ARGENTINA / Fuerte testimonio acerca de la iglesia y la represión ilegal / Escribe: César Raúl Sánchez






Soy César Raúl Sánchez, ex sacerdote del Ing. San Pablo de Tucumán y ex Preso del Centro de torturas de la "ESCUELITA DE FAMAILLA".

Me permito hacer algunas reflexiones después de leer el documento dirigido a los Obispos: No son los cristianos quienes deben aconsejar o exigir a los Obispos que pidan perdón por sus complicidades con la dictadura. Nadie más que ellos -por oficio- sabe que el perdón brota de un corazón sincero que reconoce el error y está dispuesto a reparar el daño ocasionado.
Los obispos, no tan solo no están dispuestos a pedir perdón, sino que una y otra vez reclaman la reconciliación con los genocidas y "dar vuelta la página".


Mucho me temo que con este documento y con las firmas que lo avalen, les están presentando en bandeja la oportunidad de creerse reconciliados con el Pueblo, mientras tanto, los genocidas no están privados de la asistencia espiritual que les brindan con Misas y Comuniones.
Tiene razón Videla que los Obispos eran PARTICIPES NECESARIOS y si no, lea las arengas de los Vicarios Castrenses Tortolo, Bonamí, Medina, etc., etc.
Mi Arzobispo Blas V. Conrero, en Tucumán, vio mi cuerpo cuando me liberaron; y no se inmutó; pero sí convocó al gral. Vilas y a su plana Mayor para amenazarlos con la excomunión porque profanaron mi antigua Parroquia buscando las armas que, bajo tortura, dije que estaban escondidas (pero no había nada).
¿No supieron los Obispos quiénes mataron a su hermano Obispo Angelelli?
¿No supieron cuántos Curas fuimos torturados y desaparecidos?
Cada uno de los que pertenecíamos al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo que desaparecía era uno menos para preocuparse.
Los militares hacían el trabajo sucio que a ellos beneficiaba.
Por otra parte, los militares sabían que si los Obispos objetaban su accionar, quedaban en evidencia.
Los Obispos eran los autores intelectuales, eran los que ponían "la mística" a los cruzados; los bendecían, les imponían escapularios para que la Virgen los protegiera.
La Misa - que supuestamente es el máximo signo del Amor para los cristianos-, la usaban para alimentar el odio de los soldados.
De todos modos, la Iglesia Católica, que nada o muy poco tiene que ver con el Cristianismo, está bañada en sangre, lo dice la historia: las Cruzadas, la Inquisición, el Genocidio en toda nuestra América Latina, las complicidades con el franquismo etc., etc., etc., etc.
Si quedé con vida, quiero ser la voz de tantos Compañeros silenciados y desaparecidos.
Haré cuanto esté a mi alcance para contrarrestar tanta mentira.
Por otra parte, aunque pidan perdón, no será algo que les demande mucho esfuerzo; bastará con que lean un documento "bien pensado, con las palabras bien medidas", si es posible ambiguas como para que todo el mundo quede conforme; son muy diplomáticos. Lo harán ante un puñado de "fervientes católicos" que emocionados admirarán y bendecirán a sus "pastores". Mientras tanto, los destinatarios de tal perdón, ni los escucharemos, y mucho menos les creeremos.
Los actuales miembros del Episcopado Argentino no están exentos de culpa. En aquellos años eran sacerdotes y saben muy bien de quienes han recibido los báculos.
Conozco a varios de estos pastores o porque fueron mis profesores como el Cardenal Karlick o compañeros como Reale, Colomé, Rodrígues y Rovai.
Todos conocimos a Enrique Angelelli y sabíamos qué clase de hombre era. Sin embargo nadie tuvo la altura suficiente para protestar y reclamar justicia cuando lo mataron.
Asumo la responsabilidad de todo lo dicho, en nombre de todos los desaparecidos y torturados.
Pese a todo este panorama tan obscuro por el que tuvimos que transitar, los cristianos no nos acobardamos, Discípulos de un Torturado. "No es el discípulo mayor que el Maestro".
Estamos advertidos, nada nos puede sorprender; el Cristiano no queda lamiéndose las heridas. Las Credenciales de Pablo ante todos los Apóstoles fueron los tormentos que soportó por la Causa.
Quedan descalificados todos los que claudican ante los poderosos. Le temen más a los hombres que al Señor.




Cada desaparecido no está perdido, está Sembrado, como el grano de trigo en toda nuestra América Latina; son trocitos de Levadura, puñaditos de Sal metidos en la masa. Son levadura que no ha perdido su fuerza, y sal que no ha perdido su sabor, necesarios para alimentar al HOMBRE NUEVO.
ALGÚN DÍA SERÁ JUSTICIA. PAZ, AMOR, VENCEREMOS.

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