábrica de caramelos, o crea que hay que darle el pésame a la viuda de Oesterheld porque se murió Neil Armstrong, toda esa ignorancia no quita que lo que hace tiene un sustento básicamente ideológico… ¡Y eso no es chiste!
(Diario Tiempo Argentino, 2 de setiembre de 2012)

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